lunes, 18 de mayo de 2009

DEPRECIACIÓN DEL SALARIO

Marzo de 1996
Este tipo de política que se viene generalizando en casi todo el mundo de la mano del liberalismo-conservador, representado por gobiernos y empresas, trae como propuesta el abandono de toda responsabilidad social. El trabajador es abandonado en el afán de generar mayores riquezas o menores gastos, no cuenta como factor importante en la creación de beneficios, el producto de su mano de obra es despreciado ante la robotización y la tecnología. Se olvidan que un trabajador representa a una familia, y esa familia es componente de una comunidad. Al deslindar el Estado y las empresas su responsabilidad social dejan librado la salud, educación, seguridad e ingresos a los recursos que ellos puedan generar con su trabajo, que no siempre logran alcanzar dado el continuo achicamiento de empresas y Estado, estando la economía por encima de las vidas humanas y sus necesidades básicas.
Este tipo de opresión genera resentimientos y revancha, lo acorrala y le deja como única alternativa para mejorar su condición, la violencia, cuando se llega a no tener nada que perder, al ver que ellos y sus hijos mueren de hambre o son explotados, ante la indiferencia y evasivas del poder, cuando las diferencias de oportunidades son intolerables y no son iguales los derechos ante la ley; sólo le queda la lucha, qué no quiere, qué no desea, pero a la que está obligado por las ambiciones desmedidas de los poderosos. Es real que previo a esto, se procura atomizar al pueblo, aumentar el analfabetismo y la represión, pero a la larga habrá algo que los haga reaccionar y todos se lamentarán y dirán que esa no es forma de expresar las ideas o de hacer los reclamos, que la era de la violencia pasó, que están manejados por ideólogos perimidos, pero nadie pensó en ellos como seres humanos, como personas, solo como se los podía explotar para aumentar sus riquezas y poder, no les dejan alternativa, el diálogo no existe y la justicia social no aparecerá. Todo hecho de violencia se puede detener si el poderoso renuncia a sus ambiciones desmedidas.
En tiempos pasados, los economistas y empresarios sostenían que en el país no había inversiones dado los constantes conflictos sindicales y las leyes que los protegían; hoy todo eso se eliminó, se debilitó y desarmó las estructuras sindicales partiendo desde la misma legislación, que pisoteó, abolió y mutiló las convenciones colectivas y los derechos adquiridos, en pos, según ellos, de una mayor inversión, crecimiento y empleo. Hoy manejan a su voluntad los salarios y las condiciones laborales, bajaron los costos laborales, los tribunales laborales simplemente son un trámite en favor de los patrones, el Ministerio de Trabajo una subsidiaria del Ministerio de Economía y de la Unión Industrial. Pero notamos que las grandes inversiones no llegan, el desempleo aumenta, la recesión no tiene fin, tenemos un país con el más bajo índice de inflación en el mundo y el primero en desindustrialización, los países industrializados nos catalogan como uno de los países de mayor riesgos para sus inversiones y de mayor inseguridad jurídica. Ahora de todo esto, también tienen culpa los trabajadores o los genios de las finanzas y los negocios?

Héctor Daniel Fernández

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