Entre pandemia y cuidados pudimos
llegar a las Fiestas de Navidad y fin de Año que no es poco. Siempre sobreviene
una reflexión acerca del año que ya termina, de los logros y de las
frustraciones propias del devenir del tiempo, pero en este 2020 ha sido muy
particular, un año complicado y difícil, pero como somos unos resistentes, saldremos
de esta como hemos salido de otras. No permitamos que la decepción nos supere,
ni entreguemos nuestra ilusión de creer en la utopía de ser partícipes de un
mundo mejor. No renunciemos a la esperanza, siempre algo más podemos hacer. Pongamos
parte de nuestras fuerzas para que no sólo sea un cambio año, que el 2021 la
solidaridad sea un valor indispensable para crecer como seres humanos. La
construcción de un futuro mejor depende también de nosotros, no esperemos todo
de los demás, luchemos por una sociedad solidaria y con justicia social.
Levanto mi copa simbólicamente con
la que vas a brindar, la levanto al cielo y con ella los deseos, los sueños y
las esperanzas de todos, para que en estas fiestas el amor infinito los toque
con la vara de sus milagros y los convierta en realidad.
Mucha suerte para el año que
viene y que la pasen lo mejor posible. Felices Fiestas para todos.
Diego Armando Maradona y Eduardo Galeano compartían una
admiración mutua que no temían manifestar, hecho que se puede comprobar en
diferentes declaraciones públicas y en las múltiples referencias al astro
argentino que el escritor uruguayo plasmó en sus obras.
Una de las más resonantes y recordadas aparece en su libro
Cerrado por Fútbol (2017), en el cual Galeano describe al "10" como
“el más humano de los dioses”, una definición que ya había adelantado en el
programa Los días de Galeano.
“Maradona se
convirtió en una suerte de Dios sucio, el más humano de los dioses. Eso quizás
explica la veneración universal que él conquistó, más que ningún otro jugador.
Un Dios sucio que se nos parece: mujeriego, parlanchín, borrachín, tragón,
irresponsable, mentiroso, fanfarrón”, decía Galeano.
En ese mismo fragmento, el escritor uruguayo hacía
referencia al precio de la fama y el éxito que debió soportar Diego, por ser el
mejor de la historia del fútbol: “Pero los dioses no se jubilan, por muy
humanos que sean. Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía.
La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero”, agregó
Galeano.
“La exitoína es una droga muchísimo más devastadora que la
cocaína, aunque no la delatan los análisis de sangre ni de orina”, concluyó el
escritor en el conmovedor video.
En vida, cada uno de ellos era declarado fanático del otro.
Los unían ideales, pensamientos que defendieron siempre.
En 2015 cuando “el 10” supo que Galeano había muerto le
dedicó un cálido mensaje: “Gracias por luchar como un 5 en la mitad de la
cancha y por meterles goles a los poderosos como un 10. Gracias por entenderme,
también. Gracias, Eduardo Galeano: en el equipo hacen falta muchos como vos. Te
voy a extrañar”.
Este 25 de noviembre pasará a la memoria de los argentinos
por la muerte de Maradona. Lo que muchos creían imposible finalmente sucedió en
el mediodía de este miércoles.
Por eso, es necesario recordar el día que Galeano cayó a sus
pies.
30 de noviembre de 2020
Hay que alentar lo Maradó - Por Eduardo Aliverti
Uno piensa en eso de las
contradicciones probablemente insalvables, que ni el mejor ejercicio dialéctico
resolvería. O tal vez sí, y es uno el impedido.
Lo piensa a partir de los entreveros
por el velatorio de Maradona en la Casa Rosada, por ahora con los incidentes
excluidos.
En medio de tener que seguir
cuidándose porque el bicho sigue ahí; porque hay que prevenirse contra los
excesos de optimismo; porque nadie asegura nada, aun con el panorama alentador
de las vacunas, resulta que ante la partida del 10 se (nos) cayeron
terminantemente todas las recomendaciones militadas, sea porque se estuvo en
esas filas abigarradas de cuadras y cuadras o por haber temblado de emoción al
verlas.
Uno se cansó de putear contra las
manifestaciones opositoras al Gobierno por interpretarlas como invitación al
contagio, al margen de sus contenidos políticos; y vio, ve, con demasiadas
cosquillas negativas, el relajo en las… favorables, digamos.
Y entonces se muere Maradona, y
medio que todo importó un pito.
Contradicción irresoluble.
Es decir: se cayó en la cuenta de
que no se podía hacer nada que no fuese organizar las cosas, de un momento para
otro, de una manera que antes que mejor, incluso, fuese lo menos peor posible,
porque así lo imponía la dimensión inconmensurable de la figura involucrada.
El tipo de pasión que despierta
Maradona es equiparable a la de absolutamente nadie, de modo que todos nos
preguntamos “y ahora qué se hace, má’ que coronavirus”. Cómo.
Uno pensó si acaso no es hacerle
el juego a los carroñeros detenerse en los detalles del desaguisado, pero,
¿cómo podría evitarse el mínimo abordaje de lo que vimos todos?
Las cosas salieron muy mal, y es
un dolor tremendo la cantidad de gente que se quedó afuera de volver a
proyectarse en el Diego con un último saludo de segundos.
Eso fue el efecto de una
desorganización notable, virtualmente increíble, que no debe perdonarse.
Que la familia no tomara
conciencia de que el muerto ya no le pertenecía, porque era del pueblo, es un
juicio válido pero subjetivo, que no afecta la irresponsabilidad estatal.
¿O es que en un funeral de Estado
deben primar los sentimientos familiares sobre las condiciones organizativas y
de seguridad?
¿Entendemos bien, y Claudia
Villafañe fue la jefa de Estado desde la muerte de su ex marido hasta el retiro
del cuerpo?
Dicho, siempre, con la prevención
de que uno no es más que un comentarista y no está en los zapatos de quienes
deben tomar peligrosas o embarrantes decisiones institucionales, todos hicieron
todo mal.
Todos.
Hablamos del gobierno nacional,
en primer término, y del de la Ciudad; que encima se prendieron en un cruce de
acusaciones horrible, al que le cabe la muy fea, pero precisa acusación de
haberse tirado al muerto de un lado para otro.
Al no coordinar nada de nada, una
vez resuelto que el velorio sería en Casa Rosada y siendo que respecto de
cualquier otro lugar o procedimiento hubiese pasado exactamente lo mismo
(justamente por aquello de no organizar nada), la sucesión de errores fue
impresionante.
El comienzo operativo de las
equivocaciones fue no haber cerrado la Plaza de Mayo desde la madrugada, para
evitar la obviedad de que fuera copada por los barras que, a primera hora, la
pudrirían más obviamente todavía.
Sacaron la cuenta de hasta un
millón de personas contra toda matemática escolar de cómo se haría para
administrarlas y conducirlas en apenas diez horas de adiós al ídolo más grande
de la historia argentina, definición que puede merecer reparos moralistas, pero
no de objetividad descriptiva.
Ceremonial y Protocolo
presidenciales; la Casa Militar que controla(ría) la seguridad en la Rosada; la
policía metropolitana presta a reprimir a puro balazo de goma a la primera de
cambio, como si eso tampoco lo supieran de antemano; la falta de un cordón
siquiera para prevenir las trepadas a las rejas; el ingreso al Patio de las
Palmeras; los ministerios de Seguridad improvisando, desbordados…
Todos volcaron, desde el momento
en que nadie pareció tener conciencia de que el muerto era Maradona.
Lo cierto son esas almas que se
quedaron sin despedir al Dios de existencia efectivamente comprobada.
¿Vieron la constitución de esa
multitud?
Salvo que el ojímetro falle
gravemente, la mayoría aplastante de quienes pusieron el cuerpo para despedir a
Maradona era de gente muy joven y de sectores populares, bien de abajo, bien de
golpearse el corazón en su nombre, bien de que se mezclaron todas las camisetas
dándole una pacífica clase magistral a la pulcra hipocresía de que hay que
superar la grieta.
No se trata de romantizar a los
pobres ni al muerto, sino de haber constatado que el vínculo entre ellos es tan
leal, tan estrecho, como para registrar que era ingambeteable --Diego
incluido-- lo que paradójicamente fue definido en forma brillante por el título
de un artículo del diario La Nación, firmado por Nicolás Cassese y María
Nöllman.
“Maradona tuvo un velatorio como
su vida: caótico, emocionante y plebeyo”.
Ya están y vendrán las tonterías
de que, si no se pudo organizar bien un velorio, mal podrá distribuirse la
logística gigantesca de aplicar la vacuna que fuese.
Mentira o, de base, no tiene nada que ver: en eso sí viene
trabajándose hace meses y tenemos uno de los mejores planes de vacunación
masivos que exista.
Como el 10, nuestras exuberancias positivas y negativas son
muy difíciles de comparar.
El mundo vuelve a andar de a poco tras estas horas de
detención y ¿locura?
Volveremos a nuestros índices inflacionarios, al dólar blue,
al desabastecimiento de materiales para la construcción, a las peleas contra la
trifecta comunicacional, a que los movimientos sociales controlen diciembre en
el conurbano bonaerense, a la procuraduría fiscal, a los mandobles de AEA, a
las primarias sí o no, a la legalización del aborto, al cálculo de los haberes
jubilatorios, a la emisión monetaria, al gorilaje desencajado, en este país que
se cae y se levanta, y viceversa, y viceversa otra vez.
Un país prácticamente indescifrable, al que lo único que le
faltaba es que se muriera Maradona (aunque un oyente de radio advirtió con la
pregunta de si ya se sabe cuándo caerá el meteorito, como para completar el
año).
En Brasil se morirá Pelé, por decir, y podría arriesgarse
que habrá ciertas manifestaciones intensivas pero, sólo, para despedir a un
jugador de fútbol descomunal.
Maradona, en cambio, fue y es una imagen infinitamente
superadora de su arte.
No sólo ni acá ni en Nápoles sino, casi, en ninguna parte
del universo, fue sentido que se despedía, apenas, al malabarista más
extraordinario de una actividad genial, exclusiva, movilizadora también como
casi nada.
Ese deporte en que las manos no se pueden usar salvo en un
puesto entre once, para devolver la pelota desde sitios laterales y para que
Maradona haya cometido la picardía más celebrada de todos los tiempos.
La ilustración del The Guardian, con la reina despatarrada y
furiosa como si fuese Shilton, el arquero inglés en el partido más famoso de la
historia del fútbol en su jugada máxima, con Diego dejando atrás a Churchill,
Shakespeare y Los Beatles, entre otros, posiblemente explica todo o muy buena
parte sobre el porqué del sentimiento popular.
No por Maradó como jugador.
Como Fiorito, fierita y símbolo de que el abajo puede.
O sea: lo que expone que los argentinos sigamos siendo
lamentable y afortunadamente una incógnita desorbitada, en la que todo lo que
pasa y pasará es al menos discutible y disputable
Apenas asumió este
nuevo Gobierno, un sector importante de medios, políticos y personas comenzaron
a critican todo lo que hace, no hace, dice y no dice, incluso han salido a la
calle a manifestarse en plena pandemia y en el pico de los contagios. Ahora las
críticas van por la nueva fórmula jubilatoria presentada ante el Congreso, la
eliminación del IFE y ATP, el Aporte Solidario a las grandes fortunas, el
presupuesto, el acuerdo con los bonistas, la pobreza y la indigencia. Cuando
antes- sin pandemia - convalidaban, justificaban u ocultaban todo las medidas
que nos llevó a un desastre social y económico. Pareciera que sufren de
amnesia, no recuerdan que no hace un año eran gobierno. Es válido criticar dado
que estamos en democracia, lo que si deberían tener cierta coherencia. Resulta insólito
que este sector, en ciertas ocasiones, quiera correr al gobierno por izquierda
y luego pide ajuste fiscal, pero que se haga con los de abajo, porque los de
arriba no están dispuestos a sacrificar nada. Como también es un clásico que
los trotskistas exijan que se vaya por todo, cuando ellos nunca gobernaron nada
en ningún lado.
Antes de desarrollar
mi pensamiento, quiero dejar sentada mi postura: considero que los aumentos por
decretos a las jubilaciones han sido insuficientes. Que la nueva fórmula, por
la experiencia anterior, podría ser positiva, pero debería tener una cláusula
gatillo que actualice la probable pérdida que puedan tener las jubilaciones en
relación a la canasta familiar, principalmente a las jubilaciones más bajas. Creo
que todos esperamos que las jubilaciones - principalmente de la mínima y medias
– cubran la canasta básica. Para ello hay que garantizar la sustentabilidad del
sistema de seguridad social. Tengamos en cuenta en todos los que no aportan: un
40% (antes de la pandemia) de trabajadores no registrados, los desocupados, los
que cobran parte de sus salarios en negro, los empresarios que no hacen los
aportes de sus empleados. También rescato que hubo algunos beneficios para los
jubilados, se repusieron medicamentos gratuitos, no hubo aumento de tarifas de
servicios, cancelaron deudas contraídas para pagar los servicios, entre otras
cosas. Eso si, quiero que el Presidente cumpla lo que prometido en campaña: “él
elegía a los jubilados antes que a los bancos”.
También me pareció
escaso lo otorgado en el IFE y se tendría que seguir pagando porque la
emergencia no ha sido superada, a pesar del aumento de la tarjeta alimentar. Los
REPRO, que reemplazan a los ATP, deberían cubrir los montos necesarios para los
trabajadores.
Sobre el aporte
solidario, estoy de acuerdo, pero es insuficiente. Aunque creo que es más que
nada simbólico, es una puja de poder. El poder real quiere imponer sus
condiciones y establecer un freno a posibles medidas que vaya en contra de sus
intereses, entre ellas, a una reforma impositiva progresiva o una reforma
profunda de la justicia. El gobierno pretende imponer el derecho que le dan los
votos, sobre un poder que siempre le ha sido esquivo.
También me preocupa cómo
se va encarar la pos pandemia, la situación socioeconómica es muy difícil. Las
dudas son con respecto de cómo va a ser la trasferencia del ingreso para la
generación de puestos de trabajos, la mejora de los salarios por encima de la
inflación para estimular el consumo interno y recuperar la economía para un
crecimiento con inclusión. Como va a influir el FMI en todo esto.
Este es un Gobierno
con buenas intenciones, que por errores propios y acciones ajenas, se queda en
ocasiones a medio camino.
Yo, un ciudadano común
sin responsabilidad de gestión, hubiera ido por la estatización de los
servicios, con el fin de tener energía barata que el desarrollo industrial. Al
manejo de la comercialización de granos, para abastecer de materia prima
subsidiada a la industria alimenticia, evitar evasiones y fuga de divisas,
además de un importante ingreso de dinero. A la investigación de la deuda y
fuga de capitales. A un mayor de control en los precios y desarmar la
concentración de empresas alimenticias, para defender el poder adquisitivo del
conjunto de los argentinos. El
interrogante es cuál es la correlación de fuerzas, que control se ejerce y la
capacidad para contrarrestar el poder de quienes tienen el manejo irrestricto
productivo.
También debo reconocer
que se han tomados medidas, quizás con sabor insuficientes, para cubrir
necesidades alimentarias en medio de esta catástrofe. Que se trabajó
fuertemente para adecuar la situación sanitaria, que era deficiente, para
sobrellevar de la mejor manera esta pandemia. El Gobierno viene haciendo más de
lo que trasmite, pero adolece de severos problemas de comunicación o como dice
en un posteo que copio completo al final de Jorge Alemán: “Difícil situación, porque a veces fingir que se está quieto puede tal
vez ser la única forma de resistencia posible. Ese fingir no es un no hacer, no
es una claudicación pasiva, es intentar sortear el éxtasis acelerado y
paranoico de la derecha neoliberal para darle el tiempo pertinente a una agenda
de trabajo y a la política en medio de un quiebre civilizatorio desconocido aún
en sus consecuencias.” Además de tener enfrente una máquina destructiva,
que genera ataques de los sectores más concentrados del poder, en términos
económicos, mediáticos y judiciales con el fin de desgastar e imponer sus
condiciones de máxima. Aunque sí podrían: voltearían al gobierno.
Reconocer aciertos y
dificultades no significa la defensa a ultranza del proceder del Gobierno.
Siempre he tenido un pensamiento crítico, pero eso sí, tengo identificado donde
está el enemigo y procuro no hacerle el juego a un poder insaciable.
No puedo dejar de
reconocer que han dejado un país endeudado y sometido bajo la presión de los
acreedores externos e internos, que extorsionan con devaluación, reforma
laboral y jubilatoria y ajuste fiscal sobre las clases bajas y medias. Tampoco puedo
dejar de ver que el 46% de los diputados que representan el 40% de la población
defienden al 0,02% de personas más ricas del País. Son los que a diario se
quejan de que un pobre cobra un plan más o menos, que jubilaron a muchas amas
de casa, que es un despropósito la AUH, que si toman tierras (que está mal)
para escapar al hacinamiento, pero NO critican a los que evaden verdaderas
fortunas, que tienen cuentas en paraísos fiscales, los que extorsionan con el
mercado cambiario perjudicando al conjunto de los argentinos. A los formadores
de precios que no para de aumentar con una economía virtualmente inmovilizada,
sin aumento de energía ni devaluación del tipo de cambio que rige las
transacciones comerciales. Los que concentran las riquezas en pocas manos en
desmedro de los que menos tienen, los que como Vicentín estafan a trabajadores
y productores. Contrabandean granos y hacen triangulaciones para no pagar impuestos.
http://lzrsocialypopular.blogspot.com/2020/06/vicentin-entre-errores-propios-el-poder.html.
Los que tienen a los trabajadores en negro o no pagan los aportes patronales. Los poderosos son los que hacen inviable
este País. Además cuentan con los medios de comunicación más
importantes y la justicia a su servicio. Una Justicia contaminada y desprestigiada
que representa los intereses de los poderosos y defiende su corporación. La
Corte Suprema es un poder aristocrático-corporativo que le marca la cancha a la
política.
Ahora, me sorprende
mucho que aquellos que hoy critican estas medidas, no dijeron nada cuando el
anterior gobierno endeudo al País, condicionando las políticas futuras. Pero
ahora critican el acuerdo con los bonistas, porque prorrogaron los pagos para
el próximo gobierno. Tampoco levantaron su vos al ver que ese récord de
endeudamiento en tan corto plazo sirvió tan sólo para la continua fuga de
capitales. Tampoco cuando cerraron miles de empresas y se perdieron miles de
puestos de trabajo registrado. No escuche quejas de cuando líquido acciones del
Fondo de Garantía de Sustentabilidad. No
dijeron nada cuando no cumplieron con las promesas de campaña como la
eliminación del impuesto a las Ganancias a los trabajadores o pobreza cero.
Recordemos un poco
algunos datos y tan solo algunos, de cómo dejo el gobierno de Macri el País: La
actividad económica cayó a niveles mínimos desde 2001. Con un consumo que en
los 45 meses de gestión de Mauricio Macri registró caídas en 42 meses,
hilvanado 21 meses de retroceso en las ventas minoristas. Macri decía: "La
inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar”, y vaya que
demostró incapacidad para domarla. En el 2019 la inflación fue el 53,8% y en
los cuatro años de mandato acumulará más de un 290%. El aumento en las tarifas
de electricidad totaliza 3.240,1% y en el gas 4.096,3%. El dólar pasó de $9,84
a $ 65, un incremento de más del 560%, bastante más que la propia inflación. La
deuda pública argentina creció más del 50% entre diciembre de 2015 y junio de
2019, lo que representa un monto de más de u$s334.000 millones. En ese periodo,
también se fugaron u$s73.160 millones. Argentina debería enfrentar vencimientos
en dólares por un total de u$s100 mil millones en el periodo 2020-2023”. Macri
acuñó la frase “por la meta que quiero que se me juzgue es si pude o no reducir
la pobreza”, consignó que la pobreza saltara al 35,4% durante el primer
semestre de 2019, con lo que ya afecta a casi 16 millones de personas, siendo
la cifra más alta de la era Macri. En el periodo de diciembre de 2015 a junio
de 2019 cerraron 23.051 empresas y se perdieron 146.855 empleos industriales.
Tras esto, tuvimos una
pandemia que afecto al mundo y mucho más a nuestro País que venía de la
pandemia amarilla. Por eso sorprende que muchos políticos de la oposición que
fueron gobierno, ahora quieren decir cómo hay que hacer las cosas, por el bien
del pueblo y el País.
El gobierno de Macri tomo
medidas para favoreces a los más ricos, inversores y empresas, con el fin de que
llegara la lluvia de inversiones, las que nunca llegaron.
Lo que no hay que
perder de vista, que este Gobierno pudo y puede equivocarse o dar signos de
titubeo, está bien que se debatan aspectos, manifestaciones o dudas sobre
algunas medidas, está bien que los propios marquen la cancha y hacer todo tipo
de elucubraciones sobre la coyuntura, lo que no se puede confundir quien es el
enemigo, porque sabemos que intereses representan cada uno.
Daniel Fernández
Noviembre 2020
Derechas y pandemia en la guerra política
Por Jorge Alemán
Las derechas empujan y
atropellan todos los límites democráticos. Es su nuevo sello, el Neoliberalismo
no encuentra fácilmente modos democráticos de legitimación. El mundo de las
mediaciones se le ha vuelto totalmente ajeno. Para las derechas el primer
mandato es estigmatizar al otro como dictador autoritario, sellar al gobierno
democrático como un nuevo tipo de comunismo generador de un caos social y
económico. Todo esto en una política de guerra donde lo que es progresista o
popular nunca es un adversario, es un enemigo a abatir. Incluso horadando las
razonables medidas que se toman con respecto a la pandemia.
Lo hacen, cuando se
trata de gobiernos progresistas o populares, para obligarlos a existir de un
modo defensivo en la propia agenda de las derechas y para también provocar que
los gobiernos progresistas o populares, llegado el caso, tomen medidas
contundentes que luego no encuentren los verdaderos recursos para sostenerlas.
La terrible paradoja
de esta situación es que las derechas están esperando que esas medidas
contundentes se lleven a cabo para así confirmar definitivamente que los
gobiernos progresistas o populares son dictaduras totalitarias.
Las izquierdas que
apoyan críticamente a estos gobiernos, y que habitan espontáneamente en el
mantra de avanzar y radicalizar, ya que si no actúan así entonces los gobiernos
caerán por su debilidad. Ciertas izquierdas tienen siempre el hábito de pensar
que sólo se avanza en línea recta. Y por ello exigen avanzar sin dilaciones con
respecto a lo que se supone que habría que hacerse sin concesiones.
Sin embargo deberían
admitir las nuevas paradojas de la situación pandémica en su peligroso devenir.
A veces avanzar es quedar expuestos a un fuego internacional donde tarde o
temprano se perderá todo. Se olvida de qué se trata siempre de avanzar para
intentar la difícil tarea de ganarle al enorme poder neoliberal. Es cierto que
hay instantes de la historia en donde el imperativo exige luchar,
independientemente de si se gana o se pierde. Son aquellos instantes históricos
donde está en juego el honor y la ética más allá de todo cálculo y previsión.
Aquellos instantes donde no se puede retroceder aunque cueste la propia vida.
Las señas de la historia así lo indican. Y podría ser, nunca se sabe de
antemano, que un momento histórico de semejante gravedad al fin suceda. No se
sabe pero no es imposible.
Sin embargo esta vez
la derecha espera la radicalización para ahogar a los proyectos democráticos.
No se trata para los poderes si los gobiernos son moderados o no, el problema
es que existan. Porque la dominación mundial ya no sólo no soporta ni un mínimo
de soberanía, sino que no sabe si cuando los movimientos sociales recuperen la
calle aparecerán medidas exigidas por las propias demandas sociales
absolutamente insoportables para la derecha neoliberal.
La conformación
heterogénea de los frentes y coaliciones progresistas aumenta la hipótesis
cínico -conspirativa de las derechas. Difícil situación, porque a veces fingir
que se está quieto puede tal vez ser la única forma de resistencia posible. Ese
fingir no es un no hacer, no es una claudicación pasiva, es intentar sortear el
éxtasis acelerado y paranoico de la derecha neoliberal para darle el tiempo
pertinente a una agenda de trabajo y a la política en medio de un quiebre
civilizatorio desconocido aún en sus consecuencias.
En
2005, Néstor Kirchner, por entonces Presidente de la Nación leyó en la Feria del Libro un poema
de un detenido desaparecido, Joaquín Enrique Areta. Donde muestra cabalmente sus convicciones y personalidad. Después de Perón, el dirigente que más peronismo hizo.
"Quisiera
que me recuerden/ sin llorar ni lamentarse. / Quisiera que me recuerden
/ por haber hecho caminos / por haber marcado un rumbo / porque emocioné
su alma / porque se sintieron queridos / protegidos y ayudados / porque nunca
los dejé solos / porque interpreté sus ansias / porque canalicé su
amor. / Quisiera que me recuerden / junto a la risa de los felices
/ la seguridad de los justos / el sufrimiento de los humildes.
/ Quisiera que me recuerden / con piedad por mis errores / con comprensión
por mis debilidades / con cariño por mis virtudes. / Si no es así, prefiero el
olvido / que será el más duro castigo / por no cumplir con mi deber de
hombre". Poema
Molesto su atención y ocupación a los efectos de hacerles llegar una
humilde reflexión de un militante que ya está de vuelta en estas lides, sobre
lo que se percibe en Tres de Febrero y del Frente de Todos (peronismo). No
tengo pretensiones políticas, como único objetivo como dice León Gieco: Sólo le
pido a dios, Que el dolor no me sea indiferente, Que la reseca muerte no me
encuentre, vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.
Luego de otra derrota en las elecciones en nuestro partido de Tres de
Febrero, veo con mucha sorpresa un aparente pacto de “no agresión” con el
intendente reelecto, cosa que él y su partido no tienen con nuestro gobierno.
No ignoro que el oficialismo cuenta con mayoría en el H. Concejo Deliberante.
También que, con la pandemia, se hace complicado hacer política y quizás por
ello, se haya estableció un tipo de acuerdo para hacerle frente al virus. Pero
el Sr. Intendente siempre ha resuelto por las de él. Se guía y aplica en Tres
de Febrero las normas que adopta su aliado de CABA, el “amigo” Horacio Larreta.
Aquí nadie controla nada y cuando comerciantes se quejaron por no poder abrir,
ha dicho que son órdenes de Axel Kicillof “la provincia”. Por lo que sabemos
los que estamos en el llano, no accedió en formar un comité de crisis. Impuso,
compulsivamente, cobrar el alumbrado público en las boletas de Edenor, sin que se
conociera ninguna acción firme para oponerse. Aplico el Estacionamiento medido
en los barrios, en un momento muy difícil, sin mayores problemas ni reacciones.
Tampoco conocemos que alguien haya propuesto una moratoria amplia y generosa
para comerciantes, pequeños industriales y vecinos de Tres de Febrero que se
sienten asfixiados por la falta de trabajo y de ingresos suficientes por culpa
de la pandemia. Sólo hemos visto a compañeros, que solitariamente se quejaron y
expresaron en las redes y medios a su alcance nuestra oposición. Sentimos que
estamos solos. Lo que percibe el común
de los vecinos es que no existe una estrategia y una táctica del Frente de
Todos (en unidad), en la cual podamos encolumnarnos para enfrentar a esta
política clasista que termina por imponerse sin resistencia barrial. Estas
medidas, algunas unipersonales y otras consensuadas con su partido, terminan
afectándonos a todos. No se percibe una conducción unificada, sólo se advierte
el esfuerzo individual y la puja de intereses sectoriales. No se ve unidad de
criterio y de acción en el trabajo de base en nuestro distrito. Tampoco se nota
públicamente que contemos con una figura a nivel local o nacional con presencia
territorial y fuerza para competir y fijar posiciones a las medidas del actual
Intendente, que cuando es entrevistado en medios locales y nacionales,
oficiales y opositores, se muestra como un gran dialoguista y que aporta a la
convivencia. Además, expresando que su municipio es un ejemplo, cosa muy
alejada de la realidad. En cada entrevista, Valenzuela siempre deja sentado la
postura de su partido y no repudia a los violentos ni condena a los
desestabilizadores. Se hace propaganda con la ayuda que le dan el Gobierno
Nacional y Provincial. Tampoco es cuestión de contestar chicana por chicana,
sino llevar a una discusión política elevada. De seguir así, en mi modesta opinión, ganara
las próximas elecciones.
Ellos juegan a dos puntas. Los que ocupan cargos de gobierno, caso
Valenzuela, se hacen los dialoguistas y negocian para sacar benéficos que usan
para su favor. Mientras los que no tienen cargos gubernamentales juntos a los
medios de comunicación aliados, van constantemente al choque, son arbitrarios e
intolerantes creando un clima de caos y abatimiento, con el fin de desgatar y
esmerilar la imagen del presidente Alberto Fernández y del gobierno. Juegan a
policía bueno y policía malo, esperando recoger sus frutos en 2021 y 2023. Ellos
van a usar todo a su alcance para trabar todas las acciones de gobierno y las
leyes que el Gobierno quiera aplicar, como lo hacen en diputados. Han llamado a
la desobediencia civil y ahora “pario la abuela” la “Bonaerense” sale a la
calle y se manifiesta. ¿Debemos seguir poniendo la otra mejilla? El PJ dónde
está?
Creo, modestamente, que debemos tener dirigentes que se ocupen de
lleno a los problemas de Tres de Febrero, que sean una verdadera contra figura.
Se debe “caminar” en la “medida de las posibilidades” los barrios o usar las
nuevas tecnologías para reunirse con las fuerzas vivas de cada zona “para
escuchar”. Los concejales que “puedan” deben estar en los barrios, reunirse con
los vecinos, como lo hacían en la campaña. Los concejales son representantes de
los vecinos principalmente, no de una corriente interna o un partido, deben
actuar en unidad. En campaña los aspirantes a cargos recorren los barrios, se
reúnen con organizaciones civiles, sociales, comerciales, empresariales,
vecinales, etc. Ahora pasada las
elecciones somos nosotros los que tenemos que ir a buscarlos cuando tenemos
problemas. Quizás uno sea utópico, pero siempre creí que se militaba por un
ideal y no para alcanzar un cargo. Los cargos son tan solo un elemento para
lograr mejorar la vida de los demás y no la propia. Creo fervientemente en el
travasamiento generacional, no como salida laboral, sino el deseo de no pasar
por la vida sin colaborar con una gran causa, con generosidad, participación y
por la rebelión del mundo de los postergados.
Siguiendo con mi humilde opinión, pienso que, si se quiere recuperar
el Municipio, no se puede competir con las mismas armas que nos ofrece el
oponente, ellos tienen todas de ganar. Tampoco se gana solo con críticas a la
gestión. Hay que buscar opciones superadoras, propuestas y soluciones a los
problemas cotidianos, ofrecerles a los vecinos una opción que esté por encima
de la media y sobre todo que esté junto a ellos cuando lo necesitan. De nada
sirve entusiasmar y convencer a los convencidos, sino a los indecisos de
siempre.
Todo es discutible y mejorable. Nosotros propusimos llevar la política
al barrio. La constitución de Consejos Vecinales Barriales, integrado por todas
las fuerzas vivas de cada barrio, donde sean ellos quienes marquen sus
necesidades y prioridades. Que se gobierne escuchando a los vecinos y no de
espalda a ellos.
http://lzrsocialypopular.blogspot.com/2019/06/llevar-la-politica-al-barrio.html
Decíamos en nuestro documento: “Creemos que la descentralización de
las funciones estatales, autogestión, delegación de soberanía a unidades
menores o vecinales, descentralización de actividades públicas o modalidades de
representación más próximas a los actores sociales, es un paso adelante y
superador. Es necesario producir formas de organización de la sociedad mucho
más personalizadas y visibles en todos aquellos procesos y decisiones que
afectan a la mayoría de los vecinos. En nuestros días, se encuentra
generalizada la percepción de que cuando los gobiernos locales deciden lo hacen
desde niveles demasiado lejanos y poco visibles para el vecino común. Decrece
la legitimación o esta se convierte en una aceptación pasiva. La problemática
existe entre la cercanía y distancia que mantiene el poder con aquellos a
quienes demanda obediencia. Ha cambiado la relación del pueblo con los que
dicen ser nuestros representantes y aquel que no entendió el mensaje puede
pagarlo muy caro.” Que esto no suene a amenaza. Simplemente que ayude a ganar
las próximas elecciones. “Se hace
necesario un cambio de actitud a los efectos de abrir al ciudadano la mayor
cantidad de canales de participación real y control de gestión, de lo contrario
los daños a la sociedad y credibilidad serán irreparables y traerán aparejados
conflictos muchos más serios. Es
necesario recrear una democracia mucho más participativa y directa, donde la
voluntad popular sea consensuada y respetada.”
Participe en algunas reuniones en Ciudadela en las que estuvo Juan
Debandi y otros compañeros, en el Foro de Políticas Públicas, exponiendo lo
mismo, teniendo mucha aceptación entre los participantes, también le ofrecimos
toda la experiencia de nuestro trabajo social en Ciudadela. No he visto que
alguna propuesta presentadas se tuviera en cuenta. Quizás sean descabelladas o
no sea políticamente correcto. También puede que seamos unos delirantes,
alejados de la real política que se maneja en las internas.
No tengo mayores expectativas con estas reflexiones. Algunos amigos y
compañeros han leído esta carta, en general están de acuerdo, pero todos coincidieron
que es sembrar en el desierto. Creo que más vale encender una vela que
despotricar en la oscuridad.
Les dejo la visón de lo que ve un vecino que hace 71 años que vive en
el barrio, que camina a diario sus calles y observa con angustia su deterioro y
sus necesidades. Seguramente mi mirada sea pequeña y sesgada, pero es una
realidad que vivo a diario y comparto con otros vecinos en el territorio.
Tengo ya 71 años y un largo recorrido, milite en la Unidad Básica Dr.
Ramón Carrillo de Gaona y 9 de Julio desde los años 70. Luego en Gaona y 25 de
Mayo en 1983 y un leve paso por su continuidad en Propuesta Peronista. Fui
delegado gremial y miembro de la Comisión Directiva del Sindicato de la Junta
Nacional de Granos en los años 70. Luego fui empleado y asistente del
Secretario General de la Federación de Obreros y Empleados de la Industria del
papel, cartón y químicos. Cro. Blas Juan Alari por 26 años. También soy un
miembro más del Cabildo Abierto del Pueblo de Ciudadela, entre otras
actividades sociales. Seguramente a muchos los he molestado haciendo llegar mis
escritos:
http://lzrsocialypopular.blogspot.com/
Les envío un fuerte abrazo a todos los compañeros/as
En
Argentina, luego que la coalición Juntos por el Cambio perdió las últimas elecciones,
se observa en parte de su dirigencia una constante radicalización, en sintonía
con lo que ocurre con otras extremas derechas en el mundo. Con ideólogos como
Steve Bannon, Alexandr Dugin, Olavo de Carvalho o Robert Mercer.
Esta
derecha, que en el centro es la conducida por su prensa, recoge lo que estos
poderosos medios de comunicación opositores siembran a diario en la sociedad:
odio, rencor, intolerancia y frustración. Llamado por ellos “periodismo de
guerra.”
Todo
que diga o haga el gobierno, que lleva apenas siete meses y con una pandemia impensada,
es rechazado por esta facción. La estrategia es que nada que proponga el
gobierno será discutido o evaluado ideológicamente, programáticamente o con
aporte de ideas, será rechazado y se establecerá un estado beligerante contra
el gobierno, con expresiones descalificativas, buscando la deslegitimación del
Gobierno y esmerilar la imagen de Alberto Fernández. Se potencia un caldo de
cultivo muy complicado.
La
gente tiene derecho de manifestarse como quiera, como así también expresarse
libremente. Incluso defender los intereses de un sector minoritario y poderosos,
en perjuicio de sus propios intereses de sector. Lo que no se puede aceptar el
discurso destituyente y anti democrático. Hay un fanatismo “anti”, cargado de
violencia e intolerancia, como no se veía después del 1955 hasta 1970 – 1974 donde
muchos hijos de “gorilas” se hicieron peronistas. La violencia y la
intolerancia se retomó en 1976 con Videla y Cía. Luego se diluyo en 1983 hasta
el conflicto con Clarín y el campo, que lo exacerbaron nuevamente. Los
manifestantes que mueve esta derecha, en plena pandemia y en el pico de contagios
y muertes, son anti peronista viscerales, además de anti cuarentena, anti
vacuna, defensores del patriarcado, o sea anti ideología de género, los anti
barbijo, la suma de todos los anti. Pero no es lo mismo el sujeto social
legítimamente cansado que el objeto desestabilizador de unos dirigentes y medios
furiosos. Son comunes estas manifestaciones de grupos de derecha en América
Latina las que se tornaron tan regulares como visibles. Tendría que ser la
dirigencia quien debe marcar cierta coherencia, responsabilidad y razonabilidad,
pero son ellos los que se montan en esa ola, aumentando la apuesta. Como viene
ocurriendo en el mundo con estas derechas reaccionarias, el poder de ellos
radica en profundizar las divisiones y la confrontación, además del uso
eficiente de la tecnología.
Algunos
dirigentes y seguidores de esta derecha, son hijos o nietos de aquellos
comandos civiles que pusieron bombas en una manifestación en Plaza de Mayo, los
que escribieron Viva el Cáncer a la muerte de Evita, los que marcharon en
Corpus Christi 1955 y los posteriores bombardeos a Plaza de Mayo, aquellos
civiles que aportaron su apoyo y funcionarios a la Revolución fusiladora y
repitieron en 1962, 1966. Los que desaparecieron y violaron los restos
de Evita. Así podemos seguir enunciando distintos actos reaccionarios y
cargados de odio y rencor tras los años hasta llegar a 1976, con el más
sangriento de los golpes cívico – militares. Nada cambió, tan solo se han
adaptado a estos tiempos. Sus reacciones y actitudes son las mismas, tan sólo y
por ahora, los militares están al margen, a su pesar. Será porque no quieren
volver a pagar el costo solo ellos.
Es una
oposición destituyente: sus manifestaciones son elocuentes; Ernesto Sanz se
preguntó: "¿Cuánto tiempo demora
esto en explotar?". López Murphy: "El
17A fue un aviso, si no prestan atención a los vientos, tendrán
tempestades". Patricia Bullrich y Ernesto Sanz celebraron el escenario
“histórico” de ser una oposición que le “sopla
la nuca” al peronismo en el poder. Tengamos en cuenta que antes que asumiera Alberto Fernández los «Defensores de
la República» (ligados a Coalición Cívica), un ignoto grupo de productores
rurales, terratenientes en su mayoría, publicó en redes sociales un video que
constituye una verdadera amenaza al presidente recién electo.
No
asumen que han sido derrotados, pretenden imponer al gobierno –como sea - su
agenda y condiciones. No aceptan el funcionamiento de la democracia. Además
asesoran y opinan como si no hubieran gobernado los últimos cuatro años, donde
dejaron los índices económicos y sociales más malos de los historia reciente.
Ahora quieren imponerle medidas que ellos no tomaron cuando gobernaron. Un
ejemplo: rebajaron las jubilaciones y ahora exigen aumentarlas. Vaciaron el
fondo de garantía de sustentabilidad y ahora lo quieren defender. Hablan de la
Justicia y la República, cuando quisieron poner jueces supremos por decreto,
pusieron jueces a dedo sin aprobación del senado y Macri dijo: echará a quienes
no piensen como Cambiemos. Los que antes toleraban todo del anterior gobierno,
ahora exigen soluciones urgentes, mientras el gobierno con aciertos y errores trata
de encausar el País en medio de una pandemia que hundió todas las economías del
mundo.
Se
habla mucho de la existencia de “halcones y palomas” en esta coalición. Un ala
dura, que no tiene funciones de gobierno y un ala más negociadora o blanda, que
son aquellos gobernadores o intendentes. Hasta ahora siempre impone sus
condiciones el ala más reaccionaria. Igualmente funcionan como un equipo, el
fin es desgastar al gobierno, los reaccionarios golpean y los “moderados”
esperan su oportunidad para recoger los beneficios.Bullrich al respecto dijo: “Uno es igual al
espacio al que pertenece hasta que no manifiesta lo contrario”.
Lo que
no entienden es porque perdura en el tiempo el PERONISMO, después de mil
batallas que le han dado con prohibiciones, persecuciones, censuras, cárcel y
muertes. Perdura por todo aquello que ellos no le han sabido dar al pueblo y la
patria, dignidad, trabajo y sobre todo felicidad.
Esteban Magnani dice: La tarea de comprender a la nueva
extrema derecha no es fácil, porque más allá de cierto eje común que reúne el
racismo, el antisemitismo, el antifeminismo o el uso de delirantes teorías
conspirativas y de datos e inteligencia artificial, la derecha se adapta con
facilidad a los miedos y frustraciones particulares de los olvidados de cada
país.
La capacidad de manipular a las poblaciones
por medio de la nueva potencia de los datos, algoritmos e inteligencia
artificial hizo su brutal entrada en la escena gracias al escándalo de
Cambridge Analytica, pero su diversidad se manifiesta en las grietas que
proliferan en las sociedades occidentales.
Sobre Steve Bannon dice: Director del sitio
de noticias de ultraderecha Breitbart News (famoso por sus brutales ataques
contra quienes se interponen en el camino de sus protegidos y por el uso de
noticias falsas), fue despedido de la Casa Blanca en agosto de 2017 por sus
posiciones extremas, sobre todo las contrarias a la globalización. Desde
entonces se dedicó a asesorar a buena parte de los sectores más radicalizados y
racistas de Europa y América Latina. En este personaje particular, afecto a
usar dos camisas superpuestas, se catalizan las ideas de una derecha que perdió
la vergüenza de decir lo que piensa y que cuenta con una gran capacidad
tecnológica para cultivar los discursos de odio en el fértil estiércol
neoliberal.
Por eso vale la pena detenerse en el
recorrido del hombre que estuvo detrás de las campañas, en general exitosas, no
solo de Trump, sino también del Brexit en Reino Unido, de Jair Bolsonaro en
Brasil, de Viktor Orbán en Hungría, de Matteo Salvini en Italia, del partido
Vox en España y de Marine Le Pen en Francia (quien luego rechazó trabajar con
él), entre otros. En esos años fundó El Movimiento, una organización pensada
para ayudar a los partidos nacionalistas europeos en sus campañas políticas.
También, según puede verse en el documental Nada es privado (Karim Amer y
Jehane Noujaim, 2019), colaboró con la campaña de Mauricio Macri en Argentina y
trabajó para Guo Wengui, un exiliado chino multimillonario opositor al régimen
de su país.
Para Bannon, en ese panorama se hacía
necesario un populismo nacionalista liderado por alguien dispuesto de patear el
tablero, un vengador que llamase las cosas por su nombre. Un hombre como Trump.
Sin ese contexto, no es posible comprender el éxito de las campañas de
desinformación brutales que fueron sembradas intencionalmente, pero que echaron
raíces y florecieron en una población enfurecida que veía al poder financiero,
a los demócratas y a los republicanos, la corrección política, el feminismo y a
los movimientos por los derechos de las minorías como un combo indistinguible
que los empobrece y humilla. No solo deben endeudarse para sobrevivir, sino que
se los acusa de machistas, xenófobos, racistas y contaminadores, quitándoles
cualquier reserva de dignidad, sobre todo a los varones (las mujeres también
votan a la derecha, aunque Trump exagera los porcentajes).
A principios de este año salió el libro War
for Eternity, del etnomúsico Benjamin Teitelbaum, quien lleva años estudiando a
oscuros pensadores de derecha (anteriormente escribió Lions of the North, sobre
el nacionalismo en Escandinavia). Al escuchar a Bannon en sus entrevistas,
Teitelbaum elaboró una hipótesis: él, al igual que algunos otros pensadores de
la derecha, es un tradicionalista.
El tradicionalismo es una corriente
filosófica de comienzos del siglo XX con fuertes vínculos con el fascismo y que
establece que la historia es cíclica, con cuatro periodos que se repiten. Cada
uno de estos periodos se vincula a una clase que tiene el poder: los filósofos,
los guerreros, los mercaderes y los esclavos (siempre varones, por supuesto).
La fase final, la de los esclavos, marca la descomposición del sistema hasta el
inicio de un nuevo ciclo.
Las redes sociales, que carecen por
completo de una «responsabilidad editorial», son el espacio ideal para que
surjan, se testeen, desarrollen y florezcan posiciones extremas sin fundamentos
argumentativos. Bannon explica en su entrevista cómo se consolidó la usina de
noticias falsas que dirigía: «Fue la sección de comentarios la que comenzó a
construir algo del poder de Breitbart, además de que nosotros éramos más
inteligentes (...) Teníamos una increíble optimización para aparecer en las
búsquedas. Fue la unión de tecnología y contenido.
Los Trump y los Bolsonaro son los
candidatos ideales para una campaña basada en la destrucción de los
contrincantes sin necesidad de apelar a la verdad. Como en un judo discursivo,
la fuerza del contrincante se utiliza para irritar aún más a los propios y
hacerlos reaccionar.
Si bien las grandes líneas del descontento
social son perceptibles por cualquier analista político, al mirar a las
personas de cerca surgen matices particulares que requieren una comunicación
segmentada, como la que llevaron adelante Cambridge Analytica o los numerosos
trollcenters del mundo que activan a los sectores más radicalizados a tomar las
calles como nunca antes. Eso es lo que permiten las redes sociales: poner en
juego las noticias, verdaderas o falsas, y encontrar las que se instalan en la
sociedad para utilizarlas como encuadre de las noticias futuras que continúen
abonando una mirada sobre el mundo. Como dice Teitelbaum: «El tipo de activismo
apoyado por Cambridge Analytica fue una forma innovadora y potenciada de algo
que la extrema derecha llama metapolítica. La estrategia implica hacer campaña
no a través de la política, sino a través de la cultura, a través de las artes,
el entretenimiento, los intelectuales, la religión y la educación. Esos son los
lugares donde se forman nuestros valores, no en una cabina de votación». Los
militantes deberán insertarse en todos los espacios, sobre todo los apolíticos,
y comenzar a bajar su mensaje de a poco, buscando crear un nuevo sentido común,
no ya con ancianos aburridos hablando pausado sino de una manera atractiva,
seductora y con herramientas que permitan medir en tiempo real la circulación
de los mensajes, como hacen los influencers y youtubers de derecha. Como decía
el fallecido Andrew Breitbart, el creador del sitio que luego dirigió Bannon,
«la política se encuentra corriente abajo de la cultura».
Esa lucha cultural se está transformando en
algo brutal, con campos enfrentados que perciben la realidad desde lugares
distintos y sin puntos de contacto. El gran éxito de la nueva derecha en
Estados Unidos ha sido construir un solo enemigo que condensa al capital
financiero, globalizador, exportador de trabajo, centrado en los derechos
humanos, de los homosexuales, feminista, ecologista, etc. La prueba de que son
lo mismo, como dice Bannon, es que «el presidente más progresista de la
historia de Estados Unidos, el presidente Obama, salvó a los ricos». Esa
desconfianza contra todos es la que le permite a Trump señalar a los
periodistas y decirles en la cara «ustedes son las noticias falsas» sin
ruborizarse.
En el mismo lodo
En cada país la derecha supo adaptarse a
los contextos. En Brasil, por ejemplo, parte del éxito de gobiernos extremistas
como el de Bolsonaro puede entenderse por las limitaciones del Partido de los
Trabajadores (PT) para producir cambios estructurales, pero también por el
constante ataque de los medios del establishment cuando efectivamente el PT
intentaba producirlos. Buena parte de la sociedad, cocinada a fuego lento en el
odio destilado por los medios tradicionales, estaba preparada para absorber las
más delirantes noticias falsas o teorías conspirativas que se pudieran inventar
y testear desde la derecha a través de Facebook, Twitter o, como ocurrió en
Brasil, Whatsapp. Contexto, dinero y tecnología permitirían desarrollar ese
potencial para que Bolsonaro ganase en las urnas.
Estas líneas permiten trazar algunas
respuestas sobre el avance de la derecha global, pero es mucho lo que queda por
responder. ¿Alcanza el rechazo de amplios sectores del establishment para no
considerar a estos nuevos populismos de derecha simplemente como otra «vuelta
de rosca» neoliberal? ¿Son sostenibles estos gobiernos basados en mantener
irritadas a sus bases de apoyo y en neutralizar a sus adversarios? ¿Qué lugar
tiene la realidad material, como expone brutalmente la pandemia, para socavar
sus discursos anticientíficos y antiiluministas? Hasta ahora la receta ha sido
duplicar la energía de cada ataque, pero ¿hay un límite? ¿Podrán sobrevivir al
nivel de descomposición social que ellos mismos potenciaron? Y, sobre todo,
¿qué viene después de sus cada vez más evidentes fracasos para satisfacer las
expectativas de las bases electorales?
Cuando una sociedad
está en decadencia sus miembros exhiben comportamientos que reflejan la perdida
de los valores, la falta de ética y la falta de respeto por la vida
humana.
Muchos, en medio de
esta maldita pandemia del Covid19, ha dicho que saldremos mejores.
Personalmente no creo y lo he dicho. La mayoría de los seres solidarios,
bondadosos y honestos reforzaran sus convicciones. Pero un sector minoritario
de individuos miserables, aumentaran su miserabilidad y su desprecio
por la vida de los otros. Son los que minimizan las consecuencias del
virus y festejan la mayor cantidad de muertos, porque eso favorece sus
intereses personales y partidarios. Están cargados de frustración, odio y
rencor que expresan su resentimiento social con violencia, lo cual es alentado
y usado por algunos políticos y comunicadores. Son seres deleznables, que
muestran en plenitud el crepúsculo del ser humano.
Nuestra sociedad ha privilegiado valores
como el individualismo, el egoísmo, la intolerancia, la discriminación y la
creciente incentivación al odio y la violencia, nos está llevando a un
acelerado declive histórico. Nos
llevaron de la cultura de la solidaridad a la del individualismo, somos
nosotros sobre todos los demás, todo se mide con la vara de lo que nos
beneficia o perjudica personalmente sin evaluar el conjunto, dejamos de lado
los ideales para aferrarnos a la cultura del materialismo. Se privilegia
lo económico, sobre todo.
Este cambio, está directamente ligado al
capitalismo excluyente y salvaje que se incrementó rápidamente después de la
caída del muro de Berlín. El capitalismo ha fallado en su
promesa principal. Lejos de generar un bienestar generalizado a partir de la
propiedad privada y la libre competencia, destruyo el tejido social y agiganto
a límites intolerables la pobreza, el hambre, la desigualdad, la marginación y
la concentración monopólica. Se implantaron cánones civilizatorios,
valoraciones y hábitos de consumo adaptados a las necesidades de dominio
económico y cultural del imperialismo.
Se creó un mundo con miles de millones de personas se encuentran
por debajo o apenas por encima de la línea de la indigencia. Arrojo a la
letrina la condición humana. La práctica neoliberal ha cortado a su vez las
débiles líneas de apoyo y sustentación social desde el Estado, haciendo de éste
una maquinaria de endeudamiento, despojo y represión. Para el capitalismo lo
bueno y lo mejor es aquello que sirve a sus intereses. El 1% más rico tiene
tanto dinero como el 92% más pobre, denuncia Oxfam.
Dentro de este
contexto social, en el mundo se nota el avance de corrientes retrógradas, que
considerábamos superadas. Vemos el rebrote de derechas reaccionarias que
combinan distintas dosis de autoritarismo, persecución política, golpismo,
fundamentalismo, xenofobia, odio, violencia y nacionalismos supremacistas, que
concitan la adhesión amplios conjuntos humanos y apoyo de algunos medios de
comunicación. Este sector de la sociedad, construyen al hombre, ambicioso y
destructivo, que se adueñado de la tierra y de los hombres. Son esos hombres
que necesita dominar a sus semejantes, quieren imponer su verdad del único modo
posible, aniquilando la verdad del otro.
Los medios de
comunicación forman parte de la degradación. El capitalismo ha logrado colonizar
la subjetividad, sirviéndose de los oligopolios mediáticos. La verdad quedo
muy reducida en sus posibilidades de expresión. Ellos elaboran una sola verdad
que la población suele consumir sin advertirlo.
Si todos los medios
están en manos del poder, todos acordaran acerca de que hay que
comunicar. Totalitarismo comunicacional. Hoy la verdad
es la verdad que el poder impone como única verdad. El poder radica,
justamente, en conseguir que todos crean en ella. Cuando todos creen en la
verdad del poder, ha triunfado el capitalismo. Si durante todo el día escuchas
y lees, en los medios, el discurso del poder y lo recibís pasivamente, este
discurso que se recibe sin elaborar de ningún modo, terminas repitiendo el
discurso del poder. No sos vos mismo, sino lo que el poder quiere que seas.
Estos medios tienen la tarea de crear “Sentido Común”.
Pareciera que
estamos ante una sociedad que ensalza a los charlatanes, mentirosos, a la
vulgaridad o lo mediocre. Se los aplaude, se los pontifica y se los premia.
Nadie se salva de querer ser algún otro, con gloria, poder o dinero; es difícil
encontrar quien se conforma en ser como se es y tal cual es. Valoramos a las personas
por lo que tienen, por sus bienes materiales o el poder que ostentan, sin
importar como los adquirieron. Al “pillo” o “vivo” que actúa al margen de la
ley o disposiciones, se lo celebra, y aquel que vive cumpliendo con todo, es
calificado como un “tonto”.
Para poder cambiar la actual situación
por la que atravesamos primero debemos cambiar al hombre, para luego poder
cambiar la sociedad y sus estructuras de injusticias. Para ello es necesario un
cambio cultural profundo.
El cambio del hombre debe ser interior, no
puede juzgar la realidad desde su situación personal o familiar, sino que debe
hacerse teniendo en cuenta el bien común, poniendo el acento en los valores
éticos. Debemos entender que ninguna persona se realiza en una comunidad en que
no se realiza. Es necesario formar hombre que vivan en función de servicio
hacia los otros.
Para lograr esta transformación es
necesario cambiar el hombre egoísta, mezquino e hipócrita que tenemos en
nuestro interior y transformarlo en un ser solidario, interesado en el
bienestar común. Privilegiando el proyecto humano, la valoración del hombre. Esto se puede mejorar si actuamos con honestidad
y si todos hacemos nuestra parte y empezamos a darnos una dura mirada ante el
espejo y analizamos con frialdad y sin pretextos los defectos personales y los
abordamos para mejorar quienes somos. Si mejoramos nosotros mejoramos a la
sociedad.
Por años la humanidad tuvo como consigna que el futuro era símbolo
de progreso, vivió construyendo teorías que dieran sentido al mundo y una razón
para existir. Las distintas teorías ponían en el centro al ser humano y la
solidaridad. Se luchaba por ideales que dieran lógica a la vida, había
esperanza y fe, había valores includicables y porque luchar, y se creía en un
futuro mejor para todos. Los jóvenes y mujeres son los protagonistas de los
cambios que vendrán, cargados de horizontalidad, autonomía, irreverencia,
desparpajo y creatividad. Volvamos a esos ideales, caminemos juntos para
construir un mundo mejor o esa utopía, quizás no la alcancemos, pero caminar
hacia ella significa no detenernos, no bajar los brazos, no entregarse, no
renunciar a nuestros proyectos, no cejar en los mejores empeños que dan sentido
a la vida.
El Sr. Presiente, el Jefe de
Gobierno y el Gobernador de Buenos Aires, el último viernes 17 cedieron la
responsabilidad a los ciudadanos de cuidarnos en esta pandemia del Covid 19
cuando estamos en el llamado pico. No está mal si hay una sociedad
concientizada y respetuosa.
Veo que se va detrás de lo que hace
la “gente”. Se libera porque casi nadie respeto el ultimo aislamiento social,
preventivo y obligatorio (Ciudadela).
Acepto que ya se hace muy difícil
soportar tanto tiempo de encierro (lo padezco), además de los problemas
económicos de la mayoría de la población. Pero permítanme NO CREER EN LA RESPONSABILIDAD
INDIVIDUAL. Porque a pesar que muchos se esfuerzan en ser solidarios y ayudar a
muchas personas vulnerables, han convertido una sociedad individualista, egoísta
e indiferente que solo piensa en ellos y no les importa el otro. Se venera lo
superficial demostrando la decadencia del alma. Existe una pobreza espiritual
de una sociedad que minimiza la muerte de sus ancianos, motorizada por algunos
medios que comunicación y políticos.
Estos días, con el permiso de
salidas escalonada, he visto a cantidad de personas amontonadas en parques
violando las normas impuestas, saliendo sin resguardo, sin cumplir los
protocolos u otros haciendo fiestas y escasamente personal controlando y
haciendo cumplir las normas. Está bien que los jóvenes son los que menos
riesgos corren, pero ellos pueden contagiar a sus padres, abuelos, tíos,
vecinos con mayores riesgos y llevarlos a la muerte.
Bien o mal, esta sociedad ha sido
construida por esos ancianos que descartan subliminalmente, esos que hoy se han
convertido en un número que miramos con cierto estupor y desde la distancia,
sintiéndonos falsamente seguros de que no nos va a tocar a nosotros. Hay muchos
de esos ancianos los que lucharon por muchas de las libertades que hoy disfrutan
y reclaman.
Tampoco es cuestión de tener miedo, si cuidado
y respeto al virus. Lo que si reclamo a las autoridades hacer respetar las normas,
cumplirlas y hacerlas cumplir.
Muchos profetizan que luego de la
pandemia nada será igual, que la sociedad mejorara. Para mí, el rico volverá a
su riqueza, el pobre a su pobreza, el miserable a su miserabilidad, el
especulador a especular y la mayoría honesta y solidaria seguirá luchando por
un mundo mejor. Nada se lograra si no hay un cambio cultural.
¿Triunfara una vez más el
individualismo y el egoísmo sobre la vida y la condición humana?.
Históricamente nuestra sociedad
ha sido educada y formada por una élite adinerada y prospera, bajo una fachada
de una educación eficiente y occidentalizada, burocratizando el saber y los
programas de estudio, con influencia francesa de principio de siglo, para
fabricar ciudadanos estereotipados y desarraigados, y sobre todo que la
sociedad en general defienda y proteja los intereses de una minoría poderosa,
en perjuicio propio. Ellos nos marcaron, exceptuando algunos momentos, lo que
es bueno o malo según los intereses de esa élite. Fueron ellos quienes marcaron
lo que es civilización o barbarie, según sus intereses.
Esta cultura, han llevado a miles
de personas que se encuentran por debajo o apenas por encima de la línea de la
indigencia a que se resignen, que crean que su destino o por mandato divino. La
práctica neoliberal ha cortado a su vez las débiles líneas de apoyo y
sustentación social desde el Estado, haciendo de éste una maquinaria de
endeudamiento, despojo y represión.
Nuestra sociedad vive una crisis
ética y cultural muy importante. Las minorías de poder han trabajaron constantemente
para que no se pueda construir una sociedad humanista y solidaria en la cual se
debe pensar en el bien común, se han opuesto a la construcción de teorías donde
se ponga en el centro al ser humano y que dieran una razón para existir. Nos
han querido erradicar la esperanza y fe, valores porque luchar, y en creer en
un futuro mejor para todos. Muchos han preferido asumir la servidumbre en la
seguridad al riesgo en la independencia. Arrastran consigo una vida material e
insignificante, sin darse cuenta que no hay logro más grande para un ser
humano, que oponerse a la domesticación, resistirse a la opresión y rechazar la
degradación. La resignación y el conformismo se ha instalado en algunos
sectores de la sociedad adulta y el desinterés y descreimiento en parte de la
juventud, doblegados ante un discurso aplastante que predica que el destino de
hombres y mujeres se juegan en el terreno del mercado - donde impera la ley del
más fuerte y el "sálvese quien pueda" - y no en el ámbito de la
sociedad, política y el Estado.
Hoy se habla con las palabras del
poder. Vemos sus imágenes. Decimos sus verdades y las defendemos como nuestras.
Somos lo que el lenguaje mediático ha hecho de nosotros. Se repite como propios
los pensamientos del poder. Hay que romper con el miedo que el poder logra
introducir en las conciencias. Hay que quebrar eso que la ideología del poder
ha hecho de nuestras conciencias. Las ha colonizado.
Los comunicadores del poder
fueron adiestrados para manejar los pensamientos. Colonizaron sus mentes con
ideología de odio, de fanatismos invencibles y de demonizaciones sin matices.
Crearon en un sector de la sociedad – propensa – que el otro es el mal, el otro
no pertenece a la misma condición de “ellos”. El “otro” es la negación de todo
lo que son y buscan ser.“ellos” son el
bien, la civilización, el occidente cristiano, la democracia, son los elegidos
por Dios. “ellos” son seres humanos, los “otros” son el mal, la escoria, los
negros, los antidemocráticos.
Al manejar su pensamiento, lo que
“ellos” son se decide en otra parte. Su destino no es el de él. No es dueño de
elegir lo que quiere ser. Lo que escuchas en la radio, lee en el diario, lo ve
en la tele o le dice un vecino o amigo, son otros los que eligen por él. Esos
otros los manipulan o los operan en favor de esa élite de poder. En definitiva pagaran
las consecuencias los ciudadanos comunes, porque los que deciden por nosotros
son inhallables, son ajenos a sacrificios y perjuicios a los que nos
someten.
También hay sectores pusilánimes
de intelectuales, periodistas y artistas que no han sabido buscar su propia voz
en la inmensidad de influencias.
Para muchos “la cultura” es solo
aquello que viene del exterior. Nunca se busca en nuestras raíces. Hay que
vencer, principalmente en sectores medios, sus perjuicios de donde vienen.
Quieren ser o parecer lo que no son o no serán nunca. Esto no es más que cubrir
con máscaras la propia y desnuda cara. Es no comprometerse en el fondo con
nuestra propia historia.
Husserl habla de la inversión de la corriente de pensamiento
cotidiano, de tal modo que si veo un árbol no me conformo con la simple
percepción, sino que,al reflexionar,
puedo terminar por pensar en qué consiste ver un árbol, por qué hay árboles y
peor aún, por qué en suma, estoy reflexionando.
Tal como sugiere Jauretche en Los profetas del odio y la
yapa: “en la Argentina, el establecimiento de una verdadera cultura lleva
necesariamente a combatir la “cultura” ordenada por la dependencia colonial.
Implica, por lo pronto, una revisión respecto del pasado nacida de la búsqueda
de las propias raíces que obliga a restaurar el prestigio de quienes fueron
sumergidos por no ingresar a las jerarquías oficializadas; el impulso que
destruye los falsos héroes consagra paralelamente a otros que responden a las
exigencias de una verdadera cultura nacional.”