- Papi cuánto ganas por hora ?
- Con voz tímida y ojos de admiración un hijo recibía a su padre cuando terminaba su trabajo.
El padre lo miró enojado al pibe y le dijo:
- Mira hijo: esa información, ni tu madre la conoce y no me molestes más que estoy cansado por el laburo.
- Pero papi, insistió - decime por favor ¿ Cuanto ganas por hora?
La reacción del padre fue menos severa y solo contestó.
- $ 2.- dos pesos la hora.
- Papi, ¿ me podrías prestar $ 1.- un peso ?, preguntó el pequeño.
El padre se enojó y gritándole al hijo le dijo:
- Así que por eso querías saber lo que gano, andá a dormir y no molestes más muchacho ventajero.
Había caído la noche. EL padre pensó en lo sucedido y se sentía culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo que le hacía falta.
En fin, queriendo aliviar un poco su conciencia dolida se acercó a la cama de su hijo y preguntó:
- ¿ Duermes hijo mío ?
- Decime papi - contestó el pibe entre sueños.
- Aquí tenés la plata que me pediste - respondió el padre.
- ¡ Gracias papi ! - contestó el pibe con alegría y metiendo las manitos bajo la almohada sacó unas moneda.
- Ahora ya llegué papi, tengo $ 2.- dos pesos - ¿ me podrías vender una hora de tu tiempo para mí solo ? -
preguntó el pibe .......
Esta historia habla por si solo de lo que nos está ocurriendo, pero merece una pequeña reflexión para no quitarle más tiempo.
Inconscientemente e inducido por este nuevo sistema de vida, hemos invertido el sentido de nuestra vida, hoy vivimos para trabajar, en lugar de trabajar para vivir.
Uno de los motivos fundamentales de la tendencia a la sobreextención de la jornada de trabajo es la caída del ingreso de familia y tiene poco que ver con el pago de horas extras. Muchos son sobrevivientes de las reducciones de personal, los cuales se quedan más tiempo en el taller o la oficina para cuidar su fuente de ingreso, sin cobrar horas extras.
La tendencia de las empresas es tener menos personal y más trabajo, las empresas tienen una fuente presión para controlar sus planteles; quieren ser más chicas y cada vez más remuneran al personal directivo en función de los resultados, como si ellos fueran quienes dejan la vida junto a una máquina. La sobreextención del trabajo en la Argentina forma parte de la estrategia competitiva de las empresas, que no está centrada en la incorporación de tecnología o en el aumento de la productividad por inversión en capacitación, sino en una estrategia defensiva, orientada a la reducción de los costos de la mano de obra, cosa que va a contramano del mundo desarrollado, no puede ser que las empresas consideren la extensión de la jornada como eje del aumento de la productividad.
El aumento de la desocupación ha producido un debilitamiento general de las condiciones de negociación y hay menos resistencia a la sobreextención de la jornada.
Otra modalidad de las empresas de explotar a los trabajadores, es la competencia entre turnos, máquinas o sectores, usan el incentivo de dinero, en forma de adicionales, con sueldos magros, como el látigo que usaban en la antigüedad para que los esclavos trabajaran mucho más, con la diferencia de que ahora lo dejan ir un rato a la casa, así no le tienen que dar un lugar para dormir y de comer, de paso devorar todas las publicidades que le incentivan a comprar artefactos, ropas, productos, etc. de moda, para poder tener una forma de vida ficticia y no nos discriminen, lo que nos llevara seguramente a endeudarnos más allá de lo que podemos y traerá aparejado que toda la familia salga a trabajar, los chicos no puedan ir a la escuela y privarnos de los elementos básicos para vivir dignamente, seremos esclavos, también de los consumismo, que nos impone presiones sociales, grupales, familiares, que nos impulsan a parecer más que a ser, a lograr más que a disfrutar, a actuar más que a sentir.
Es hora de priorizar que es lo necesario y fundamental, de los superfluo y de los que nos esclavisara para toda la vida, debemos eliminar de nuestras vida la competencia, individualismo, superficialidad, ausencia de solidaridad, no podemos pensar que lo importante es ganar en la vida a cualquier precio, sin importar los medios, que se puede borrar con el codo lo que se escribió con la mano, que una cosa es lo que se dice y otra la que se hace, no ser un instrumento al cual se lo usa.
Todos los trabajadores debemos tomar conciencia de lo que está ocurriendo, como tras nuestras necesidades se aprovechan, nos usan como elementos descartables, o nos confunden diciéndonos y haciéndonos sentir que debemos ponernos la camiseta de la empresa y que formamos parte de una gran familia, en la cual nosotros trabajamos y ellos se llevan el dinero, por más que en lo inmediato no se pueda hacer nada, el solo hecho de distinguir como nos están explotando y acercarnos a aquellos que nos pueden ayudar, como ser, tu sindicato, porque si vos no le das tu apoyo y participación, ellos no podrán hacer nada, se sentirán tan solitario y despotrejido como vos en la fábrica, es un cambio, porque tu indiferencia de hoy, será la esclavitud de tus hijos. Los intentos de dar respuesta individuales a los problemas antes enunciados suelen terminar en fracasos.
Héctor Daniel Fernández
- Con voz tímida y ojos de admiración un hijo recibía a su padre cuando terminaba su trabajo.
El padre lo miró enojado al pibe y le dijo:
- Mira hijo: esa información, ni tu madre la conoce y no me molestes más que estoy cansado por el laburo.
- Pero papi, insistió - decime por favor ¿ Cuanto ganas por hora?
La reacción del padre fue menos severa y solo contestó.
- $ 2.- dos pesos la hora.
- Papi, ¿ me podrías prestar $ 1.- un peso ?, preguntó el pequeño.
El padre se enojó y gritándole al hijo le dijo:
- Así que por eso querías saber lo que gano, andá a dormir y no molestes más muchacho ventajero.
Había caído la noche. EL padre pensó en lo sucedido y se sentía culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo que le hacía falta.
En fin, queriendo aliviar un poco su conciencia dolida se acercó a la cama de su hijo y preguntó:
- ¿ Duermes hijo mío ?
- Decime papi - contestó el pibe entre sueños.
- Aquí tenés la plata que me pediste - respondió el padre.
- ¡ Gracias papi ! - contestó el pibe con alegría y metiendo las manitos bajo la almohada sacó unas moneda.
- Ahora ya llegué papi, tengo $ 2.- dos pesos - ¿ me podrías vender una hora de tu tiempo para mí solo ? -
preguntó el pibe .......
Esta historia habla por si solo de lo que nos está ocurriendo, pero merece una pequeña reflexión para no quitarle más tiempo.
Inconscientemente e inducido por este nuevo sistema de vida, hemos invertido el sentido de nuestra vida, hoy vivimos para trabajar, en lugar de trabajar para vivir.
Uno de los motivos fundamentales de la tendencia a la sobreextención de la jornada de trabajo es la caída del ingreso de familia y tiene poco que ver con el pago de horas extras. Muchos son sobrevivientes de las reducciones de personal, los cuales se quedan más tiempo en el taller o la oficina para cuidar su fuente de ingreso, sin cobrar horas extras.
La tendencia de las empresas es tener menos personal y más trabajo, las empresas tienen una fuente presión para controlar sus planteles; quieren ser más chicas y cada vez más remuneran al personal directivo en función de los resultados, como si ellos fueran quienes dejan la vida junto a una máquina. La sobreextención del trabajo en la Argentina forma parte de la estrategia competitiva de las empresas, que no está centrada en la incorporación de tecnología o en el aumento de la productividad por inversión en capacitación, sino en una estrategia defensiva, orientada a la reducción de los costos de la mano de obra, cosa que va a contramano del mundo desarrollado, no puede ser que las empresas consideren la extensión de la jornada como eje del aumento de la productividad.
El aumento de la desocupación ha producido un debilitamiento general de las condiciones de negociación y hay menos resistencia a la sobreextención de la jornada.
Otra modalidad de las empresas de explotar a los trabajadores, es la competencia entre turnos, máquinas o sectores, usan el incentivo de dinero, en forma de adicionales, con sueldos magros, como el látigo que usaban en la antigüedad para que los esclavos trabajaran mucho más, con la diferencia de que ahora lo dejan ir un rato a la casa, así no le tienen que dar un lugar para dormir y de comer, de paso devorar todas las publicidades que le incentivan a comprar artefactos, ropas, productos, etc. de moda, para poder tener una forma de vida ficticia y no nos discriminen, lo que nos llevara seguramente a endeudarnos más allá de lo que podemos y traerá aparejado que toda la familia salga a trabajar, los chicos no puedan ir a la escuela y privarnos de los elementos básicos para vivir dignamente, seremos esclavos, también de los consumismo, que nos impone presiones sociales, grupales, familiares, que nos impulsan a parecer más que a ser, a lograr más que a disfrutar, a actuar más que a sentir.
Es hora de priorizar que es lo necesario y fundamental, de los superfluo y de los que nos esclavisara para toda la vida, debemos eliminar de nuestras vida la competencia, individualismo, superficialidad, ausencia de solidaridad, no podemos pensar que lo importante es ganar en la vida a cualquier precio, sin importar los medios, que se puede borrar con el codo lo que se escribió con la mano, que una cosa es lo que se dice y otra la que se hace, no ser un instrumento al cual se lo usa.
Todos los trabajadores debemos tomar conciencia de lo que está ocurriendo, como tras nuestras necesidades se aprovechan, nos usan como elementos descartables, o nos confunden diciéndonos y haciéndonos sentir que debemos ponernos la camiseta de la empresa y que formamos parte de una gran familia, en la cual nosotros trabajamos y ellos se llevan el dinero, por más que en lo inmediato no se pueda hacer nada, el solo hecho de distinguir como nos están explotando y acercarnos a aquellos que nos pueden ayudar, como ser, tu sindicato, porque si vos no le das tu apoyo y participación, ellos no podrán hacer nada, se sentirán tan solitario y despotrejido como vos en la fábrica, es un cambio, porque tu indiferencia de hoy, será la esclavitud de tus hijos. Los intentos de dar respuesta individuales a los problemas antes enunciados suelen terminar en fracasos.
Héctor Daniel Fernández
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