Estamos ante una elección. Para ser coherente con lo que pienso y vengo diciendo a los compañeros con los que me comunico por esta arma electrónica que nos está permitiendo reconocernos, reunirnos e identificarnos, creo que estamos, por lo menos antes dos elecciones. Una personal pero voluntaria (e imprescindicble); otra impuesta y por eso no tan personal ni imprescindible y, talvez, ineficiente.
La primera tiene que ver con nuestra condición de peronistas que nos identificamos como sobrevivientes de una historia política que sufrió todas los ataques y las invasiones mayor o mas importantemente exitosas de los enemigos internos y externos, hasta convertirnos en una diáspora muchas veces confundida y ciertamente multitudinaria que se está buscando.
La segunda se trata de una obligación que nos han impuesto y que merece un urgente análisis en cuanto a la legitimidad de su origen, la sinceridad de su contenido en correspondencia con lo reclamado por la ciudadanía y si nos sirve para la lucha de salvación de nuestra identidad en que estamos empeñados y que mas arriba resumimos.
La primera elección (aquella que voluntariamente debemos realizar, ahora o nunca) tal vez sea la mas dura. Es realmente la mas dura. En algún modo la decisión de seguir siendo peronista (pero no como una cuestión de conformidad personal sino para dar por fin algo valioso e integrador a la causa de la revolución latinoamericana inconclusa), es también una decisión de no seguir siendo cómplice.
Debo confesar que todos los candidatos que merodean al Partido Justicialista me producen sensaciones que van del asco mas profundo a la vergüenza. Pero, soy sincero, no sólo me pasa con los candidatos sino con la inmensa mayoría de los tipos que accedieron a los cargos públicos, electivos o no. Es que todos en mayor o menor medida fueron los que posibilitaron el estado actual de postración ideológica, alineación de identidad y culpa que desvela a los peronistas que quedamos. Pero, por sobre todo, son los que colaboraron con la pauperización de nuestro querido pueblo hasta un nivel que no tiene parangón fuera de los casos de guerra desvastadora, y para peor le quitaron las esperanza en sus fuerzas y en los hombres que podían representarlos. Le quitaron la dignidad al quitarles el trabajo y les robaron la piedad al mostrar su voracidad de poder y su camaleónica y obscena vocación de permanencia en el privilegio. Cómo mierda podemos aceptar que aún hagan discursos en las Cámaras y griten estentoreamente baratos actores de circo que reducen su única verdad y título, para estar allí y oponerla a verdaderos y humildes luchadores, la historia dudosa de cárceles que bien que buen efecto les hicieron para hacerles perder la memoria y con alusiones a perones y evitas y muertos y desaparecidos que nunca honraron. (Eva hablaba de los mediocres, que fácil sería para ella identificarlos).
Quiero ser claro: no se llega a la desocupación que dejó el menemismo, a la desnacionalizacion de la riqueza popular acumulada, a la formidable transferencia de ingresos de los trabajadores a los sectores mas poderosos de la economía nacional y extranjera, al grado de delincuencia, a la prostitución como supervivencia, al pingüe y protegido negocio de la droga, a la riqueza desaforada de los funcionarios, a la mano dura y el gatillo fácil, al insulto y la discriminación de otros latinoamericanos, (y a tantos otros “logros” ), siguiendo la doctrina de Perón y Evita. Un peronista puede equivocarse una vez y su ignorancia lo puede poner en un lugar que no merece, pero no puede ir contra los intereses del Pueblo. Eso se sabe después del primer tropiezo, error o descuido. El que se queda, o teniendo un cargo protesta en voz baja pero sigue cobrando y avalando lo que pasa es un traidor. Además de un gran hijo de puta.
De tal modo que yo podría concluir que el peor candidato peronista ha de ser el que surja de este peronismo antiperonista. Y aquí el lenguaje que utilice el candidato, aunque recurra a los viejos manuales, no será suficiente. Así como algunos creyentes le pedían a los militares sincero arrepentimiento (una ficción que aún no llegó a concretarse) yo creo que lo primero que debe hacer un candidato que vaya a pretender representar al Peronismo (aún por afuera) deberá jurar solemnemente que se arrepiente de haber participado en la destrucción del país y del Movimiento adhiriendo al neoliberalismo enemigo directo de la Doctrina Peronista, renegar expresamente del menemismo y pedir perdón al Pueblo y a los mártires populares. Ese juramento, el arrepentimiento y el pedido de perdón deberá ser dado ante toda la ciudadanía (para que también los neoliberales y nostálgicos de Menem sepan a que atenerse) y será un compromiso ineludible no para ser elegido, sino para participar en la elección interna (deberíamos decir externa por lo ajenos que nos resultan). Y mas aún: deberán comprometerse a continuar la evolución de la doctrina peronista en el sentido de una recuperación de la soberanía política, de la independencia económica y de la justicia social, como medio para la integración nacional, latinoamericana, con todos los pueblos víctimas de la globalización neoliberal y con todos los movimientos que luchen por ese mismo objetivo para las formación de un gran frente nacional y latinoamericano al servicio de la Liberación Nacional y Social.
Los quiero ver. Quisiera ver si la sonrisa les sigue en la cara. Y quisiera que ese compromiso se extendiera a todos los que tienen hoy cargos partidarios o públicos por el peronismo.
Pero, y ahí entramos en la otra elección, parece que los gritones del Congreso, los impotentes ante el vaciamiento y los mártires quebrados se han protegido de un fracaso electoral no entrando en esta renovación.
Esa es la otra elección. La que debemos realizar como ciudadanos. (Interior y anteriormente, es elegir si elegimos). Aquí la reflexión creo que debe dirigirse a la legitimidad de esta convocatoria en los términos del reclamo popular. No nos vamos a poner en la bizantiza discusión de si es posible el “que se vayan todos”. Lo que el Pueblo quiere es que se vayan todos los inútiles, los corruptos, aquellos a los que les da lo mismo que haya hambre o que no lo haya porque no se fijan mas que en su dieta y que son capaces de cualquier violación del derecho para permanecer. Tal vez no se piense bien en las consecuencias y qué va a venir después, por ej. que muchos van a volver, pero reelegidos. La única certeza popular es que aquellos inútiles, corruptos e insensibles son la inmensa mayoría. Y lo son.
Entonces: qué función cumple, salvo dirimir conflictos en los marquesados pseudoperonistas, esta convocatoria para que un Presidente con el 15º el 20% de votos pretenda hacer una nueva “revolución productiva”. Si por un milagro (que no puede ocurrir por lo menos en el peronismo antiperonista , salvo que actuemos unidos, muchos y sin fisuras) un gobernante quisiera hacer una reforma (no una revolución); con la caterva que queda en el Legislativo y en el Judicial, seguramente no podría. Y,viniendo de donde vienen y con el poco caudal con que va a llegar) , seguramente no va a llamar al Pueblo a que lo defienda. Ni existe una organización ni va a haber una convicción para hacerlo. Rápidamente será víctima (o facil presa) de las enemas de champagne del poder que se encargarán de darle los jefes de los bloques , de los carteles y de los partidos políticos. En consonancia con el Dios Mercado y sus sacerdotes del FMI, BM, Redrados, Avila, Hadad, Broda, Cema, Meditarránea y demás joyitas. En fin: asistir a una nueva mutación como la que ya conocimos.
Creo que merece un debate intenso de los peronistas sobrevivientes tanto uno como el otro aspecto de esta encrucijada.
Aunque me parece que esta convocatoria amañada nos va a hacer mas difícil todavía realizar el lavado de pasado y puesta en blanco sobre negro de esa historia que le debemos a nuestros fundadores. No se si el reflejo electoralista que nos han inyectado, si el egoismo chico que nos dieron a beber con la leche caliente y en cada ocasión, y la destrucción de la convicción de que el deber social está por sobre lo individual, no van a volver a florecer disfrazados bajo pretextos del tipo “Kirschner reprime asambleas y obreros de YPF, pero es el único que tiene un proyecto antimenemista”, o “el Adolfo roba pero hizo y sonrie, eso si, casi como el Jefe,” y “el Gallego metió a Cavallo en su lista y le abrió la puerta, propuso la reelección del turco, pero es el único que puede ganarle hoy a Menem”, y, qué parecidos son hoy a cada campaña de las de antes, te acordas hermano, cuando nunca cumplieron.
Compañeros: por ahora y hasta que alguien me convenza de lo contrario,yo quiero que juren por todos nuestros muertos, se comprometan y pidan perdón, antes y con tal grado de exposición que les metamos miedo a mentir. Y que, además, ya mismo pidan una convocatoria mayor para que se caduquen los mandatos o les acepten las renuncias o, se llame a una Constituyente o como sea, la gente vea que por una vez no son lo hijos de puta que muchos creen.
Sería un punto de partida. Tal vez no queden candidatos.
Y nosotros, a seguir juzgando popularmente a los traidores, así boca a boca, mail a mail, panfleto a panfleto, u organizando tribunales populares, diciendo los nombres de lo que ya no pueden, Nunca Mas, hacer caso omiso de la innumerable sangre derramada por todos lo luchadores populares. Y a encontrarnos con todos los que luchan, para aportar a la formación de ese gran Frente Nacional y Latinoamericano que luche por una América unida ante los grandes poderes mundiales, para la definitiva LIBERACIÓN NACIONAL Y SOCIAL DE AMERICA LATINA, INDÍGENA Y CARIBEÑA.
Si no logramos algo con esto, que la elección “externa” y la otra amañada, se la metan en el culo. No rendirse. Pero que no nos traicionen mas, la última vez fue en 1989. A partir de esa fecha se acabó. Habrá que distinguir, mientras tanto, quienes merecen el voto de un peronista. Esté donde esté.
La primera tiene que ver con nuestra condición de peronistas que nos identificamos como sobrevivientes de una historia política que sufrió todas los ataques y las invasiones mayor o mas importantemente exitosas de los enemigos internos y externos, hasta convertirnos en una diáspora muchas veces confundida y ciertamente multitudinaria que se está buscando.
La segunda se trata de una obligación que nos han impuesto y que merece un urgente análisis en cuanto a la legitimidad de su origen, la sinceridad de su contenido en correspondencia con lo reclamado por la ciudadanía y si nos sirve para la lucha de salvación de nuestra identidad en que estamos empeñados y que mas arriba resumimos.
La primera elección (aquella que voluntariamente debemos realizar, ahora o nunca) tal vez sea la mas dura. Es realmente la mas dura. En algún modo la decisión de seguir siendo peronista (pero no como una cuestión de conformidad personal sino para dar por fin algo valioso e integrador a la causa de la revolución latinoamericana inconclusa), es también una decisión de no seguir siendo cómplice.
Debo confesar que todos los candidatos que merodean al Partido Justicialista me producen sensaciones que van del asco mas profundo a la vergüenza. Pero, soy sincero, no sólo me pasa con los candidatos sino con la inmensa mayoría de los tipos que accedieron a los cargos públicos, electivos o no. Es que todos en mayor o menor medida fueron los que posibilitaron el estado actual de postración ideológica, alineación de identidad y culpa que desvela a los peronistas que quedamos. Pero, por sobre todo, son los que colaboraron con la pauperización de nuestro querido pueblo hasta un nivel que no tiene parangón fuera de los casos de guerra desvastadora, y para peor le quitaron las esperanza en sus fuerzas y en los hombres que podían representarlos. Le quitaron la dignidad al quitarles el trabajo y les robaron la piedad al mostrar su voracidad de poder y su camaleónica y obscena vocación de permanencia en el privilegio. Cómo mierda podemos aceptar que aún hagan discursos en las Cámaras y griten estentoreamente baratos actores de circo que reducen su única verdad y título, para estar allí y oponerla a verdaderos y humildes luchadores, la historia dudosa de cárceles que bien que buen efecto les hicieron para hacerles perder la memoria y con alusiones a perones y evitas y muertos y desaparecidos que nunca honraron. (Eva hablaba de los mediocres, que fácil sería para ella identificarlos).
Quiero ser claro: no se llega a la desocupación que dejó el menemismo, a la desnacionalizacion de la riqueza popular acumulada, a la formidable transferencia de ingresos de los trabajadores a los sectores mas poderosos de la economía nacional y extranjera, al grado de delincuencia, a la prostitución como supervivencia, al pingüe y protegido negocio de la droga, a la riqueza desaforada de los funcionarios, a la mano dura y el gatillo fácil, al insulto y la discriminación de otros latinoamericanos, (y a tantos otros “logros” ), siguiendo la doctrina de Perón y Evita. Un peronista puede equivocarse una vez y su ignorancia lo puede poner en un lugar que no merece, pero no puede ir contra los intereses del Pueblo. Eso se sabe después del primer tropiezo, error o descuido. El que se queda, o teniendo un cargo protesta en voz baja pero sigue cobrando y avalando lo que pasa es un traidor. Además de un gran hijo de puta.
De tal modo que yo podría concluir que el peor candidato peronista ha de ser el que surja de este peronismo antiperonista. Y aquí el lenguaje que utilice el candidato, aunque recurra a los viejos manuales, no será suficiente. Así como algunos creyentes le pedían a los militares sincero arrepentimiento (una ficción que aún no llegó a concretarse) yo creo que lo primero que debe hacer un candidato que vaya a pretender representar al Peronismo (aún por afuera) deberá jurar solemnemente que se arrepiente de haber participado en la destrucción del país y del Movimiento adhiriendo al neoliberalismo enemigo directo de la Doctrina Peronista, renegar expresamente del menemismo y pedir perdón al Pueblo y a los mártires populares. Ese juramento, el arrepentimiento y el pedido de perdón deberá ser dado ante toda la ciudadanía (para que también los neoliberales y nostálgicos de Menem sepan a que atenerse) y será un compromiso ineludible no para ser elegido, sino para participar en la elección interna (deberíamos decir externa por lo ajenos que nos resultan). Y mas aún: deberán comprometerse a continuar la evolución de la doctrina peronista en el sentido de una recuperación de la soberanía política, de la independencia económica y de la justicia social, como medio para la integración nacional, latinoamericana, con todos los pueblos víctimas de la globalización neoliberal y con todos los movimientos que luchen por ese mismo objetivo para las formación de un gran frente nacional y latinoamericano al servicio de la Liberación Nacional y Social.
Los quiero ver. Quisiera ver si la sonrisa les sigue en la cara. Y quisiera que ese compromiso se extendiera a todos los que tienen hoy cargos partidarios o públicos por el peronismo.
Pero, y ahí entramos en la otra elección, parece que los gritones del Congreso, los impotentes ante el vaciamiento y los mártires quebrados se han protegido de un fracaso electoral no entrando en esta renovación.
Esa es la otra elección. La que debemos realizar como ciudadanos. (Interior y anteriormente, es elegir si elegimos). Aquí la reflexión creo que debe dirigirse a la legitimidad de esta convocatoria en los términos del reclamo popular. No nos vamos a poner en la bizantiza discusión de si es posible el “que se vayan todos”. Lo que el Pueblo quiere es que se vayan todos los inútiles, los corruptos, aquellos a los que les da lo mismo que haya hambre o que no lo haya porque no se fijan mas que en su dieta y que son capaces de cualquier violación del derecho para permanecer. Tal vez no se piense bien en las consecuencias y qué va a venir después, por ej. que muchos van a volver, pero reelegidos. La única certeza popular es que aquellos inútiles, corruptos e insensibles son la inmensa mayoría. Y lo son.
Entonces: qué función cumple, salvo dirimir conflictos en los marquesados pseudoperonistas, esta convocatoria para que un Presidente con el 15º el 20% de votos pretenda hacer una nueva “revolución productiva”. Si por un milagro (que no puede ocurrir por lo menos en el peronismo antiperonista , salvo que actuemos unidos, muchos y sin fisuras) un gobernante quisiera hacer una reforma (no una revolución); con la caterva que queda en el Legislativo y en el Judicial, seguramente no podría. Y,viniendo de donde vienen y con el poco caudal con que va a llegar) , seguramente no va a llamar al Pueblo a que lo defienda. Ni existe una organización ni va a haber una convicción para hacerlo. Rápidamente será víctima (o facil presa) de las enemas de champagne del poder que se encargarán de darle los jefes de los bloques , de los carteles y de los partidos políticos. En consonancia con el Dios Mercado y sus sacerdotes del FMI, BM, Redrados, Avila, Hadad, Broda, Cema, Meditarránea y demás joyitas. En fin: asistir a una nueva mutación como la que ya conocimos.
Creo que merece un debate intenso de los peronistas sobrevivientes tanto uno como el otro aspecto de esta encrucijada.
Aunque me parece que esta convocatoria amañada nos va a hacer mas difícil todavía realizar el lavado de pasado y puesta en blanco sobre negro de esa historia que le debemos a nuestros fundadores. No se si el reflejo electoralista que nos han inyectado, si el egoismo chico que nos dieron a beber con la leche caliente y en cada ocasión, y la destrucción de la convicción de que el deber social está por sobre lo individual, no van a volver a florecer disfrazados bajo pretextos del tipo “Kirschner reprime asambleas y obreros de YPF, pero es el único que tiene un proyecto antimenemista”, o “el Adolfo roba pero hizo y sonrie, eso si, casi como el Jefe,” y “el Gallego metió a Cavallo en su lista y le abrió la puerta, propuso la reelección del turco, pero es el único que puede ganarle hoy a Menem”, y, qué parecidos son hoy a cada campaña de las de antes, te acordas hermano, cuando nunca cumplieron.
Compañeros: por ahora y hasta que alguien me convenza de lo contrario,yo quiero que juren por todos nuestros muertos, se comprometan y pidan perdón, antes y con tal grado de exposición que les metamos miedo a mentir. Y que, además, ya mismo pidan una convocatoria mayor para que se caduquen los mandatos o les acepten las renuncias o, se llame a una Constituyente o como sea, la gente vea que por una vez no son lo hijos de puta que muchos creen.
Sería un punto de partida. Tal vez no queden candidatos.
Y nosotros, a seguir juzgando popularmente a los traidores, así boca a boca, mail a mail, panfleto a panfleto, u organizando tribunales populares, diciendo los nombres de lo que ya no pueden, Nunca Mas, hacer caso omiso de la innumerable sangre derramada por todos lo luchadores populares. Y a encontrarnos con todos los que luchan, para aportar a la formación de ese gran Frente Nacional y Latinoamericano que luche por una América unida ante los grandes poderes mundiales, para la definitiva LIBERACIÓN NACIONAL Y SOCIAL DE AMERICA LATINA, INDÍGENA Y CARIBEÑA.
Si no logramos algo con esto, que la elección “externa” y la otra amañada, se la metan en el culo. No rendirse. Pero que no nos traicionen mas, la última vez fue en 1989. A partir de esa fecha se acabó. Habrá que distinguir, mientras tanto, quienes merecen el voto de un peronista. Esté donde esté.
Juan Carlos Padín.
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