lunes, 18 de mayo de 2009

RECUPERAR EL MOVIMIENTO

Marzo de 2002
RECUPERAR EL PERFIL REVOLUCIONARIO

Durante más de 13 años el Movimiento Peronista está inmovilizado, los intereses personales de una gran mayoría de dirigentes atomizaron el movimiento, lo encasillaron simplemente en una estructura inmovil y burocrática de un partido político y lo vaciaron ideológicamente, con el agravantes de construir alianzas con sectores neoliberales, financieros y especuladores. Menem fue el caballo de Troya y los menemistas junto con sus aliados Justicialistas, formaron el ejercito que destruyo al Movimiento Peronista en su esencia y principios, en su espíritu revolucionario, en su doctrina solidaria, en sus convicciones humanas, populares y nacionales. Lo que no pudieron hacer militares, cipayos, infiltrados, neo peronistas y gorilas reaccionarios, lo lograron seudos dirigentes de la propia conducción. La influencia de estos dirigentes y la corrupción fueron tan fuerte, que no pudo crear sus propios anticuerpos. La política económica y social aplicada castigo las bases peronistas y beneficio a los sectores que siempre nos combatieron. Se desarticulo y destruyo la columna vertebral del movimiento. Los gremios industriales paulatinamente fueron perdiendo poder por la fuerte desindustrialización y el ingreso desmedido e incontrolado de productos importados, lo que produjo el cierre de cientos de empresas y la masiva expulsión de trabajadores, que pasaron a formar la mayor legión de desocupados de la historia Argentina. El furor privatizador que se impulso, dejo un tendal de desocupados, en aras de una dudosa eficiencia privada y una supuesta reducción del gasto público, que represento un monstruoso endeudamiento en millones de dólares en prestamos de la banca internacional para financiar despidos y planes sociales para los que perdían sus trabajos. Se cedió junto a las empresas de servicios privatizadas, el poder social del manejo de las tarifas y las independencia de resolver sobre ellas. El “mercado” comenzó a regular los precios e imponía condiciones a su voluntad, sin que los ciudadanos, cautivos de estas empresas, pudieran optar. A medida que caía la ocupación y cerraban las fábricas, los grandes dirigentes gremiales accedían, sospechosamente, a la aplicación de la flexibilización en las condiciones de trabajo, al congelamiento de los salarios y a la aprobación de leyes como la de AFJP, ART y Quiebras totalmente perjudiciales para el obrero. El trabajador cada día que pasaba perdía más derechos y el Estado, se ausentaba cada vez más de sus obligaciones. El poder financiero internacional y nacional se hacía cargo del poder real. Políticos y gremialistas oficialistas asentían y apoyaban, con dudoso intereses personales, cada medida que a la vista era perjudicial para la Nación. Los barrios periféricos de las ciudades se poblaban de desocupados y marginados, la pobreza avanzaba a pasos agigantados, pero una ficticia estabilidad, sustentada por el endeudamiento, mantenía a todos relativamente tranquilos. Desde el golpe militar y los subsiguientes procesos democráticos, provocaron un profundo desinterés por los asuntos públicos y políticos de parte de los ciudadanos. La desocupación, la pobreza, la marginación seguían creciendo al ritmo del cierre de empresas. El país se quedaba sin pequeñas y medianas industrias, grandes mutinacionales compraban las empresas con años de tradición, cerraban algunas plantas, achicando personal, acaparaban el mercado e imponían condiciones. La libertad para el accionar depredador de capitales financieros, era total. Ya ha esta altura el Peronismo tradicional, con su ideología y sus banderas de Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social, estaba en extinción, aquellos que se atrevían a criticar está política, se los calificaba como nostálgicos o quedados en el tiempo. Según los vendedores de ilusiones, estabamos entrando al primer mundo y muchos políticos y el sector oficialista del gremialismo, compraron por conveniencia el discurso, mientras la población y los trabajadores eran castigados sin contemplaciones. La gran desocupación creo miedo entre los trabajadores, provocando más abuso por parte de los empleadores, que ya no respetaban ni las leyes vigentes impuestas por ellos, tras la mirada tolerante de muchos sindicalistas.
La gente se alejo de los partidos políticos, a los cuales comenzó a tildar de centros de corrupción, clientelismo e inoperancia. Los trabajadores mayores comenzaron a abandonar los sindicatos y los más jóvenes no se integran, ambos por no sentirse realmente representados ni identificados, además de permitir una acción antisindical de los patrones. Una connivencia entre el poder político, sindical y financiero fue percibido por el pueblo, quien se sintió traicionado y perjudicado por estos, pero como única respuesta a este accionar fue la indiferencia a la política y rechazó toda posibilidad de participación. Es así que para cada acto político o gremial, concurren a los barrios marginales en busca de cientos de desocupados o “clientes” de los planes sociales, bajo la velada amenaza de quitárselos si no asisten y a otros se les da como incentivo unos pesos o un sanwich y un tetrabrik para que asistan, poniendo de manifiesto una denigrante actitud de estos pseudos dirigentes, que especulan con la necesidades más elementales de la gente. Se menoscabo la movilización espontánea y con convicción, tan característico del otrora Movimiento Peronista.
Todos estos comportamientos, hicieron que el peronismo como movimiento perdiera sus mejores cualidades. Dejo de ser “la alternativa” para ser simplemente la continuidad de políticas neoliberales, que vienen del Gobierno militar del 76 con Martínez de Hoz y Cavallo, sujetas a la voluntad de los intereses financieros internacionales. Quedo encasillado dentro del sistema y conformo la “corporación” política con la UCR y otros partidos menores, todo con el objetivo de mantener sus privilegios. Retuvo las masas más por el clientelismo de algunos intendentes o punteros políticos a través de los favores de los planes sociales, que por convencimiento ideológico.
Es evidente y no quedan dudas que toda esta clase dirigencial y este modelo que han sustentado, ha fracasado, hoy estamos viviendo los índices más elevados de desocupación, pobreza, marginación, indigencia, desindustrialización, mortalidad infantil, recesión, abandono de personas, además de una alarmante decadencia en lo que hace a la educación, salud, vivienda, seguridad social, jurídica, etc. Lo que es indiscutible es que esta dirigencia es el reflejo de nuestra sociedad, una sociedad que en general y por muchos motivos, ha sido indiferente e hipócrita ante los acontecimientos sociales, económicos y políticos que se fueron desarrollando en nuestro País y que nos llevaron a esta triste y desgraciada situación. La indiferencia y el abandono de nuestra generación por nuestros mayores, los niños, los desocupados, la entrega del patrimonio, la corrupción, entre otros males, es la peor herencia que le podemos dejar a nuestros hijos, ellos pagaran toda nuestra lamentable actitud.
Hoy no se puede encontrar el camino a seguir si no entendemos los cambios que se están produciendo, como es la convergencias de los desocupados, la clase media y los trabajadores que toman las fábricas, sin apoyo de sus conducciones.
Todo este cambio es producto de la gran degradación social producida durante todos estos años. Se observan grandes masas de desocupados conducido por sus propias organizaciones, ciudadanos que reniegan de cualquier partido político y repudian a los que dicen ser sus representantes, los trabajadores que no confían de sus dirigentes y no se sienten representados. Toda esta desvalorización de la clase dirigencial se mostró en toda su dimensión en las últimas elecciones y las manifestaciones de diciembre de 2001, y posteriormente con esta movida que crearon los ciudadanos. La gente ha comenzado a deliberar y actuar en agrupaciones vecinales o sociales porque se ha dado cuenta, que las instituciones actuales no responden a sus demandas más imperiosas. Los actuales dirigentes subordinan todo a los tiempos políticos, en lugar de subordinarse a las necesidades de la gente.
El peronsimo actual quedo inmovilizado y sin ideología, abandonó su lugar en la calle, cedió el protagonismo, está perdiendo las fábricas y los barrios, dejo ser la opción, todo aquello que fue el caudal popular del peronismo, motor de todo cambio y elemento permanente de esperanza, hoy esta en la calle autoconduciendose. Las actuales organizaciones vecinales hacen la labor que hacían desinteresadamente y por convicción doctrinaria los militantes en las Unidades Básicas, que hoy son meras gateras de transas políticas para ocupar cargos y alientan el enfrentamientos con quienes son los nuevos descamisados. Se ha construido un Peronismo Anti Peronista.
Es evidente que la mayoría de la dirigencia ha perdido totalmente el respaldo popular, son repudiados y así todo se niegan producir un cambio y abandonar privilegios que todos cuestionan. Muchos dirigentes, políticos y gremiales, expresan su Peronismo en locuaces discursos, reportajes o en solicitadas, pero cuando actúan en la función publica o en el comportamiento de su vida privada, son burdos imitadores de oligarcas.
Se percibe en todo los ámbitos una total anarquía, cada sector de poder hace lo que quiere, como si nadie nos gobernara. El Gobierno (justicialista) no tiene la autoridad suficiente para ponerle freno al poder económico, llámese grandes empresarios, exportadores, empresas de servicios o formadores de precios en general, están saqueando despiadadamente al pueblo, con desabastecimiento y aumentos injustificados de precios. Para el pueblo no hay justicia, no hay igualdad, sólo se lo reprime y los salarios son lo único que está prohibido aumentar. Ahora resulta que todos los productos tienen insumos importados, todo se cobra según el valor del mercado internacional, ellos nunca quieren dejar de ganar suculentas sumas, pero siempre en desmedro de los que menos tienen. Mientras el pueblo se muere de hambre, se lo condena a la marginación y no puede acceder a la salud, a la educación, a la vivienda o no se crean nuevas fuentes de trabajo o se los deja sin ella, estas corporaciones insisten en apoderarse de los escasos recursos que producen sus largas jornadas de trabajo (de aquellos que aún tienen) o de los subsidios. Nadie pone las cosas en su lugar, nadie tiene la autoridad política y moral de imponer un sacrificio igualitario para todos. Bajo estas condiciones ira en aumento la tensión social y podrá dejar huellas lamentables.
En las actuales condiciones de anarquía y disgregación por la que está atravesando el País, sumado a la función corporativa de la dirigencia actual y al descreimiento generalizado sobre ellos, que tiene el pueblo, debemos decir que el accionar dominante de los tradicionales partidos políticos o la forma privilegiada de hacer política durante el último siglos han quedado agotadas, inclusive ya no son los mismos los conceptos que manejaban de masa o clase. Todos estos conceptos han cambiado, hoy podemos encontrar grupos que creíamos contradictorios entre sí, desocupados, piqueteros, gremios, clase media o clase media empobrecida, se los ve trabajando juntos por objetivos comunes. Estos grupos han dejado de lado sus contradicciones y generan un cambio fundamental que transforma las posiciones fijas tradicionales. Como ha cambiado la forma de actuar del capitalismo, las fuerzas creativas de la gente ha variado su composición y organización para hacer frente al control de la vida misma que ha impuesto el capitalismo. Por lo tanto lo que hay que captar es como organizar todo este nuevo movimiento de la multitud y redefinirlo como un nuevo y positivo poder político.
Por ello se hace imprescindible desterrar a estos traidores y refundar el Movimiento Peronista, conservando los valores y principios ideológicos fundamentales y esencialmente humano, donde el hombre sea el centro de toda acción política. El mundo ha cambiado, la sociedad ha cambiado, por lo tanto el peronismo debe establecer una nueva forma de hacer política.
Hay que ser capaces de romper con el sistema, el peronismo fue revolucionario, por lo tanto para volver a ser alternativa debe romper con lo pre establecido, debe forjar y redefinir ideales para luchar contra la pobreza, la desocupación, la explotación, debe instalar una conciencia de resistencia contra la continua degradación social, recuperar el discurso del pueblo, crear trabajo genuino para recuperar la clase trabajadora. Hay que volver a insertarse en la sociedad y apoyar las demandas de los ciudadanos. Apoyar el reclamo de la necesidades más urgentes y el derecho que les asiste por tener la verdad. Hay que demostrarle a la gente que su voluntad es respetada y que el poder no lo acaparan grandes corporaciones financieras, empresarias o políticas. Es imprescindible abrir en todos los sectores un profundo y amplio debate sobre el destino de nuestro País. Sin excluir a los mayores, es necesario que las nuevas generaciones, dueñas del futuro, asuman la responsabilidad de replantear, delinear y planificar el País en que desean vivir.
El Peronismo debe recuperar su mística, su historia, su ideología y sus banderas. Tiene la obligación de producir la revolución política, gobernar con la gente, promover el cambio ético y moral más profundo de la historia, poner todo el énfasis en recuperar una justicia independiente y todas las instituciones y, por último sentar las bases para el cambio cultural que nos proporcione una profunda identidad nacional para siempre. Tampoco es lógico pretender volver al pasado, el pasado tan sólo es historia y nos tiene que servir como antecedente o experiencia, la evolución del mundo y las condiciones hoy son totalmente diferentes, lo que no puede cambiar es la esencia de la ideología o dejar de ser revolucionario.
Los discursos de los “Politólogos” escuchado durante este último siglo ya no llegan a la gente, es más, son rechazados conjuntamente con sus prácticas. Es innegable que todos estos cambios han traído nuevas formas de protagonismo social. Hoy las nuevas organizaciones tienen un nuevo lenguaje, que no todos los dirigentes pueden comprender. Se ha producido un corte abrupto entre la vieja política y esta nueva que viene asomando, todo es nuevo y hará falta nuevas técnicas para poder estudiarla y comenzar a entenderla.
Para recuperar la confiabilidad de la gente, imprescindible para gobernar, no basta con simples discursos. Hay que salir a la calle, a las fábricas, a los barrios y trabajar codo a codo con la gente, conocer sus inquietudes, sus necesidades y producir los cambio que ella reclama. La acción colectiva, callejera y solidaria fueron el sostén del peronismo que hoy se debe ganar. La honestidad y la transparencia es otra de las cualidades necesarias para recuperar algo de lo perdido. Ya no sirven las conducciones alejadas de sus bases, ya no sirve el puntero político que obtiene beneficios personales por tener cierta preponderancia entre sus vecinos.
Es imprescindible mantener la coherencia, no se puede hacer alianzas simplemente con fines electorales, con individuos o candidatos que no comparten la misma postura ideológica, metodología de trabajo y objetivos de cambio. Esta alianzas sólo sirven para desprestigiarse, querer alcanzar el poder por el poder en si mismo no sirven. Es preferible perder una elección que traicionar un ideal o la confianza.
Lo peor que se puede hacer es no querer reconocer la realidad, las condiciones han cambiado, la gente ha cambiado, las costumbres han cambiado, nos debemos adaptar a ellas, construir un plan superior, una conducción confiable, junto a un proyecto de Nación que involucre a la mayoría del pueblo. Recuperar el proyecto de la Patria Grande, al dominio global que ha impuesto el capitalismo, debemos imponer la globalización de la solidaridad.


Hector Daniel Fernández

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