Por estos días se ha hablado mucho de la foto del presidente Alberto Fernández festejando con un grupo de personas el cumpleaños de su mujer en la residencia oficial, en el momento más duro del aislamiento exigido a causa de la pandemia, por un decreto del mismo presidente.
La realidad es que
afecta directamente al Presidente y no deja de ser un conflicto netamente
ético, el peso simbólico es negativo y generó críticas unánimes, hasta el punto
de que el Presidente expuso arrepentimiento y su pedido de disculpas.
Posteriormente aparecieron
las fotos del cumpleaños de Elisa Carrio, donde asistieron unas 70 personas,
entre ellos el Jefe y el Vice de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Rodríguez
Larreta y Santilli, además de Negri y otros.
Desgraciadamente estas
fotos, como muchas otras, deslegitiman la política, alienta a los anti política
y acrecienta en la gente común la creencia de impunidad con que se manejan políticos
-“al fin y al cabo los políticos todos son iguales”- o empresarios. Molesta porque las
reglas impartidas no se aplican y no son cumplidas por quienes las imparten.
Esa foto, tiene cierta
similitud, con el cumpleaños de Carrio, las marchas anti cuarentena o la de
Mauricio Macri, que en plena pandemia y con severas restricciones, fue y vino
en el día en un avión privado al Paraguay, donde fue recibido por el
expresidente Cartes, sin cumplir los protocolos mínimos de seguridad, sin
tapabocas y a los abrazos. Al igual que el viaje de vacaciones en un avión privado
de Rodríguez Larreta con su familia a Brasil o las vacaciones a Europa de Macri,
cuando casi nadie podía salir del País.
La indignación, el
dolor o la bronca por la foto de Olivos solo vale para la gente, para el pueblo
y no para los políticos y menos los de la oposición, porque no tienen el valor
moral y ético para criticar o pedir nada. Esta foto publicada ahora, porque
tiene más de un año, es claramente una operación de campaña para desacreditar al
gobierno, y porque la oposición se aferra a los errores de este gobierno porque
no puede hablar de otra cosa después de los recientes cuatro años de gobierno
desastrosos que gobernaron sin pandemia y que dejaron al País peor que con la
pandemia. El gobierno no se puede pasar tirándose tiros a los pies. Está claro
que cualquier partido aposición u oficialismos hubiera aprovechado este yerro.
Duele en aquellos ciudadanos
comunes que cumplieron a raja tabla las disposiciones. Que no festejaron
cumpleaños, casamientos o aquellos que no pudieron despedir a sus difuntos.
Aclaro que yo no cumplí
las disposiciones porque el presidente lo dispuso, sino porque atendí a lo que
aconsejaban los expertos e infectologos, además de ver las acciones que tomaban
los demás países “desarrollados”.
Queda claro que hay
una indignación selectiva, porque es bueno recordar que mientras millones de
ciudadanos hacíamos la “cuarentena” la
oposición hacía marchas al obelisco sin respetar ningún protocolo, quemaban
barbijos, llamaban a la desobediencia, acusaron al presidente de envenenar al
pueblo. Ellos son expertos en hacer necro-política.
También es muy
hipócrita escuchar hablar a lo oposición del valor de palabra, o el mal manejo
de la pandemia o de los muertos. María Eugenia Vidal, la orgullosamente
bonaerense y que jamás abandonaría a los bonaerenses, se fue a competir a la
Capital y ahora nos mandan a Santilli a la provincia, eso me hace acordar
civilización o barbarie, los cultos de la Capital vienen a conquistar a los
negros del conurbano. Una nueva conquista del desierto. Tampoco Macri no puede
hablar del valor de la palabra, porque nada de lo que prometió en campaña cumplió
http://lzrsocialypopular.blogspot.com/2019/01/castigando-al-pueblo.html. Tampoco
se indignaron por las visitas de jueces a Mauricio Macri en reiteradas
oportunidades a Olivos y a la Casa Rosada, como lo hicieron, en su momento, con
la irreal vista del Juez Casanello a Cristina. Como tampoco nadie se
escandalizo cuando Mauricio Macri modificó por decreto la ley de blanqueo
aprobada por el Congreso para que sus familiares pudieran acogerse a ese
beneficio.
La derecha históricamente
no pide disculpas, más bien tiene justificativo para todos, porque ellos son la
civilización y la república a los que demás deben someterse bajo sus
condiciones económicas y sus políticas. No pidieron disculpas por las masacres
de indios, por las matanzas de la Patagonia, por los muertos en la semana trágica,
por los bombardeos a Plaza de Mayo, por la profanación de los restos de Evita, por
ser parte fundamental de los golpes militares, por los desaparecidos, por los
endeudamientos, por el megacanje, los muertos del 2001, tomar deuda a 100 años,
la lista sería interminable.
Ahora son los gobiernos
progresistas o populares los que permanentemente son juzgados por estos
inmorales, les exigen autocriticas y dar constantes pruebas de honestidad, mientras
ellos avasallan todo justificados desde su poder.
Convengamos que la
foto del presidente lo perjudica a él, pero no perjudico a los argentinos, como
si lo hizo Mauricio Macri con la toma de deuda externa con acreedores privados
y el Fondo Monetario Internacional que nos dejó condicionados y todo el pueblo
debe pagar. Además de permitir que se fugaran millones de dólares beneficiando a
sus amigos.
Por ello las disculpas
deben ser para la gente común, aquel que no llega a fin de mes, que no consigue
trabajo, que no tiene la changa, aquel que tuvo que ir a buscar comida a un
comedor comunitario solidario o sea a más del 40% de las personas que están en
la pobreza no les interesa esa foto, les preocupa otras cosas que la oposición
no quiso ni pudo solucionar cuando fue gobierno.
En definitiva la foto
no le cambia la vida a nadie, solo les llaga a las personas con cierto interés político,
el que no vota al gobierno se indigna por eso o por cualquier otra cosa, tiene
la indignación o el odio a flor de piel. El que vota al gobierno, le afecta,
pero lo votara igual, porque lo que está en frente es peor. Ahora la mayoría del
pueblo que la está pasando mal tiene su interés puesto en el día a día, en que
se cumpla con el contrato electoral que le prometieron.
Daniel Fernández
Agosto 2021