DIRIGENTES QUE HAN EXTRAVIADO EN EL
CAMINO LAS BANDERAS CUYA CUSTODIA LES FUE CONFIADA.
Ante
la inminente aprobación en el Congreso Nacional de la Reforma Previsional y
Laboral, y el consentimiento del Triunviro de la CGT, me sentí profundamente traicionado
y vendido por estos dirigentes gremiales. Seguramente estos señores que
acordaron con el Gobierno empresarial – neo liberal la pérdida de derechos, saben
que nunca más volverán a una fábrica, que jamás volverán a ser obreros, porque
han resuelto económicamente su futuro, el de sus hijos y nietos, por lo tanto han
olvidado la condición de trabajadores y se han puesto el traje de empresarios y
por eso traicionan por igual a trabajadores y jubilados.
Quería
escribir sobre la condición de estos pseudos “dirigentes obreros”, y buscando
en mi biblioteca, encontré un texto que cabe muy bien en este momento y expresa
mucho mejor lo que siento y quiero de los dirigentes gremiales. Los invito a
leerlo con detenimiento y reflexionar. El tiempo pasa pero hay ciertas cosas
que tienen vigencia a pesar de los años, esto es una de ellas: Parte del texto: La hora de la
Verdad – Congreso Normailzador de la CGT Amado Olmos 1968:
"Empezaron sintiendo vergüenza por sus ropas de
obreros, trataron de ponerse a tono con los despachos y antesalas ministeriales
y poco a poco de representantes obreros frente al poder se convirtieron en
representantes del poder frente a los obreros."
"Se enriquecieron, adquirieron hábitos y vicios
incompatibles con sus cargos de dirigentes sindicales, burocratizaron sus
sindicatos, los transformaron en maquinarias sin contenido, se limitaron —en el
mejor de los casos— a la acción social, el tanto por ciento de aumento en cada
nuevo convenio, los hoteles de turismo, las colonias de vacaciones."
"Olvidaron que los trabajadores no pueden ni deben
mantenerse al margen de los problemas fundamentales de la vida nacional."
"Olvidaron que la política del gobierno contraría los
intereses de la clase trabajadora."
"Toleraron los avances incesantes de los monopolios
que rigen la economía del país, arruinando a las empresas nacionales,
especulando con la desocupación que abarata la mano de obra, envileciendo los
salarios."
El
texto que transcribo parcialmente más abajo es nada menos que de Ricardo
Carpani, quien puede ignorar, su
compromiso, sus dibujos y sus obras de arte. Pero también escribiendo era un
inmenso artista. Espero que sirva de inspiración y reflexión a dirigentes y
trabajadores.
Para
no quitarle peso a su escrito, paso a trascribir parte del texto para la CGT de
los Argentinos; Abril de 1973. Lo subrayado y en negrita me pertenece.
“A partir del golpe
contrarrevolucionario de setiembre de 1955, la lucha de la clase obrera
argentina ha estado jalonada por una serie de momentos culminantes, que
determinaron cambios sustanciales en la continuidad de su accionar político.
Inmediatamente después de la
restauración oligárquica del 55, la militancia obrera peronista, lejos de
resignarse ante la derrota momentánea, inicia una larga lucha por la
recuperación popular del poder. Masacres y fusilamientos, tortura y prisiones,
serán las respuestas sistemáticas del régimen vende-patria. Cambiarán los hombres y los ropajes
—"constitucionales" o "de facto"—, pero no cambiarán sus
métodos represivos ni la esencia reaccionaria, burguesa, dependiente y pro-imperialista
que lo caracterizan.
Sin
embargo, la represión no será su única respuesta. Habrá también otra más sutil
y efectiva: la corrupción y el soborno, directos o indirectos, de las
direcciones sindicales. Muchos dirigentes entrarán en el juego, transformándose
en burócratas y traicionando a su clase. Para quienes permanezcan fieles a ella
y para el resto de la militancia revolucionaria peronista la lucha se planteará
en el futuro en un doble frente: contra el régimen y contra la burocracia
sindical y política del Movimiento, objetivamente aliados en la defensa de sus
bastardos intereses coincidentes.
Sobre la base de esa lucha y
respondiendo a la voluntad crecientemente combativa de los trabajadores, la
tendencia revolucionaria del peronismo obrero consigue desplazar a los
burócratas traidores en el mencionado Congreso Normalizador. Estos, con el
apoyo gubernamental, desconocen el Congreso y dividen al movimiento obrero.
Nace así la CGT de los Argentinos y
con ella comienzan a escribirse a través de su periódico las páginas de esta
recopilación.
Destaco en primer término el lúcido
reconocimiento de que nuestra lucha de liberación nacional contra el
imperialismo es inseparable de la lucha de clases, ya que éste ejerce su
dominio expoliador a través de sus socios subordinados: la gran burguesía
nativa y un ejército supuestamente nacional, pero, en los hechos, mero brazo
armado de esa burguesía y los monopolios internacionales.
Siendo la lucha de liberación nacional
una lucha de clases, sólo a los trabajadores unidos y organizados corresponde
la dirección hegemónica del proceso, que no podrá por lo tanto detenerse en la
simple expulsión de los monopolios imperialistas, sino que implica también el
desplazar simultáneamente del poder a todos los sectores de la burguesía nativa
—esencialmente dependiente— destruyendo el sistema capitalista e iniciando la
construcción del socialismo en nuestra Patria.
Cabe señalar, además, el carácter
eminentemente político revolucionario y, por lo tanto, antiburocrático, que
imprimió a su accionar la CGT de los
Argentinos desde sus orígenes: "El
movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni
cien personerías; no es un sello de goma ni es un comité; no es una comisión
delegada ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada
del pueblo y como tal no se puede clausurar ni intervenir".
Concretamente,
la lucha sindical adquiere real sentido revolucionario tan sólo si se la
considera como un aspecto de la lucha política contra el imperialismo y el
sistema capitalista. De ese modo, toda argumentación
tendiente a justificar la inactividad política o la conciliación con el sistema
en aras de preservar una supuesta defensa sindical de los trabajadores,
demuestra su verdadero carácter reformista; mera argucia de burócratas
amarillos cómodamente instalados en dicho sistema. Frente a ella la CGT de los
Argentinos afirma: "Preferimos honra sin sindicatos que sindicatos sin
honra". Así: "La lucha por mejores condiciones de vida es inseparable
de la lucha por el poder". Y esa lucha por el poder es para el movimiento
obrero el factor fundamental al cual todos los otros deben estar subordinados.
En
el segundo caso afirmando que no puede haber unidad con los enemigos del pueblo
ni con los traidores a la clase obrera; que la única unidad posible y deseable
sólo puede darse en la lucha constante y efectiva contra el sistema; que sólo
de esa lucha puede surgir una auténtica organización revolucionaria de la clase
obrera peronista; y que esa organización no habrá de resultar de la aplicación
mecánica, hecha desde arriba, de modelos abstractos, sino de la experiencia
concreta y viva de las bases, templadas en la diaria pelea.
Está claro que ya no podrá reeditarse
la misma experiencia que llevó a la derrota del 55. Está claro que no bastará
con el control del aparato gubernamental burgués, pues ese control será siempre
necesariamente condicionado y neutralizado por todos los reaseguros para el
sistema, derivados del propio carácter burgués del aparato estatal. Está claro,
entonces, que lo único que puede garantizar el desarrollo y cumplimiento de
nuestra lucha de liberación no es ya el control —obligadamente relativizado—
del gobierno, sino el poder real y efectivo de los trabajadores organizados,
como punto de arranque hacia la construcción de un socialismo nacional de
proyección latinoamericana.
Ello
implica necesariamente el desmantelamiento de la vieja maquinaria gubernamental
burguesa y su reemplazo por otra, en la cual ese poder de los trabajadores y el
pueblo pueda realizarse en forma directa, pasando éstos a ser los verdaderos
constructores de su propio destino.
Tal es la perspectiva de lucha que se abre en esta nueva etapa al peronismo
revolucionario y a la que podemos caracterizar como de lucha abierta y
definitiva contra todo tipo de reformismo. Revolución o reformismo, constituye
el dilema fundamental que deberán resolver los trabajadores argentinos, y de
que se imponga uno u otro depende la realización o frustración de nuestra
liberación nacional y social en el corto o mediano plazo.
Se abren así nuevas perspectivas de
lucha que pueden permitir el paso de la etapa de resistencia al régimen militar
vende-patria a una ofensiva creciente y definitiva contra el sistema
burgués-imperialista. Pero el acceso del peronismo al gobierno no significa
todavía la derrota del sistema, ya que éste tiene sus representantes en las
propias filas y puestos directivos del Movimiento; simplemente polariza las
opciones fundamentales y clarifica la lucha. Las clases dominantes no abandonan
pacíficamente la escena política; mucho menos si detrás de ellas se encuentran
intereses de tal magnitud como son los del capital financiero internacional
capitaneado por el imperialismo yanqui.
La derrota definitiva del sistema
implica, pues, la construcción de un ejército del pueblo, el ejército
peronista, capaz de oponerse y derrotar al ejército del sistema. Implica
también la organización revolucionaria de la clase obrera peronista, como
dirección natural de ese ejército y de todo el proceso. Y ello es inalcanzable
sin el desplazamiento simultáneo de los burócratas conciliadores, sindicales y
políticos, que pululan en puestos directivos del Movimiento. La lucha por
concretar este proceso se inserta en lo que el Gral. Perón definió como
"etapa de derrota y persecución del enemigo".
Los postulados y las acciones de la CGT
de los Argentinos en su breve y fecunda historia prefiguraron cualitativamente
las características de la lucha futura. La nueva etapa implicará un aumento
cuantitativo y una profundización y enriquecimiento de esos postulados y
acciones. Se cumplirá así con la mayor aspiración de los trabajadores
argentinos: "CON PERÓN Y ELPUEBLO AL PODER -POR LA CONSTRUCCIÓN DE UNA
PATRIA JUSTA, LIBRE Y SOBERANA -LA PATRIA SOCIALISTA". La ruta que conduce
a ella se encuentra en la verdad fundamental de aquella consigna que dice:
"SOLO EL PUEBLO SALVARÁ AL PUEBLO".
Héctor Daniel Fernández
Noviembre 2017