lunes, 18 de mayo de 2009

DECADENCIA

Febrero de 1997
Si nos ponemos a considerar los terribles flagelos que aquejan al mundo (Mortalidad Infantil, Pobreza, Trabajo Infantil, Desocupación, Violencia, etc, etc.), podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que vivimos gobernados por la hipocresía y la falsedad; donde los mediocres, corruptos inescrupulosos y ambiciosos pusieron en retirada a los honestos, íntegros y honrados; mostrando una sociedad falta de principios, valores éticos y morales, donde el fin justifica los medios. Es común ver la inmoralidad de funcionarios ante tan tremenda crisis que afecta a tantos ciudadanos, resaltando en ellos la falta de austeridad que muestran sin pudor el derroche inescrupuloso en actos suntuarios y fiestas particulares. Viven y se dan lujos de ricos, aunque, en la mayoría de los casos, su origen no sea específicamente ese, justificando su meteórico ascenso a alguna desconocida herencia familiar, de dudosa confirmación. Aparte los teóricos destinados a programar las políticas económicas-sociales, escasamente conocen la realidad y necesidades de la gente para quien son destinados esos programas. En cuanto Congreso, Conferencia, Reunión, Cumbres o Asamblea, condenan públicamente estos males considerándolos como una intolerable afrenta a la dignidad de las personas y un desprecio enorme de la condición humana, prometiendo combatirlo hasta desterrarlo, pero vemos que año a año se acrecientan, lo que demuestra el poco interés en resolverlo o tomar medidas concretas y sus promesas quedan tan sólo en eso, en promesas. Algunos tan solo buscan el crecimiento económico global de la economía como solución, pero el mero crecimiento casi nunca beneficia a los más pobres, que son los perjudicados. Tampoco, de nada sirve promulgar leyes sin estas no se aplican con severidad.

Sino como se explica que existen entre 1.500 y 2.000 millones de personas pobres y excluidos. Más del 20 por ciento de la población mundial, está casi en el umbral de la pobreza extrema, o sea, una tercera parte de la población mundial. La mayoría no tiene vivienda ni acceso a medicinas. Sufre desnutrición y padecen absolutas deficiencias sanitarias. Al menos un 20% de la población sobrevive con ingresos menores a un dólar diario. La masa de pobres crece a un promedio de 25 millones de personas por año. América Latina tiene el triste privilegio de ser una de las áreas del mundo con peor reparto de la riqueza. Como vemos, la realidad nunca estuvo tan clara como en estos días que corren, los datos sobre la miseria muestran esa realidad. Cada vez los países ricos se quedan cada vez con mayor parte de la riqueza generada en el mundo, mientras que los más pobres se quedan con un porcentaje mínimo. El máximo ejemplo de la indiferencia de los Estados más poderosos pudo reflejarse en una sesión del F.M.I., en 1994. Allí, el ex director del organismo reclamó mayor cantidad de fondos para ayudar a los países empobrecidos (recordó que las explosiones sociales aumentan con la pobreza). Sin embargo, los Estados Unidos, Alemania e Inglaterra, que poseen la mayoría de los votos, se opusieron por considerar que ello generaría presiones inflacionarias. Un informe difundido por la ONU dice que tan sólo un selecto grupo de 358 multimillonarios de todo el mundo posee una fortuna equivalente a la de 45% de la población mundial.
El crecimiento económico no ha cambiado para nada la suerte de los pobres, por el contrario, son los excluidos del desarrollo. En el plano material muchos Estados muestran un estado lamentable de infraestructura, organización, educación, seguridad y salud, resultados obtenidos por este nuevo orden, aunque los daños son aun mayores en el plano moral, ético y cultural. En aquellos países en los que ha habido un importante crecimiento económico, la falta de equidad en la distribución de la riqueza se ha agudizado, al igual que una preocupante tendencia al aumento de la corrupción, privando a grandes sectores de la población de los beneficios de ese crecimiento y las desigualdades sociales han crecido en idéntica escala. La pobreza, el hambre, la desnutrición están produciendo el mayor desplazamiento de población de todos los tiempos, amenazando la estabilidad política, económica y social de muchos países. Hoy en la sociedades pobres, lo que está en peligro no es la calidad de vida, sino la vida misma.
Los Gobiernos deberían encarar la restructuración de las pautas de distribución del ingreso, producción y consumo a escala mundial, como condición previa y necesaria para toda estrategia viable de un desarrollo humano sostenible que favorezca a las personas y a la naturaleza, asignándole la máxima prioridad a reducir la pobreza y promover el empleo productivo en condiciones dignas, la integración social, la regeneración del medio ambiente y establecer un equilibrio entre los seres humanos.
Un primer paso hacia el cambio, sería una toma de conciencia irreversible de la necesidad de imponer, al juego ciego de las fuerzas del mercado, las exigencias humanas de la solidaridad y la equidad. El desarrollo deberá ser social dado que nuestras sociedades están pagando muy caro su dependencia exclusiva de la economía, en lugar de subordinar ésta a un proyecto social.
En la Argentina: La mitad de la población pobre del país necesita refuerzo alimentario, entre ellos más de 2.000.000 de niños menores de 14 años. Unas 607.687 embarazadas y niños de 0 a 2 años; no les llega asistencia social del Estado, en tanto que 235.223 jefe de hogar sin trabajo y con hijos no reciben seguro de desempleo. Además, hay 356.711 jóvenes desocupados, 170 mil ancianos con necesidades básicas insatisfechas, sin cobertura social y sin asistencia alimentaria, y 51 mil ancianos carecen de asistencia farmacológica, según los datos del informe de la Secretaria de Desarrollo Social, no de la oposición política o social. Según otro informe del INDEC muestra el aumento de la brecha entre ricos y pobres, el 20% más pobre de la población accede a apenas al 4,3% de los ingresos totales del conjunto, mientras que el 20% más ricos se lleva el 52,3% de los ingresos nacionales. El 60% de la población del Gran Buenos Aires son pobres. El 64% de ellos proviene de la clase media. 1.093.472 son sectores medios declinados con un ingreso mensual familiar inferior a $ 470. Esto es una nueva vuelta de regresividad en la distribución del ingreso desde la puesta en marcha de la convertibilidad, y un nuevo síntoma de que la pobreza continúa su marcha ascendente, ante la indiferencia, soberbia y absolutismo del poder económico y político, que aún solicita mayores sacrificios y presión para los que menos tienen.

Cada día se recibe mayor información respecto a niños en situación de esclavitud, explotados sexualmente, en la calle mendigando y drogándose con pegamento, revolviendo la basura de los ricos para comer o reciclarla. Esta es la realidad de una gran parte de la infancia de hoy. Según un cálculo de la OIT, los niños trabajadores son 73 millones, pero la encuesta no incluyó a numerosos países, entre ellos China y los países industrializados. Si se incluyeran todos los niños menores de 14 años económicamente activos, los cálculos alcanzarían la cifra de 250 millones, es decir, un cuarto de la población infantil de las naciones en vías de desarrollo. Entre 20 y 25 millones de menores de 13 años son explotados laboralmente en Latinoamérica, las cifras son trágicamente aproximativas, porque nada más oculto en el mundo que la explotación infantil. Solo en Asia hay 44,6 millones (13%), en Africa 23,6 (26,3%), América latina 5,1 millones (9,8%) según estadística de 1995 de la OIT. En el mundo hay 200.000 niños soldados, muchos de los cuales tienen tan solo 10 años. Niñas de poca edad son reclutadas, sufren abusos y violaciones o son entregadas a los soldados como "esposas". Durante los últimos diez años, han muerto en distintas guerras dos millones de niños. La inmensa mayoría de los niños se ven forzados a realizar tareas a menudo nocivas para su desarrollo por tres factores claves: la explotación de la pobreza, la carencia de educación y, la tradición, que considera que los trabajos más duros y más peligrosos deben ser realizados por los pobres y los desfavorecidos. En la mayoría de los países en que el trabajo infantil es cosa corriente, las acciones cometidas para combatirlo no han estado a la altura de la magnitud y de la gravedad del problema.
En Argentina: se calcula que el 4,53 %, unos 252 mil niños de hasta 14 años cumplen actividades labores, de ellos 162.000 son menores de 13 años.

Crecimiento de la prostitución infantil, la explotación sexual de los niños, fuertemente implantada en el sudeste asiático, se desplaza con rapidez hacia Latinoamérica. Según informes, las redes explotan a 10.000 niños en Blangladesh, 60.000 en Filipinas, 500.000 en India y China, unos siete millones de menores que viven en la calle en Brasil, 500.000 son niñas que ejercen la prostitución. Un millón de menores, en el mundo, se introduce cada año en el mercado del sexo contra su voluntad. No deberíamos perder de vista el hecho de que miles de niñas de numerosos países satisfacen el apetito sexual de hombres de sus propias comunidades, pertenecientes a distintos estratos sociales y económicos. La prostitución infantil está muy extendida en los países industrializados. La epidemia del SIDA no es ajena a ésta evolución, porque la utilización de niños con fines sexuales parece a ciertos adultos el mejor medio de defenderse de esta enfermedad. La permisividad de las autoridades responsables es también en gran medida responsables de la situación. Un juez de instrucción de la Provincia de Santa Fe, Argentina, y corroborado por otro Juez de menores y denunciado por el Consejo del Menor y la Familia, determinaron la existencia de explotación sexual de menores, los que actuando como "acompañantes" de los turistas extranjeros que visitan periódicamente la zona de la costa para practicar turismo de aventuras.

La mayoría de los países esta aplicando profundos ajustes económicos, la reducción del gasto público ha tenido una considerable repercusión en la educación y la salud, además de la creciente pobreza y desigualdad de los ingresos que inducen a la población de menor recurso a no escolarizar a los niños. Las medidas de ajuste han obligado a realizar recortes en los niveles de formación y capacitación, empeorando las condiciones necesarias para la docencia y el aprendizaje, aumentando la deserción escolar y repeticencia. Ciento de millones de personas en el mundo no tienen medios para acceder a la educación, como así también no pueden protegerse de las enfermedades y la mayoría de los días no pueden tener una comida saludable. Garantizar la educación pública universal, gratuita y de nivel es una de las principales responsabilidad del Estado. Las instituciones privadas aseguran la libertad de elección para aquéllos que pueden pagarla, pero su existencia no justifica la despreocupación por parte del Estado de su responsabilidad respecto a los niveles de enseñanza y sus mecanismos de financiación. Las condiciones laborales de los profesores y de otros profesionales de la educación están estrechamente relacionadas con la calidad de la enseñanza.
No se puede subordinar la cultura a lo económico, es imprescindible no poner trabas a los que quieren estudiar, como lo son los exámenes de ingreso o egreso, si orientar y adecuar los medios para que todos puedan estudiar, si la infraestructura del estado no da abasto, no se debe restringir el ingreso, sino se debe aumentar la estructura.
Uno de los interrogantes de hoy es saber para que se estudia, si para ser más capaces y enriquecerse culturalmente o solo con el único objetivo de conseguir un buen trabajo y ganar buen dinero?
Según el darwismo o sea el triunfo de los más aptos, ha demostrado en países sub desarrollados, como el nuestro, que no solo hay que tener estudio para progresar, sino que no hay que tener escrúpulos, moralidad y valores.
En la Argentina más de 1.200.000 chicos no van a la escuela, representando un 14% de los niños y jóvenes de entre 5 y 17 años. En uno de los estudios realizados entre alumnos primarios y secundarios muestran que la brecha significativa en el rendimiento entre escuelas públicas y privadas sigue aumentando, lo mismo que entre provincias ricas y pobres, y muestra la desigualdades sociales y económicas entre los distintos grupos y regiones del país tienen una influencia determinante en el aprendizaje. El 48,1% de los adolescentes de Capital y Gran Buenos Aires, que viven en hogares con bajos recursos salieron a buscar trabajo y dejaron los estudios, se calcula que nueve de cada 10 pobres mayores de 14 años no habían terminado la secundaria.

Los países, tanto pobres como ricos, están viviendo el creciente debilitamiento de la trama social, aumento de las tasas de delincuencia, crecientes amenazas a la seguridad personal, difusión de los estupefacientes y creciente sentido de aislamiento individual. El aumento de la delincuencia de menores y jóvenes se ha transformado en uno de los principales problemas de nuestra sociedad, si bien se podrá coincidir acerca de la inexistencia de una única causa, no se puede negar el impacto tanto del aumento de la pobreza (ser pobres condiciona el destino de los niños y adolescentes) como de la crisis de las instituciones que tradicionalmente han ejercido una función de contención e integración social. La desocupación, la escuela que dejo de cumplir una función social e igualitaria, la falta de horizonte respecto a su futuro y de seres que sean ejemplos sanos y valederos a seguir, son una de las claves de la situación actual. También la continuidad de la mala distribución y la falta de trabajo traerá como consecuencia vivir cercados por la violencia y la marginalidad, en donde no podrán vivir ni los que tienen muchos, ni los que tienen poco.
En el país hay cerca de 26.000 presos y más de 12.000 están en la provincia de Buenos Aires, lo que significa más de un 46% del total, el promedio de edad de los detenidos es de sólo 21 años, mientras que hace una década área de 31 años. Así también es muy usual que el primer delito se cometa a los 15 años, cuando antes lo era a los 17. Una de las causas del descenso de la edad es la falta de oportunidades laborales. Cada día se registran siete internaciones de chicos en institutos de menores de la provincia de Buenos Aires, en la Capital el promedio alcanza a tres por día. Un gran número de los implicados han realizado delitos graves, como matar o robar. Es frecuente el uso de armas cada vez de mayor calibre, para realizar los delitos, como también lo es que los menores se encuentran bajo el efecto de alguna droga.

Un informe de la FAO divulgado últimamente revela que en el mundo entero hay 840 millones de personas que padecen desnutrición. Sólo en América Latina la cifra comprende a 67 millones. La desnutrición a tempranas edades provoca daños cerebrales irreversibles, una cuyas consecuencias es la disminución de la capacidad intelectual. Ningún recién nacido debe estar condenado a una vida breve o miserable sólo porque ese niño ha nacido en una clase social incorrecta o un país incorrecto o es del sexo incorrecto. Como así también ningún niño le debe carecer la educación, salud, igualdad de oportunidades para que puedan desarrollar su capacidad en potencia.
Un informe de UNICEF sobre mortalidad infantil, ubica a la Argentina en el sexto lugar de América Latina, con 27 muertes cada 1.000 niños nacidos vivos. En la estremecedora estadística figura que el 9% de los habitantes de la Argentina, casi tres millones, en su mayoría niños, se encuentran en estado de desnutrición crónica. En la Puna mueren 75 niños de cada mil antes de cumplir el año de vida y el 33% de las familias sufrieron la pérdida de un niño en ese lapso. EL 28,2 % de los alumnos primarios salteños sufren un notorio déficit de talla que influye en su rendimiento intelectual, originado en la imposibilidad de acceder a una alimentación adecuada. El Chaco registra la mayor tasa de mortalidad infantil, mueren dos bebés de menos de un año, uno cada 12 horas y 3 chicos menores de 15 años, uno cada 8 horas por día, cualquier otro comentario esta de más. En Misiones la tasa de mortalidad es del 32,1 por mil.
En Santa Fe el 66% de los menores de 14 años presentan algún grado de desnutrición. La desnutrición infantil en los asentamientos de La Matanza, Buenos Aires, llega al 22% para chicos de 2 a 6 años.

La globlización de los mercados, la tecnología y la pérdida por parte de los empresarios del enfoque social de sus empresas y desconociendo el valor intrínseco de la condición humana del trabajador llevo a índices intolerables de desocupación nunca antes alcanzados, lo que está generando patologías sociales con costos irreparables. El poder no reconoce que el desarrollo humano sostenible valora la vida humana en si misma. No se puede valorar la vida simplemente porque las personas pueden producir bienes materiales, por importantes que éstos puedan ser, esta forma de pensar entraña peligros extremos, porque nos esta llevando a la esclavitud, al trabajo forzado de los niños y la explotación de los trabajadores por los empleadores. Este nuevo orden no solo trajo desocupación sino distintas formas de precariedad laboral, como así también la degradación de las condiciones de trabajo, imponiendo las empresas de hecho condiciones de trabajos que en muchos casos en los países sub desarrollados rayan con la esclavitud. Pretenden mostrar la flexibilización, ahora modernización, como único elemento generador de empleo, a cambio solicitan que se les permita implantar horarios de trabajo de 12 horas diarias, que se tomen vacaciones cuando le convenga a la compañía, menos días o directamente no tomar vacaciones, magros salarios, reducción o no pago de cargas sociales y con escasa o ninguna cobertura sobre accidentes de trabajo, etc.
La crisis originada por el desempleo y el subempleo afecta a la humanidad en su conjunto, agrede las bases de sustento de la sociedad, que es la familia. Provocando en el desocupado una desvalorización de su propia persona e incapacidad para poder reinsertarse en la sociedad. Cada individuo tiene derecho a la igualdad de oportunidades, y no por la igualdad de ingresos, aunque en una sociedad civilizada se debe garantizar a todos un ingreso mínimo básico digno.
Para poder crecer como individuo y actuar solidaria y socialmente es necesario tener tiempo libre. Cada familia necesita evidentemente un hogar, pero también ha de disponer de tiempo, después de las horas dedicadas a procurarse el sustento, para mejorar sus condiciones de vida y ser participe activos de una comunidad organizada. El aumento de las injusticias esta llevando a la sociedad a los límites de tolerancia, lo que demuestra que las cosas con este tipo de modelo no funcionan como deberían, ni siquiera son lo que parecen, solo las empresas sostienen y defienden este modelo que les permite tener suculentas ganancias con el ingreso de la tecnología, despreciando el valor del trabajador. Pero las reacciones están apareciendo en el mundo, principalmente en Europa, pensadores de España, Francia y Alemania, entre otros, comenzaron a cuestionar este sistema deshumanizado y los políticos que lo aplican comenzaron a perder prestigio y poder ante la gente. Las acciones de los gremios en los países mencionados, además de Corea (el paraíso liberal) han hecho retroceder en las pretensiones del Estado de rebajar su responsabilidad social y condiciones laborales adquiridas, estos hechos ponen una luz de esperanza y un ejemplo a seguir y difundir.
En la Argentina, con una fuerte historia de conquistas sociales, que en su momento puso a los trabajadores y su legislación entre los más avanzados del mundo. Hoy el poder económico y político ante el flagelo de la desocupación y en nombre de la globalización de los mercados exigen modernizar y flexibilizar esa legislación para aumentar el trabajo (ejecutando las exigencias de sus mandantes F.M.I. y Banco Mundial), pretendiendo veladamente implantar características de trabajo que no es otra cosa que la explotación, empleo sin límite horario y sin extras (más de 12 horas diarias), descanso semanal y vacaciones otorgarlas a conveniencia de la producción, salarios menores a las necesidades básicas y movibles, mayor rebaja de los aportes (debilitando su cobertura social presente y futura), negociación personal de convenios de trabajo, etc. En síntesis, se pierden todos los beneficios, generalizandose las malas condiciones de trabajo, obstaculizando su desarrollo humano, social y familiar, como así también socava la dignidad y autoestima del trabajador (algo muy similar a la esclavitud). También buscan afanosamente desmantelar o evitar todo tipo de organización obrera que pueda impedir su marcha hacia un mercado laboral sin reacción y dominado totalmente a su voluntad y necesidad. La desocupación, según los últimas estimaciones, se estaciono en todo el país aproximadamente en el 18% y lo que es más grave, que no se vislumbra que descienda en mucho tiempo a pesar de las medidas que para tal fin fueron tomadas y que se pretenden tomar. Según el INDEC en los 19 partidos que rodean a la Capital, donde viven 8 millones y medio de personas, al menos 2 de cada 3 trabajadores tienen problemas laborales. El promedio global indica que mientras la desocupación llega al 20,5 % el trabajo en negro bordea el 37% . Un dato que sustenta esta aseveración es que la industria despidió en 1996 a 35.000 trabajadores y además sustituyo otros 17.500 obreros estables por otros con contratos en forma precaria. El 25,5% de los adolescentes pobres estaban ocupados o buscaban un empleo en 1991. En 1996 lo hacían 30,3%. Durante el mismo período los jóvenes de entre 20 y 24 años en la misma condición pasaron del 61.6 al 72.3%. El porcentaje de desocupados entre los adolescentes varones de los hogares con menores recursos llegan al 45% y entre las mujeres de esa edad, al 61%. En promedio la desocupación para los menores de 19 años llega al 50,5%. Seis de cada 10 adolescentes pobres no encuentran trabajo. Aparte el 40% de los trabajadores de Capital y Gran Buenos Aires ganan $ 400. Las cifras oficiales en Oct. 96, arrojaron para la región más poblada del país que el 20% de los asalariados ganan por debajo de los $ 250 por mes. Con ingresos de menos de 240 pesos por mes, una familia tipo es considerada indigente. Si gana menos de 500, está por debajo de la línea de pobreza y los hogares de bajos ingresos son los que perciben menos de 600 pesos. Estos datos estadísticos oficiales muestran la poca voluntad de hacer algo por parte del Gobierno y Empresarios; los primeros solo pretenden aumentar sus ganancias a costa de la vida y salud del trabajador sin aportar nada al sistema, y el Poder Político actúa de protector de esos intereses, con la complicidad de ciertos importantes dirigentes sindicales aburguesados que reniegan de sus orígenes y de las necesidades de quienes representan, además de detentar capitales cuyos orígenes, no siempre son legales. Una salida podría ser reducir en algo las horas de trabajo, preservando los pequeños y medianos salarios afectando parte de las crecientes ganancias de productividad que tienen las empresas, como ocurre en los países del primer mundo, con ésto se lograría aumentar el empleo, pero sus ambiciones desmedidas no permiten acceder a este tipo de soluciones. Esto demuestra que hay dos Argentinas una la que nos quieren mostrar en algunos medios o en los discursos oficialistas y otra la real, la subterránea, la que vivimos los que trabajamos y estamos lejos y aislados de los suntuosos círculos de poder. En contra de lo que muchos detractores suelen sostener sobre la voluntad trabajadora del pueblo argentino, se puede decir que a pesar de las explotadoras condiciones de trabajo que se ofrecen; en estos días un hipermercado ofreció ocupar 800 puestos de trabajo en total, para lo cual se presentaron 11.000 personas, en su gran mayoría los postulantes eran estudiantes universitarios de hasta 25 años.

El cambio de estación encuentra cada vez con mayor frecuencia fríos, calores y cambios extremos en ambos hemisferios y es inevitable una reflexión crítica vinculada esta circunstancia con las responsabilidades humanas por el deterioro ambiental a nivel planetario. Un estudio anuncia como principales indicadores de su crítico diagnóstico la merma de la riqueza ictícola, la destrucción de vastas zonas forestales y la emisión anual de dióxido de carbono procedente del consumo de combustibles fósiles que ha alterado la composición de la atmósfera. Hay una realidad que muy pocos tenemos en cuenta y que podría ser en los próximos siglos motivo de grandes diferencia, ello es el agua. La tenencia del agua convertirá a algunos en ricos y su carecencia marcara la suerte de todos los demás. Hasta ahora fue el petróleo lo más codiciado, pero en adelante puede ser el agua el factor crítico que ponga en peligro la paz. Actualmente mueren 10.000 niños cada día a causa de enfermedades originadas en aguas contaminadas. Se podría aceptar que se quiera acelerar el crecimiento económico y traducirlo en mejoras para las vidas humanas, pero sin destruir el capital natural necesario para proteger las oportunidades de futuras generaciones. Este modelo de sociedad dependiente exclusivamente de lo económico considera que los recursos naturales son un bien gratuito, que puede ser objeto de saqueo a capricho por parte de cualquier país, generación, empresa o individuo. Con relación a la Argentina, un estudio destaca que los permanentes procesos de desforestación y degradación que soportan los bosques nativos argentinos ponen en serio peligro al patrimonio forestal, sosteniendo además, que de seguir el actual ritmo de deforestación en 40 años se llegará a un punto crítico para los bosques, que hoy apenas representan una tercera parte de lo que fueron en 1914.

Otros males crecen año tras año, como la drogadicción, el SIDA, el alcoholismo y algunas enfermedades derivadas de la pobreza que resurgieron con mayor fuerza, como el cólera, meningitis, tuberculosis, ésta última enfermedad mata anualmente 170.000 chicos en todo el mundo y nueve millones de personas desarrollarán plenamente la enfermedad y morirán 30 millones (informe de O.M.S). El SIDA u otras enfermedades de transmisión sexual está creciendo en todo el mundo, con 250 millones de casos nuevos por año, y uno de cada 20 adolescentes contrae alguna enfermedad por vía sexual. Para el año 2.000 serían 40 millones la cantidad de individuos con HIV positivo.
En la Argentina se calcula que unas 7.500 personas contrajeron y desarrollaron la enfermedad del SIDA en los últimos doce años. En los últimos años aumentaron los enfermos a causa del consumo de drogas en forma endovenosa. Hasta hoy las campañas de prevención son escasas y en ocasiones faltan los remedios para los tratamientos por falta de partidas presupuestarías. El problema del alcoholismo entre los jóvenes no es sólo una moda de verano. Los especialistas aseguran que el consumo en este sector de la sociedad se duplicó en los últimos tres años. En los últimos años el acceso a los estupefacientes ilícitos se triplico, paso de un 3% a un 10%. Año a año crece el consumo de ácidos lisérgico y de éxtasis, 1.500.000 argentinos consumen habitualmente drogas ilícitas. Con relación a la salud se puede decir que los Hospitales Públicos aumentaron un 50% las internaciones por la desocupación y la falta de cobertura social. La salud y mucho más la prevención, en la Argentina se encuentra en crisis, cifras que manejan los encargados de conducir los destinos sanitarios, sostienen que muy pronto no habrá capacidad suficiente para la internación de pacientes.

Un informe de las Naciones Unidas hace notar que el crecimiento demográfico es más lento de lo esperado, la disminución de la población se explica en parte por el aumento de la mortandad en algunas áreas, entre ellas las guerras y el SIDA que redujeron la expectativa de vida. Esta información da que pensar que el caso de Ruhanda-Zaire es un ejemplo típico de la hipocresía que mencionábamos al principio y una afirmación de un medio velado de disminuir el crecimiento de la población mundial. Las grandes potencias y sus satélites están rápidamente dispuestas a invadir o atacar a aquellas naciones que puedan perjudicar sus intereses económicos, tanto sea del estado, empresas o de sus ciudadanos, sin importar en el país que se encuentren radicados, caso Irak por el petróleo. Pero en Ruhanda-Zaire no hay intereses económicos para defender, solo millones de seres humanos, sin distinción de edad que mueren de hambre o exterminados por guerras étnicas en un país cubierto de desierto, por ello la intervención nunca se hace efectiva, se discute, se condena, se amenaza, pero no hacen nada, en este tipo de situación se jactan de respetar la autodeterminación de los pueblos. Como este caso, existen otros a los cuales no les ponen rápido y terminantes remedios, como fue la guerra étnicas de Europa del este, donde murieron centenares de civiles, se criticó, pero se demoró en tomar resoluciones para poner fin a tremendo genocidios, tampoco se puso mucho empeño en impedir que se les vendan armas a las fracciones enfrentadas. Por ello es sospechoso su pasividad cuando tienen todo para evitarlo, da que pensar que esta hecho a propósito, dada la superpoblación que hay en el mundo y la escasez de alimentos que existen. Todo es una farsa, carente de solidaridad y un atropello a la dignidad humana, no importan los riesgos con el fin de alcanzar objetivos económicos y de poder, hasta se permiten ir destruyendo a la misma tierra.
Esto es un mal mundial, esta degradación social y humana se extiende en cada uno de los países y cada gobierno aporta su cuota.
Un informe oficial del Banco Mundial, ubica a la Argentina dentro del lote de países con mayor crecimiento en los índices de concentración y pobreza urbana. La pobreza, la falta de trabajo y futuro en el interior hizo que sus habitantes se mudaran a las grandes ciudades en busca de una nueva oportunidad, llevándolos a vivir hacinados en villas, sin encontrar respuesta a sus necesidades y perdiendo valores éticos y morales que poseían en sus pueblos. El último informe del INDEC sobre pobreza, con datos del 94 y 95, complementa este cuadro de situación, entre un 23 y un 28 por ciento de la población argentina está afectada por la pobreza. Si se tiene en cuenta que un 85 % de la gente vive en las grandes ciudades, y que la tercera parte, o sea 11 millones de personas, habita el área metropolitana de Buenos Aires, se completa un paisaje de serios desequilibrios demográficos y sociales.

La cultura de la satisfacción, de la autocomplacencia, de la conveniencia han opacado a la ética y la moral. Un ejemplo de éste período en que no hay esperanza de cambio, es el surgimiento de grupos místicos y el renovado impulso de la pornografía. Cada vez hay más gente que busca una solución en movimientos extravagantes como, la energía cósmica o los poderes divinos de un gurú o pay. El misticismo se relaciona con buscar una salida no racional, una vez que las alternativas lógicas dejaron de existir. Hoy, la pornografía no solo se vincula al sexo, sino a la obscenidad de mostrar la opulencia de políticos, empresarios, periodistas, etc., la muerte y la destrucción a través de los medios de comunicación, todos miran las matanzas de las guerras, los muertos de hambre de Africa, morbosos asesinatos o accidentes, a veces, hasta nos muestran el último respiro. Sin embargo no se reacciona, la sensibilidad se perdió y la indiferencia se incorporo a nuestra forma de vida.

Se percibe un impresionante panorama de adelantos humanos sin precedentes y de padecimientos humanos inenarrables, del progreso de la humanidad en varios frentes a la par del retroceso de la humanidad en varios otros, de una pasmosa propagación de la prosperidad a escala mundial junto a una deprimente expansión a escala mundial de la pobreza.
La inventiva humana ha creado numerosas innovaciones y adelantos tecnológicos a una velocidad vertiginosa, desde la revolución informática hasta una apasionante exploración del espacio, desde fronteras cada vez más avanzadas de la medicina hasta adelantos cada vez mayores en los conocimientos.
Pese a todos los avances tecnológicos, aún vivimos en un mundo donde la quinta parte de la población del mundo en desarrollo está hambrienta al ir a dormir cada noche, donde la cuarta parte carece de acceso a necesidades básicas como el agua de beber no contaminada, y la tercera parte vive en estado de extrema pobreza, tan al margen de la existencia humana que no hay palabra para describirlo.

La amenaza a la seguridad humana no sólo se producen meramente a escala personal, o local, o nacional. Están asumiendo magnitud mundial; los estupefacientes, el SIDA, el terrorismo, la contaminación, la proliferación nuclear. La pobreza mundial y los problemas de medio ambiente no respetan las fronteras nacionales. Sus macabras consecuencias llegan a todos los rincones del mundo.
La seguridad en el empleo, la seguridad del ingreso, la seguridad en la salud, la seguridad del medio ambiente, la seguridad respecto del delito; son éstas las preocupaciones que están surgiendo en todo el mundo acerca de la seguridad humana.
La seguridad humana es pertinente a las personas en todo el mundo, tanto ricos como pobres. Tal vez en distintos lugares las amenazas a su seguridad sean diferentes, el hambre y la enfermedad en los países pobres y los estupefacientes y el delito en los ricos. pero algunas amenazas son comunes a todos los países en particular, la inseguridad en el empleo y la amenazas al medio ambiente.
El hambre generalizada, los conflictos étnicos, la desintegración social, el terrorismo, la contaminación y el tráfico de estupefacientes ya no son acontecimientos aislados y confinados dentro de las fronteras nacionales. Sus consecuencias repercuten en todo el mundo, e incluso cuando no lo hacen, las comunicaciones mundiales las imponen a nuestra conciencia. Es necesario que los Gobiernos le hagan frente a estas amenazas en forma temprana, en lugar de hacerlo tarde, o no hacerlo, como está ocurriendo. La asistencia humanitaria a corto plazo jamás puede reemplazar al apoyo para el desarrollo a largo plazo.
La mayoría de las personas comprenden instintivamente el significado de la seguridad. La seguridad significa estar libres de las constantes amenazas del hambre, la enfermedad, el delito y la represión.
A fin de abordar el creciente reto que entraña la seguridad humana, se necesita un nuevo ideal del desarrollo, que coloque al ser humano en el centro del desarrollo, considere el crecimiento económico como un medio y no como un fin, proteja las oportunidades de vida de las futuras generaciones al igual que las de las generaciones actuales y respete los sistemas naturales de los que dependen todos los seres vivos.

Como lo testimonia el aumento de la desocupación y la precarización laboral, la pauperización, la criminalidad y la violencia tienen consecuencias sociales disgregadoras que afectan al conjunto de la sociedad. Por eso las medidas para combatirlas deben ser prioridad del Gobierno y de todos los sectores de responsabilidad social.
Es necesario explorar cuidadosamente todas las posibilidades latentes de empleo, analizando los obstáculos y proponiendo políticas estatales que logren modificar la actual situación.
Aplicar modelos de modernidad rural que mejoren la situación de los pequeños agricultores, sin reducir drásticamente su número, y que creen al mismo tiempo numerosos empleos rurales no agrícolas. Hay que evitar el crecimiento desmesurado de las ciudades como resultado del éxodo rural y poner coto, allí donde sea posible, a la hiperurbanización galopante, como la que se ha producido, por ejemplo, en América Latina. Por haber copiado, en nombre de una modernidad mal entendida, un modelo de agricultura con escasa mano de obra, son muchos los países latinoamericanos que se encuentran hoy con decenas de millones de habitantes de las ciudades en situación precaria. Esos países no han sido capaces de conciliar la enorme reserva de tierras agrícolas de que disponen con la abundante oferta de mano de obra.
Valorizar el desarrollo de esas zonas y de las ciudades pequeñas supone poner en práctica una acción del Estado en varias esferas, desde el acceso de los pequeños agricultores a la tierra, a los conocimientos, al crédito y a los mercados hasta una política industrial capaz de ofrecer salidas a la industria. Por otro lado, no puede abandonarse la investigación agrícola a un puñado de multinacionales que actualmente gozan de un monopolio casi total en cuestión de genética.
Los Gobiernos en lugar de esperar a hacerse ricos antes de dotarse de servicios sociales eficaces, deberían aprovechar el hecho de que incluso con una asignación de recursos modesta pueden financiar un volumen considerable de servicios esenciales de educación y de salud. Los servicios sociales y, cada vez más, la investigación son la esfera en que los países gozan de más ventaja competitivas.

Usted conocía en conjunto todos los datos expuestos, los analizó, entonces tiene dos opciones, una, seguir sosteniendo que este modelo desemboca a una vida mejor para todos, también puede ser indiferente mientras no le afecte directamente o simplemente se conforma con pensar que como pasa en gran parte del mundo es algo a lo cual debemos resignarnos, como si fuera un castigo divino, si es así, es evidente que es participe de un ideal individualista, insensible y deshumanizado del mundo, que algunos califican como Darwismo (Donde los ganadores deben llevarse todo y los perdedores, arreglarse solos, el famoso "sálvese quien pueda"). La otra opción es una concepción esencialmente solidaria y humanista del mundo y la economía. Pero ya es hora de tomar una posición decidida para un u otra opción, porque tampoco sirve decir que nada se puede hacer, porque todo es perfectible y mucho más un modelo que día a día va hundiendo en la pobreza y el hambre a una inmensa cantidad de seres humanos. El cambio es posible, debemos unir nuestras fuerzas y comenzar a participar y reclamar con decisión ante cada injusticia, sólo falta una fuerte decisión política para eliminar las desigualdades, el desempleo, la precariedad y la brecha entre la evolución económica y la evolución social. Uno de los principales objetivos es un cambio cultural, ético y moral, para que las minorías de mediocres, corruptas, hipócritas e inmorales no sigan dominando el espectro social. No toda la sociedad ésta enferma, sino que éste minúsculo grupo poderoso se apropio del poder, por ello debemos unir más que nunca todas nuestras fuerzas y desterrar a estos nefastos elementos de la sociedad y alcanzar objetivos más espirituales que materiales para nuestras vidas, donde el hombre y la naturaleza sean el centro de toda transformación, para que nuestros hijos puedan disfrutar de un mundo más justo, con mayores oportunidades y sentido social.

Hector Daniel Fernández

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