lunes, 12 de marzo de 2018

EL PAPA FRANCISCO Y NUESTRA SOCIEDAD


Algo que me ha asombrado últimamente es el fastidio y rechazo que cierto sector de la sociedad le ha ido tomando al Papa Francisco. Cuando se enteraron que fue electo Papa hubo algarabía y felicidad en general y principalmente aquellos que estaban en contra del Gobierno de Cristina Kirchner, porque pensaban que iba a pasar algo similar de lo que ocurrió en el papado de Juan Pablo Segundo con Polonia, con su apoyo al Sindicalismo de Solidaridad de Lech Walesa. Este Sindicalismo de raíces cristianas nació de las luchas obreras y campesinas por la libertad sindical, en la búsqueda de poder constituir organizaciones independientes al Partido Obrero Unificado Polaco (Marxista), que gobernaba el país, y en contra del gobierno popular. Esta organización, que acabó convirtiéndose en partido político y su líder, Lech Wałęsa, llegó a la presidencia del gobierno polaco, apoyado por los gobiernos conservadores de Estados Unidos (bajo la presidencia de Ronald Reagan) y Gran Bretaña (bajo la presidencia de Margaret Thacher). La Iglesia Católica participó activamente en la organización del sindicato en la línea política y social que el mismo defendía.
Estos sectores sociales y la oposición, suponían que iba a ocurrir lo mismo con el Papa Francisco y les iba a ayudar a liberarse del gobierno popular de Cristina Kirchner.
Al poco tiempo, con las medidas que tomaba el Papa, con sus discursos y sus actos a favor de los pobres, de los desprotegidos, de los marginados, de los inmigrantes, de los trabajadores y en contra del capitalismo, comenzaron a disgustarse con él y a criticarlo.
En nuestro País, los medios de comunicación comenzaron una furibunda campaña contra él, tanto que la Iglesia argentina tuvo que salir a criticar a esos medios. Era lógico que lo atacaran los dueños de los medios monopólicos, porque indirectamente los menciona a ellos también, como una parte necesaria para que el capital pueda explotar a ser humano.
Ocurre que este Papa se salió de los libretos que traía la Iglesia tradicional, lo que sorprendió a nuestra sociedad conservadora y burguesa, y sus imitadores de la clase media, egoísta e individualista, donde la culpa siempre la tienen los otros, que sólo ven lo que quieren ver y que nada pasa mientras no les pasa a ellos. Las palabras del Papa calaron hondo en estos sectores sociales de los creadores y repetidores: nos vienen a quitar el trabajo, a usar nuestros hospitales (como si ellos lo usaran), son “todos” vagos, tienen hijos para cobrar la asignación, no quieren trabajar, les gusta vivir así y muchas otras más que marcan el desprecio por el ser humano. (http://lzrsocialypopular.blogspot.com.ar/2017/12/sociedad-desquisiada.html)
El Papa Francisco además de los tradicionales sermones religioso, los pecados, ser buen cristiano, ir a misa, adulterio, aborto, etc, y avanzo sobre otros aspectos de un buen cristiano y eso molesto. Con lo tradicional a muchos con la confesión y una limosna creían que le bastaba para limpiar su alma, rezaban algunos padre nuestro y ave María solucionaban sus pecados y en algunos casos atroces. No hay arrepentimiento verdadero y cambio. En este sentido, subrayó la importancia de la coherencia de vida cristiana: “Esa misión debe hacerse con el testimonio y con la Palabra, porque si yo explico cómo es Jesús, y cómo es la vida cristiana, y luego vivo como un pagano, entonces no sirve de nada. La misión no funciona”.
En este sentido el Papa comenzó a interpelar a la sociedad y a las personas, sobre lo ético, lo moral, sobre el compromiso social, defiende a los pueblos originarios, a los inmigrantes y les pide perdón por los genocidios ocasionados en nombre de Dios en la conquista.
Francisco expresó que “muchas veces nosotros estamos también convencidos de no haber hecho nada malo y así nos contentamos, presumiendo de ser buenos y justos. Pero, de esa manera corremos el riesgo de comportarnos como el siervo malvado: tampoco él hizo nada malo, no destruyó el talento, sino que lo guardó bien bajo tierra”.
“Pero no hacer nada malo no es suficiente, porque Dios no es un revisor que busca billetes sin timbrar, es un Padre que sale a buscar hijos para confiarles sus bienes y sus proyectos. Y es triste cuando el Padre del amor no recibe una respuesta de amor generosa de parte de sus hijos, que se limitan a respetar las reglas, a cumplir los mandamientos, como si fueran asalariados en la casa del Padre”, añadió.
El Santo Padre también dijo que “quien se preocupa sólo de conservar, de mantener los tesoros del pasado, no es fiel a Dios”.
A este respecto, “la omisión es también el mayor pecado contra los pobres”. “Es mirar a otro lado cuando el hermano pasa necesidad, es cambiar de canal cuando una cuestión seria nos molesta, es también indignarse ante el mal, pero no hacer nada. Dios, sin embargo, no nos preguntará si nos hemos indignado con razón, sino si hicimos el bien”.
Molesta aquí que bendiga a los Curas por la Opción por los Pobres, que trabaje con las organizaciones sociales, que reivindique al Padre Mujica, quiera canonizar al arzobispo Oscar Romero y a Pablo VI,
Molesta lo que dice:  "¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto?".
Igualmente pidió, liberarse de "ataduras" como "el apego a las cosas materiales o por el espejo", el gusto por "el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados o los autos de lujo".
Con contundencia, habla del «dios dinero». El Pontífice es contundente en este campo, cuando critica el afán por acumular riquezas, es consciente de que «el dinero es importante, sobre todo cuando no está y de ello depende la comida, la escuela y el futuro de los hijos. Pero se convierte en un ídolo cuando es el fin último». El capitalismo actual anda por este camino. Así lo ha denunciado, al afirmar que «cuando el capitalismo hace de la búsqueda de beneficios su único objetivo, se convierte en una estructura idolátrica». «El mejor modo y más concreto de no convertir el dinero en un ídolo es compartirlo, compartirlo con los demás, con los pobres, o para permitir estudiar y trabajar a los jóvenes venciendo la tentación idolátrica con la comunión», ha dicho.
Haciendo un repaso por las formas de solidaridad desarrolladas para ayudar a los más desfavorecidos, ha hablado incluso de la evasión fiscal. Eludir impuestos es una «negación de la solidaridad» que, «además de constituir un acto ilegal es un acto que niega la ley básica de la vida: la ayuda recíproca». Quizás sea por ello que los funcionarios y amigos de este gobierno que tiene sus fortunas en Paraísos Fiscales les molesten y lo vean como un enemigo. Ahora no entiendo a las “personas” – que se dicen cristianas - que están a favor de estos evasores y en contra del Papa.
También ha puesto el dedo en la llaga al señalar otro de los vicios del capitalismo: «El principal problema ético del capitalismo es la creación de descartados a los que después quiere esconder». Para explicarlo mejor ha usado un gráfico ejemplo: «Las casas de juego financian programas para ayudar a los ludópatas que ellos mismos crean». Por eso, el Papa ha invitado a los empresarios a que no solo se ocupen de estos descartados del capitalismo sino a que sigan luchando para que el sistema no deje a nadie atrás; que no se conformen con la filantropía que pone en práctica el capitalismo sino que vivan una auténtica comunión porque «es fácil dar una parte de los beneficios sin abrazar y tocar a las personas que reciben esas migajas».
Los que están fastidiosos y critican al Papa Francisco, es porque les ha tocado su fibra más intima, esa que tienen escondida muy adentro y que ocultan bajo mil llaves, los ha hecho mirar ante un espejo que les muestra sus peores miserias humanas, su egoísmo, su bajeza, su individualismo, su hipocresía y desapego a Dios y su Amor al Dinero y a lo material.
Daniel Fernández
Marzo 2018

“El infierno está vacío, todos los demonios están aquí.”

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