viernes, 14 de mayo de 2021

RECUPERAR LA SOBERANÍA

Quiero dejar expresado mi pensamiento sobre nuestra soberanía y las tarifas, temas que se están abordando en este momento, que no son nuevos pero que hacen a nuestra soberanía política, independencia económica y justicia social, banderas históricas del peronismo. Sé que lo que yo piense a casi nadie o a nadie le interesa y mucho menos podrá tener alguna repercusión, pero es como dejar asentada mi posición, de un viejo militante.

Para dejar claro antes de avanzar, vote a este gobierno y ante las alternativas vigentes lo volvería a votar. El neoliberalismo nos ha hecho mucho daño (reciente Menem, De La Rúa, Macri) y puede ser peor si vuelven a ganar. Creo en el sano debate ideológico dentro de la coalición de gobierno, lo que no me parece son las discusiones estériles, agravios y chicanas.

El capitalismo o neoliberalismo nos propone el sistema del derrame, o sea que los más ricos derramen sus sobras hacia abajo. Es que a medida que los ricos se hacen más ricos, todos nos beneficiamos: la llamada teoría del goteo o efecto derrame (trickle-down). Durante décadas, los neoliberales y sus voceros, nos han dicho a las familias trabajadoras que no se preocupen por la creciente brecha de riqueza entre los que tienen y los que no tienen. Una marea alta levanta todos los barcos, nos dijeron con alentadoras sonrisas y palmaditas en la espalda. Pero la desigualdad sigue creciendo y el pueblo en general queda cada vez más sumergido. La gran causa de la desigualdad en Latinoamérica es la disparidad estructural, la riqueza está concentrada en unas pocas manos, en pocas empresas que generan PBI pero no igualdad. Un ejemplo son las distintas protestas sociales que se han producido y  se producen en diversos países de la región, como Chile, Ecuador, Colombia es la cultura del privilegio de las élites. En Argentina la pandemia amarilla nos dejó un Estado endeudado y desbastado. 

La pobreza ha sido desde siempre un tema candente en los estudios económicos. La mayoría de los economistas buscan la fórmula perfecta que permita solucionar los problemas de pobreza y desigualdad en el mundo, los medios hablan de la pobreza y los pobres. Pero pocos hablan de la concentración de la riqueza en pocas manos y sus efectos en la sociedad, porque los grandes medios responden o pertenecen a los que poseen la riqueza.

El Peronismo apuesta al ascenso social y a la justa distribución de la riqueza, pero para ello debe manejar los resortes de la economía, cosa que hoy no hace, tiene el gobierno pero no el poder. El peronismo rescato al hombre y lo dignifico, dotándolo de leyes para que el poder del capital no se abusara de ellos, le posibilito el acceso a la salud, a la educación, a la vivienda propia, al trabajo, a la igualdad de oportunidades, en fin, a una vida digna, lo hizo crecer espiritualmente y en una conciencia solidaria. La promulgación de la Constitución de 1949, imponía, en primer término, la distribución equitativa de la riqueza que el suelo produce y organiza nuestra riqueza, para que esa riqueza no quede en manos de minorías oligárquicas y monopolios, mientras los argentinos no pueden disfrutar siquiera de un mínimo de esa riqueza.

Para poder ir revirtiendo la situación, hay que dar una profunda batalla cultural y el debate ideológico sobre el modelo de País y el cambio de la matriz productiva, barrio por barrio, puerta por puerta, persona por persona, en los medios y en la calle, pero para ello hay que tener la voluntad y la decisión política para hacerlo.

De no hacerlo, poco a poco, terminaremos como la mayoría de los países latinoamericanos, con una élite pequeña muy rica dueña del País, un 30 % de la población que vive del derrame de esa élite y resto del pueblo pobre o indigente. 

El peronismo no se puede permitir los niveles de pobreza e indigencia que tenemos, sabemos y somos conscientes de los estragos que está haciendo la pandemia, aquí y en el mundo, además de la herencia nefasta que dejo el macrismo. La asistencia social está bien para el mientras tanto, pero debemos planificar hacia adelante que la inyección de dinero debe ser para cambiar asistencialismo por trabajo.

Para dejar en claro, para lo que voy a expresar más abajo, siempre estuve en contra de la privatización de los servicios y empresas del estado que hizo el menemato (Gas del Estado, Teléfonos, Ferrocarriles, Remolcadores, Marina Mercante, Electricidad, Petróleo, Obras Sanitarias, Junta Nacional de Granos, Aerolíneas Argentinas, entre otras).

Una de las discusiones recientemente planteadas (por el vencimiento de la concesión) es la recuperación del manejo de los ríos y puertos (hidrovía). La privatización de los puertos y la hidrovía fue la culminación del plan de Menem - Cavallo, el control de los grandes puertos privados por las cerealeras agroexportadoras o por las mineras en la hidrovía, que es la salida del 80% de las exportaciones de la Argentina, que permitió el desarrollo de esta impunidad. “Lo que se está denunciando es la magnitud del contrabando que están generando estas corporaciones y que según estimaciones alcanzan los 30 mil millones de dólares anuales. Para que nos demos una idea: en un año y medio, es el préstamo del FMI.” (Alcira Argumedo). No sería extraño que el FMI y el Club de Paris, - como parte de la negociación de la deuda - planteen estar en contra de una estatización, haciendo lobby en favor de las exportadoras.  

Al respecto, con el caso Vicentín, escribía: La necesidad de recrear una empresa estatal (al estilo de la Junta Nacional de Granos y Carnes). Esta se dedique a comercializar y exportar cereales. Un férreo control por aduana y AFIP de los puertos para que no haya exportaciones en negro, contrabando ni triangulación con los precios. Control total de las vías navegables. Como idea, se puede formar una empresa del estado compuesta por “YPF agro” y el INTA, para que asesore a los productores medianos y chicos, le facilite semillas y adquiera la producción para abastecer el consumo interno y los saldos para la exportación. Que los campos y terrenos pertenecientes al Estado o empresas del Estado no utilizados, se arrenden a pequeños productores para la siembra de cereales y oleaginosas.

Cuando pienso en cambiar la matriz productiva, pienso en generar condiciones para acercar la producción de pequeños y medianos productores o de la agricultura familiar al consumidor cercano. No puede ser que los oligopolios manejen los precios a su antojo. Un despropósito es que los productos de la canasta alimenticia que producen estos monopolios recorren miles de kilómetros para llegar al consumidor, encareciendo el mismo. Que supermercados maneje toda la cadena productiva y condicionen los precios. Hoy hay empresas que tienen el monopolio de los productos alimenticios e industriales, abusan de su posición dominante en los mercados. Aumentan precios por encima del promedio, presionan a proveedores y castigan los bolsillos de los consumidores. (La Serenisima - Mastellone, Las Marías, Arcor, Molinos, AGD, Ledesma y Cía, Bimbo, Techin, Rigolo, Grupo Clarín, Quilmes, Unilever, Johnson & Son, Procter & Gamble, entre otras)

Sobre las tarifas: sería necesario dar la discusión sobre volver a la estatización de los servicios de energía y telefonía, para poder manejar los costos y las tarifas, a los efectos de estimular a la industria y subsidiar aquellos que lo necesitan. El gobierno negocia, pero ellos imponen las condiciones y hacen lo que quieren, haciendo perder – día a día - el poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones, como así también quedándose con las ganancias del dinero que inyecta el gobierno. Los países del “primer mundo”, en general, controlan los servicios, ahora esos gobiernos y las empresas de esos países, el FMI u otros entes internacionales nos imponen condiciones a los países subdesarrollados.

Debemos dar la batalla cultural y el debate ideológico, que nos lleve a tomar medidas que nos permita alcanzar la independencia económica, la soberanía política y justicia social y dejar de lado él no se pude hacer o dudar por la correlación de fuerzas, “la única batallas que se pierden es la que se abandona.


Daniel Fernández

Mayo 2021


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