Quiero dejar expresado mi pensamiento sobre nuestra soberanía y las tarifas, temas que se están abordando en este momento, que no son nuevos pero que hacen a nuestra soberanía política, independencia económica y justicia social, banderas históricas del peronismo. Sé que lo que yo piense a casi nadie o a nadie le interesa y mucho menos podrá tener alguna repercusión, pero es como dejar asentada mi posición, de un viejo militante.
Para dejar claro antes de
avanzar, vote a este gobierno y ante las alternativas vigentes lo volvería a
votar. El neoliberalismo nos ha hecho mucho daño (reciente Menem, De La Rúa,
Macri) y puede ser peor si vuelven a ganar. Creo en el sano debate ideológico
dentro de la coalición de gobierno, lo que no me parece son las discusiones
estériles, agravios y chicanas.
El capitalismo o neoliberalismo
nos propone el sistema del derrame, o sea que los más ricos derramen sus sobras
hacia abajo. Es que a medida que los ricos se hacen más ricos, todos nos
beneficiamos: la llamada teoría del goteo o efecto derrame (trickle-down).
Durante décadas, los neoliberales y sus voceros, nos han dicho a las familias
trabajadoras que no se preocupen por la creciente brecha de riqueza entre los
que tienen y los que no tienen. Una marea alta levanta todos los barcos, nos
dijeron con alentadoras sonrisas y palmaditas en la espalda. Pero la
desigualdad sigue creciendo y el pueblo en general queda cada vez más sumergido.
La gran causa de la desigualdad en Latinoamérica es la disparidad estructural,
la riqueza está concentrada en unas pocas manos, en pocas empresas que generan
PBI pero no igualdad. Un ejemplo son las distintas protestas sociales que se
han producido y se producen en diversos
países de la región, como Chile, Ecuador, Colombia es la cultura del privilegio
de las élites. En Argentina la pandemia amarilla nos dejó un Estado endeudado y
desbastado.
La pobreza ha sido desde siempre
un tema candente en los estudios económicos. La mayoría de los economistas
buscan la fórmula perfecta que permita solucionar los problemas de pobreza y
desigualdad en el mundo, los medios hablan de la pobreza y los pobres. Pero
pocos hablan de la concentración de la riqueza en pocas manos y sus efectos en
la sociedad, porque los grandes medios responden o pertenecen a los que poseen
la riqueza.
El Peronismo apuesta al ascenso
social y a la justa distribución de la riqueza, pero para ello debe manejar los
resortes de la economía, cosa que hoy no hace, tiene el gobierno pero no el
poder. El peronismo rescato al hombre y lo dignifico, dotándolo de leyes para
que el poder del capital no se abusara de ellos, le posibilito el acceso a la
salud, a la educación, a la vivienda propia, al trabajo, a la igualdad de oportunidades,
en fin, a una vida digna, lo hizo crecer espiritualmente y en una conciencia
solidaria. La promulgación de la Constitución de 1949, imponía, en primer
término, la distribución equitativa de la riqueza que el suelo produce y
organiza nuestra riqueza, para que esa riqueza no quede en manos de minorías
oligárquicas y monopolios, mientras los argentinos no pueden disfrutar siquiera
de un mínimo de esa riqueza.
Para poder ir revirtiendo la
situación, hay que dar una profunda batalla cultural y el debate ideológico sobre
el modelo de País y el cambio de la matriz productiva, barrio por barrio, puerta
por puerta, persona por persona, en los medios y en la calle, pero para ello
hay que tener la voluntad y la decisión política para hacerlo.
De no hacerlo, poco a poco,
terminaremos como la mayoría de los países latinoamericanos, con una élite
pequeña muy rica dueña del País, un 30 % de la población que vive del derrame
de esa élite y resto del pueblo pobre o indigente.
El peronismo no se puede permitir
los niveles de pobreza e indigencia que tenemos, sabemos y somos conscientes de
los estragos que está haciendo la pandemia, aquí y en el mundo, además de la
herencia nefasta que dejo el macrismo. La asistencia social está bien para el
mientras tanto, pero debemos planificar hacia adelante que la inyección de
dinero debe ser para cambiar asistencialismo por trabajo.
Para dejar en claro, para lo que
voy a expresar más abajo, siempre estuve en contra de la privatización de los
servicios y empresas del estado que hizo el menemato (Gas del Estado,
Teléfonos, Ferrocarriles, Remolcadores, Marina Mercante, Electricidad, Petróleo,
Obras Sanitarias, Junta Nacional de Granos, Aerolíneas Argentinas, entre otras).
Una de las discusiones recientemente
planteadas (por el vencimiento de la concesión) es la recuperación del manejo
de los ríos y puertos (hidrovía). La privatización de los puertos y la hidrovía
fue la culminación del plan de Menem - Cavallo, el control de los grandes
puertos privados por las cerealeras agroexportadoras o por las mineras en la
hidrovía, que es la salida del 80% de las exportaciones de la Argentina, que permitió
el desarrollo de esta impunidad. “Lo que se está denunciando es la magnitud del
contrabando que están generando estas corporaciones y que según estimaciones alcanzan
los 30 mil millones de dólares anuales. Para que nos demos una idea: en un año
y medio, es el préstamo del FMI.” (Alcira Argumedo). No sería extraño que el
FMI y el Club de Paris, - como parte de la negociación de la deuda - planteen
estar en contra de una estatización, haciendo lobby en favor de las
exportadoras.
Al respecto, con el caso
Vicentín, escribía: La necesidad de recrear una empresa estatal (al estilo de la
Junta Nacional de Granos y Carnes). Esta se dedique a comercializar y exportar
cereales. Un férreo control por aduana y AFIP de los puertos para que no haya
exportaciones en negro, contrabando ni triangulación con los precios. Control total
de las vías navegables. Como idea, se puede formar una empresa del estado
compuesta por “YPF agro” y el INTA, para que asesore a los productores medianos
y chicos, le facilite semillas y adquiera la producción para abastecer el
consumo interno y los saldos para la exportación. Que los campos y terrenos
pertenecientes al Estado o empresas del Estado no utilizados, se arrenden a
pequeños productores para la siembra de cereales y oleaginosas.
Cuando pienso en cambiar la
matriz productiva, pienso en generar condiciones para acercar la producción de
pequeños y medianos productores o de la agricultura familiar al consumidor
cercano. No puede ser que los oligopolios manejen los precios a su antojo. Un despropósito
es que los productos de la canasta alimenticia que producen estos monopolios
recorren miles de kilómetros para llegar al consumidor, encareciendo el mismo.
Que supermercados maneje toda la cadena productiva y condicionen los precios.
Hoy hay empresas que tienen el monopolio de los productos alimenticios e industriales,
abusan de su posición dominante en los mercados. Aumentan precios por encima
del promedio, presionan a proveedores y castigan los bolsillos de los
consumidores. (La Serenisima - Mastellone, Las Marías, Arcor, Molinos, AGD,
Ledesma y Cía, Bimbo, Techin, Rigolo, Grupo Clarín, Quilmes, Unilever, Johnson
& Son, Procter & Gamble, entre otras)
Sobre las tarifas: sería necesario
dar la discusión sobre volver a la estatización de los servicios de energía y
telefonía, para poder manejar los costos y las tarifas, a los efectos de estimular
a la industria y subsidiar aquellos que lo necesitan. El gobierno negocia, pero
ellos imponen las condiciones y hacen lo que quieren, haciendo perder – día a día
- el poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones, como así también quedándose
con las ganancias del dinero que inyecta el gobierno. Los países del “primer
mundo”, en general, controlan los servicios, ahora esos gobiernos y las empresas
de esos países, el FMI u otros entes internacionales nos imponen condiciones a
los países subdesarrollados.
Debemos dar la batalla cultural y
el debate ideológico, que nos lleve a tomar medidas que nos permita alcanzar la
independencia económica, la soberanía política y justicia social y dejar de
lado él no se pude hacer o dudar por la correlación de fuerzas, “la única batallas
que se pierden es la que se abandona.
Daniel Fernández
Mayo 2021