lunes, 18 de mayo de 2009

CREDIBILIDAD

Diciembre de 1998

Sobre la costumbre de rehuir responsabilidades

Es increíble ver como se distorsiona la verdad con único afán de proteger intereses personales. Hoy, como nunca, se ve como el pueblo se siente indefenso e impotente ante su lucha contra el atropello de las poderosas empresas, en su mayoría de servicios, que actúan como si fueran grandes feudos, ante la indiferencia y pasividad, casi cómplice, de la mayoría de las autoridades, funcionarios y políticos.
Veo como los políticos “teatralizan la política” o la transforman en un “espectáculo”, donde ellos son los únicos actores y el pueblo un simple espectador pasivo.
Observo con frecuencia, como algunos funcionarios y políticos tratan de rehuir su responsabilidad, afectando seriamente la credibilidad de las instituciones.
Nadie se hace responsable de nada, tratan de deslindar su propia responsabilidad y transfirirla, en el mejor de los casos, a otros funcionarios de menor grado, podríamos decir que estamos ante la cultura de “Bart Simpson”, del “Yo no fui”. En algunas oportunidades nos han dado explicaciones tan ridículas, que pareciera que nos están tratando como a tontos. Intentan convencernos, con argumentos inverosímiles, de una realidad que es inocultable, o de lo contrario, pretenden desviar la atención hacia cosas menos relevantes, sino recordemos algunos casos como el de la Aduana (Del Conte), los pollos (Mazorin), las famosas valijas (Yoma – Caserta), los incendios del sur, la limpieza del Riachuelo en 100 días, las inundaciones (María Julia Alsogaray), la venta de armas (Croacia, Ecuador), la explosión en Río Tercero, etc. Tampoco escapa la “creencia” generalizada de la gente en la falta de justicia o una justicia dependiente, ejemplo de ello los fallos de la Corte Suprema a favor del gobierno y Jueces corruptos. Además de los flagelos evidentes, como el hambre, la miseria, la violencia, el desamparo, el empobrecimiento en los servicios de salud y educación, según políticos y funcionarios, parecería que todo se originó por generación espontanea, todos miran para otro lado. Y en todo esto, oficialismo u oposición, estén del lado que estén y por más que se echen culpas unos a otros, es toda de ellos.
Estos funcionarios, no se dan cuenta que cuando procuran eludir su responsabilidad, especialmente cuando éstas son claras e innegables, afectan, en primer lugar, la credibilidad de su gestión, además de generar una sensación de impunidad entre la ciudadanía.
Ante éste cambio estratégico de hacer política, sin escuchar las necesidades del pueblo y arrogándose con soberbia, como si fueran dioses, ser los dueños de la verdad y el poder, se permiten violar los códigos éticos y morales con el fin de alcanzar objetivos partidarios – personales, dejando en evidencia que ellos son los únicos que han sumido en el mayor de los desprestigios a toda la clase política. Ante tanto desatino, la ciudadanía les está dando la espalda.
Es muy común observar la utilización del “hecho consumado”, primero ejecutan los actos y luego pretende de aprobar su legalidad.
Otra táctica utilizada es hacer oídos sordos a todo tipo de reclamo, justos y necesarios de trabajadores, maestros, jubilados, alumnos, vecinos, etc., actúan en forma indiferente y dejan que el tiempo transcurra sin darles una solución, esperando el lógico desgaste ante la exacerbante impotencia de no obtener resultados positivos. Es claro que tienen prioridad en las acciones de gobierno los aspectos económicos antes que los sociales y humanos, como así también estimulan el individualismo a lo solidario.
Desgraciadamente hemos llegado a un punto, donde pareciera, que en la política de hoy, todo esta permitido y es tolerable, la traición, la mentira, la deslealtad, el fraude, la frivolidad y sobre todo prioridad de los intereses personales sobre los públicos.
Existe un evidente divorcio entre los intereses y expectativas de la mayoría del pueblo y los intereses que expresan las dirigencias.
“La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés, el del pueblo” J.D.P.
La impotencia, el descreimiento y la falta de confianza en las instituciones generó entre la gente, apatía y falta de participación, que en definitiva es el corsé que se le ha impuesto al pueblo, como los militares impusieron el miedo. Si se pretende un cambio, hay que romper el cerco establecido por el poder económico y el político.
Hay dos clara actitudes: estar con la gente o darle la espalda. Apoyar a sus representados o defender los intereses de las grandes empresas, deslindando responsabilidades que sólo a ellos les compete.
De una vez por todas, “los tiempos políticos se deben adecuar a los tiempos del pueblo”.

Héctor Daniel Fernández
Ciudadela

No hay comentarios:

Milei y “la solución final al problema de los jubilados”

Los jerarcas nazis Reinhard Heydrich y Otto Adolf Eichmann, entre otros, llevaron a cabo la "solución final al problema judío”, con act...