El tema social de la Argentina es un tema muy complicado que los políticos, empresarios, gremialistas y periodistas no están a la altura de las circunstancias, cada uno defiende sus propios intereses en lugar de los del pueblo o la Nación.
Ciertos sectores de piqueteros o que de dicen “revolucionarios”, que llevan las banderas de la izquierda o vociferen ideas revolucionarias, casi siempre les han sido funcional a los sectores que detentan el poder y prenden mantener intacto sus privilegios. Así fueron toda su vida. Aquí no se sabe bien quien es quien, quién responde a quien, lo que si se sabe es que la mayoría busca – tan sólo – el triunfo de sus propios intereses o de su sector, aquí no hay un interés superior, no existe el interés de una Nación, cada uno piensa para si, esto no cambia más, por lo menos así. Cada uno de los sectores, defiende su lugar como un coto, son círculos cerrados incapaces de ceder algo para cambiar la cosas y aportar al bien común. Esta sociedad, a pesar de los cambios producidos, sigue siendo individualista e hipócrita. Jasgamos la realidad por la situación personal o familiar. Nadie piensa en el conjunto, sino tan sólo en su ámbito.
Aquí existe una oligarquía política atrincherada y protegida en el parlamento y subordinada al capital financiero. Es un régimen “falaz y descreído” que descansa en un “Partido Único Parlamentario”, mediante el cual, todas las fuerzas políticas están poseídas por un solo interés, el de sobrevivir. Desde aquel que se fueran todos a esto, nada ha cambiado.
Los grandes poderes económicos ya han dejado de utilizar a los militares para que defiendan sus intereses, eliminaron los intermediarios y ahora manejan todo desde lo económico, con la subordinación de los políticos, gremialistas, periodistas, etc.
La mayoría de los dirigentes revolucionarios de ayer, son la nueva oligarquía que ha crecido al calor del poder. Los revolucionarios de hoy; Ej. Castell quiere ser electo diputado o senador, por lo tanto no va hacer nada que afecte al sistema, porque vive de él.
Estos hechos que vivimos hoy, sobre la violencia y demás acontecimientos relacionados con piqueteros y otras sectores que reclaman, tiene una similitud a los saqueos, que causaron gran alarma en la población, pero en definitiva fue algo totalmente armado por un sector político para sacar un rédito personales.
Las grandes corporaciones económicas son las dueñas – directa o indirectamente - de la mayoría de los medios de comunicación y manejan a su antojo la opinión de la mayoría de la gente, crean supuestos referentes populares y sus adversarios, suben o destruyen personas o ideas según sus intereses. Pero lo más lamentable, que también compran o manejan a los que se dicen opositores y que se manifiestan en contra de las políticas que ellos defienden, pero que a la larga le son funcionales, porque hacen aquellas cosas que les sirven para instalar en la opinión pública aquellas políticas que ellos quieren y les interesa, a ellos y no al País. Es por ello que ya no se sabe quién es quien o a que intereses responden. Todo es una gran mentira, todo es una parodia en la que nos hacen actuar a todos y un minúsculo grupo son los directores.
Héctor Daniel Fernández
Ciertos sectores de piqueteros o que de dicen “revolucionarios”, que llevan las banderas de la izquierda o vociferen ideas revolucionarias, casi siempre les han sido funcional a los sectores que detentan el poder y prenden mantener intacto sus privilegios. Así fueron toda su vida. Aquí no se sabe bien quien es quien, quién responde a quien, lo que si se sabe es que la mayoría busca – tan sólo – el triunfo de sus propios intereses o de su sector, aquí no hay un interés superior, no existe el interés de una Nación, cada uno piensa para si, esto no cambia más, por lo menos así. Cada uno de los sectores, defiende su lugar como un coto, son círculos cerrados incapaces de ceder algo para cambiar la cosas y aportar al bien común. Esta sociedad, a pesar de los cambios producidos, sigue siendo individualista e hipócrita. Jasgamos la realidad por la situación personal o familiar. Nadie piensa en el conjunto, sino tan sólo en su ámbito.
Aquí existe una oligarquía política atrincherada y protegida en el parlamento y subordinada al capital financiero. Es un régimen “falaz y descreído” que descansa en un “Partido Único Parlamentario”, mediante el cual, todas las fuerzas políticas están poseídas por un solo interés, el de sobrevivir. Desde aquel que se fueran todos a esto, nada ha cambiado.
Los grandes poderes económicos ya han dejado de utilizar a los militares para que defiendan sus intereses, eliminaron los intermediarios y ahora manejan todo desde lo económico, con la subordinación de los políticos, gremialistas, periodistas, etc.
La mayoría de los dirigentes revolucionarios de ayer, son la nueva oligarquía que ha crecido al calor del poder. Los revolucionarios de hoy; Ej. Castell quiere ser electo diputado o senador, por lo tanto no va hacer nada que afecte al sistema, porque vive de él.
Estos hechos que vivimos hoy, sobre la violencia y demás acontecimientos relacionados con piqueteros y otras sectores que reclaman, tiene una similitud a los saqueos, que causaron gran alarma en la población, pero en definitiva fue algo totalmente armado por un sector político para sacar un rédito personales.
Las grandes corporaciones económicas son las dueñas – directa o indirectamente - de la mayoría de los medios de comunicación y manejan a su antojo la opinión de la mayoría de la gente, crean supuestos referentes populares y sus adversarios, suben o destruyen personas o ideas según sus intereses. Pero lo más lamentable, que también compran o manejan a los que se dicen opositores y que se manifiestan en contra de las políticas que ellos defienden, pero que a la larga le son funcionales, porque hacen aquellas cosas que les sirven para instalar en la opinión pública aquellas políticas que ellos quieren y les interesa, a ellos y no al País. Es por ello que ya no se sabe quién es quien o a que intereses responden. Todo es una gran mentira, todo es una parodia en la que nos hacen actuar a todos y un minúsculo grupo son los directores.
Héctor Daniel Fernández
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