martes, 19 de mayo de 2009

EL CAMBIO INCONCLUSO

Julio de 2007

Todos conocemos con la debilidad con la que asumió el actual gobierno, la estructura prestada por Duhalde y su necesidad de hacer alianzas para consolidarse y poder gobernar. Fueron muchas las promesas que hizo al asumir en el transcurso de los primeros meses de gobierno.
Hay una realidad que es palpable, de la crisis (2001) con que nos encontrábamos gran parte de los argentinos a hoy, hay cosas que han variado y mejorado, tanto en los económico como en lo social, y una muestra es cuando se compara cuales eran las prioridades en aquella etapa y cual es la de hoy.
Como también podemos decir que – tanto en lo económico y social - hay mucho por hacer, que el verdadero poder lo detentan ciertos sectores nacionales y extranjeros de la economía y con algunos de ellos ha negociado.
Pero hay algo de los cual se necesitaba convicción y voluntad para cambiar y no solo enunciarlo – con mayor o menor vehemencia – y ello era el cambio de la POLÍTICA.
Sabemos que es muy complicado por los intereses que están en juego, pero quizás – de todos los cambios necesarios - era el que menos dificultades traería por es el reclamo de la sociedad.
En su discurso de Asunción – 2003 – El Sr. Presidente dijo: Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro.
Concluye en la Argentina una forma de hacer política y un modo de cuestionar al Estado. Colapsó el ciclo de anuncios grandilocuentes, grandes planes seguidos de la frustración por la ausencia de resultados y sus consecuencias: la desilusión constante, la desesperanza permanente.
Se necesitará mucho trabajo y esfuerzo plural, diverso y transversal a los alineamientos partidarios. Hay que reconciliar a la política, a las instituciones y al Gobierno con la sociedad.
Ningún dirigente, ningún gobernante, por más capaz que sea, puede cambiar las cosas si no hay una ciudadanía dispuesta a participar activamente de ese cambio. Desarmado de egoísmos individuales o sectoriales, la conciencias y los actos deben encontrarse en el amplio espacio común de un proyecto nacional que nos contenga, un espacio donde desde mucha ideas pueda contribuirse a una finalidad común.
Luego disertó para la militancia – 2004 - Tenemos que volver a reconstruir el espacio de los militantes, de los cuadros, tenemos que volver a valorar la política y no queremos que se repita la mecánica casi empresaria de la política que tiende a acordarse de los amigos y de los compañeros para utilizarlos en cuestiones electorales.
No queremos más la práctica de un culto al individualismo, a la personalidad y a la teoría del jefe. Esas teorías que tanto daño han hecho a la política argentina y han quebrado su calidad y hasta su propia moralidad los que quisieron llevarlas adelante. Tampoco queremos más generar ese desaliento de que los compañeros, los amigos; donde les toque actuar, sea la fuerza que sea, salen a trabajar políticamente y saben que cuando terminan las elecciones se cierran las puertas del ida y vuelta que deben tener aquellos que son elegidos y aquellos que ayudan a que sean elegidos.
Tenemos que volver a recuperar las ansias de la participación, pero nosotros mismos también tenemos que hacernos la autocrítica, debemos entender que la política no puede ser una herramienta para buscar solamente el mejoramiento de nuestra posición y nuestra vida. Si los militantes y los dirigentes políticos entienden que tienen que ser los que den el primer ejemplo, les puedo asegurar queridos amigos y amigas, compañeras y compañeros, que estaremos dando un salto cualitativo. Esto es tremendamente importante, tenemos que dar ese ejemplo y evitar las tentaciones.
Suponíamos que era una propuesta de cambio en la política -desprestigiada y vapuleada - y que la mayoría del pueblo había reclamado mayoritariamente desde el 2001 y estaba esperando, era una puerta a la esperanza, era creer en un futuro más justo, como así también la posibilidad de comprometer nuestro esfuerzo para construir la Nueva Argentina. La mayoría pensaba que la única forma de alcanzar esos objetivos, era desterrando la practica de la vieja política que nos ha llevado al total descreimiento que estamos viviendo.
Esa vieja política que está comprometida con su propia supervivencia, cerrándose a la participación o a los controles populares. Se encuentran vallados y protegidos de aquellos a quienes se deben. La ciudadanía estaba reclamando hace tiempo un cambio en la política, pero más que nada en aquella que se vive a diario, aquella con la que se convive, en el barrio, en el municipio.
Se esperaba que el Gobierno pusiera como cuña a la sociedad dentro de la política zonal, hacer participar a los vecinos y organizaciones vecinales y sociales en las resoluciones, obras o determinaciones de aquello que se haga en el lugar donde se vive. Terminar con la creencia que el compromiso político con la sociedad se ejerce exclusivamente desde estructuras políticas y desde la representación que estas estructuras tienen en los diferentes niveles de la administración pública.
El pueblo estaba expectante y de haber querido, podía haber encontrado la respuesta y el respaldo necesario para llevar adelante aquellas cosas que había anunciado, demoler las barreras que interpone la dirigencia intermedia que no quiere el cambio, que se aferra a sus privilegios, trabajan en función de beneficios personales y no en función de la gente o el País, carecen de grandeza y tan sólo piensan en salvarse ellos. Obteniendo el apoyo masivo y la concientización de la gente, hubiera tenido el apoyo político necesario para encarar los demás cambios, si realmente era su intención.
No construyo una corriente fuerte dentro del Peronismo, porque se mantuvo equidistante y por ello no tiene un fuerte arraigo dentro del movimiento. Pero tampoco logro construir una fuerza propia como para consolidar el proyecto político que dice tener, sino que realizo acuerdos tácticos y circunstanciales con Gobernadores, Intendentes, Diputados, Senadores, referentes partidarios y extrapartidarios, algunos seriamente cuestionados y que estuvieron con Menem, Dhualde y ahora con Kichner, con el sólo fin de perdurar. No solo no hizo el cambio, sino que lo aborto.
El Gobierno hoy cuenta con una aceptable imagen positiva, pero la alianza y actitudes similares a esa vieja política, que suele criticar, no le han permitido una inserción sólida en la sociedad, ni tener una base propia de sustentación, el apoyo es meramente circunstancial y de interés. El apoyo no tiene sustento doctrinario.
Lo que el ciudadano esperaba era una transformación de la POLÍTICA. Hace falta un profundo cambio CULTURAL, rescatar los principios, la ética, la participación, honestidad y transparencia, pero manteniendo un fuerte contenido ideológico social y solidario y no más de lo mismo. Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política. Un cambio, también, desde el ejemplo, con Gobierno austero, sobrio y justo.
Nada de ello ocurrió y hoy algunos resultados electorales zonales, muestran que la gente opta por un cambio, inclusive ideológico, por incapacidad o falencia del propio gobierno.
Podemos decir que este Gobierno desde un principio trato de no mostrarse como Peronista, daba la sensación que tenía pudor o vergüenza de cierto pasado reciente, poco o casi nada se mencionaba a Perón o Evita, mucho menos estimular la tradicional liturgia del peronismo. Está bien que algunos dirigentes utilizaron y utilizan todo ello, para luego traicionar lo más esencial; la ideología y convirtiéndose en verdaderos traidores.
Desde el Gobierno trataron de captar a una fracción del Peronismo, corrientes porgresistas, movimientos sociales y sectores de izquierda detrás de la trasversalidad y mostrarse políticamente correcto ante un sector de la sociedad que siempre critico el comportamiento popular del movimiento peronismo. Se puede criticar que muestra una cosa y es otra, que es simplemente burgués reformista, a pesar de que supuestamente algunos que integran el gobierno o lo apoyan, fueron cuadros del aparato “revolucionario” de los 70. Esos que exigieron a Perón inmediatamente cambios profundos, revolucionarios y lo hostigaron. Una cosa es estar en el llano y otra en el Gobierno. A este Gobierno – desde algunos medios - se lo pretende demonizar diciendo que es zurdo o montonero (nacido de la clase media o alta católica), pero esta económicamente más cerca de la derecha que de la izquierda o de la revolución peronista – cambiar algo para que nada cambie –. Incluso en algunos temas se sigue aplicando políticas neoliberales. Por otro lado vemos que el poder económico dominante hoy en Argentina, le molesta que el trabajador pueda levantar algo su cabeza, ellos pretenden tenerlo sometido y sumiso y ya se está viendo su reacción ante algunos cambios en la legislación. Pero algo que debemos tener en claro, es expresar lo que queremos y como lo queremos, pero también dejemos bien en claro lo que no queremos, para diferenciarnos de los que pretenden otra cosa. La crítica hay que hacerla desde una postura ideológica clara (contratos petroleros, ley antiterrorista, distribución de la riqueza, presión tributaria, control de los subsidios, etc.) y no sumarse a las críticas triviales o de derecha, que sólo hacen hincapié en aquellos temas que afectan los intereses del sector, pero no la profundización de los cambios. Incluso debemos diferenciarnos de sectores caducos, decadentes, patéticos y nefastos del “peronismo” (Menem, Puerta, Toma, Saa, Kohan, Ikonicoff, etc.).
Ahora me pregunto, es conveniente criticar por criticar o atacar este gobierno sin ofrecer una propuesta que avance hacia el cambio propuesto por Perón sobre la economía, política y justicia social. Es conveniente hacernos eco y socios de la derecha, empresarios, terratenientes, financista, banqueros y sus voceros de los medios de comunicación que ya les está molestando algunos cambios – aunque tan sólo cosméticos- y sobre todo, el activismo de base que están tomando los obreros y organizaciones sociales, como así también algunas leyes laborales y sociales que se están cambiando. No estaremos siendo demasiado exigentes con un gobierno de medio pelo, reformista e indefinido, mientras la mayoría se tragó una década de menemato casi sin chistar.
No estaremos haciendo lo que siempre hizo o pregonó un sector de la izquierda en este País, aliarse o serles útiles a sectores golpistas, conservadores y opuestos a los intereses de los humildes y trabajadores, con el fin de hacerlo caer por el sólo hecho de no romper con el sistema o por ser reformistas. La teoría de provocar el caos y que exista miseria, pobreza, persecución y privaciones, porque de ahí puede nacer la revolución que ellos proclaman. Revolución que nunca triunfa o es negociada. Revolución que terminan pagando miles y miles de familias humildes, que son explotadas o mueren de hambre. Cada vez que la derecha se hizo cargo del gobierno, sea por los medios que fueran, hubo un notorio retroceso en las condiciones de trabajo, en los beneficios sociales y en las libertades civiles, que luego no se pudieron recuperar en su total plenitud.
Ahora, sinceramente, estamos preparados para sobrellevar un cambio “revolucionario”, cuando el poder económicos y financiero está en manos extranjeras, cuando los recursos naturales están en manos de extranjero, cuando los depósitos de argentinos en el exterior es igual a la deuda externa, los medios de comunicación en poder de los monopolios, cuando la política sigue siendo clientelista y fraudulenta. Hasta donde la sociedad está dispuesta a apoyar un cambio y sobre todo a soportar presiones por ese cambio?.
Entre lo que queremos y se puede, la sociedad esta preparada ideológica, política y conceptualmente para producir las transformaciones de fondo y reconvertir la sociedad? Me pregunto: hoy esta sociedad - en general – no ve al País desde una óptica personal e individualista, si ellos están bien, el País está bien, si ellos están mal, todo está mal?.
La sociedad debería superar sus contradicciones: Hablamos de reconstruir el País y sólo se busca reconstruir nuestra propia economía a costa de otros argentinos. Ciudadanos que tienen inmensas riquezas individuales dentro y fuera del País y compatriotas que no tienen para comer. Exigir que se aplique la ley y buscar permanentemente como violarla en beneficio propio. No aceptar las responsabilidades propias, creer que los errores son siempre ajenos. Producir alimentos varias veces más de lo que puede consumir nuestra población y tener indigentes. Echarle la culpa a los políticos y no participar para cambiarlos. No hacer una autocrítica de los políticos que elegimos o que hicimos para cambiar esta historia. Votamos pensando en la conveniencia propia y no en la del País.
En la actualidad ciertos “dirigentes” del “PJ – Partido Justicialista”, estimulados por el triunfo de Macri en la Capital, comenzaron a desempolvar el Caballo de Troya, con Menem a la cabeza. Este sector que se dice “Peronista”, pero que ideológicamente no tienen nada, principalmente empresarios o dirigentes advenedizos cercanos a ellos que pretenden recuperar los suculentos beneficios que obtuvieron en la década menemista, con la aplicación de políticas neo-liberales que van en contra del proceso revolucionario de Perón y que concibió doctrinariamente, comos ser: Un Estado en favor de los social. Proteger el empleo urbano a través de la defensa de la industria nacional. Nacionalizar los servicios públicos. Política exterior independiente. Establecer la industria pesada a través de Fabricaciones Militares. Creación del Banco Industrial. Convenios Colectivos de Trabajo. Repatriación de la deuda externa. Redistribución del Ingreso. Empleo. Crecimiento privado y público. Mayor poder adquisitivo. El capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objetivo el bienestar social. La propiedad privada en función de lo social. Y en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común. Salud y Educación gratuita de excelencia para todos, derecho al trabajo, a la ancianidad, a la niñez y a la vivienda digna. Justicia Social: una política redistributiva del estado, que integra a sectores marginados y semimarginados de la sociedad, a condiciones de vida más justas y dignas. Comunidad Organizada: que expresa la idea de un todo orgánico en la que el individuo puede realizarse y realizarla al mismo tiempo. Y en la que se debe producir la armonía y el equilibrio cono síntesis de todo los conflictos sociales. Perón sostenía que la Comunidad Organizada posibilita una armonía de los fines espirituales y de los materiales (capital y trabajo), a través del equilibrio en la logro de ambos. Sintetizando, sostiene que la Comunidad Organizada permite la solución de todos los conflictos con las ideas de proporción, armonía y equilibrio. Estos conceptos están dirigidos a eliminar la influencia de la lucha de clases, posibilitada por el individualismo capitalista que basa su filosofía en el afán de lucro y en el egoísmo. La organización de la riqueza y su explotación tiene por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social.
Está claramente que Menem y todo su sequito, con la justificación del modernismo y la globalización, hizo todo lo contrario a lo precedente y entrego el patrimonio nacional, destruyo al industria, flexibilizó el trabajo, nos endeudo, formó ejércitos de desocupados y marginados, ato la economía y la política a las relaciones canales con los EEUU, en fin, hoy piensa volver por más. Volverán caras extrañas, los Menem, Puerta, De Narvaes, Duhalde, Patti, Saa, algunos socios sindicalistas “gordos”, capitales buitres y meramente especulativos, como tantos otros que se llenaron de plata a costa de la miseria del pueblo trabajador. Incluso cercanos ideológicamente a Macri, López Murphy, Sobisch, Cavallo, etc. No sería raro que en cualquier momento, estos sectores políticos, empresarios y económicos promuevan un “golpe económico” al estilo que sufrió Alfonsín, inflación, desabastecimiento, saqueos, crisis, inestabilidad, etc.
El trabajador, el humilde, el desocupado, el marginado, se puede equivocar en muchas cosas, en lo que no se puede equivocar es ideológicamente. Los sectores de derecha o centro derecha, dentro o fuera del Peronismo, nunca favorecieron a este sector social, siempre – de una forma u otra – nos quitaron beneficios o derechos. La solución no está en escapara hacia la derecha.
Quizás con los años uno pierda ese espíritu revolucionario que tenía cuando era joven, se vuelva más cauto, conservador y pretenda avanzar, paso a paso, escalón por escalón, consolidar cada conquista, aunque nosotros no veamos todo lo que soñamos. “Es preferible encender una pequeña vela que vivir despotricando en la oscuridad”. No es cuestión de tirar un viejo por la ventana todos los días. Quizás aquellos que tenemos algunos años y hemos sido tan castigados, vemos que hay hechos que no nos llevan a ningún lado.
Pero tampoco estoy de acuerdo con renunciar al cambio, creo profundamente que otro País es posible, no apoyo la idea de que otra cosa no se puede hacer, no estoy de acuerdo en conformarme con este reformismo, pero creo que el cambio debe ser hacia adelante, profundizarlo, pero sin buscar el caos, sin ser útiles a la derecha, sin apuntar a un gobierno que vuelva a destruir la incipiente industrialización para volver a someter a la clase trabajadora y generar desocupación y miseria, como sostén de un modelo económico más dependiente y que solo beneficia – como de costumbre - a unos pocos y tira migajas algún otro sector para comprarlo. Creo que hay que criticar pero aportando propuestas que apunten a la concreción de un País mas justo, pero señalando y rechazando – con el mismo énfasis - todo intento de los dueños del poder económico, industrial y agropecuario – nacional o multinacional – que pretende arrastrarnos a una crisis para profundizar las divisiones entre los que menos tenemos y salir ellos beneficiados. Debemos tener muy en claro – en la hora decisiva - quien es el enemigo de siempre.
El cambio se producirá por medio de la participación activa de los ciudadanos y no siendo meros espectadores de los acontecimientos del País. Participación para presionar por el cambio.
“En lo publico y en lo privado, los argentinos deben ajustar cuentas consigo mismos, con los dirigentes que eligieron, con la historia en la que participaron y la vida que construyeron.” Maria Seoane.


Daniel Fernández

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