miércoles, 22 de julio de 2015

MAURICIO MACRI – Elecciones porteñas

Escucharon el discurso de Macri ayer (18/07/2015) después que se proclamara ganador la fórmula del PRO en la Ciudad de Buenos Aires: realmente me resulto patético. Su pobre vocabulario, su pésima oratoria, parecería incapaz de articular un discurso fluido, encendido y con fuerte contenido político. Desparramo tan sólo frases, es preferible que baile.
Para colmo, en la victoria de su partido, resalto, tan sólo, las cosas que hizo bien el Gobierno Nacional, agregando lo que él mejoraría, sin ideas nuevas o proyectos propios. Supongo que nadie le puede creer. Es una nueva estrategia de campaña marcada por sus asesores y las encuestas que dicen que la gente no quiere grandes cambios. Está experimentando la “caprilización” del discurso, se esfuerza ahora en cambiar el rumbo, desde sostener que “el modelos está agotado” o “la sociedad pide un cabio, no continuidad. Voy a ser el Presidente del cambio” a este de mantener AUH, YPF, Aerolíneas Argentinas, ANSES, Futbol para todos, entre otras cosas, leyes que no apoyaron cuando fueron votas. Demuestra que está haciendo la gran Menem, si digo lo que voy hacer no me vota nadie. Además, se habrá dado cuenta, que no se puede ganar una elección general a presidente con políticas sólo para la clase más pudiente. Creo que por más esfuerzo que haga, la mayoría no le cree y antes de tener una mala copia, se queda con el original. Competirá con esta misma estrategia con Massa (con el slogan - El cambio justo). Sólo le puede apoyar y proteger mediáticamente, aquellos que lo financian, porque tienen intereses creados y aquellos ciudadanos que se les parecen.
Para el que le interesa, puede leer esta evaluación, mucho más completa en mi blog: http://lzrsocialypopular.blogspot.com.ar/ Cambio o continuidad.

20 de julio de 2015

Héctor Daniel Fernández 

viernes, 10 de julio de 2015

DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO A LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN BOLIVIA

A los católicos practicantes, a los católicos no tan practicantes o por bautismo, a los cristianos, aquellos que le suelen ir a la iglesia a pedir a Dios, a la Virgen o a los Santos ante situaciones complicadas o les dan gracias, aquellos que se alborozaron con la elección de Bergoglio como Papa, como también aquellos que creen en la justicia social, les pido que lean íntegramente el discurso del Papa Francisco a los movimientos populares y sobre todo lo lleven a la práctica y no busquen artilugios para tomar solo lo que les sirve y descartar aquello que no les conviene o “la indignación elegante” como dice el Papa. Supongo que un buen católico es aquel que hace lo que la doctrina dice y no lo que le conviene o cuando le conviene. Seguramente muchos estarán alarmados por su postura y ya no le cae tan simpático.
El Papa instalo en el imaginario público la idea de que el capitalismo es un sistema agotado, que ya no se lo aguanta más, que el ajuste siempre se hace a costa de los pobres, que no existe tal cosas como el derrame de la riqueza de la copa de los ricos, que destruye la casa común y condena a la Madre Tierra, que los monopolios son una desgracia. “La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es el estiércol del diablo. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común.” «Las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones». “Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo.” Entre tantas otras afirmaciones.
He sido crítico de la Iglesia y del Papa cuando era Bergoglio, pero realmente este discurso reafirma un cambio notable en la postura tradicional de la iglesia, es como la refundación de la Teoría de la Liberación, que se afirma y se expande en los años 60 – 70, en América Latina con el II Conferencia General del C.E.L.A.M. Medellin 1968. El Obispo brasileño Héder Camara lideró un grupo de 18 obispos de Latinoamérica, Asia y Africa qye redacto un manifiesto para apoyar el llamado del Papa Pablo VI en la encíclica “Populorum Progressio”, en la que vinculaba la situación de pobreza y desamparo de los pueblos del Tercer Mundo con la explotación a la que el “imperialismo del dinero” de las corporaciones multinacionales los someten y con el aval de los gobiernos.
El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, estaba formado principalmente por sacerdotes de villas miserias y barrios obreros y canalizaron la acción social. Unos ciento veinte miembros del movimiento en la Argentina inauguraron las deliberaciones del Encuentro Nacional de Sacerdotes para el Tercer Mundo precisamente el 1º de Mayo, en el Colegio Mayor Universitario de Santa Fe.]
Muchos ciudadanos creían y apoyaban ese movimiento, que encontró férrea oposición en lo más rancio y oligárquico de la ortodoxia eclesiástica, que terminó imponiendo su posición e incluso siendo cómplice de la genocida dictadura militar. Muchos de los obispos y curas fueron muertos, siendo los más reconocidos en nuestro País el obispo Enrique Angeleri y el padre Carlos Mujica. Otros recordados fueron Jaime de Nevares y Miguel Hesayne. Hoy ese camino lo siguen el grupo de curas en la opción por los pobres. El fin era acercar la Iglesia a los pobres y no los pobres se acercaran a la iglesia. A pesar que el Papa Francisco no la integró, hoy él reafirma muchas de aquellos ideales.
Ahora podrán los católicos, sectarios, discriminadores y explotadores, que concurren a las iglesias y dicen profesar la religión católica, cambiar o seguirán con su individualismo y egoísmo, utilizando aquellas palabras del Papa que más le convenga. Pero el sucesor de Pedro, dejó bien claro que el capitalismo es un sistema inhumano, injusto, predatorio, que debe ser superado mediante un cambio estructural.

Si se pretende un mundo mejor, primero debemos cambiar nosotros.   

DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO    
Hermanos, hermanas. Buenas tardes a todos.
Hace algunos meses nos reunimos en Roma y tengo presente ese primer encuentro nuestro. Durante este tiempo los he llevado en mi corazón y en mis oraciones. Me alegra verlos de nuevo aquí, debatiendo los mejores caminos para superar las graves situaciones de injusticia que sufren los excluidos en todo el mundo. Gracias Señor Presidente Evo Morales por acompañar tan decididamente este Encuentro.
Aquella vez en Roma sentí algo muy lindo: fraternidad, garra, entrega, sed de justicia. Hoy, en Santa Cruz de la Sierra, vuelvo a sentir lo mismo. Gracias por eso. También he sabido por medio del Pontificio Consejo Justicia y Paz que preside el Cardenal Turkson, que son muchos en la Iglesia los que se sienten más cercanos a los movimientos populares. ¡Me alegra tanto! Ver la Iglesia con las puertas abiertas a todos Ustedes, que se involucre, acompañe y logre sistematizar en cada diócesis, en cada Comisión de Justicia y Paz, una colaboración real, permanente y comprometida con los movimientos populares. Los invito a todos, Obispos, sacerdotes y laicos, junto a las organizaciones sociales de las periferias urbanas y rurales, a profundizar ese encuentro.
Dios permite que hoy nos veamos otra vez. La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz a la de Ustedes: “Las famosas tres T”: tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale la pena, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la tierra.
Primero de todo.
1. Empecemos reconociendo que necesitamos un cambio. Quiero aclarar, para que no haya malos entendidos, que hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos y, en general también de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo. Hecha esta aclaración, propongo que nos hagamos estas preguntas:
- ¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?
- ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?
Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio.
Ustedes –en sus cartas y en nuestros encuentros– me han relatado las múltiples exclusiones e injusticias que sufren en cada actividad laboral, en cada barrio, en cada territorio. Son tantas y tan diversas como tantas y diversas sus formas de enfrentarlas. Hay, sin embargo, un hilo invisible que une cada una de esas exclusiones, ¿podemos reconocerlo? Porque no se trata de cuestiones aisladas. Me pregunto si somos capaces de reconocer que estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?
Si esto así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco.
Queremos un cambio en nuestras vidas, en nuestros barrios, en el pago chico, en nuestra realidad más cercana; también un cambio que toque al mundo entero porque hoy la interdependencia planetaria requiere respuestas globales a los problemas locales. La globalización de la esperanza, que nace de los Pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir esta globalización de la exclusión y la indiferencia.
Quisiera hoy reflexionar con Ustedes sobre el cambio que queremos y necesitamos. Saben que escribí recientemente sobre los problemas del cambio climático. Pero, esta vez, quiero hablar de un cambio en el otro sentido. Un cambio positivo, un cambio que nos haga bien, un cambio –podríamos decir– redentor. Porque lo necesitamos.
Sé que Ustedes buscan un cambio y no sólo ustedes: en los distintos encuentros, en los distintos viajes he comprobado que existe una espera, una fuerte búsqueda, un anhelo de cambio en todos los Pueblos del mundo. Incluso dentro de esa minoría cada vez más reducida que cree beneficiarse con este sistema reina la insatisfacción y especialmente la tristeza. Muchos esperan un cambio que los libere de esa tristeza individualista que esclaviza.
El tiempo, hermanos, hermanas, el tiempo parece que se estuviera agotando; no alcanzó el pelearnos entre nosotros, sino que hasta nos ensañamos con nuestra casa. Hoy la comunidad científica acepta lo que hace, ya desde hace mucho tiempo denuncian los humildes: se están produciendo daños tal vez irreversibles en el ecosistema.
Se está castigando a la tierra, a los pueblos y las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que Basilio de Cesarea llamaba «el estiércol del diablo». La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es el estiércol del diablo. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común.
No quiero extenderme describiendo los efectos malignos de esta sutil dictadura: ustedes los conocen. Tampoco basta con señalar las causas estructurales del drama social y ambiental contemporáneo. Sufrimos cierto exceso de diagnóstico que a veces nos lleva a un pesimismo charlatán o a regodearnos en lo negativo. Al ver la crónica negra de cada día, creemos que no hay nada que se puede hacer salvo cuidarse a uno mismo y al pequeño círculo de la familia y los afectos.
¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora frente a tantos problemas si apenas gano para comer? ¿Qué puedo hacer yo artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido si ni siquiera tengo derechos laborales? ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío cuando soy diariamente discriminado y marginado? ¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños pero casi sin ninguna solución para sus problemas?
Pueden hacer mucho. Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» ¿De acuerdo?  (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, Cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen!
2. Ustedes son sembradores de cambio. Aquí en Bolivia he escuchado una frase que me gusta mucho: «proceso de cambio». El cambio concebido no como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró tal o cual estructura social. Dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir.
Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, los procesos, donde la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. La opción es por generar proceso y no por ocupar espacios. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por «vivir bien». Dignamente, en ese sentido.
Ustedes, desde los movimientos populares, asumen las labores de siempre motivados por el amor fraterno que se revela contra la injusticia social. Cuando miramos el rostro de los que sufren, el rostro del campesino amenazado, del trabajador excluido, del indígena oprimido, de la familia sin techo, del migrante perseguido, del joven desocupado, del niño explotado, de la madre que perdió a su hijo en un tiroteo porque el barrio fue copado por el narcotráfico, del padre que perdió a su hija porque fue sometida a la esclavitud; cuando recordamos esos «rostros y esos nombres» se nos estremecen las entrañas frente a tanto dolor y nos conmovemos… Todos nos conmovemos, porque «hemos visto y oído», no la fría estadística sino las heridas de la humanidad doliente, nuestras heridas, nuestra carne. Eso es muy distinto a la teorización abstracta o la indignación elegante. Eso nos conmueve, nos mueve y buscamos al otro para movernos juntos. Esa emoción hecha acción comunitaria no se comprende únicamente con la razón: tiene un plus de sentido que sólo los pueblos entienden y que da su mística particular a los verdaderos movimientos populares.
Ustedes viven cada día, empapados, en el nudo de la tormenta humana. Me han hablado de sus causas, me han hecho parte de sus luchas ya desde Buenos Aires y yo se los agradezco. Ustedes, queridos hermanos, trabajan muchas veces en lo pequeño, en lo cercano, en la realidad injusta que se les impuso y a la que no se resignan, oponiendo una resistencia activa al sistema idolátrico que excluye, degrada y mata.
Los he visto trabajar incansablemente por la tierra y la agricultura campesina, por sus territorios y comunidades, por la dignificación de la economía popular, por la integración urbana de sus villas, por la autoconstrucción de viviendas y el desarrollo de infraestructura barrial, y en tantas actividades comunitarias que tienden a la reafirmación de algo tan elemental e innegablemente necesario como el derecho a «las tres T»: tierra, techo y trabajo.
Ese arraigo al barrio, a la tierra, al oficio, al gremio, ese reconocerse en el rostro del otro, esa proximidad del día a día, con sus miserias porque las hay, las tenemos y sus heroísmos cotidianos, es lo que permite ejercer el mandato del amor, no a partir de ideas o conceptos sino a partir del encuentro genuino entre personas, necesitamos instaurar esta cultura del encuentro porque ni los conceptos ni las ideas se aman; se aman las personas.  
La entrega, la verdadera entrega surge del amor a hombres y mujeres, niños y ancianos, pueblos y comunidades… rostros y nombres que llenan el corazón. De esas semillas de esperanza sembradas pacientemente en las periferias olvidadas del planeta, de esos brotes de ternura que lucha por subsistir en la oscuridad de la exclusión, crecerán árboles grandes, surgirán bosques tupidos de esperanza para oxigenar este mundo.
Veo con alegría que ustedes trabajan en lo cercano, cuidando los brotes; pero, a la vez, con una perspectiva más amplia, protegiendo la arboleda. Trabajan en una perspectiva que no sólo aborda la realidad sectorial que cada uno de ustedes representa y a la que felizmente está arraigado, sino que también buscan resolver de raíz los problemas generales de pobreza, desigualdad y exclusión.
Los felicito por eso. Es imprescindible que, junto a la reivindicación de sus legítimos derechos, los Pueblos y sus organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente. Ustedes son sembradores del cambio. Que Dios les dé coraje, alegría, perseverancia y pasión para seguir sembrando. Tengan la certeza que tarde o temprano vamos de ver los frutos.
A los dirigentes les pido: sean creativos y nunca pierdan el arraigo a lo cercano, porque el padre de la mentira sabe usurpar palabras nobles, promover modas intelectuales y adoptar poses ideológicas, pero si ustedes construyen sobre bases sólidas, sobre las necesidades reales y la experiencia viva de sus hermanos, de los campesinos e indígenas, de los trabajadores excluidos y las familias marginadas, seguramente no se van a equivocar.
La Iglesia no puede ni debe ser ajena a este proceso en el anuncio del Evangelio. Muchos sacerdotes y agentes pastorales cumplen una enorme tarea acompañando y promoviendo a los excluidos en todo el mundo, junto a cooperativas, impulsando emprendimientos, construyendo viviendas, trabajando abnegadamente en los campos de la salud, el deporte y la educación. Estoy convencido que la colaboración respetuosa con los movimientos populares puede potenciar estos esfuerzos y fortalecer los procesos de cambio.
Y tengamos siempre presente en el corazón a la Virgen María, una humilde muchacha de un pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio, una madre sin techo que supo transformar una cueva de animales en la casa de Jesús con unos pañales y una montaña de ternura. María es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Yo rezo a la virgen tan venerada por el pueblo boliviano para que permita que este Encuentro nuestro sea fermento de cambio. El cura habla largo parece ¿no? Nooo (responden todos).
3. Por último quisiera que pensemos juntos algunas tareas importantes para este momento histórico, porque queremos un cambio positivo para el bien de todos nuestros hermanos y hermanas, eso lo sabemos. Queremos un cambio que se enriquezca con el trabajo mancomunado de los gobiernos, los movimientos populares y otras fuerzas sociales, eso también lo sabemos. Pero no es tan fácil definir el contenido del cambio, podría decirse, el programa social que refleje este proyecto de fraternidad y justicia que esperamos, no es fácil de definir.
En ese sentido, no esperen de este Papa una receta. Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social ni la propuesta de soluciones a los problemas contemporáneos. Me atrevería a decir que no existe una receta. La historia la construyen las generaciones que se suceden en el marco de pueblos que marchan buscando su propio camino y respetando los valores que Dios puso en el corazón.
Quisiera, sin embargo, proponer tres grandes tareas que requieren el decisivo aporte del conjunto de los movimientos populares:
3.1. La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos: Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos NO a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la Madre Tierra.
La economía no debería ser un mecanismo de acumulación sino la adecuada administración de la casa común. Eso implica cuidar celosamente la casa y distribuir adecuadamente los bienes entre todos. Su objeto no es únicamente asegurar la comida o un “decoroso sustento”. Ni siquiera, aunque ya sería un gran paso, garantizar el acceso a «las tres T» por las que ustedes luchan. Una economía verdaderamente comunitaria, podría decir, una economía de inspiración cristiana, debe garantizar a los pueblos dignidad «prosperidad sin exceptuar bien alguno» (1)   Esta última frase la dijo el Papa Juan XXIII hace 50 años. Jesús dice en el evangelio que aquel que le dé espontáneamente un vaso de agua cuando tiene sed será acogido en el reino de los cielos.  Esto implica «las tres T» pero también acceso a la educación, la salud, la innovación, las manifestaciones artísticas y culturales, la comunicación, el deporte y la recreación.
Una economía justa debe crear las condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder a una digna jubilación en la ancianidad. Es una economía donde el ser humano en armonía con la naturaleza, estructura todo el sistema de producción y distribución para que las capacidades y las necesidades de cada uno encuentren un cauce adecuado en el ser social. Ustedes, y también otros pueblos, resumen este anhelo de una manera simple y bella: «vivir bien». Que no es lo mismo que ver pasar la vida.
Esta economía no es sólo deseable y necesaria sino también posible. No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos lograrlo. Los recursos disponibles en el mundo, fruto del trabajo intergeneracional de los pueblos y los dones de la creación, son más que suficientes para el desarrollo integral de «todos los hombres y de todo el hombre». (2)
El problema, en cambio, es otro. Existe un sistema con otros objetivos. Un sistema que además de acelerar irresponsablemente los ritmos de la producción, además de implementar métodos en la industria y la agricultura que dañan la Madre Tierra en aras de la «productividad», sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales. Ese sistema atenta contra el proyecto de Jesús. Contra la Buena Noticia que trajo Jesús.
La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la carga es aún más fuerte: es un mandamiento. Se trata de devolverles a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece.
El destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos. Y estas necesidades no se limitan al consumo. No basta con dejar caer algunas gotas cuando lo pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola. Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras, coyunturales. Nunca podrán sustituir la verdadera inclusión: ésa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario.
Y en este camino, los movimientos populares tienen un rol esencial, no sólo exigiendo y reclamando, sino fundamentalmente creando. Ustedes son poetas sociales: creadores de trabajo, constructores de viviendas, productores de alimentos, sobre todo para los descartados por el mercado mundial.
He conocido de cerca distintas experiencias donde los trabajadores unidos en cooperativas y otras formas de organización comunitaria lograron crear trabajo donde sólo había sobras de la economía idolátrica y vi que algunos están aquí. Las empresas recuperadas, las ferias francas y las cooperativas de cartoneros son ejemplos de esa economía popular que surge de la exclusión y, de a poquito, con esfuerzo y paciencia, adopta formas solidarias que la dignifican. ¡Y qué distinto es eso a que los descartados por el mercado formal sean explotados como esclavos!
Los gobiernos que asumen como propia la tarea de poner la economía al servicio de los pueblos deben promover el fortalecimiento, mejoramiento, coordinación y expansión de estas formas de economía popular y producción comunitaria.
Esto implica mejorar los procesos de trabajo, proveer infraestructura adecuada y garantizar plenos derechos a los trabajadores de este sector alternativo. Cuando Estado y organizaciones sociales asumen juntos la misión de «las tres T» se activan los principios de solidaridad y subsidiariedad que permiten edificar el bien común en una democracia plena y participativa.
3.2. La segunda tarea, eran 3, es unir nuestros Pueblos en el camino de la paz y la justicia.
Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino. Quieren transitar en paz su marcha hacia la justicia. No quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones religiosas sean respetados.
Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía y, cuando lo hacen, vemos nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia porque «la paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en los derechos de los pueblos particularmente el derecho a la independencia» (3)
Los pueblos de Latinoamérica parieron dolorosamente su independencia política y, desde entonces llevan casi dos siglos de una historia dramática y llena de contradicciones intentando conquistar una independencia plena.
En estos últimos años, después de tantos desencuentros, muchos países latinoamericanos han visto crecer la fraternidad entre sus pueblos. Los gobiernos de la Región aunaron esfuerzos para hacer respetar su soberanía, la de cada país y la del conjunto regional, que tan bellamente, como nuestros Padres de antaño, llaman la «Patria Grande». Les pido a ustedes, hermanos y hermanas de los movimientos populares, que cuiden y acrecienten esa unidad. Mantener la unidad frente a todo intento de división es necesario para que la región crezca en paz y justicia.
A pesar de estos avances, todavía subsisten factores que atentan contra este desarrollo humano equitativo y coartan la soberanía de los países de la «Patria Grande» y otras latitudes del planeta. El nuevo colonialismo adopta diversa fachadas. A veces, es el poder anónimo del ídolo dinero: corporaciones, prestamistas, algunos tratados denominados «de libres comercio» y la imposición de medidas de «austeridad» que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres.
Los obispos latinoamericanos lo denunciamos  con total claridad en el documento de Aparecida cuando afirman que «las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones». Hasta aquí la cita. (4) En otras ocasiones, bajo el noble ropaje de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico o el terrorismo –graves males de nuestros tiempos que requieren una acción internacional coordinada– vemos que se impone a los Estados medidas que poco tienen que ver con la resolución de esas problemáticas y muchas veces empeora las cosas.
Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico. Como dicen los Obispos de África, muchas veces se pretende convertir a los países pobres en «piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco». (5)
Hay que reconocer que ninguno de los graves problemas de la humanidad se puede resolver sin interacción entre los Estados y los pueblos a nivel internacional. Todo acto de envergadura realizado en una parte del planeta repercute en todo en términos económicos, ecológicos, sociales y culturales. Hasta el crimen y la violencia se han globalizado. Por ello ningún gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad común.
Si realmente queremos un cambio positivo, tenemos que asumir humildemente nuestra interdependencia, es decir, nuestra sana interdependencia. Pero interacción no es sinónimo de imposición, no es subordinación de unos en función de los intereses de otros. El colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas y todos los males que vienen de la mano… precisamente porque al poner la periferia en función del centro les niega el derecho a un desarrollo integral. Y eso hermanos es inequidad y la inequidad genera violencia que no habrá recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener.
Digamos NO entonces a las viejas y nuevas formas de colonialismo. Digamos SÍ al encuentro entre pueblos y culturas. Felices los que trabajan por la paz.
Y aquí quiero detenerme en un tema importante. Porque alguno podrá decir, con derecho, que «cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia». Les digo, con pesar: se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el CELAM El Consejo Episcopal Latinoamericano y también quiero decirlo. Al igual que San Juan Pablo II pido que la Iglesia y cito lo que dijo Él «se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos» (6). Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América.
Y junto a este pedido de perdón y para ser justos también quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz. Hubo pecado y abundante, pero no pedimos perdón y por eso pido perdón, pero allí también donde hubo abundante pecado, sobreabundó la gracia a través de esos hombres de esos pueblos originarios. También les pido a todos, creyentes y no creyentes, que se acuerden de tantos Obispos, sacerdotes y laicos que predicaron y predican la buena noticia de Jesús con coraje y mansedumbre, respeto y en paz; No me quiero olvidar de las monjitas que anónimamente van a los barrios pobres llevando un mensaje de paz y dignidad, que en su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas o acompañando a los propios movimientos populares incluso hasta el martirio.
La Iglesia, sus hijos e hijas, son una parte de la identidad de los pueblos en Latinoamérica. Identidad que tanto aquí como en otros países algunos poderes se empeñan en borrar, tal vez porque nuestra fe es revolucionaria, porque nuestra fe desafía la tiranía del ídolo dinero. Hoy vemos con espanto cómo en Medio Oriente y otros lugares del mundo se persigue, se tortura, se asesina a muchos hermanos nuestros por su fe en Jesús. Eso también debemos denunciarlo: dentro de esta tercera guerra mundial en cuotas que estamos viviendo, hay una especie de -fuerzo la palabra- genocidio en marcha que debe cesar.
A los hermanos y hermanas del movimiento indígena latinoamericano, déjenme transmitirle mi más hondo cariño y felicitarlos por buscar la conjunción de sus pueblos y culturas, eso que yo llamo poliedro, una forma de convivencia donde las partes conservan su identidad construyendo juntas la pluralidad que no atenta, sino que fortalece la unidad. Su búsqueda de esa interculturalidad que combina la reafirmación de los derechos de los pueblos originarios con el respeto a la integridad territorial de los Estados nos enriquece y nos fortalece a todos.
3. 3. Y la tercera tarea, tal vez la más importante que debemos asumir hoy, es defender la Madre Tierra.
La casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente. La cobardía en su defensa es un pecado grave. Vemos con decepción creciente como se suceden una tras otra cumbres internacionales sin ningún resultado importante. Existe un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar que no se está cumpliendo. No se puede permitir que ciertos intereses –que son globales pero no universales– se impongan, sometan a los Estados y organismos internacionales, y continúen destruyendo la creación.
Los Pueblos y sus movimientos están llamados a clamar, a movilizarse, a exigir –pacífica pero tenazmente– la adopción urgente de medidas apropiadas. Yo les pido, en nombre de Dios, que defiendan a la Madre Tierra. Sobre éste tema me he expresado debidamente en la Carta Encíclica Laudato si’ que creo que les será dada al finalizar. Tengo dos páginas y media en esta cita, pero (como resumen basta (verificar y falta)
4. Para finalizar, quisiera decirles nuevamente: el futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las élites. Está fundamentalmente en manos de los Pueblos; en su capacidad de organizar y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio. Los acompaño. Y cada uno Digamos juntos desde el corazón: ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez.
Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la Madre Tierra. Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie: esa fuerza es la esperanza, y una cosa importante la esperanza que no defrauda, gracias.
Y, por favor, les pido que recen por mí. Y si alguno de ustedes no puede rezar, con todo respeto, les pido que me piense bien y me mande buena onda.

lunes, 6 de julio de 2015

CAMBIO O CONTINUIDAD


Estamos próximos a una nueva elección presidencial, oportunidad para aquellos que nos interesa la política y procuramos ser críticos de aquellos que los medios de comunicación nos dicen o nos quieren hacer pensar, tratemos de hacer nuestras propias evaluaciones, en mi caso por las experiencias vividas y mi conformación ideológica, esto no quieren decir que sean acertadas, pero seguramente no serán influenciadas por intereses de terceros.
Además como lo vengo haciendo hace años, dejo escrito lo que pienso, cosa de no poder acomodar en el tiempo mi opinión según mi conveniencia o situación meramente personal, como ocurre muy seguido con muchas personas. Si cambio es porque la realidad me mostro otra cosa o me contradijo.
Estas elecciones se dan en un marco mundial y en particular latinoamericano bastante complejo y que ira variando para peor. En Europa hay países que no pueden salir de la recesión. Países que son “apretados” por el Fondo Monetario y la Unión Europea a aplicar recetas recesivas como ocurrió en Argentina durante los años 90 y principio del 2.000, pero detrás de estas concebidas políticas recesivas esta Alemania, quien domina parte de Europa con su dinero. El caso más relevante por hoy día es Grecia, con un nuevo gobierno que trata de resistirse a la troika, que le reclama aplicar más ajustes a los que ya se han aplicado y que repercuten seriamente en la economía popular, se calcula más de un 25% de desocupados. La comunidad Europea no está dispuesta a ceder, porque puede ser motivo de contagio para otros Países en su misma situación, caso España donde sectores de izquierda no tradicionales, que nacieron de las protestas del 15 M – Indignados y que ahora vienen ganando elecciones comunales, cuestionan seriamente las medidas tomadas por el gobierno de derecha del PP, que produjo millones de desocupados. Caso similar están Portugal, Irlanda entre otros Países.
En Estado Unidos, después de la crisis internacional que estallo en el 2008, aún no ha podido recomponerse. La crisis iniciada en 2008 ha sido señalada por muchos especialistas internacionales como la «crisis de los países desarrollados», ya que sus consecuencias se observan fundamentalmente en los países más ricos del mundo. América Latina ha tratado de sobrellevar esta crisis con medidas anti cíclicas, alentando el consumo interno para que no caiga el trabajo y el desendeudamiento en algunos casos, pero también por tener esencialmente materias primas o commodities. Después de mucho machacar por parte de la derecha neo liberar aliada a los grandes monopolios económicos y de comunicación, además de cierto deterioro económico, se están debilitando los gobiernos populares caso Venezuela, Brasil, Ecuador, Chile, entre otros. Algo parecido ocurrió en los años 60 - 70 con los gobiernos populares, nada más que terminaron con dictaduras sangrientas con miles de muertos, Chile, Perú, Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay, Panamá, por enunciar algunos, como si todo tuviera un ciclo. El poder real permite un tiempo de libertad a los pueblos para elegir sus conductores y luego ellos imponer por largo tiempo sus políticas a cargo de gerentes. El desarrollo de esta crisis, tanto en Estados Unidos y Europa seguramente como ha sido siempre, afectara a los países en desarrollo como los nuestros. Caída del precio de los commodities, falta de inversión, reducción de personal de las empresas, entre otras cosas.

A raíz de todo esto, hace tiempo que vengo sosteniendo y expresando que en Argentina se avecina un cambio hacia la derecha. Pareciera que la única salida para superar estas crisis que ocurren en otros países o continentes, y que no originan los trabajadores o personas comunes, sino los grandes capitales, es aplicando políticas o medidas de “austeridad”, cayendo el mayor sacrificio sobre los que menos tienen, trabajadores, jubilados, empleados públicos, nunca sobre el capital especulativo, bancos o financieras. Seguramente no volverá la derecha de antes, porque aprendieron la lección que causo la repulsa de una gran parte de la gente. Procuraran tener el cuidado de no cometer los mismos errores de los 90, pero al final será lo mismo. No solo hay nuevas derechas recreadas en oposición a los gobiernos “populares”, sino que hay nuevas derechas en los países donde las políticas neoconservadoras se han mantenido con regularidad (Paraguay, Colombia, Honduras, entre otros). La idea es que se van mimetizando según las épocas para captar a los ciudadanos descuidados.
En los fines de los 80 principio de los 90, ante un contexto de disolución social y una nueva corriente, los partidos tradicionales redefinieron su apoyo al neoliberalismo, desestructurando las fronteras ideológicas que antes los separaban. El neoliberalismo era presentado como un nuevo momento de progreso. Se proclamó el fin de las ideologías. El capitalismo y los deseos de los ciudadanos “parecían” reconciliados, hasta que se rompió esa reconciliación, producto de la pobreza, la desigualdad, la desindustrialización, desocupación  y marginación. La derecha lo volvió hacer, engatusó a la ciudadanía con sus cantos de sirena, hasta que los destruyo. Hoy sucede algo parecido, muchos de los que se beneficiaron y salieron a flote con este proceso, ahora lo aborrecen y reclaman a gritos cambios drásticos, creyendo nuevamente que el mercado les concederá los beneficios que ellos pretenden, aunque para ello comprometan el futuro del País. La economía será manejada por los organismos financieros internacionales y generara daños en amplios sectores que les costarán, sangre, sudor, lágrimas y años recuperarse.
Debemos recordar que estas políticas produjeron serios enfrentamientos sociales y un agotamiento que posibilitaron el advenimiento de nuevos gobiernos que colocaron al Estado en el centro de la escena articulando las demandas sociales y las exigencias del mercado. Las políticas de estos nuevos gobiernos generaron una fórmula de distribución de la riqueza y de la incorporación al mercado de amplias capas que habían quedado marginados, lo que generó bienestar para los ciudadanos y rentabilidad para los grupos empresarios. Estos gobiernos volvieron a instalar los discursos ideológicos y la incorporación de la juventud a la política.
En principio la derecha y su discurso perdieron terreno ante estas políticas y comenzaron a ensayar nuevas oposiciones para recuperar espacio, como rechazar el carácter confrontativo de los planteos ideológicos y mostrarse como dirigentes “buena onda”, con buenos modales, dialoguistas, republicanos y reclamaron consensuar las políticas. Incluso públicamente se muestran ahora de acuerdo con algunas políticas inclusivas, con la promesa de seguirlas, aunque en realidad en el Congreso se opusieron o no las votaron.
El primer cambio de la derecha, se da en Venezuela ante los reiterados intentos, sin éxito, de derrotar al gobierno de Hugo Chávez y luego a Maduro. La oposición acérrima encarada por Capriles cambio en las elecciones de 2012, aplicó una nueva táctica, planteando que no era la “oposición” sino la “solución” y que mantendría una serie de políticas de probada popularidad o “mantener lo bueno y cambiar lo malo”. Se presentan como candidatos “atemperados” frente a presidentes que éstos consideran como “crispados” y conflictivos. Esta estrategia, si uno sigue los distintos procesos en la región, la ve cómo se replica calcada. Pero esta derecha no está sola, está estrechamente acompañada con aquellos grupos económicos que crecieron con los gobiernos progresistas, pero que se vieron regulados en sus rentabilidades o acotadas sus influencias.  

Igualmente en las próximas elecciones se confrontaran dos modelos, dentro de una misma tendencia, que se hace llamar “moderada”.
 
Uno será el Neoconservadurismo, que representara a los grandes capitales concentrados, grupos multinacionales, Bancos Privados, UIA, medios de comunicación hegemónicos y la Sociedad Rural (G6 + o = Círculo Rojo), a cargo de su gerente el Ing. Mauricio Macri, quien administrara el poder de otros, en este caso el poder económico, como alguna vez lo fue el Ing. Alsogaray, Martínez de Hoz y que luego se presentó trasvertido en el Peronismo con Carlos S. Menem, primero con un ministro de economía puesto por Bunge y Born y luego Domingo Cavallo y su equipo, con muchos economistas que hoy diagraman las futuras políticas del Ing. Marcri de llegar a la presidencia. La famosa teoría del derrame, que terminó derramando desocupación y pobreza. El criterio dominante o eje de esta política es de un estado pequeño, donde el mercado es el gran regulador.
El establishment, ligado a Macri, viene proponiendo achicar el gasto público, devaluar, cobrar menos impuestos, eliminar retenciones y subsidios, acordar con los buitres, endeudarse, acabar con las paritarias, flexibilización laboral y terminar con el populismo industrial. Por otro lado el Ing. Macri se esfuerza en tratar de prometer que va a mantener el futbol para todos, no reprivatizar YPF ni Aerolíneas, ni plantear la vuelta de las AFJP o hacer que su partido vote a favor de la nacionalización de los ferrocarriles, nadie le cree. Porque sus economistas siguen sosteniendo que los social es un gasto, que todo hay que evaluarlo si da ganancias o pérdidas y no la función social que cumple. Recordemos para cerrar todo esto la famosa frese de Carlos Menem “Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie",
Digamos aquí que menciono al Ing. Macri, a pesar que en las PASO se enfrenta al radical Ernesto Sanz y a la Eliza Carrio. Para no hacerlo muy largo, está todo preparado para que gane Macri, la derecha del radicalismo representada por Ernesto Sanz le presta el aparato a Macri en todo el País que este no tiene y además se aseguran la candidatura de algunos gobernadores, intendentes y legisladores. Los demás radicales, que no aceptan la candidatura de Macri, se dispersan entre Margarita Stolbizer, Massa y el Frente para la Victoria. Lo de Eliza Carrio es meramente testimonial, pretende mostrarse como el reaseguro moral de la Nación, aunque dista mucho de serlo.    
Es indudable que el “Círculo Rojo” está haciendo todo lo posible para que se una todo el arco opositor contra el candidato oficial e intentará cualquier artilugio (operación económica, mediática o política), ante alguna posibilidad de que este gane en primera vuelta. Principalmente cuando se supo el alto porcentaje de imagen positiva que tiene Cristina Kirchner  y el 30% de votantes con el que contaría el Frente para la Victoria de piso. Ellos pensaban que a esta altura el gobierno se iba a deshilachar, proclamaban el fin de ciclo, estallido económico - financiero, un dólar a $ 20, que muchos iban a abandonar el barco para pasarse a las huestes opositoras (Massa), pero nada de lo planeado ocurrió, por la indudable capacidad de manejo político de la Presidenta, la relativa estabilidad política y económica actual que se expresa en múltiples aspectos. Hoy es el Gobierno Nacional (Cristina), a pocos meses de finalizar su mandato, el único que marca la agenda política, cosa impensada en la democracia Argentina. Esta estrategia por derrotar al kirchnerismo a cualquier costo, hace cometer errores a los dirigentes o estrategas de la oposición y subestimar a la sociedad.

El otro modelo, estaría representado por Scioli – Zannini, será mucho más contemplativo que el de CFK, sin ser este un gobierno “revolucionario” o “extremo”. De llegar al gobierno Scioli, por ser Argentina un modelo hiperpresidencialista, tiene las facultades amplias de aplicar las políticas deseadas, nombrar colaboradores y ministros, pero se le dificultara si pretende retroceder en las conquistas alcanzadas en esta década (YPF, AA, AUH, Convenciones Colectivas permanentes, Ley de Medios, pagar a los Buitres lo que quieren, PROCREAR o quitar conquistas sociales, entre otras cosas, o volver a las privatizaciones, a las relaciones carnales, sobre endeudar el país con organismos internacionales o echar para atrás los juicios por delitos de lesa humanidad, o sea “ir para atrás”). Sostendrá la participación directa del estado en la regulación del mercado. Quizás no avanzara, pero no quitara beneficios a los que menos tienen, como ocurrió a los fines de los 90 – 2.000. Deberá ser lo suficiente sagaz para aprovechar el campo de acción del que dispondrá, como así también deberá introducir los cambios necesarios en la política económica de modo gradual, “ni ajuste ni shock”. Reivindicará lo hecho y dirá que irá por lo que falta (la famosa sintonía fina) desde adentro y sin sacar los pies del plato.
Desde la visión latinoamericana y los cambios políticos-económicos que se vislumbran en el horizonte, se podría sostener la presunción de que se instaló fuertemente en la ciudadanía menos politizada un consenso sobre el nuevo perfil de los postulantes, esto sería la “caprilización” o “moderación” de los candidatos. Ante esta alternativa, el oficialismo optó que surja uno del universo oficialista antes que instalar uno que sólo responda al núcleo duro de kirchnerismo, para no cederle ese electorado a la oposición, o sea que se privilegió un mix de cambio y continuidad, además de ser creíble al electorado, es aquí donde Daniel Scioli salió triunfante. El que entiende algo de política sabe que nadie hace lo que quiere, sino lo que más le conviene para sostener un proceso. Perón decía “Algunos creen que gobernar o conducir es hacer siempre lo que uno quiere. Grave error. En el gobierno, para que uno pueda hacer el cincuenta por ciento de lo que uno quiere, ha de permitir que los demás hagan el otro cincuenta por ciento de lo que ellos quieren. Hay que tener la habilidad para que el cincuenta por ciento que le toque a uno sea lo fundamental”.
La elección de Scioli – Zannini, como única fórmula oficial, produjo sorpresa e infinidad de análisis. La designación de la formula, se hizo como fue históricamente en el Peronismo y no dista mucho, si uno repasa las nominaciones, de lo hecho por los demás partidos. La realidad que el kirchnerismo tenía serios problemas, porque no supo, no quiso o no pudo, urgir un candidato o fórmula presidencia que lo representase cabalmente. La alternativa de Scioli fue resistida a pesar de su constante fidelidad. La opción de Randazo (no un kirchnerista puro) no dio resultado, Scioli ganaría con cierta amplitud en todo el país, siendo apoyado por la mayoría de gobernadores e intendentes peronistas, como así también de dirigentes gremiales. El presentar dos listas podría ocasionar un desgaste y roces entre los candidatos que perjudicaría en las elecciones definitivas. Además el triunfo de Scioli, traería aparejado un triunfo personal, el cual le daría más poder y la conformación de una lista, al menos diferente. Ante esta alternativa, la “jefa” respondiendo a la tradición peronista, jugo fortísimo situando de vice a su funcionario de mayor confianza y el armando de la lista de diputados y senadores, que le dará cierta garantía de que la continuidad del modelo no sufra grandes cambios.
De esta forma Scioli se garantizó haber logrado captar el voto de sectores que lo resistían dentro del kirchnerismo y el kirchnerismo el voto del electorado más “moderado”. Esta actitud dejo desubicada y perpleja a la oposición, como si hubieran esperado una postura más mesurada por parte de aquellos que la acusan de ser autoritaria. Esto es el peronismo y en consecuencia el poder.

Sergio Massa, se presentó como el otro “Crapriles”, proponiendo transitar la amplia vía del medio, de apuntalar las cosas buenas y cambiar aquellas que estaban mal. Con este discurso gana las elecciones legislativas de 2013. Impulsado por ese triunfo se lanza a la candidatura a Presidente y comienza a producir un cambio en su discurso, sostiene que el modelo está agotado y que la sociedad pide un cambio y no la continuidad. Sus posicionamientos políticos, internacionales y sociales de los últimos meses lo alejan de esa perspectiva intermedia y lo llevan a los brazos de la derecha local y regional. Esta nueva postura se asemeja mucho a la de Macri, por lo tanto los “capitales o circulo rojo” y la gente se queda con el verdadero y no con el que lo imita, por lo tanto comienza a perder adeptos y crece su soledad política. Tal como ocurrió con Francisco de Narvaes en el 2009. Hay que tener en cuenta que el electorado suele ser más conservador a la hora de elegir los ejecutivos. Cuando todos creían que el gobierno se caía, estimaron que los gobernadores, intendentes y legisladores iban a pegar el gran salto, cosa que no ocurrió, sino todo lo contrario, muchos de los que se pasaron al Frente Renovador en las elecciones del 2013, volvieron al Frente para la Victoria. Lo que demuestra el poder que aún mantiene el gobierno, que no existe el famoso “fin de ciclo” y la habilidad política de Cristina Kirchner.
El renombrado “Círculo Rojo” (Techint, UIA y Clarín sobre todo) aconsejaba que la derecha se uniera y que Massa fuera como candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Cosa que Macri no acepto, dado que quería sólo candidatos “puros” del PRO.
Ante la gran sangría que sufrió el Frente Renovador, Massa dudo en seguir su carrera presidencial, pero grupos empresarios le aseguraron la financiación, porque si se bajaba, el grueso de sus votantes podría ser recapturado por Daniel Scioli. En suma, Massa no se bajó y así le dio una mano a Macri.   
Ahora el marketing electoral nos vende a Macri como un cambio para vivir mejor, en un país más republicano, sin embrago todos los argentinos hemos visto como maltrato a un potencial aliado como Massa. No ha querido abrirle ni un poco el juego, intimándolo a una rendición incondicional. Esto demuestra que si gana tampoco gobernara con consenso.

Igualmente, sea el que fuera elegido presidente, le resultará bastante difícil dar marcha atrás con la pequeñas, medianas e importantes conquistas de estos doce años, pero todo es posible.

A pesar de la gran politización ciudadana que se recreó durante estos años y la participación juvenil, la proporción de población que vota con determinado marco ideológico-partidario no alcanza a superar a los que votan básicamente por sentimientos o emociones. Mucha de la gente no vota porque cree en una propuesta o plataforma política, ni por su posicionamiento ideológico o porque piense que el candidato es de derecha o izquierda. El voto es mucho menos racional de lo que pensamos. Por lo tanto el resultado de las elecciones, generalmente se basa más en el clima socioemocional del momento en que se produce el sufragio, es decir, la “sensación” que la gente tiene acerca de la situación socio-política del país o aquel que cree que más se le parece.

 
Por lo tanto “El cambio se vislumbra como más peligroso que la continuidad”.

 

Héctor Daniel Fernández

Julio 2015

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