lunes, 18 de mayo de 2009

EL 17 DE OCTUBRE EN PELIGRO

Octubre de 2002
EL 17 DE OCTUBRE EN PELIGRO DE DEJAR DE SER UNA FECHA HISTORICA EN LA LUCHA DEL PUEBLO Y CONVERTIRSE EN UN RITO CASI AISLADO Y VACIO DE CONTENIDO.

1.- Acariciemos nuestra memoria, sólo por un momento.

Raúl Scalabrini Ortiz dejó plasmada, tal vez como nadie, la emoción de aquél día en su libro “Tierra Sin Nada, Tierra de Profetas”.

“Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevado. …Era el de nadie y el sin nada. ….Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo.”

Algunas de estas frases han sido largamente usadas casi como un símbolo, porque lo son, ciertamente: “El subsuelo de la patria sublevado…el de nadie y el sin nada…..El espíritu de la tierra …”.

Esos hombres venían de lejos en la historia, y su dolor y frustración eran antiguas. Eran los mismos de siempre.

En su dolor pasado, su proyección histórica y su estar siempre esperando (como decía Scalabrini) también los define y refleja John WilliamCooke:

“Las masas que habían peleado en las invasiones inglesas y actuado en los hechos de Mayo, que formaron los ejércitos libertadores y que exigieron la Independencia, que reaccionaron contra los desmedros de nuestros intereses nacionales y resistieron ataques y bloqueos, no fueron nunca tenidos en cuenta por las minorías del privilegio económico. Y en esta nación que ellos hicieron con su sangre, les fueron negadas todas las libertades que refulgían en la retórica. El decreto de “vagos y mal entretenidos”, o el proyecto constitucional de los rivadavianos en 1826, que reservaba el voto para la “gente principal”, fueron la expresión jurídica de una actitud constante. Después de 1853 se les cargó de derechos y garantías, pero como abstracción, como ciudadanía que existía en la zona fantasmal de los artículos constitucionales y de los discursos; como seres de carne y hueso eran chusma productora de riqueza para el Imperio Británico: raza inferior destinada a la extinción; sin bienes ni tierra ni justicia, objetivo de las expediciones punitivas de Mitre y Sarmiento. La masa quedó segregada de los centros del poder; ya había cumplido su parte, creando un país, ahora molestaba a los que iban a traficarlo. Quedaba en el ostracismo, depositaria única de los valores de la nacionalidad que ella había conquistado, y Martín Fierro gritó sus protestas desde las angustias del país profundo. Pero ya no contaba: había muerto la Argentina de las lanzas y faltaba mucho para la Argentina de las alpargatas. La cabeza del Chacho asesinado simboliza a la clase dominante argentina mucho mejor que los mármoles con que ella se ha idealizado. (Peronismo y Revolución pág. 58 y 59)”

No parece que haga falta mas para el retrato de los protagonistas y el escenario. Para la recuperación de aquella memoria. Esta no es una recopilación folclórica de cómo cantaron (o vieron y vivieron) el 17 de octubre, sino un latigazo feroz a nuestras espaldas por haber llegado al rito vacío de hoy y un intento de saber qué fue de aquella épica.

2.- Basta de compasión. El presente.

El precandidato De la Sota celebra el 17 de octubre en Resistencia, Chaco. Algún otro tan importante como el para nuestra historia, lo hará en un microestadio en Rosario, Tucumán o Villa Elisa. Seguramente algún teatro, alguna iglesia y un cementerio serán lugares de recuerdo de algún representante oficial o extraoficial de la burocracia partidaria o de grupos aislados de sobrevivientes.
La Plaza de Mayo verá, (por casualidad será jueves), como todos los jueves a las Madres de Plaza de Mayo. Porque, ciertamente, la Plaza es de las Madres. Se la ganaron. En buena sangre; en la mejor.
Ellas estarán un rato, unas horas. Antes y después, sólo los fantasmas…

Pero ¿dónde están “el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio”? preguntaría Scalabrini.
Acaso ellos “que reaccionaron contra los desmedros de nuestros intereses nacionales y resistieron ataques y bloqueos” nuevamente no fueron “tenidos en cuenta por las minorías del privilegio económico. Y en esta nación que ellos hicieron con su sangre, les fueron negadas todas las libertades que refulgían en la retórica.”? Será cierto hoy también, entonces, que “se les cargó de derechos y garantías, pero como abstracción, como ciudadanía que existía en la zona fantasmal de los artículos constitucionales y de los discursos” pero como seres de carne y hueso fueron nuevamente chusma productora de riqueza para el Imperio: “raza inferior destinada a la extinción; sin bienes ni tierra ni justicia,…”? acusaría inquiriendo el “Bebe”.
Qué pasó entonces, si los protagonistas han desaparecido y la escena está vacía?. Qué cambió?. Para qué sirvió el 17 de octubre de 1945? Qué festejan los qué festejan?, preguntan absortos los fantasmas del pasado y del presente, muertos y vivos que aún sobreviven con dolor y resentimiento.

La respuesta es obvia. Todo eso ocurrió. Todo eso “le” ocurrió al pueblo. Nadie ocupa la plaza para recordar el Día de la Lealtad, como se lo bautizó sin homenajear la totalidad de su significación. Hoy la Lealtad lógicamente no puede expresarse porque el Líder no está. Tampoco están sus ideas entendidas, recogidas y vividas por alguien que pueda llamar a la Plaza para recordarlas, removerlas, replantearlas, hacerlas realidad.
Entonces sin Líder, sin ideas y sobre todo sin Pueblo, qué queda del 17 de octubre?.

3.- El rito como expresión sin contenido. La destrucción de la creencia.

En todas las comunidades, el paso del tiempo va generando que las conductas relacionadas con las creencias necesarias para la supervivencia.
se transformen en culto. Las generaciones posteriores, sometidas al olvido de las causas, sin el ejemplo militante de los mayores, o con el descreimiento que genera el mal ejemplo de los predicadores, meros espectadores del fenómeno exterior pero sin comprender el contenido y el para qué, se convierten en repetidores mecánicos de estos hábitos. Aún cuando le guarden respeto por provenir de sus mayores. No conocen nada mas que el rito. El gesto. La fachada.
Algo similar ocurre con los cultos originarios en conflicto con las culturas extrañas. La aculturación que se sufre cuando el bombardeo cultural es insoportable por la variedad de medios y la constante repetición genera sin embargo, en muchos casos, fenómenos de contracultura relacionados con la actitud de resistencia casi como un reflejo para la defensa de la identidad.

Sin temor a exagerar, viendo varias décadas sin celebraciones acordes con la significación del hecho histórico y observando quiénes se ponen el ropaje de protagonistas, podemos afirmar que el 17 de octubre ha pasado a la categoría de un rito particular de la burocracia y como tal una mínima e interesada expresión reduccionista y destinada a mantener una fachada peronista.
Al mismo tiempo, la señal contracultural viene de la resistencia individual a olvidar y de los variados (y no necesariamente y seguramente no identificados como peronistas) modos de expresar la resistencia de los descendientes de los verdaderos protagonistas.

4.- Si este no es el Pueblo, el Pueblo dónde está?. Si este no es el Peronismo, el Peronismo, dónde está?. Por “otros” 17.

El desafío (uno mas entre tantos que sufrimos los sobrevivientes) es antes que nada identificar qué significó el 17 de octubre además del dulce y escolar recuerdo de Día de la Lealtad.
Ese día, la Lealtad al Líder fue el disparador de la rebelión popular. Fue la primera vez (pero por suerte no sería la única, ni será la última) que el Nuevo Pueblo (indios, criollos, inmigrantes) rompió las ataduras que los poderes le imponían para reclamar directamente por sus derechos.
También surgiría la rebelión popular en el Cordobazo, el Rosariazo, el 17 de noviembre de 1972, el 20 de diciembre de 2002, y en otras puebladas que no podemos ignorar por el hecho de no haber sido sus únicos autores o protagonistas.
Sobre cada uno de estos hechos puede haber discusiones diletantes sobre el contenido social, los objetivos políticos y la persistencia dentro de un proceso revolucionario. Sería muy lindo tener tiempo de hacerlo con la plaza llena y el peronismo vivo y el pueblo feliz.
Lo cierto es que hoy 17 de octubre, la plaza sigue vacía, el peronismo ausente y el pueblo herido y perseguido. Y muchos de nosotros (y toda, pero toda la burocracia política y sindical del peronismo, sólo preocupada en que alguien los vote) seguimos sin ver dónde está el Pueblo.
Cierto es que ya no contamos a nuestro favor con los “talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas”, que existían pero se multiplicaron después de 1945 y no tenemos ferrocarriles que nos enorgullezcan, ni flota mercante propia, ni servicios públicos esforzadamente conseguidos, ni hidrocarburos disponibles, ni energía atómica independiente, etc. . Cierto es que no tenemos esos hormigueros de trabajadores que se sentían dueños de un pedacito de patria; hoy sólo quedan los deudores de la deuda externa. Cierto es, también, que contamos con cientos de burócratas partidarios o pretendidamente peronistas, ninguno libre del pecado de permitir que todo se haya perdido y todos incapaces de defender esa verdadera revolución.

Pero si este no es el Pueblo, habrá que buscarlo en las miles de asambleas barriales donde se defienden los mismos intereses de ayer, los de la gente; en los duros piquetes que por miles acorazan el conurbano en defensa de la vida (hoy piden trabajo, porque los viejos derechos les fueron arrebatados) o de sus familias haciendo pan, fabricando sus casas, organizando sus escuelas y comedores o manteniendo vivas las fábricas abandonadas cobardemente por la burguesía industrial “nacional”; en los Cutral Co, los General Mosconi, y cientos de lugares sublevados; en las provincias alzadas contra el feudalismo de los caudillejos de siempre; en los Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Aníbal Verón, Maximiliano Costecki, Darío Santillán, y tantos, que son también nuestros caídos, y en los que los reemplazan y continúan una lucha popular en la que no han sido ellos los desertores sino que continuaron y ocuparon los lugares vacíos dejados por aquellos que “brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora “ en 1945 y hoy son sólo fantasmas.
Donde se encuentre el Pueblo, estará el Peronismo que nos falta. Donde el Pueblo luche contra la explotación y por su liberación, estará el Peronismo que perdimos. Donde el enemigo sea la oligarquía explotadora y el imperialismo, donde no nos confundamos o le hagamos el juego a ese enemigo, tendremos el Peronismo que merecemos.
No es difícil encontrar la guía para reencontrarnos con ése 17 de octubre y clamar “por otros 17”. No necesitamos ningún iluminado que nos lo revele.

“Pero, mientras tanto, lo fundamental es que los hombres del pueblo, los de la clase que trabaja, no se entreguen a la raza oligarca de los explotadores. Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La justicia exige que sea derrotado!”. Evita.
Juan Carlos Padín

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