En el Diario La Nación del día miércoles
5 de Junio de 2013, se publicó un artículo sobre una encuesta realizada por el
Centro de Opinión Pública de la
Universidad de Belgrano, con el siguiente título: “El
55% de los porteños tolera la corrupción si mejora la economía” y la
nota dice:
Además, el 37% dijo que aceptaría corromperse a
cambio de algún beneficio
En pleno resurgimiento del debate en torno a la
corrupción, y cuando faltan cuatro meses para las elecciones, la sentencia popular del "roban pero hacen" sigue vigente.
El 55 por ciento de los porteños considera
"aceptable" que un político sea corrupto si
"mejora la economía o soluciona problemas del país", y el 46 por
ciento cree que en la Argentina "la gente está obligada a adaptarse a la
corrupción para sobrevivir".
Los datos surgen de una encuesta del Centro de
Opinión Pública de la Universidad de Belgrano cuyos resultados se difundieron
ayer.
La encuesta, realizada a 620 personas entre el 18 y
el 27 del mes pasado, combina las preguntas sobre la esfera pública con las que
indagan sobre conductas personales.
Así, por ejemplo, el 56 por ciento de los
consultados considera que el nivel de corrupción en la Argentina es alto,
mientras que el 26% cree que la mayor parte de esa corrupción se da en el
ámbito político, seguido por el policial (16%) y el sindical (13%). La mayoría
(43%), sin embargo, opina que la corrupción "se da en todos los ámbitos
por igual".
En el terreno de los posibles castigos para
"políticos corruptos", gana la cárcel (36%), seguida de cerca por la
prohibición de por vida para ocupar cargos políticos (33%) y el pago de una
multa (21%). El 5% cree que corresponde aplicar las tres penas a la vez.
Por otra parte, casi la mitad de los encuestados
(48%) opina que en los últimos cinco años la corrupción aumentó, mientras que
para el 51 por ciento la denuncia de la existencia de bóvedas en la casa de los
Kirchner es verdadera.
Las conclusiones más llamativas aparecen en las
consultas por conductas individuales. "Imagine que un político mejora la
economía o soluciona problemas del país que a usted le preocupan, pero que, al
mismo tiempo, es corrupto. ¿Eso le parece aceptable?", plantea una de las
preguntas. El 55% contestó que sí y el 40%, que no.
En la misma línea, el 53% dijo que "aceptaría
hacerse la distraída" ante un acto de corrupción si denunciarlo implicara
perder un beneficio, mientras que el 30% optaría por denunciar al corrupto y
renunciar al beneficio.
Ante la pregunta sobre si la ley debe ser obedecida
sin excepciones o si hay ocasiones en las que "no está mal"
infringirla, el universo se reparte en franjas similares: el 52% eligió la
primera opción y el 36%, la segunda.
Se indaga además sobre el comportamiento en la
Aduana después de haber hecho compras en el exterior. La opción es pagar el impuesto
correspondiente o "pagar algo de dinero a alguien" para eludirlo. El
58% consideró "aceptable" pagar la coima.
Ante el escenario de "poder cometer un único
acto de corrupción en la vida sin perjudicar a terceros y para obtener una gran
diferencia económica", el 37 por ciento dijo que lo cometería. El 50 por
ciento contestó que no.
Los políticos son el espejo de
nuestra sociedad, como el País es un espejo de los partidos políticos. Si
pretendemos mejores políticos o mejores partidos, deberíamos ir pensado
también, en cambiar nosotros.
Creo que
pertenecemos a una sociedad hipócrita e individualista. Siempre corruptos son
los otros, pero creo que es más del 35% que dice la encuesta que se corrompería
para beneficiarse. La honestidad es una cualidad innata que debe tener todo
individuo y no sólo reclamarle a los Políticos.
Cada individuo reclama y exige respeto por sus derechos, pero cuando
debe respetar los derechos de los otros, no lo hace. Pareciera que las reglas,
normas, obligaciones o leyes, son tan sólo para los demás. Por mucho tiempo la
sociedad - en general - pensó como dice Disépolo en el tango Cambalache “El que
no afana es un gil” y se acrecentó la mentalidad del “sálvese quien pueda”.
Desarrollamos la permanente desconfianza en los demás, como método de no
asociarnos y no abocarnos a trabajar en objetivos comunitarios.
Es común ver, el desapego a la
convivencia social en aquellos hechos simples que acontecen a diarios, como ser:
cada uno saca la basura a la hora que se antoja o tirarla en cualquier lugar
inapropiado, trata de pasarse por algún medio en alguna cola, estacionar en
cualquier calle o avenida en doble fila o pasar por la banquina cuando hay un
embotellamiento. Intentar coimear algún funcionario para zafar de una multa o
infracción, en lugar de pagarla como se debe o no cometerla. Se busca como
evadir impuestos, progresar con el menor esfuerzo y burlando las normas y si
nos podemos acomodar en algún puesto por amiguismo, nos justificamos diciendo
“si no lo hago yo lo hace otro”. Buscamos algún contacto para que nos facilite
el algún trámite, perjudicando aquellos que respetan las normas establecidas. Cuando
uno viola una disposición o ley es vivo o trasgresor, cuando lo hace otro es
corrupto. Otro motivo de falta de respeto es ver como los automovilistas y
chóferes, no respetan los semáforos. Con el justificativo de la inseguridad, a
cualquier hora y en avenidas o calles, violan los semáforos con total impunidad
y desparpajo, sin respetar a los transeúntes o a quien tiene derecho de paso.
Nos quejamos a diario de políticos, funcionarios, jueces, empleados estatales,
pero estos son parte de la sociedad, ciertamente son nuestro espejo. Estas
pequeñas cosas, reflejan una sociedad enferma y falta de ética, y hasta que no
comience a respetarse y a respetar, la situación de nuestro País no cambiara.
No todos tenemos el mismo nivel de responsabilidad, pero algo tenemos que ver,
por acción u omisión. Algo cambiara cuando dejemos ver la realidad desde
nuestra situación personal, comodidad o bienes, sino desde el bien común.
Sobre la corrupción: debemos
estar atentos que este tema no encubra la discusión ideológica, en los 90 nos
hicieron creer que el problema era sólo la corrupción, cuando el problema de
fondo fueron las políticas económicas aplicadas, que entregaron el País.
Héctor Daniel Fernández
Junio 2013