lunes, 18 de mayo de 2009

SAN CAYETANO

Agosto de 1999

Una ejemplo de fe y esperanza, un ejemplo de necesidad, un ejemplo de no creer en aquellos que deben dar y crear trabajo, un refugio en la fuerza de un milagro divino.
Una vez más, miles de fieles hicieron largas y penosas colas, soportando las inclemencias del tiempo, para pedir trabajo y agradecer al santo por tenerlo. En los rostros y las manos de la mayoría de los asistentes se veía como el sacrificio y el esfuerzo del trabajo duro de sus vidas va dejado sus huellas. Humildes trabajadores que se resisten a caer en la marginación, rezan para que esta sociedad individualista de hoy, no les cierre las puertas. Muchos de los fieles llevaban sus hijos en brazo, imitando a San Cayetano, como un símbolo de esperanza en un futuro más justo.
Esa multitud que peregrino por el santuario de San Cayetano, es un grito silencioso que reclama trabajo digno, salarios justo, estabilidad laboral, una vida decorosa para su familia, además de educación, salud y oportunidad para sus hijos.
Junto a ellos no se veían empresarios, políticos o gobernantes, los principales sordos de este grito piadoso de la multitud, indiferentes al padecimiento, soberbios en sus determinaciones, egoístas e individualistas ante el sufrimiento. Su única preocupación es por su porvenir y riqueza personal, lo que les produce una ceguera intolerable frente las angustias de los que menos tienen. Hacen ostentación de sus riquezas en un marco de inmoralidad sobre la creciente pobreza del pueblo. Las leyes del mercado, son para ellos, más poderosas y respetadas que la ley de Dios.
Los políticos se ocupan de los pobres cuando quieren su voto, pero los arrojan a la marginación ante la primera imposiciones del mercado. Se aprovechan de sus necesidades y de su renovada esperanza, para inmediatamente proponerles sacrificios que ellos no harán.
Esa creciente multitud que venera a San Cayetano desde la fe, esa otra multitud que perdió la fe y la esperanza y que se siente abandonada, es la cara más amplias y tristes de nuestro país, que se contrapone con la opulencia y el despilfarro de una minoría inmoral.
Dios quiera, que estas minorías soberbias e indiferentes escuchen este grito silenciosos y pacifico de los humildes, abran sus ojos a la realidad y sus corazones a la solidaridad, para que ésta peregrinación de amor, no se transforme en ira y venganza, porque serán ellos los únicos culpables de un desenlace incierto.

ORACION
San Cayetano, hemos venido hasta aquí como peregrinos para decirte,
A vos, que por amor a Dios nuestro Padre, pudiste abrir las puertas de tu corazón a todos tus hermanos y sobre todo a los más necesitados para que tuvieran un lugar en la sociedad de tu tiempo;
A vos, que por amor a Jesús, supiste derribar los muros del egoísmo personal y social y construir puentes entre los hombres;
A vos, que lleno del Espíritu Santo, experimentaste lo que es estar preso, y dedicaste tu vida a romper las cadenas de la desvalorización a que lleva toda exclusión;
A vos, que por amor a la Virgen María, luchaste para levantar las barreras que en tu época imponían a los más pobres, a los marginados, a los que no tenían trabajo;
Te pedimos que nos ayudes:
.- a abrir las puertas de nuestro corazón a nuestros hermanos, a hacer un lugar,
.- a derribar los muros que no nos dejan ver ni escuchar lo que sucede a nuestro alrededor.
.- A romper las cadenas que nos encierran en nuestro propio egoismo.
.- A levantar las barreras que no nos dejan tender la mano hacia el prójimo.
te suplicamos que intercedas ante Jesús, Señor de la Historia para que en nuestra Patria
.- Se abran las puertas a los pobres;
.- Se derriben los muros para escuchar a los que sufren;
.- Se rompan las cadenas que excluyen a tantos hermanos;
.- Se levantan ñas barreras a los que no tienen trabajo.


Héctor Daniel Fernández

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