lunes, 18 de mayo de 2009

LA CAIDA DE RUSIA

Mayo de 1996
Con la caída del comunismo desapareció la amenaza de crecimiento o expansión del régimen proletario, el capitalismo no necesitó más del Estado de Bienestar, que mostraba al mundo como la mejor oferta occidental, al terminar la oposición o competencia ideológica, se acabaron los beneficios. El capitalismo que se presentaba como una máquina de crear riqueza y mejorar vidas humanas, se transformó en una máquina que empobrece a la sociedad y destruye el empleo para beneficiar, principalmente, a una reducida clase social de empresarios, directores y inversores.
Durante el período comunista, los regímenes imperantes siempre hicieron incapié en las cuestiones sociales. Si bien se ejercía una privación de las libertades, los niños y los enfermos eran atendidos, se favorecía la cultura, y el gobierno o las empresas estatales proporcionaban una "red social". Después de la caída del Muro de Berlín, nació una enorme esperanza en la población y se les vendió la Economía de Mercado como una panacea. Pero éstas se dieron cuenta rápidamente de que también se habían tachado los servicios sociales que habían permitido consolidar, en mayor o menor medida, los regímenes anteriores y que el "déficit" social se acentuaba. De ahí las reacciones negativas que se observan en esos países. La desocupación y la incertidumbre son los que carcomen los estamentos sociales; la rebaja de salarios y la inflación debilitan el salario y las jubilaciones; la pérdida de las conquistas sociales, la falta de servicios sociales, factores que, reunidos, explican el descontento actual.
El resurgimiento político de los comunistas en Rusia y Polonia, el Partido del Bienestar en Turquía y los gremios en Francia, como así el triunfo de centro izquierda en Italia, muestra que cuando el capitalismo se vuelve salvaje y desmedido, cuando desemboca en el caos individualista, en la falta de seguridad jurídica, tráfico de armas, mafias organizadas, cuando las privatizaciones impuestas por el FMI terminan convirtiéndose en objeto de especulaciones clandestinas por parte de funcionarios estatales, prefiere cualquier cosa al presente.
Es también de destacar particularmente que durante más de 20 días del descontento social francés, por ejemplo, el mundo occidental y sus aliados asistieron azorados al regreso del sindicato al primer plano de la escena nacional de un país industrializado, una presencia desdibujada sin cesar desde los años 80.
Los dirigentes políticos y empresarios inspirados en la filosofía de la Economía de Mercado y globalización, se embarcaron en políticas de liberalización, de apertura de las fronteras, la desregulación en forma despiadada y la competencia internacional exacerbada, con lo cual los grandes grupos financieros se lanzaron a una carrera desenfrenada por la productividad y una porción del mercado. Ahora en todos los países y sectores se generó un proceso de concentración, la unión o fusión de empresas, trayendo aparejado recortes de personal, rompiendo equilibrios locales y regionales, y en muchos casos a pesar de lograr beneficios importantes producen despidos masivos y reducen salarios del personal menos calificado. Ahora descubren que de ese modo generaron una crisis social que toma nueva formas, la pobreza de masa, la desocupación masiva y la ansiedad. Ellos tiene la responsabilidad más amplia frente al conjunto de la sociedad. Deben preocuparse, por ejemplo de combatir la desocupación y la exclusión, por la formación de personal, por la defensa del medio ambiente, etc.
Las grandes corporaciones o empresarios, ricos ellos, idearon este sistema para defender sus intereses y aportar lo menos posible a la redistribución de sus riquezas, o mejor dicho, el fruto de sus empresas, que con no menos derecho deben acceder los que producen esos bienes, los trabajadores. El avance de la tecnología juega a su favor, dado que al robotizar y computar las máquinas, reemplazó el trabajo artesanal, suplantan funciones, eliminando puestos de trabajo, aparte, con el concepto de que una máquina tiene menos problemas sociales que un trabajador, por lo tanto expulsan obreros y adquieren máquinas. Con este criterio intentan que el producto de esas empresas y el incremento de sus riquezas no sea derivado hacia la función social. Las empresas y sus dirigentes no tienen ni Dios ni ley, ganan millones y despiden a miles de trabajadores dejándolos librados a la incertidumbre de su futuro.

Otra de las facetas que se puede observar claramente es el comportamiento de las grandes empresas es según el país en que se radiquen o inviertan, no es lo mismo un país del primer mundo que uno en desarrollo o pobre, en estos últimos pretenden hacer todo aquello que no se le esta permitido en los países industrializados, injustamente y carentes de toda sensibilidad por las necesidades de esos países, tratan de imponer condiciones bajo la amenaza de no invertir o retirarse. En los países Desarrollados se deben adaptar a las cuestiones económicas, jurídicas, impositivas, de seguridad, medio ambiente, etc., pero en los otros, ellos exigen que las leyes establecidas sean variadas para favorecerlos, pero perjudicando su independencia y sus habitantes, llegando al extremo que si fuera necesario se les permita arrasar con sus recursos naturales.
Generalmente esto se da en Gobiernos dominados, débiles, pobres o carentes de carácter y determinación para defender la independencia económica de su países, incapaces de plantear al pueblo una lucha equitativa y justa contra este atropello. Por lo general los habitantes más humildes están dispuestos al sacrificio, con la esperanza de un futuro mejor, pero para los más pudientes, estos sacrificios nos les reporta ninguna ventaja, nada hará variar su condición, pero si les obligara a repartir más justamente lo que ganen.

Sólo en los algunos países desarrollados, como los de nuestra región, se insiste en hablar de la globalización como único horizonte. En el mundo desarrollado ya saben, en cambio, que está instalada y que inicio su crisis, porque como modelo que garantiza seguridad y prosperidad a un mismo tiempo, es la más piadosa de las interpretaciones y una respuesta incompleta. Existen Gobiernos comprometidos o carentes de poder y voluntad para producir cambios, y otros, muchísimas veces no tienen la suficiente experiencia con el sistema que quieren aplicar, por lo tanto tratan de imponer recetas que no se adaptan o adecuan a la forma de vida e idiosincrasia del pueblo, de igual forma que los comunistas quisieron en más de una ocasión importar las ideas de la "revolución rusa" a otros países, y fracasaron, entre otras cosas, por no tener en cuenta estos detalles.
El Gobierno incrementa su presión tributaria para cubrir sus gastos y pagar la deuda externa, pero deslinda responsabilidad social que le cabe, como en Salud, Educación y Seguridad. Además las imposiciones mundiales obligan a los gobiernos con falta de personalidad e ideología propia a reducirse, y estos lo hacen desarticulando las redes de seguridad social solidarias, de modo que los que quedan fuera, están en caída libre.
Sería conveniente que aplicaran políticas sociales integradas, activas y eficientes, pero llevándolas a los hechos, no en enunciados o en ideas, y para que estas políticas puedan tener éxito es necesario que no se enfoquen o se subordinen a los dictámenes económico-administrativo. Se deben llevar adelante programas sociales de empleo masivo, nutrición, extensión de la salud primaria, vivienda al alcance de todos, en los programas sociales hay objetivos múltiples a lograr, pero deben ser conciliados y contar con la participación activa de la población asistida. Es necesario tener en claro que gastar en lo social no es una pérdida o algo ineficiente, se estima, entre otras cosas, que una de las inversiones con más alta tasa de retorno en el mundo es la educación.
El sostener ese pensamiento único está asfixiando el territorio de ideas y el debate en la región desde comienzo de la década. Una democracia que puede volverse solo formal si sigue hueca de equidad social, cumple disciplinadamente los ajustes fiscales y proclama la lógica del mercado, en verdad, se asemeja más a una dictadura.
Es bueno que estos hechos también ocurran en Europa y EEUU, como así las luchas sociales, como la de Francia o la vuelta del socialismo en algunos países europeos, sintiendo en carne propia su receta, lo que está produciendo cambios, pero aquí se sigue con el mismo modelo.
Solo la puesta en peligro del capital personal de los grandes empresarios y dueños del dinero en el mundo, hará que se avengan a una negociación más justa y equitativa.
Este sistema económico que se implantó en el mundo entre las muchas cosas que logró es el aumento de la pobreza, alcanzándose índices espeluznantes; entre 1.500 y 2.000 millones de personas de una población mundial de 6.000 millones, viven actualmente en un estado de extrema pobreza y muchos de ellos disponen para alimentarse de ingresos menores de un dólar diario, sin agua y sin acceso a algún tipo de prestación médica. En el documento difundido por la ONU se dijo que "la diferencia entre ricos y pobres se ahonda tanto en el interior de los países desarrollados como en numerosas naciones en desarrollo, particularmente en las menos adelantadas". "La extrema pobreza se trasmite de padres a hijos, lo que constituye un círculo vicioso de donde se sale muy difícilmente". A medida que aumenta el éxodo del campo, la miseria golpea cada vez más a las poblaciones de las ciudades, con lo que se genera una urbanización de la pobreza".
Esta clase dirigencial mundial miope e insensata no comprende que la tierra es por ahora el único planeta donde el hombre puede vivir. Es indispensable y primordial poner el desarrollo científico y tecnológico, y sus beneficios al servicio y alcance de todos los seres humanos, volviendo a colocar al hombre como principal en la ecuación y al dinero como accesorio.

Héctor Daniel Fernández

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