martes, 19 de mayo de 2009

NADA HA SIDO CASUALIDAD

Septiembre de 2004

Hoy parado en esta Argentina, entre destruida y con cierta reserva de esperanza o por lo menos con la necesidad de creer en algo, para no hundirnos definitivamente, nos encontramos con datos escalofriantes, que van más allá de las sensaciones o los discursos que pretenden alivianar la realidad. Pero el problema no pasa por lo que nos parece o nos quieren mostrar, el problema pasa por lo que nosotros somos capaces de pensar, razonar, entender y creer de esa realidad, que está ahí, que convive con nosotros todos los días, que para muchos ya es un paisaje normal y que no es normal. Porque no puede sernos normal ver a niños, mujeres y hombres, seres humanos comiendo de los tachos de basura. No es normal que mueran decenas de niños diariamente en nuestra tierra. Nada de los que nos está pasando es normal, pero nada ha sido casualidad. La gravedad no es solo que exista estos hechos aberrantes, lo grave es la hipocresía y liviandad con que se toma, la falta de compromiso para exigir un cambio.
Nuestra sociedad ha sufrido la peor de las degradaciones, se le destruyeron valores importantes y lo peor, en muchos casos, se le ha comprado la conciencia.
Para poder hacer un análisis ajustado a la realidad y poder entender los posteriores datos, a los que les interese leer este informe, les pediría mínimamente que no juzguen la realidad por la situación personal o familiar o por su preparación intelectual, sino que se debe hacer teniendo en cuenta el bien común.
La realidad de nuestra sociedad es muy cruda y cruel, muchos mientras la ven por televisión o en los diarios les parece que es algo muy lejano, pero no se dan cuenta de la verdadera dimensión de los que estamos viviendo. Cada número, cada porcentaje que aquí pongo a consideración, son compatriotas nuestros, seres humanos que no han tenido la mínima posibilidad, que han sido privados de todas posibilidades e ignorados sus derechos constitucionales. Esta es la sociedad que hemos construido, donde todos, quien más quien menos tenemos algo que ver.
Ahora muchos pretenden cambiarnos el enfoque de la cosa y hacernos creer que los marginados, piqueteros, cartoneros, niños de la calle, sin techo, etc., etc., están en esta situación por que ellos quieren o como que se han generado por generación espontanea, pero han sido generados por deficientes o mal intencionadas políticas de Estado. Tampoco perdamos de vista, que hay diversos sectores políticos-económicos, que dicen ser ideológicamente "antagónicos", que en definitiva confluyen para enfrentar a pobres contra pobres, trabajadores contra desocupados en buscas de réditos personales o de sus grupos.
Nos conmovemos cuando vemos los niños desnutridos o nos da congoja cuando en algún medio nos comunican la muerte por desnutrición de algún niño, nos irrita saber la venta de alguna criatura por comida, pero es allá lejos, en alguna provincia, pero cuando se cansan de ser ignorados, cuando se dan cuenta que la única forma que atiendan sus reclamos es protestando ya los miramos con desconfianza, los miramos acusatoriamente y llegamos a sostener que en algo deben andar o que es todo político. Es cierto el hambre es político, la miseria es político, la desnutrición es político, todo es político, es por los malos políticos y la solución debe ser política. Pero también tiene mucho que ver la sociedad en si, por nuestra culpa por habernos desentendido de la cosa pública y pensado tan sólo en nosotros.
Ahora debemos preguntarnos qué País y sociedad le vamos a dejar a nuestros hijos, que hemos hecho nosotros para cambiar esta realidad o tan solo hemos pensado que generando ciertas condiciones favorables en nuestro núcleo o entorno más intimo, estaremos ausentes de los males generales. Pero esto es imposible, se vive en este medio y nos debemos mover dentro de él. A la larga o a la corta, los males generales los va alcanzar e involucrar, por más que se quiera aislar.
Es irrefutable que nuestra dirigencia política, obrera, empresaria e intelectual, por incapacidad o corrupción, no han conducido al país hacia la prosperidad e igualdad. Esta sociedad ha sido infectada conscientemente y deliberadamente con la corrupción, el individualismo exacerbado, desconfianza, egoísmo, hipocresía, irresponsabilidad y pérdida de identidad.
En primer lugar, la corrupción, abarca sin excepción a todas nuestras instituciones, adoptando la forma de prebendas, apropiación directa de fondos públicos, clientelismo, y también de criterios de familismo o amiguismo para la selección y promoción de funcionarios. Descartemos la idea de que la corrupción es un fenómeno sólo de los años noventa, aunque se hizo algo habitual (mientras roben pero hagan). Basta recordar lo que escribió Discépolo en 1935: "El que no afana es un gil".
El individualismo, a la que hacemos referencia a veces como "la mentalidad de sálvese quien pueda", y que tiene además sus correlatos destructivos en una profunda desconfianza en los demás y la escasa capacidad para asociarnos y cooperar en pos de objetivos comunitarios.
El individualismo y la desconfianza llevan a deshacer las normas que aseguran el orden social y la convivencia, que tiene un efecto desintegrador no sólo sobre nuestra vida cotidiana, cuando violamos un semáforo, estacionar en doble fila o no cumplimos las reglas del tránsito, los horarios para sacar la basura a la calle o alguna otra disposición, sino también sobre nuestro funcionamiento institucional, cuando se traduce en la omisión, alteración o reemplazo de las normas de acuerdo a la conveniencia de alguien.
El hábito de culpar a "Otro" no busca eximir a nadie de su responsabilidad, sino subrayar que el estado de la sociedad en la que vivimos no es algo separado de nuestro modo de actuar como individuos y grupos. Es indudable que hay una sociedad hipócrita, donde prevalece "haz lo que yo digo, no lo que yo hago". Pretendemos que se respeten nuestros derechos mientras violamos el de los demás.
Nada de lo que vivimos nos es ajeno, ciudadanos, políticos, empresarios, dirigentes obreros y funcionarios. Marginados, pobres, desocupados, obreros, clase media y oligarquía, con mayor o menor responsabilidad es esta la sociedad que hemos construido o dejamos construir.


Todo el informe que les acerco, hay una cantidad importantes de números y porcentaje, pero les pido que no pierdan de vista por un instante, que en la mayoría de ellos estamos hablando de seres humanos, de personas como nosotros y que - en muchos casos - podíamos haber sido nosotros uno de ellos. Si luego de leer todo esto no se sensibiliza y no intenta producir un cambio dentro de sus posibilidades, es que el trabajo permanente de destrucción que nos impusieron llego a su conciencia.

La desocupación en nuestro País, es uno de los flagelos más graves por el que se ha atravesado, generando una cantidad de males colaterales que serán muy difícil de superar, aunque haya voluntad política de corregir. La perdida de la cultura del trabajo debilita todos las bases sociales poniendo en riesgo las instituciones, comenzando por la familia, forjadora de valores éticos y morales.
Este mal comienza con la aplicación de una política de neto corte neoliberal en 1976 impuesta a sangre y fuego por los Militares y luego continuada y profundizada por el Gobierno democrático de Menem. Es indudable que este tipo de política fue digitada desde los poderes económicos y de la única potencia actual EE.UU.: el cambio fue gradual luego de los 70 en todo el mundo, pero en América el cambio fue violento por medio de la toma del poder por parte de los Ejércitos. El primer accionar fue la aplicación de prohibiciones severas a todo que pensara diferente, bajo un ámbito de terror del Estado, siendo la desaparición y muerte de ciudadanos un método habitual, todo bajo un pseudo concepto de Nacionalismo y Cristianismo. "Los argentinos somos derechos y humanos". La solidaridad y la participación fueron reemplazadas por el individualismo y la indiferencia. Cambiaron nuestra sociedad. Luego de recuperada la democracia en 1983, el gobierno democrático radical de Alfonsín termina en una debacle y llega desde el Justicialismo con una propuesta popular y nacional, como siempre fue el Justicialismo, Carlos S. Menem. Una vez en el gobierno traiciona todo las promesas y convierte su gobierno en el más recalcitrante neo liberalismo, diría: "si hubiera dicho todo lo que iba hacer no me hubieran votado". Este período fue signado por masiva campaña contra el Estado, con el fin de minimizarlo, debilitarlo y ausentarlo de todas las etapas de la vida institucional y social. Pero lo más penoso es que lo llevo adelante un Gobierno que se presento como Justicialista y fue secundado y tolerado por muchos dirigentes del partido ávidos de los beneficios personales que les brindaba el poder y revirtiendo aquel precepto peronista que decía: - primero la patria, luego el movimiento y por último el hombre -, lamentablemente desmovilizaron, aburguesaron y desvirtuaron el movimiento nacional y popular, y reconvirtieron la filosofía de vida del peronismo, simple, práctica, popular y profundamente humana, por otra individualista, decadente, falta de valores, consumidora y materialista. La doctrina Justicialista históricamente planteó un Estado regulador de las fuerzas del capital y el trabajo. El Peronismo miro las cosas del lado de los trabajadores y de los pobres, en cambio aquel gobierno lo hizo desde los ricos y empresarios.
Desgraciadamente este proceso neolibral que degrado los valores culturales, sociales, políticos y económicos trajo aparejado - entre otros males - el azote de la desocupación que destruyó valores importantes del hombre, haciéndolo descender hasta perder la propia dignidad. Esa dignidad por la cual - anteriormente - se luchaba por salir de su condición de pobreza o marginación, se exigía por sus derechos, no se conformaba con su destino ni se resignada a lo que le tocaba o les daban. Era un hombre distinto, que vivían en función de servicio hacia los otros.
Se revirtió un elemento fundamental por la cual por muchos años fue el criterio y centro de la política social y económica del Peronismo, por ende de la mayoría del pueblo, que es que la economía debía estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía o el mercado. El mercado o lo económico debía estar subordinado a lo social. Toda política debe estar orientada hacia el pueblo, pero también desde el pueblo mismo.

Este período estuvo signado, también, por signos alarmantes de corrupción institucional, según un informe de la organización mundial PROBIDAD, sobre un análisis hecho de la década 1992-2002, se desprende los siguientes nombres de ex - presidente y funcionarios de su gobiernos que tienen procesos por corrupción: Carlos Andrés Pérez de Venezuela, Jorge Serrano Elías de Guatemala, Alfredo Cristiani de El Salvador, Rafael Callejas de Honduras, Abdalá Bucaran de Ecuador, Fabián Alarcón Rivera de Ecuador, Raúl Cubas de Paraguay, Leonel Fernández República Dominicana, Juan Carlos Wasmosy de Paraguay, Jamil Mahuad de Ecuador, Alberto Fujimori de Perú, Hugo Bánzer de Bolivia, Arnoldo Alemán de Nicaragua, Luis González Macchi de Paraguay, Alfonso Portillo de Guatemala, Carlos Salinas de Gortari de México, Fernando Collor de Mello de Brasil, Carlos Saúl Menem de Argentina.

Gasto Público: En 1991, cuando asumió Domingo Felipe Cavallo al Ministerio de Economía, el gasto público no superaba el 40% en relación con el P.B.I., se redujo progresivamente hasta llevarlos al 20%. Aclaremos que en Francia llega al 50,90%, Alemania 45.50%, España 40,70%, EE.UU. 36,30.
Argentina tiene 4,70% de empleados públicos en relación de habitantes tiene el país. Noruega tiene 16,70%, EE.UU. 12,10%, Francia 8,70%, Alemania 7,60% y España 5,70%. Brasil 25% y Uruguay 30,90%

Privatizaciones: En el mundo hay dos ejemplos claros; Noruega donde el petróleo, el tren, el subte, la luz, el gas y el agua son estatales y la Argentina donde todas esas actividades son privadas. Francia tiene en manos privadas el petróleo y el agua y estatal el tren, el subte, la luz y el gas. El Reino Unido tiene el petróleo estatal, mixto el tren, el subte y el agua. Privado la luz y el gas. EE.UU tiene estatal el tren, mixto el subte y privado el petróleo, la luz el gas y el agua. Países no desarrollados como México (Nafta) tienen estatal el petróleo, el tren, el subte y la luz y privado el gas y el agua. Brasil tienen estatal el petróleo y el tren, mixto el subte, el gas y el agua, y privado la luz. Chile (Pinichet) estatal petróleo, cobre, tren, subte y la luz y privados el gas y agua.
La deuda externa en le período de Menen 1989 - 1999, creció el 123 por ciento.
Con estos datos, reducimos el gasto público (educación, salud, jubilaciones, seguridad, justicia, vivienda, etc.), tenemos menos empleados públicos, vendimos todas las empresas y crecieron algunos indicadores económicos, pero también crecieron desmedidamente la pobreza, la marginación, el desempleo, el cierre de industria, las importaciones indiscriminadas, cierre de comercios, etc. Donde fue el dinero, porque al pueblo no llego y el País no creció.

Nuestra sociedad: Desde 1996 al 2002, la case media se redujo del 34 a 20% de la población. Los sectores de menores ingresos pasaron en el mismo período del 55 al 70%. Y la franja de mayores ingresos descendió tan sólo del 11 al 10%.
Tenemos una sociedad con serias diferencias, comidas para pobres - comidas para ricos. Los pobres restringen su consumos a 22 alimentos y los ricos lo amplían a 250 productos alimenticios.
Para el primer semestre del año 2004, según en INDEC, sólo para alimentarse y vestirse, los hogares de menores ingresos deben destinar más del 50% de sus ingresos, mientras que los de mayores recursos orientan el 29% a satisfacer sus necesidades básicas.

El reparto de los ingresos llegó a su peor nivel en 30 años. Es la mayor brecha entre los que más ganan y los más pobres. Según el informe de la Consultora Equis según datos del Indec, dice que esta brecha comenzó a mediados de los 70 y se profundizó en los 90. El 10% más rico se queda con el 44,5 % de la riqueza y mantiene una distancia de 50 veces con el sector más pobre. Todos los sectores – tanto los más pobres como las franjas medias bajas y altas, que suman el 90% de la población – resignaron posiciones a favor dek sector que está ubicado en la cúspide de la pirámide. En 1974 (Juan D. Perón) cuando arrancó la medición, esa brecha era apenas de 12 veces (el más bajo era de 6,4 y 43,6 el más alto). 1983 (Raúl Alfonsín) la brecha fue de 13 veces (el más bajo 6,2 y el más alto 49,1). 1990 (Carlos S. Menem) la brecha fue de 15 veces (más bajo 5,7 y el más alto 50,8). 2001 (Fernando de la Rúa) la brecha subió al 28 veces ( más bajo 4.1 y el más alto 53,7). 2002 (Eduardo Duhalde) la brecha fue de 30 veces (más bajo 3,8 y el más alto 55,1). 2003 (Néstor Kirchner ) la brecha trepó a 50 veces (el más bajo 2,9 y el más alto 60,8). Así en el 2003 el 10% de la población más rica pasó de acaparar el 38,8% al 44,6%. A pesar de la recuperación económica iniciada a fines de 2002, el proceso regresivo se mantuvo. Aunque bajó la desocupación, el poder adquisitivo de los salarios y jubilados siguió deprimido.

El trabajo es el ámbito por excelencia de satisfacción de los individuos. La falta de trabajo, la calidad de los trabajos, son cuestiones esenciales para entender el lugar del individuo en la sociedad y el modo como satisface sus necesidades.
La situación social argentina es resultado de un decepcionante comportamiento en el ámbito laboral. No se trata sólo del desempleo, sino también del crecimiento de la precariedad de los puestos de trabajo, que no constituye ya una situación de corto plazo sino que se está convirtiendo en un rasgo estructural del país.
Este fenómeno ha llevado a una profundización de la desigualdad, de la vulnerabilidad social, y todo eso caracteriza un proceso de desintegración social que significa lo opuesto de lo que tradicionalmente era nuestro país.
Para el sector económico y sus informadores de turno, los derechos de los trabajadores son pasaron a ser privilegios, lamentablemente gran parte de los dirigentes gremiales hacen silencio ante esto.
Las problemáticas del desempleo, la precariedad laboral, los salarios insuficientes, condicionan la capacidad de consumo de los hogares pero también producen una ruptura y serias complicaciones de la vida familiar.
En contra de lo que muchos empresarios vienen sostienen y esto demuestra su escasa vocación de justicia, hoy los costos salariales son aproximadamente la mitad de los existentes antes de la devaluación.
Existe una gran cantidad de puestos precarios, sin cobertura de seguridad social ni estabilidad, que representa una porción cada vez mayor de la población ocupada. En las áreas urbanas sólo el 40% de los asalariados tienen cobertura social. Es decir, hay un 60% que trabaja en negro o por cuenta propia.
Según un informe de IDESA, a agosto de 2004, unas 6.000.000 de personas enfrentan actualmente problemas de serios de empleo. Existen 4.000.000 millones de desocupados reales y 1.600.000 con planes sociales. De los 6.000.000 de desocupados, el 70% no llegó a cumplir con la educación media y el 13% superó la educación media y sólo el 17% restante tienen nivel secundario completo.

Al mismo tiempo, los niveles salariales, ya en el año 2001, se hallaban muy por debajo de los valores históricos", mientras que en el primer semestre de 2002 se deterioraron aún más debido a la alta inflación. En conclusión, el país enfrenta una situación de "poco empleo, de baja calidad y que paga poco".
Hasta la mitad de los años 70 desde, hubo un bajo índice desempleo abierto, alrededor del 5%. El desempleo comienza a crecer a fines de la década de los 80, cuando alcanza cifras de entre el 6% y el 7%. En el año 1993 llegó al 9,6%, en 1994 al 11,4%, en 1995 al 17,5%, en 1999 al 14,3%, 2002 al 19,7% y en el 2003 al 16%. Las cifras de la subocupación son similares a las de la desocupación. La precariedad y el desempleo se articulan en una elevada inestabilidad laboral. No es cuestión de crear cualquier tipo de puesto de trabajo, sino que sean estables y con cobertura social.
En mayo de 2002 nada menos que el 56,9% de las personas ocupadas se desempeñaban en puestos precarios. Alcanzando en Corrientes al 69,5% de la población ocupada, el 64% en Concordia, Jujuy, Salta y Tucumán. Pero el más alto llegó en Formosa con el 78,3%.
El incremento del desempleo reflejaba el proceso de reestructuración económica. Debido a la apertura, muchas firmas industriales cerraron, se reconvirtieron en importadoras o se ajustaron a través del aumento de la productividad, lo que implicaba una reducción del empleo. La apertura y el atraso del tipo de cambio hicieron que las máquinas fueran más baratas que los hombres.
Otro de los aspectos en que incide la desocupación y la precariedad, e en la pobreza y delincuencia, como así también a la caída de la movilidad social ascendente, que era virtud de nuestra sociedad hace 25 años.

El sistema de distribución o participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas a variado notablemente, en los años 45 al 55 esa participación rondaba el 48% de la rentabilidad total del empleador, además reinvertían una parte importante de las ganancias en el País. En el año 83 paso a ser el 30% y en la actualidad es del 17%.
También es de destacar que se detectaron en todo el País, que existe un 31% de empleo en negro, lo que genera serios perjuicios a los trabajadores y por ende a la seguridad social, jubilaciones y al País, beneficiándose tan solo los evasores.
El 80% de las mujeres que sostienen un hogar pobre, trabaja en forma informal o en negro y percibe ingresos inferiores a los hombres. Los hogares mantenidos económicamente por mujeres, pasó del 2001 al 2003 de 375.000 a 670.000. (IDESA)
Otro dato relevante y que demuestra la escasa voluntad de los empresarios en contribuir al bien común y con una permanente actitud mezquina, el 30% (1.700.000) de los asalariados privados ganan menos de 350 pesos, calculándose que la mayoría están en negro. Este salario equivale o supera en un 6% al costo de una canasta básica de indigencia de una familia tipo. En cambio los 350 pesos es inferior al costo de la canasta básica.
Los altos índices de pobreza que tenemos en nuestro País no sólo es por el desempleo, sino porque una alta proporción de los ocupados gana muy poco y la ayuda de los planes sociales es inferior a costo de la canasta de indigencia.

Trabajo Infantil: El último informe de la Organización Mundial del Trabajo (O.I.T.) observa un gradual agravamiento, siguiendo la crisis que afecta nuestra economía desde hace varios años. En la actualidad 1.500.000 chicos entre 5 y 14 años de edad que en lugar de estudiar o jugar, deben dedicarse al trabajo, con el agregado que el 40 % de ellos, es decir nada menos que 600.000, abandonaron la actividad escolar por esa razón. Ese 1.500.000 chicos afectados por esta situación, constituye el 22 % del total que hay en el país en esa franja de edad. La mayoría de los casos se registra en las áreas urbanas, donde están afectados 1.232.800 chicos, estando dedicados, especialmente los más pequeños, a la recolección y selección de basura, elaboración y venta de alimentos en lugares públicos. En tanto los más grandes trabajan comercios, talleres y en la construcción, mientras que en las zonas rurales los 271.000 chicos que allí trabajan lo hacen en labores agropecuarias.
Por lo general los chicos son explotados, trabajando en pésimas condiciones, pagándoles salarios miserables y sin que se respete la legislación que existe al respecto.
La pobreza está señalada como la principal causa que lleva a que los niños deban salir a trabajar, con la finalidad de apuntalar la deficiente economía familiar.
El Ministerio de Trabajo denunció que en la Argentina trabajan 1.900.000 niños menores de 14 años. Un informe de UNICEF y OIT, encontró que un millón y medio de menores estaba abierta o clandestinamente ocupado en tareas expresamente prohibidas por los Derechos de los Niños. La Mayoría de los menores que trabajan lo hacen “a causa de la pobreza”. Según UNICEF, el aumento de menores explotados creció seis veces en los últimos ocho años en la Argentina, acercándose ya a los dos millones de seres en esas condiciones.
Dos de los riesgos más graves que pueden correr los niños son el comercio de drogas y la explotación sexual.

Desde la devaluación los salarios aumentaron un 20%, mientras que los precios minoristas subieron el 46,1%, retrocediendo el salario un 17,9% más del atraso que ya traía de arrastre.
Si a todo esto le sumamos que durante el 2003, la gente debió destinar a la compra de artículos de la canasta familiar el 50% de sus ingresos, lo cual implica un importante aumento respecto del 34% que gastaba en ese rubro en el 2002. Los sectores de nivel alto gastaron durante el 2003, un 27% de sus ingresos, en cambio las personas comprendidas en el nivel económico más bajo debieron destinar el 67% de sus ingresos para abastecerse de artículos de la canasta familiar.
Las crisis económicas que ha atravesado Argentina desde 1970 no han sido gratuitas para los trabajadores: desde ese año el salario real en el país se redujo en promedio un 60 por ciento, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Ministerio de Trabajo argentino. El último gran impacto al bolsillo fue la devaluación del peso aplicada en enero del 2002 por el ex presidente Eduardo Duhalde, que disparó una depreciación de la moneda de casi el 70 por ciento frente al dólar y un alza de los precios minoristas del 43,5 por ciento. Hoy sólo el 3% de las familias logra retener parte de sus ingresos, antes de la crisis estaba en el 15%. Entre 1970 y 1975, con un modelo económico caracterizado por la industrialización y la sustitución de importaciones, el salario real de los argentinos creció un 14 por ciento. "Claramente, la lucha por la distribución del ingreso favoreció a los asalariados que lograban mantener o aumentar la participación en la riqueza generada", explica el informe. Con la instauración en 1976 de la dictadura militar que gobernó el país hasta 1983, el poder adquisitivo de la población tuvo una brusca caída del 40 por ciento. "A partir de 1976 se agudizó también la desigualdad distributiva (de los ingresos)". En la década de 1980, con el regreso de la democracia, el salario se recuperó pero sin alcanzar las cifras de la década anterior, hasta que a fines de los '80 el proceso hiperinflacionario que sacudió Argentina produjo una caída del 50 por ciento en los salarios, comparados con los de 1970. "En los últimos doce años las fluctuaciones del salario real se desenvolvieron en niveles entre un 60 por ciento y un 70 por ciento inferiores a la década de los '70", de acuerdo con la investigación. "Este proceso se dio conjuntamente con el incremento del desempleo, los empleos precarios, inestables, de corta duración y sin protección social, que conllevaron al avance de los niveles de pobreza e indigencia", agrega. Según los números oficiales, ese cuadro social empeoró tras la devaluación del peso del 2002. A enero 2004, el ingreso promedio es de apenas 551 pesos mensuales, un 25% por debajo del costo de la canasta básica para una familia tipo. Actualmente más de la mitad de los 36 millones de argentinos vive en la pobreza. La investigación describe también la situación de los trabajadores argentinos en la actualidad, donde se observa que las mujeres tienen en promedio sueldos 14 por ciento más bajos que los hombres. Según el informe, los sueldos de los trabajadores del sector público son cuatro por ciento inferiores a los de los empleados privados, mientras que los trabajadores no registrados tienen ingresos 40 por ciento más bajos que los empleados registrados.
En la Argentina, el 38% de los trabajadores asalariados del sector privado 2.300.000 personas, viven en la pobreza. El salario promedio es de $ 360 por mes y el ingreso familiar está cercano a los $ 600, mientras se necesita (Abril 2004) 720,87 pesos para salir de la pobreza.
Del total de pobres que están ocupados en el país, el 36% son trabajadores no registrados. Desde la devaluación hasta febrero último, los salarios nominales crecieron un 26%, frente a un aumento del 47% de la inflación.
La desigualdad no ha evolucionado de la misma manera en las distintas regiones del país. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) apunta que la brecha entre el 20% de la población (quintil) de ingresos más altos y el 20% de ingresos más bajos era en 1995 de 11,5 veces; en 2002 fue de 20,4 veces, con una suba en el periodo de más de 77%.
Formosa exhibía en 2002 la brecha más grande: nada menos que 52,7 veces. Allí el quintil más bajo participaba con sólo el 1,2% del ingreso provincial, y el más alto con el 61,4%. La brecha era de entre 25 y 30 veces en Entre Ríos, Chaco, provincia de Buenos Aires, Salta y Neuquén.
Un informe privado revela que los precios de los productos que elabora el sector manufacturero acumularon un mayor incremento que la suba de los costos que tuvieron las empresas desde la devaluación en diciembre de 2001. Según un informe elaborado por la Universidad Argentina de la Empresa (Uade) "desde diciembre de 2001, último mes de la convertibilidad, los precios relevados han crecido 126,3 por ciento, mientras que los costos lo hicieron en un 107,9 por ciento". La mayor diferencia entre un factor y otro se acumuló entre agosto de 2002 y el mismo mes de 2003 y a partir de allí siguen un camino similar, explica la investigación. "Para el indicador del total de la industria, el cambio en los precios superó en 9,63 por ciento al cambio en los costos desde diciembre de 2001 a agosto de 2004. Esta diferencia creció a partir de agosto de 2002", señala la Uade. La Uade también sostiene que los precios mayoristas de los productos elaborados por la industria acumulan hasta agosto una suba del 12,2 por ciento en comparación con igual mes del año pasado.


El desempleo en 1981-1990 era del 5,8%; 1991 - 6,5%; 1992 - 7,0%; 1993 - 9,6%; 1994 - 11,4%; 1995 - 17,5%; 1996 - 17,2; 1997 - 14,9%; 1998 - 12,9; 1999 - 14,3%; 2000 - 15,1% y 2001 - 17,4%. En mayo del 2002 alcanzo su pico histórico de 21,4% (8.000.0000 millones de personas), pero la Encuesta Permanente de Hogares, la verdadera tasa era aún mayor: 24,1%, de la población económicamente activa. Hay que tener en cuenta que según la nueva medición el INDEC no toma como ocupados a los beneficiarios de los Planes Jefes y Jefas. Se considera que los beneficiarios de Planes Jefes y Jefas representarían el 70% de la masa de desocupados. En el Gran Buenos Aires, los jefes y jefas desempleados representan el 35,9% del total de las personas sin empleo en esa región. Si se proyectara al total del País esa relación, lo que sin duda constituye un supuesto extremo, surge que al cierre del 2003 la tasa de desempleo hubiera sido de algo más del 50% de la población económicamente activa, con una 5,1 millón de personas.
Las última mediciones dan que el desempleo alcanzo al 16,3% correspondiente al tercer trimestre del 2003, equivalente a 2.600.000 desocupados, si se considera como desempleados al los beneficiarios de los planes sociales que realizan actividades laborales, el desempleo treparía al 22% y comprendería casi 3.500.000 millones de personas. Hay que considerar que detrás de estas personas existe una familia.
Medido con la EPH tradicional, el desempleo en mayo de 2002 había alcanzado su pico histórico de 21,5%. Según la nueva EPH, la verdadera tasa era aún mayor: 24,1%. Pero desde entonces no ha dejado de caer: 20,8% en el cuarto trimestre de 2002; 20,4% en el primero de 2003; 17,8% en el segundo y 16,3% en el tercero.
El INDEC relevó que el desempleo está en el 14,4 por ciento, porcentaje que se eleva al 19,5 por ciento si se consideran como desocupados a los beneficiarios de los Planes Jefes y Jefas. Sumado al subempleo, en la Argentina casi 5 millones de personas tienen serios problemas de empleo. Sabiendo que en el país hay 10 millones de familias, cerca de la mitad de ellas tiene carencias laborales. Los salarios no se han podido recuperar y siguen por debajo, en términos reales, del nivel de 2001 previo a la devaluación.

A estos índices hay que tener en cuenta que la tasa de subocupación en el 2003 es del 17,7%. 1990 - 7,2%; 1993 - 9,1%; 1995 - 11,9%; 1998 - 13,5%; 1999 - 14,3; 2000 - 15,1% y el 2002 - 19,3%.
Todas estas cifras suponen, sin embargo, que no son desempleados los beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar que realizan una contraprestación laboral a cambio del subsidio. El programa llega a jefas y jefes desocupados con hijos de hasta 18 años o discapacitados de cualquier edad, u hogares donde la esposa o concubina se encuentre embarazada.

De acuerdo al trabajo realizado por la consultora Equis sobre la Jubilación , mientras hoy en día existen 1.237.000 mayores de 65 años que no tienen protección previsional, en sólo siete años (2010) esa cifra llegara a 1.600.000, si continúa creciendo el empleo "en negro". Según las estimaciones de la consultora, el 80% de las personas que pueden quedar sin cobertura jubilatoria en el año 2010 vivirán en la pobreza. Enla actualidad, el 34,5 % de la población que ya cumplió la edad de retiro laboral es pobre. En 1991, poco antes del inicio de la Convertibilidad, la falta de cobertura afectaba al 24,7 % de los mayores, pero en 10 años ese índice creció al 39,6%.
La última medición del (INDEC - publicado Febrero de 2004) sobre el costo de la canasta básica, una familia "tipo" integrada por dos mayores y dos niños de 5 y 8 años, necesitaba en enero 2004 - 716,01 pesos para no estar por debajo de la línea de pobreza. Y requería 326,95 pesos para no caer por debajo del nivel de indigencia.

La Canasta Básica de una familia tipo (dos adultos y dos niños) era para marzo 2004 de $ 717,44, para escapar de la pobreza, y 327 pesos para salvarse de la indigencia.
En abril una familia tipo necesitó 329,15 pesos para esquivar la indigencia y 720,87 pesos para no caer en la pobreza. Así lo dice un informe del INDEC que muestra que el mes pasado la canasta básica aumentó 0,47% frente a marzo. La suba refleja el repunte de los precios de alimentos y servicios básicos, como el gas en garrafa que trepó 4,8% el mes pasado.
El costo de la canasta básica total (CBT) —que incluye los alimentos y servicios mínimos que una familia necesita para escapar de la pobreza— llegó a 720,87 pesos. Y la canasta básica alimentaría —que incluye sólo los alimentos indispensables— se ubicó en 329,15 pesos. Este indicador es el parámetro para medir el nivel de indigencia. Los dos índices acumulan una suba del 0,72% en lo que va del año. Desde la salida de la convertibilidad, la canasta básica de alimentos subió el 75,5%, mientras que la canasta básica total aumentó el 55,5%.
Con el repunte del 0,47% de abril, el indicador que marca el límite de la pobreza volvió a subir. Había caído en marzo y con esto cortó cinco meses de subas consecutivas. Se estima que por cada punto de suba de esta canasta, 100.000 personas pasan a ser pobres.
Los datos oficiales muestran que el 50% de los empleados registrados en el sector privado ganan hasta 500 pesos mensuales. Según el INDEC, el 47,8% de la población está por debajo de la línea de la pobreza, mientras el 20,5% vive en la indigencia.
La Canasta Básica de una familia tipo (dos adultos y dos niños) era para mayo 2004 de $ 721,76, para escapar de la pobreza, y 329,68 pesos para salvarse de la indigencia.
Entre los meses de Abril y Mayo 2004, los productos componentes de la canasta familiar aumentaron en promedio en sus precios un promedio del 15 por ciento. (ADECUA). En Argentina tenemos precios con un dólar a 3,90 pesos, tal como llegó la cotización hace casi dos años, hoy oscila los 2,90 pesos, pero nunca bajaron los precios, es más siguieron aumentando según “el estado de ánimo de los mercados”.
Los aumentos desde diciembre de 2001 a mayo 2004, un 68,7 por ciento (grupo Sophía).
En Junio los precios subieron el 4%, desde principio de año, los productos de marcas líderes acumulan una suba del 103,54%.
La Canasta Básica de una familia tipo (dos adultos y dos niños) era para Junio 2004 de $ 723,31, para escapar de la pobreza, y 330,26 pesos para salvarse de la indigencia. El ingreso promedio de los argentinos no llega a 650 pesos. Según estos números, más de 11 millones de habitantes del país, se encuentran en situación de pobreza.
Julio la canasta básica aumento 0,2% con respecto al mes anterior, para una familia tipo fue de $724,82 y la canasta básicas alimentaría fue de 327,97 pesos.
En agosto de 2004, los alimentos acusaron las mayores subas de precios e hicieron que la canasta básica aumentara un 1,7 respecto del mes Julio, con este aumento los pobres aumentarían en 260.000 personal, de los cuales 185.000 serían indigentes. El último dato oficial, del primer trimestre de 2004, arrojaba, según el Ministerio de Economía, e inclueyendo los ingresos que reciben todos los beneficiarios de planes sociales, que en la Argentina había 15,5 millones de pobres, de los cuales 5,5 millones serían indigentes.
Canasta Básica Total para Agosto llegó a $ 730,17 y la Canasta Básica Alimentaría alcanzó 333,41 pesos.


Sobre un total de 36.223.947 habitantes de nuestro País, la pobreza y la indigencia experimentaron un leve descenso en la Argentina. En mayo último era pobre el 54,7% (19.814.499 personas) de la población de los aglomerados urbanos relevados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), cifra que se ubica 2,8 puntos por debajo del pico histórico de 57,5% alcanzado en octubre de 2002. El nuevo porcentaje es superior al 53% correspondiente a mayo del año pasado.
También la indigencia se redujo al 26,3% (9.526.898 personas) de las personas, desde el 27,5% de octubre de 2002. Los indigentes son aquellos que, dentro de la población pobre, no tienen ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos.
Proyectados a todo el país, estos indicadores significan que en las áreas urbanas hay 19,8 millones de pobres y algo más de 9 millones de indigentes. Si se tiene en cuenta la población rural - que no es relevada por el INDEC, pero donde la pobreza es normalmente mayor que en las zonas urbanas -, el número de argentinos pobres supera los 20 millones.
A pesar de su masividad -2,1 millones de beneficiarios -, el programa gubernamental tiene escaso impacto sobre el nivel de pobreza debido al monto reducido del subsidio ($ 150). Su influencia es más significativa en la disminución de la indigencia. El INDEC estimó que, sin el plan Jefes, la proporción de pobres sería de 55,3% (0,6 puntos más que la efectivamente registrada) y la de indigentes 29,7% (+3,4).
La situación social sigue siendo crítica en el norte argentino. En la región Noreste, el porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza descendió apenas 1,3 puntos desde octubre: pasó de 71,5% a 70,2%. La población indigente cayó en forma más pronunciada, de 41,9% a 37,3%. En el Noroeste, los pobres representan ahora el 66,9% de la población y los indigentes el 31,2%; en octubre de 2002 las cifras eran de 69,4% y 35,1% respectivamente.
Los centros urbanos con mayor porcentaje de habitantes pobres son Concordia (73,4%), Corrientes (73%), Resistencia (71%) y Tucumán (69,2%). En el Conurbano la pobreza alcanza al 61,3% de las personas, pero en el segundo cordón aumenta al 71,3%.
En la ciudad de Buenos Aires y los partidos del Conurbano el porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza descendió de 54,3% en octubre de 2002 a 51,7% en mayo de 2003, pero la indigencia aumentó de 24,7% a 25,2%.
En el área metropolitana había en mayo 6.363.000 pobres, 309 mil menos que en octubre de 2002. Los indigentes eran 2,7 millones. En términos de hogares, la pobreza alcanzaba a 1.473.000 y la indigencia a 535 mil. El Plan Jefes y Jefas de Hogar llega en el Gran Buenos Aires a casi 900 mil habitantes, en su mayoría del Conurbano.
Desde la caída de la convertibilidad, la Canasta Básica Alimentaria subió un 75%; mientras que la Canasta Básica Total un 55%.
A Enero del 2004, en base a datos del INDEC, se estima que el 53% de la población es pobre.(Equis).
Un informe del Banco Mundial de fines del 2002, indicaba que el 17,5% de los hogares argentinos sufre hambre, esto significa 1.400.000 familias. También se determino que de ese 1.400.000 familias, unas 450.000 familias sufrieron hambre en forma severa, con evidencia de que el fenómeno se repite en forma frecuente. A Octubre de 2002, el 45,7 % de hogares eran pobres, afectando a los hogares con niños, cuando es sabido que la carencia de alimentos en los niños producen consecuencias negativas permanentes e irreversibles. Así que del 1.400.000 de familias con hambre, casi un millón son familias con menores de 18 años, lo que representa 24,7% del total. Entre los hogares con niños menores de 6 años, la proporción salta al 28,9%. La falta de alimentos en los hogares se acentúa cuanto menor es la edad de los niños. Entre los hogares pobres el 33,2 % sufrió hambre. La mayor proporción de hogares que sufrieron hambre corresponde a jefes de hogares sin estudios o con educación primaria incompleta. El porcentaje de hogares con hambre es mayor cuando una mujer está al frente de la familia, este caso abarca al 19,7%. Entre las familias desocupadas, los hogares con hambre alcanza el 28,2%.
Un informe del INDEC publicado en septiembre 2003, dice que el 14,3% de los hogares argentinos tienen sus necesidades básicas insatisfechas, suman 5.500.000 personas, donde Argentina es uno de los países exportadores de agricultura más grande del mundo. A pesar de algunos cambios, los índices son terribles.
Las provincias con porcentajes más altos de hogares NBI en 2001 fueron Formosa (28,0%), Chaco (27,6%), Salta (27,5%), Santiago del Estero (26,2%) y Jujuy (26,1%).
Los integrantes de este último grupo social, que conforman el sector de los llamados "nuevos pobres", se han multiplicado en los últimos años en nuestro país debido al aumento de la desocupación y la subocupación, la reducción de los ingresos y la expansión de los puestos de trabajo precarios, inestables y sin cobertura social. Se trata de hogares provenientes de la clase media, que siguen viviendo en el espacio urbano pero cuyo nivel de vida ha caído sustancialmente.
La pobreza estructural ha sido objeto históricamente de políticas públicas focalizadas, normalmente asistenciales, como los programas alimentarios y, más recientemente, de empleo transitorio. En cambio, el Estado carece casi por completo de políticas orientadas a los "nuevos pobres".
Los niveles de pobreza e indigencia medidos en función de los ingresos de los hogares han dado un salto gigantesco en el último cuarto de siglo. En octubre de 1974, en el Gran Buenos Aires, había sólo un 4,7% de población pobre y 2,1% de indigentes. En el mismo mes de 2002, la pobreza se había multiplicado por 11: las personas en esa condición representaban el 54,3% del total. La indigencia creció 12 veces, hasta 24,7%.
Un estudio del Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales (SIEMPRO) muestra que en este largo periodo la pobreza por ingresos siguió los movimientos del ciclo económico, pero creciendo rápidamente en las recesiones y disminuyendo a un ritmo más lento durante las expansiones. Por esta razón, la pobreza en el Gran Buenos Aires fue encontrando pisos cada vez más elevados: 4,7% en 1974, 12,7% en 1986, 16,8% en 1993 y 25,9% en 1998
Más del 60% de los niños argentinos son pobres, lo que representa un presente doloroso, pero un lamentable futuro. El 63,4 % de los menores de 14 años son pobres, al igual que el 57,8% de los jóvenes y adolescentes de 14 a 22 años. Los últimos datos del INDEC, correspondiente al segundo semestre del 2003, arrojan estas cifras alarmante, los menores pobres suman 6 millones, de los cuales la mitad es indigente.
El 47,8%, algo más de 15.000 millones de personas se encuentran debajo de la línea de la pobreza y la indigencia es de 20,5%. Actualmente, los subsidios llegan a más de 1.600.000 personas. Según el INDEC, los hogares con carencias son el 41,7% está por debajo de la línea de la pobreza, mientras que 30,7% son indigentes. Uno de cada dos argentinos son pobres.


Desnutrición: La piel cambia de color y de textura. Las defensas del organismo bajan abruptamente. Los deseos de comer desaparecen y, por último, el sueño se adueña del cuerpo para siempre. Es parte del recorrido que sufren los chicos con desnutrición grave y que deja al descubierto el verdadero riesgo país que padece la Argentina: la mitad de los chicos de Argentina padecen alguna deficiencia nutricional y miles de ellos mueren por causas que se podrían evitar.
Según especialistas en nutrición es una regla sin excepción que, cuando existe la desnutrición, afecta principalmente al niño menor de seis años. Ello se debe a que su rápido crecimiento tiene requerimientos nutritivos que son más elevados y específicos y, por ese motivo, difíciles de satisfacer.Además, los niños dependen para su alimentación enteramente de terceros, que muchas veces no tienen los recursos económicos suficientes o carecen de un nivel cultural o de educación como para cumplir adecuadamente con ese rol.
En Argentina, la mayoría de las veces la carencia de nutrientes no alcanza gran intensidad, lo que se traduce aparentemente "sólo" en algún retardo de la talla y el peso para la edad. Sin embargo, también en ellos son más frecuentes las enfermedades infecciosas y el deterioro significativo en las condiciones intelectuales.
Además, un porcentaje mucho menor llega a grados avanzados, con síntomas clínicos evidentes, y en ellos los riesgos físicos y psíquicos son mayores.
Otro dato que anticiparía índices más altos de desnutrición es el incremento que ha experimentado el número de niños que viven en hogares indigentes, es decir, que no cuentan con los ingresos suficientes para cubrir una canasta alimentaria básica. De acuerdo con un estudio del Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales de la Nación (SIEMPRO), en octubre de 2002 el 42,7% de los menores de hasta 18 años era indigente. Se alcanzan picos superiores al 55% en Misiones, Chaco, Corrientes y Salta.
En Entre Ríos, un total de 270.000 niños y jóvenes menores de 18 años, casi un tercio de la población, se encuentra en estado de riesgo nutricional
Las regiones del país más castigadas por la indigencia son la nordeste y la noroeste, así como el segundo cordón del Conurbano bonaerense. En octubre de 2001, poco antes de la devaluación y la cesación de pagos del país, había en la Argentina 9,4% de hogares indigentes; en mayo de 2003, 17,9%.
Una de las causas más importantes de la desnutrición y de la mortalidad infantil es el bajo nivel de instrucción de las madres. Un 10,6% de los nacidos vivos en 2001 fueron de madres que no habían completado la escuela primaria. Los porcentajes más elevados se encuentran en la región nordeste, con el 30,8%.
Un problema con gran incidencia sobre la desnutrición y otras enfermedades infantiles es la falta de servicios sanitarios básicos. Según el Censo Nacional 2001, el 15,9% de los 10,1 millones de hogares de la Argentina carece de provisión de agua dentro de la vivienda.
Aunque no hay datos oficiales en todo el País, la mayoría de las provincias tienen problemas serios de desnutrición infantil.
Misiones se detectaron unos 13.119 menores con algún grado de desnutrición.
Salta se calcula que unos 21.500 chicos tienen problemas de desnutrición.
En Tucumán hay unos 35.053 desnutridos, registrados y atendidos por el Ministerio de Salud.
Chaco, según datos oficiales del Ministerio de Salud, hay unos 10.332 desnutridos. Según un informe del Centro de Estudios Nelson Mandela, entre 1999 y 2002 murieron en el Chaco 211 bebés por causas vinculadas con el hambre.

La mortalidad infantil: Los últimos datos oficiales emanadas del Ministerio de Salud de la Nación corresponden a 2002, y revelan que la tasa de mortalidad infantil creció de 16,3 por mil –cifra de 2001– al 16,8 por mil, en 2002 de los niños nacidos vivos.. "en todas las provincias argentinas, por lo menos una de cada dos muertes de niños podría evitarse".
La mortalidad infantil más elevada se presenta en Formosa (28,9), Tucumán (24,5), Chaco (24,0), Corrientes (23,5) y La Rioja (23,5); la más baja, en la ciudad de Buenos Aires (9,6). Nuevamente el Norte del país es el que muestra las peores cifras. También hay grandes inequidades en la mortalidad materna. Mientras la tasa nacional fue en 2001 de 4,3 por cada 10 mil nacidos vivos, en Jujuy fue 19,7, en Chaco 15,9 y en Formosa 13,9.
Así, mientras la Argentina gasta en salud el 9,5 por ciento del producto bruto interno y su tasa de mortalidad infantil trepa a 16,8, Chile invierte sólo el 7 por ciento de su PBI, y su mortalidad infantil asciende sólo a 10,1 por mil nacidos vivos, de acuerdo con los datos para 2002 de la Organización Panamericana de la Salud.
Se sostiene que mueren 55 chicos por día. Inconcebible.

Los chicos de la calle son aquella parte de la población de niños/as y sus familias que viven o hacen de la calle su lugar. Ellos se encuentran privados de sus derechos a ser protegidos y provistos en sus necesidades por su propia familia y el derecho a que la escuela sea su principal actividad, además del juego y la recreación.
Ellos son castigados con la privación de elementales derechos a la vida y a la integridad, tales como: a una alimentación suficiente, nutritiva y balanceada, a la salud, a la educación, a la protección contra cualquier acto de violencia, a una vivienda y un medio ambiente de vida sano y saludable.
Ellos son los excluidos, las víctimas de la pobreza, de la falta de proyectos gubernamentales y voluntad políticas para solucionarlos.
Constituyen los efectos de la crisis económica, son una de las consecuencias de las desigualdades.
Ellos son frecuentemente víctimas del maltrato, del abuso, tanto físico como emocional y psíquico.
En la última década se triplico la cantidad de "chicos de la calle", en los grandes centros urbanos. Según algunos relevamientos hechos por la Ciudad de Buenos Aires, se pudieron detectar unos 2.765 chicos, sólo en la Capital Federal y que no son todos. Estos pibes no están sólo en las calles de Capital o Buenos Aires, las ciudades del interior del país también reproducen este dramático cuadro. La precarización de las condiciones de vida empujo a la calle al eslabón más débil de la sociedad y convirtió a este fenómeno en parte de la estructura social vigente. Lo terribles es que se los tome como parte del paisaje o se los considere peligrosos. Lo más grave son los riesgos que corren en la calle, por lo general explotados por mayores, además de la prostitución infantil y enfermedades propios de la pobreza.
La pobreza también trae aparejado el turismo sexual, que en muchos casos se aprovechan los niños pobres, que se desnudan bajo el engaño de los que les ofrecen fama o dinero. Tampoco podemos olvidar en que contesto se dieron las muertes de María Soledad, Leyla Nazar y Patricia Villalba, desnudaron la prepotencia de los feudos de la provincias, sino la situación de las chicas pobres.
A todos estos alarmante datos, debemos sumarle que el 35% de los jóvenes no estudia ni trabaja. Que la maternidad adolescente, conforma el 15 % de los partos totales del País y que cada días son más los casos de madres menores de 15 años.
El consumo de drogas como el alcohol y el tabaco, descendió en los últimos años de 16-17 años a 13 años y las mujeres igualaron a los hombres en la cantidad de consumo el consumo de estas "drogas legales". El consumo de estupefacientes ha aumentado, al igual que la prostitución y los infectados de Sida, aunque es muy complejo tener una estadística concreta dado la característica de la enfermedad.

Cartoneros: En un país donde la desocupación y la subocupación ronda casi los 6.000.000 de personas, la recolección de papel y cartón se transformó en la vía de ingresos de 154.000 personas, que recorren 28 regiones del país en busca de un insumo que aumento considerablemente luego de la devaluación. Se calcula que se paga entre $ 0,25 y 0,35 centavos el kilo de cartón. Los adultos generalmente caminan todo el día más de 50 cuadras arrastrando la carreta cargada para sacar, según la suerte, zonas y habilidad, $ 20 pesos diarios. Muchos chicos cuando salen de la escuela o directamente no van, se dedican también a la recolección de cartón y papeles, para poder comer y ayudar a su familia. Chicos como estos pueden sacar unos $ 5 pesos diarios. También se ven muchas mujeres con sus hijos o familias enteras, con sus criaturas revolviendo las bolsas de basura en busca algo que les pueda servir o vender para poder comer. A pesar de la campaña de separa la basura, la mayoría de los ciudadanos indiferentes de la ciudad, no lo hacen y miran con desconfianza y en algunos casos con desprecio a estos conciudadanos. Muy pocos valoran lo que hace esta gente para subsistir, por mantener en algo su dignidad, tratan de ganarse el peso con sacrificio y esfuerzo. Es indudable que los hombres deberían estar trabajando en alguna industria como las miles que cerraron, ganado un salario digno, las madres en la casa criando a las criaturas y los chicos en la escuela o jugando.

Educación: El progresivo aumento de la desigualdad en la distribución de los ingresos de la población tiene una influencia directa con la marcada ampliación de la desigualdad en las oportunidades educativas, entre otros ítem sociales - más allá de la última década. La creciente expansión de la pobreza agrava la dificultad de una gran cantidad de chicos y jóvenes para permanecer en el sistema educativo.
Según un informe de Siempro (Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales) en el año 2001 se verificaba que de los adolescentes de entre 15 y 18 años pertenecientes a los hogares que se ubican en el 20% de menores ingresos, un 28% no asistía a la escuela, mientras que entre sus pares pertenecientes a las familias del 20% de mayores ingresos no asistía un 4,7%.A modo de ejemplo, el 30% de los niños de las familias más pobres tienen rezago en el nivel primario y el 50%, en el nivel secundario. El 23% repitió algún grado durante la primaria y el 38%, en el nivel secundario. El 60% deja el secundario, sólo 2 de cada 10 que ingresan a la Universidad terminan y el 64% de la fuerza de trabajo no completó la secundaria.
En la provincia de Buenos Aires, y según cifras oficiales, hay unos 35 mil chicos de entre 6 y 14 años que nunca han llegado a iniciar sus estudios básicos. En el Polimodal, ciclo siguiente a la Educación General Básica, casi cien mil jóvenes no se inscribieron para cursarlo, mientras que en el año 2002 unos 38 mil alumnos lo abandonaron sin completarlo. En algunas escuelas bonaerenses se ha constatado que entre el 80 y el 100 por ciento de los alumnos provienen de familias con necesidades básicas insatisfechas, una realidad que dificulta la retención escolar.
Según una proyección de la Dirección de Escuela de la Provincia de Buenos Aires, el 30% de los alumnos de las escuelas públicas que ingresaron al Polimodal en 2003, abandonaron las aulas o repitieron.
De los alumnos que terminaron el primer año del Polimodal en 2003, el 14,6 % ya repitió y, según las proyecciones, otro 15% abandonará.

Deuda Externa: De 1996 a 1972, gobiernos de facto de Onganía, Levingston y Lanuse la deuda aumento un 46% - de 3.276 millones de dólares a 4.800.
De 1973 a 1975 - Cámpora/Perón - Isabe Martínez de Perón aumento 62% - de 4.800 a 7.800 millones de dólares.
De 1976 a 1983, gobiernos de facto de Videla, Viola, Galtieri y Bignone aumento el 364%- de 7.800 a 45.100 millones de dólares.
De 1984 a 1988, gobierno de Alfonsín aumento el 44% - de 45.100 a 58.700 millones de dólares.
De 1989 a 1999, gobierno de Menem aumento el 123% - de 58.700 a 146.219 millones de dólares.
En 1999 a 2001, gobierno de la Rúa aumento el 9% - 146.219 a 180.000 millones de dólares.
Cada Argentino debía al 2001, 3.800 dólares.
Argentina se dispone (septiembre 2004) a desembolsar 1.400 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, después de los 8.000 mil millones de dólares ya abonados a partir de la declaración de “default”. Esos 8.000 millones de dólares representan unos 24.000 millones de pesos, que se podría haber invertido en la deuda interna.

Nuestro territorio: Una superficie que supera las 31 millones de hectáreas, es decir, algo más que la provincia de Buenos Aires o Italia, corre el riesgo de quedar en manos de capitales extranjeros, ya que esas tierras fueron vendidas, están en venta o hipotecadas, según una investigación periodística conocida el miércoles por la noche según una investigación fue realizada por el programa "Telenoche Investiga", de Canal 13.

Esta es nuestra realidad, esto es la herencia que dejaremos. Es muy probable que no fuera esta la sociedad que soñaron nuestros abuelos, nuestros padres, ni nosotros pero es real que desde el gobierno militar de facto, más tristemente celebre por su genocidio, ha sido el punto de partida par un cambio profundo de nuestra sociedad, el hombre ha producido una transformación.

Llevará generaciones de Argentinos, con voluntad solidaria y honestidad, para que se pueda revertir este daño social, cultural y económico que ha sufrido la mayoría del pueblo trabajador. Alegremente y indiferentemente millones de desocupados han sido expulsados y marginados socialmente, sin posibilidades de jubilarse, con escasa atención médica, sin acceso a una vivienda digna, a la educación de sus hijos, sin futuro, resignados a no poder tener un ascenso social, tan solo son parte de una estadística o un nombre en los planes sociales, generalmente utilizados por punteros políticos. Saben, como hace muchos años, que ya no cuentan con igualdad de oportunidades, como los mismos derechos que la constitución contempla para otros.
Son pobres, son una molestia para muchos y por ello son discriminados subrepticiamente (cartoneros, chicos de la calle, sin techo, piqueteros, tan sólo pobres) cuando recorren el centro de la ciudad o algunos barrios en busca de alguna cosa para convertirla en una moneda que le permita llevarse algo a la boca o reclaman por su derechos a una vida digna. Hay una sociedad hipócrita que se aflige por los que tienen hambre o le falta trabajo cuando los ve por televisión o en los diarios, pero quisieran que estuvieran encerrados en cotos para que no invadan sus lugares habituales. Aunque algunos no les guste, son parte de nuestra sociedad, esa que nosotros creamos con nuestra forma de ser individualista y ahí seguirán si no se hace una transformación social, cultural y económica, con políticas que respondan las necesidades de los que menos tienen.

Esto se revierte si cambiamos el enfoque del problema, pongamos la economía y la tecnología al servicio del hombre, busquemos el equilibrio entre lo material y espiritual, rompamos con actitudes puramente individualistas. Evitemos el consumismo despiadado, enriquezcamos el espíritu y crezcamos culturalmente fortaleciendo el concepto de solidaridad e igualdad.
Como se puede ver uno de los grandes males de nuestro tiempo, que ha caracterizado a nuestra sociedad entre otros factores, que lo económico esta por encima de todo. Para poder cambiar la actual situación por la que atravesamos primero debemos cambiar al hombre, para luego poder cambiar la sociedad y sus estructuras de injusticias.
En un País con justicia y que se respeten los derechos nada de lo que estamos pasado ocurriría.
Para comenzar a revertir la actual situación debemos pensar que la economía debe estar al servicio del hombre y lo económico debe estar subordinado a los social. La política económica aplicada, principalmente desde 1976, se basa fundamentalmente en que unos pocos sean los dueños de los bienes.
Para ser justos, se debe privilegiar la mirada de las cuestiones económicas y sociales desde los pobres, marginados u obreros y no únicamente desde la clase media, burguesía o oligarquía.
Se hace necesario comprender que cada hombre se tiene que sentir parte del pueblo, de la nación.. esto es toma de conciencia, y por consiguiente, que sus necesidades, sus intereses, sus compromisos se vuelvan a no solo a nivel de sector, no simplemente familiar, individual o grupal, sino del conjunto de la sociedad y nacional. Es una toma de consciencia de sí como comunidad, como unidad, y de allí que esta toma de consciencia de sí, como sujeto colectivo.
El cambio del hombre debe ser interior y no es cuestión de resolver su problema individual, sino del conjunto, donde debe poner el acento en los valores éticos.
El hombre debe tomar consciencia de su dignidad, cada hombre debe ser responsable, protagonista y poder decidir su destino. Es necesario formar hombre que vivan en función de servicio hacia los otros.
Para lograr esta transformación es necesario cambiar el hombre consumidor y transformarlo en un ser solidario, interesado en el bienestar común. Privilegiando el proyecto humano, la valoración del hombre. Pero sobre todas las cosas, no juzgar la realidad por la situación personal o familiar, sino que se debe hacer teniendo en cuenta el bien común.
Seguramente en muchos momentos de nuestra vida podemos sentirnos agobiados o abrumados por distintos problemas sociales que nos toca atravesar, pero nuestra agobio es simple al lado de la opresión que sufren aquellos que no encuentran trabajo, que no tienen donde dormir, que deben mendigar o que deben revolver los tachos de basura para poder comer ..... y todo lo demás.
Debemos luchar para eliminar el hombre egoísta, mezquino e hipócrita que tenemos en nuestro interior y hacer triunfar al hombre solidario.
Como sociedad no debemos criticar o hacer apreciaciones desde nuestra comodidad o desde nuestros intereses individuales, sino que se debe hacer desde los valores "humanos y cristianos" que es la eliminación de las injusticias del hombre e igualdad de oportunidades para todos.
Debemos proponer el justo reparto de los bienes y en igualdad y buscar activamente y no declamativamente, una sociedad más justa y equitativa.
Debemos entender que cuando se cometen injusticias, por lo general se la consiente o no se las reparan. Si efectiva y sinceramente no estamos haciendo algo eficaz o no participamos - en la medida de nuestras posibilidades - para remediar este estado de injusticia, indirectamente somos cómplices de esa injusticia. Algunas injusticia, como la mortalidad infantil, desocupación o marginación, las han mantenido y acrecentado los políticos que nos gobernaron, por lo tanto son ellos quienes la deben solucionar, porque la solución pasa por la política. Pero nuestros políticos no son extraterrestres, la sociedad ha sido quien los eligió y es la que los debe controlar y demandar que cumplan con lo que prometen y los derechos constitucionales (trabajo, salud, educación, vivienda, etc.). No reclamar, no exigir, es tolerar. Algunos comenten injusticias en forma directa, otros lo consienten o pasivamente lo toleran.
En un momento en que los pobres cada vez se mueren más de hambre y los ricos cada vez se llenan más los bolsillos. No solamente porque las riquezas se reparten en forma desigual, sino porque el tipo de hombre que propone esta sociedad es un hombre que sólo vela por sus intereses, un hombre inhumano, es el hombre consumidor, el hombre que se valora por lo que "tiene" en bienes materiales.
Desgraciadamente, en esta sociedad, aunque a muchos de sus habitantes solamente puedan ver por televisión o en propagandas muchos de los bienes (porque no puede acceder a ellos) nos va presentando como ideal de vida el "tener" cosas, si no consumís esos bienes no existís, estas fuera, cuando el ideal debe ser otro.......Esta sociedad, se ha transformado y está basada exclusivamente en lo económico.
Pablo VI afirma que no se trata de que los individuos ricos ayuden a los individuos pobres, sino que se trata de que los pobres dejen de ser pobres.
Solidaridad no es simplemente dar dinero o bienes que no usamos, sino es involucrarse, participar y tomar consciencia.
La concentración de riquezas y el injusto sistema distributivo hace que la pobreza sea funcional a los tenedores de la riqueza y a las aspiraciones de los políticos. Se ha introducido la cultura del que me den y no de conseguirlo por el esfuerzo propio, creando clientelismo o favoritismos, con el fin de ser cautivos de los intereses de algunos políticos. Es humillante y denigrante ver como muchos "punteros" compran consciencia a cambio de un plan trabajar o por simple comida.

Se hace necesario provocar una transformación profunda y sincera del hombre y su relación con la sociedad, para que con justicia y consciencia de conjunto podamos aspirar a una sociedad mucho más justa, donde los flagelos que hoy padecemos, por los menos se minimicen y no haya pobres entre los que no quieren serlo.


Héctor Daniel Fernández


Además de las fuentes mencionadas en el texto
Se debe mencionar a Cambio Cultura, Diario Clarín,
Prensa Sindical, entre otros.

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