martes, 19 de mayo de 2009

EL ALCOHOL Y LAS DROGAS

Febrero de 2007

Los medios de información masivos, en su cobertura de las vacaciones en distintos puntos de veraneo del País y Uruguay, informan y hacen investigaciones sobre la juventud y la noche.
De ellos se desprende – en forma alarmante - el abuso por parte de la juventud del alcohol y drogas. Pero lo preocupante de este problema no es sólo lo que se consume en las playas en la época estival, sino que este rito se extiende a cada ciudad, cada pueblo y en toda la época del año. El consumo de alcohol en nuestra sociedad plantea una seria problemática social y personal.
Según la última encuestas del SEDRONAR, de la que participaron 31.600 alumnos entre 12 y 18 años de la enseñanza media de todo el país. Mas de la mitad de los adolescentes habían todo bebidas alcohólicas y las mujeres ya casi equiparan a los varones en el consumo. Un 80% de las muertes registradas entre adolescentes se debe a causas violentas y dentro de ellas las relacionadas con drogas o alcohol representan el 50%, existiendo un mayor porcentaje de suicidios en los adictos a estas sustancias.
Es evidente la accesibilidad de los jóvenes a las bebidas alcohólicas es cada vez mayor, a pesar de la prohibiciones impuestas de su venta a menores. El consumo temprano se asocia con problemas de comportamiento, de aprendizaje y de repetición de cursos.
Lo preocupante es que con el inicio a esta edad aumentan significativamente sus probabilidades de tener problemas de abuso o adicción con esa sustancia en al vida adulta.
Ahora, debemos tener muy en cuenta que estos datos están basados sobre jóvenes que se encuentran dentro del sistema y que tienen la posibilidad de estudiar, pero si contemplanos aquellos niños o jóvenes expulsados o no retenidos en el sistema educativo y que habitan en la calle “chicos de la calle”debe producir índices aún más alarmantes.
Es común ver grupo de jóvenes sentados – a cualquier hora o día - en la calle bebiendo. En los lugares cercanos a los boliches – previo al ingreso a ellos – tomando en la calle, cerveza, vino o alguna otra bebida alcohólica, como así también haciendo distintas mezclas de bebidas con fármacos para potenciar sus efectos, como así cuando terminan los bailes, muchos deambulan o terminan “tirados” en las calles totalmente destruidos, todo esto pasa delante de distintas autoridades sin que nadie intervenga, como si esto fuera algo natural.
La creencia más compartida entre los diferentes grupos de adolescentes y jóvenes, es que el consumo de alcohol tiene “consecuencias positivas”, según ellos indican, logran adquirir mayor alegría, euforia, superación de la timidez y retraimiento y mejora el estado de ánimo, además de la integración dentro del grupo de amigos donde la mayoría consume. Esta creencia hace que cada vez aumente el consumo y su frecuencia. La juventud, por regla general, no asocia el consumo de alcohol con los problemas que de él pueden derivarse, sólo consideran que produce cambio positivos, facilitador de expresividad, desinhibidor y potenciador de las relaciones sociales. Es muy común escuchar decir que consumen alcohol “por que les permite hacer cosas que de otra manera no haría”
Uno de los problemas, es que el alcohol se considera como una droga socialmente aceptada y de amplia difusión, siendo esta la puerta de entrada hacia la adicción a otras drogas.
Detrás de este serio problema hay una realidad, por distintos medios se estimula el consumo como medio de pertenecer, de tener status. La presión que ejerce el entorno es muy fuerte y muy difícil de evadir.
Es muy común que consideren que al beber o fumar se ven grandes e interesantes y llaman la atención, también es muy común que el grupo presione al que no bebe, no fuma o no consume drogas, burlándose o marginándolo.
En cuanto a la publicidad vivimos en una sociedad de consumo, si observamos, las modas – por lo general – están dirigidas a los jóvenes, presentándole que si no usas o no tenes lo que te ofrecen no perteneces. Se pretende desde la publicidad instalar falsos valores, hábitos innecesarios e influir en su voluntad. Hoy se una valoración de las personas por la marca de ropa, zapatillas o autos que poseen o lugares que frecuentan y no por sus valores éticos y morales, y muchos menos por su condición cultura.
Todo estas influencias actúan muy fuerte sobre la voluntad de los jóvenes, quines no tiene una personalidad definida y formada. Por lo general los utilizan y manejan como rebaños, aunque ellos creen que son independientes.
Es indudable que todo esto no es mal visto desde los distintos estamentos de poder, todo se preocupan por el problema, pero nadie hace nada – concreto - para cambiar la historia. Campañas publicitarias que no atacan el problema en si, prevenciones y leyes que no se cumplen, ni se hacen cumplir.
Por lo general, cuando los jóvenes se encuentran bajo los efectos del alcohol o la droga, es un motivo generador de violencia, accidentes o delitos.
Es indudable que para que esto ocurra, tiene que haber una sociedad – en general - indiferente, comerciantes que privilegien el negocio que la salud de los menores o jóvenes, vendiendo bebidas a quien no corresponde o cuando no corresponde. La indiferencia o el temor a denunciar a quienes venden droga en la puerta de los colegios, en las plazas o en los boliches. Indiferencia, complicidad, corrupción o ineficiencia de las autoridades policiales o judiciales para actuar con severidad en estos casos.
Los cambios de las últimas décadas han producido cambios en las condiciones sociales, modificaciones en la actividad familiar, alterando el equilibrio y la crisis del tipo tradicional de familia. Ello ha contribuido a la ausencia de los padres por razones laborales, con lo que el hogar se ha convertido, en muchas ocasiones, en un espacio donde simplemente se come y se duerme. En estos casos, donde la madre y el padre deben trabajar, los hijos permanecen solos y sin ningún tipo de control o contención. Cuando los padres regresan de trabajar, cansados y con sus propios conflictos, que por lo general, no prestan la debida atención a los problemas de los hijos y no se les pone límites, para que no le generen más conflictos. En muchos casos los jóvenes pasan más horas fuera de sus hogares y con otros jóvenes sin hacer nada, que cumpliendo alguna actividad productiva. El ocio es otro factor que induce a la ingesta de alcohol o droga.
También han cambiado los roles clásicos de los padres. Los cambios en la filosofía de valores y de vida hacen surgir un cúmulo de problemas y de nuevos conflictos. La vida matrimonial y familiar se encuentra frecuentemente desgarrada por problemas de diversas índole, donde cada integrante esta inmerso en sus propios problemas, que hacen vivir a los hijos en un estado de abandono.
Existe una porción de juventud – pobre o marginal - dominada por el desaliento y la falta de perspectiva de futuro, expresa su rechazo a las sociedad y entierra sus esperazas en el alcohol, la droga barata y la violencia.
Otra sector de la juventud se mueve como rebaño ante las premisas lanzadas desde los intereses comerciales y de poder, que siente que el beber o drogarse le da status, que les permite ser reconocidos y estar incluido o simplemente se ufanan con hacer lo que hacen otros.
La rebeldía juvenil esta canalizada por falsas premisas que se lanzan desde los medios de comunicación y propagandas, sólo alcanzables para una minoría privilegiada y funcionales a los intereses económicos del poder. Jóvenes que se creen transgresores y rebeldes, haciendo lo que le imponen subliminalmente, que en definitiva es lo masivo, cuando hoy por hoy, es rebelde aquel que con personalidad firme rechaza estos estereotipos impuestos y actuá con absoluta libertad de criterio y pensamiento.
Es falsa la premisa que el consumo en exceso de alcohol o la droga desinhiben, que te permiten pasarla bien o te dan valor para hacer cosas que no harías estando sin esos elementos, eso se da en aquellos adolescentes o jóvenes de personalidad vulnerable y débil, el verdadero poder está en la mente y en la voluntad, todo se puede superar, todo ser puede lograr si uno se lo propone. Todo lo demás es para hacerlos dependientes, utilizan todo esto para liberarse de su timidez, retraimiento o traumas, pero se están entregando a una dependencia de la cual les será muy difícil liberarse.
Lo preocupante es que va a ocurrir con esta generación de jóvenes?. Tenemos tristes experiencias, generaciones diezmadas y anuladas, las muertes de jóvenes en los años 70, la guerra de Las Malvinas, el proceso neo liberal de los 90 que margino y empobreció a miles de argentinos, quitándoles toda esperanza y futuro y en la actualidad se plantea la droga y el alcohol como un nuevo mal.
Cada uno de estos procesos traen aparejado un futuro incierto para el País, donde solo pueden tener posibilidades una minoría de la población, quienes siempre sacan provecho de todos estos males.
Es muy evidente que hay un Estado ausente, que se muestra preocupado pero no ocupado del problema. Se debe atacar desde los distintos sectores de la sociedad. Estado, Gobierno, Educación, Familia, Individuo, es un compromiso por nuestros hijos, por su futuro.



Héctor Daniel Fernández

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