lunes, 18 de mayo de 2009

LA RE RE DE MENEM

Julio de 1998
DE LA RE-RE ELECCION DE MENEM Y LA PELEA CON DUHALDE


Más allá de que sea cierto lo de la pelea o de que mucho pueda ser una maniobra política y que al final lleguen a un acuerdo, todo esto es lamentable. No nos vamos asombrar por las peleas políticas, porque siempre las hubo, pero por proyectos políticos diferentes. En esta oportunidad la pelea es solo por el mando en si. De perdurar esta ambición desmedida de poder y la soberbia, estarán firmando la partida de defunción del partido justicialista. El País reclama una mayor grandeza de parte de nuestros gobernantes, hay prioridades mucho más importantes que este tipo de diferencias políticas.
Primero el país, luego el movimiento y por último los hombres, esto aunque parezca mentira, son postulados del Peronismo, nunca más olvidado que hoy. Debemos aclarar algo, muerto Perón, su único heredero es el pueblo, nadie se puede arrogar el lugar del General. Tampoco creo que nadie, hoy por hoy, sea indispensable, lo que más le aflige a gran parte de los políticos y la gente, la economía, esta dirigida por los grandes entes internacionales y nadie podrá, ni quieren cambiar su rumbo radicalmente, aunque sea negativo para el “pueblo”.
El país tiene graves falencias sociales, falta de trabajo, pérdida de los derechos laborales, aumento de pobreza, deterioro cultural, deficiencia en la salud, incremento de la marginalidad y la violencia, desaliento y un futuro incierto, descreimiento en las instituciones por parte de la Juventud, desamparo e indiferencia. Ambos reivindican y defienden este modelo, que ha comenzado ha desprestigiarse en el mundo. El Justicialismo tuvo siempre como valuarte lo social, por sobre todas las cosas, es una doctrina humana y cristiana, por lo tanto bajo ningún punto de vista se justifica lo que está ocurriendo. La globalización, las privatizaciones, el avance tecnológico, la transformación, etc. quizás sea algo imposible de detener y en algunos casos necesarias, pero era imprescindible ante estos cambios, haber protegido al hombre, haber puesto los beneficios de la modernización al servicio de todos los seres humano para una mejor calidad de vida y no para el provecho de unos pocos, que son los que más tienen, y esa era la obligación ineludible del Justicialismo, por tradición y por historia. No había ni hay otro que lo pueda hacer.
El partido Justicialista, como nunca, esta sufriendo un grave vaciamiento ideológico y doctrinario, además de la parálisis del activismo de las bases. Se ha perdido la mística “Peronista”. Solo se los moviliza para algunos actos a cambio de una recompensa material, no se hace por la propia voluntad de participación, o por la convicción doctrinaria como ocurría anteriormente. Las unidades básicas están vacías de militantes, las bases permanecen ausentes y desinteresadas, sus dirigentes son tan solo un sello y no tienen poder de convocatoria. Además, éste gobierno y el partido ya no representan a la gran mayoría de los “peronistas”. Los neoliberales - conservadores son los que se sienten identificados con este gobierno, algunos “peronistas” aún lo siguen por tradición. Una prueba de ello es ver cuantos economistas, técnicos, profesionales de todo tipo y empresarios defensores del neoliberalismo ocupan cargos políticos o son funcionarios de alto rango, sin que hayan cambiada en absoluto su forma de pensar. Es más, se nota en el tratamiento de los problemas, anteponiendo un criterio materialista e individualista a los social y humano. Desgraciadamente estos señores, en muchos casos son la cara visible del Justicialismo (Ministros, Secretarios, Gobernadores, Senadores, Diputados, etc.), dando una imagen falsa de lo que es la esencia ideológica. Hablan y opinan como neoliberales y son co-conductores del Justicialismo con poder de decisión. Se le han permitido transformar al partido en la expresión política del neoliberalismo. El “Movimiento Peronista” no se siente identificado con este Gobierno y ansia volver a ser lo que fue tradicionalmente. Este Gobierno ha sido el Caballo de Troya que permitió en ingreso del enemigo ideológico para destruir nuestra forma peronista de sentir, de pensar y de actuar.
Es tan triste ver como muchos hombres (dirigentes) venden su integridad, cambiando inescrupulosamente de sector, no por convicción política, sino por apetitos personales o por proteger sus cargos, para ellos no existen los intereses supremos de la patria. Su discurso cambia según el auditorio. No tienen dignidad ni ética, pretende disfrazar sus intereses con justificaciones que nadie les cree, viven en el reino de la hipocresía. Por algo el pueblo le da la espalda y no creen en ellos. Se los tienen, en una escala de valores, entre los más despreciables.
Si el precio por ganar elecciones o perdurar en el poder es engañar al pueblo y traicionar la doctrina, la historia, los postulados, etc., es preferible perder todas las elecciones que sean necesarias con tal de mantener la dignidad y la coherencia de criterio. Una cosa es adecuar y otra muy distinta es cambiar.


Hector Daniel Fernández

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