lunes, 18 de mayo de 2009

PERONISMO Y LA FLEXIBILIZACIÓN LABORAL

Octubre de 1996
Para algunos faltos de memoria y para otros que se avinieron al Justicialismo por conveniencia, es bueno recordar parte de la doctrina y pensamiento de Eva Perón y sobre todo del General Perón, creador e ideólogo del partido que hoy está en el Gobierno.
Casi todos los que representan al Gobierno, ya sea funcionarios, legisladores, gobernadores, intendentes, etc., cuando se tienen que referir a la situación que vive el país y su gestión, hablan de globalización, modernidad, adecuación al primer mundo e infinidad de adjetivos como para justificar su traición a los preceptos básicos de la doctrina justicialista.
Ya casi no sorprende que estos viejos y nuevos dirigentes desconozcan los fundamentos de la doctrina ni profesen la liturgia del peronismo, algunos ya olvidaron las estrofas de la marcha y otros nunca la supieron, porque formaban parte de los que combatíamos, "el capital", cada día se parecen más a representantes de un partido oligarca o de medio pelo, como los calificaba Arturo Jaureche, perdieron su identidad y tienen miedo de que se los confundan con aquellos para quiénes fue creado el movimiento, los pobres, sudorosos y engrasados trabajadores, ahora se sienten más identificados y cerca de los que nos calificaron de aluvión zoológico, que de ser los representantes de los descamisados o grasitas.
El peronismo rescato al trabajador y lo dignifico, dotándolo de leyes para que el poder del capital no se abusara de ellos, le posibilito el acceso a la salud, a la educación, a la vivienda propia, lo hizo crecer espiritualmente y en una conciencia solidaria, donde no debía existir las divisiones, todo éramos trabajadores.
Es evidente que casi ningún dirigentes justicialistas de hoy surgió de una fábrica, ni compartieron las mismas necesidades de los trabajadores y si lo hicieron ya lo olvidaron, muchos se transformaron en burgueses de prospero pasar como de sospechada obtención, son hijos "privilegiados" de trabajadores que Perón con su acción protegió y engrandeció, además les dio las facilidades para que pudieran estudiar creando las bases y la conciencia para que lo concretaran. Hoy esas mismas personas que se vieron beneficiadas por una legislación social progresista pretenden retrotraerla desconociendo las luchas y sufrimientos de sus progenitores, dado que ya tienen asegurado su futuro. Nunca más alejados de la realidad se encuentran estos Justicialistas, arriaron las banderas que el General Perón enarbolo y alteraron la doctrina con la excusa de la modernidad, con el solo fin de beneficiar lo económico sobre el ser humano. Ahora pretenden descalificarnos a los que defendemos los principios fundamentales de nuestra doctrina, tratándonos "de nostálgicos", con esta actitud tratan de encubrir las violaciones incalificables que están haciendo al pensamiento del General Perón, cambiando de raíz su esencia. Pero si, afirmativamente somos nostálgicos, porque su premeditada deslealtad, incompetencia y soberbia de los que nos gobiernan, aliados a los que siempre nos combatieron, nos llevo a ello, nos hacen extrañar al General Perón en su conducta, idoneidad, temperamento y dignidad con que defendió sus principios ante las imposiciones de los adentro y los de afuera.
De que nos sirve esta modernidad de que nos hablan si es injusta, de que sirve la modernidad si va a precarizar la condición de vida de la mayoría de sus habitantes. Mientras la ciencia y la tecnología alcanzan éxitos insospechados e increíbles, el ser humano retrocede en sus valores más fundamentales, se recorre el universo en busca de otras vidas y en la tierra se mueren los chicos desnutridos, los grandes avances está al alcance del que tiene dinero, el pobre puede recibir tan solo lo que ellos descartan.
Hoy, el poder nos habla de flexibilización laboral para crear empleo, cuando vemos que la verdad no depende de ello sino de medidas políticas que no están dispuestos a tomar y ni a conceder, la flexibilización es una mentira más de las tantas con las que nos tratan de convencer de que nos están haciendo un bien, mientras la realidad marca que cada día estamos peor, una realidad que desconocen adrede. Una de las excusas es que se pretende eliminar el trabajo en negro, pero no lo hacen para protegernos, sino porque no se hacen los aportes. En lugar de tratar de transformar esa condición de trabajo injusta y equipararla a la de los demás, procuran con la flexibilización trasladar esa forma precaria de trabajo a todos los que ahora tienen un trabajo digno. El fin no es mejorar condiciones de trabajo o buscarle una solución a cada caso, sino es que todos paguen los aportes que van al Estado y poder recaudar más para pagar la deuda externa, no importa el precio que deban pagar los trabajadores y sus familias, con la salud, la educación y la vida. Esta visto que ningún empresario se va a quedar con trabajadores en las condiciones laborales de los convenios colectivos de trabajo vigentes (por ahora) con esta nueva posibilidad. Nadie busca una alternativa distinta, en la que el trabajador no salga perjudicado, donde se reduzca las horas de trabajo, sin rebajar los salarios, reducir la presión tributaria, otorgar beneficios fiscales a los que contraten desocupados o recargar los productos importados de países en que las condiciones laborales son inferiores a las nuestras y muchas otras en que se contemple la condición humana del trabajador. El General Perón por más que los años pasaran y el mundo cambiara, jamás sacrifico el bienestar del trabajador, nunca procuro igualar su condición con los más marginales, sino, por el contrario, siempre procuro elevarlos hacia las clases más altas, cosas que estos nunca toleraron y combatieron con despiadada vehemencia, hoy aliados a los dirigentes menemistas están logrando su objetivo, el de hacer un país para cada uno, donde los ricos y poderosos tengan acceso exclusivo a todo lo que desean y los pobres brinden su sacrifico y vidas para que ellos logren sus mezquinos apetitos personales.
Históricamente el Peronismo fue la fuerza que defendió y privilegio al ser humano, dado que es una doctrina eminentemente cristiana y humanista, cosa que hoy no se esta aplicando. Volvamos a la fuente, que la pobreza, las penurias y el avasallamiento de los trabajadores no sea tema únicamente de las campañas electorales para ganarse votos. No aceptemos a los fariseos, si ellos se sienten identificados con las ideas de derecha o capitalistas que cambien de partido, pero que no cambien la doctrina, una cosa es transformarla y otra muy distinta es deformarla y eso es lo que están haciendo. Esto se revierte si cambiamos el enfoque del problema, pongamos la economía y la tecnología al servicio del hombre, busquemos el equilibrio entre lo material y espiritual, rompamos con actitudes puramente individualistas. Evitemos el consumismo despiadado, enriquezcamos el espíritu y crezcamos culturalmente fortaleciendo el concepto de solidaridad e igualdad.
EL GENERAL PERON DIJO:
Peronista, para mí, como conductor del Movimiento, es todo aquel que cumple la Ideología y la Doctrina Peronista

Con la Justicia Social se postula una política redistributiva del estado, que integra a sectores marginados y semimarginados de la sociedad, a condiciones de vida más justas y dignas.
La Independencia Económica se complementa con la teoría de la tercera posición, y formula la intención de construir un estado sin dependencia de los imperialismos que rigen el mundo. El Justicialismo es nacionalista y propicia la nacionalización de los resortes básicos de la economía como base fundamental para asegurar la concreción de la idea fuerza con esta última afirmación.
La Soberanía Política se basa en la facultad del pueblo, como cuerpo orgánico o comunidad organizada, de autodefinirse.
Comunidad Organizada, expresa la idea de un todo orgánico en la que el individuo puede realizarse y realizarla al mismo tiempo. Y en la que se debe producir la armonía y el equilibrio cono síntesis de todo los conflictos sociales.
Perón sostenía que la Comunidad Organizada posibilita una armonía de los fines espirituales y de los materiales (capital y trabajo), a través del equilibrio en la logro de ambos. Sintetizando, sostiene que la Comunidad Organizada permite la solución de todos los conflictos con las ideas de proporción, armonía y equilibrio. Estos conceptos están dirigidos a eliminar la influencia de la lucha de clases, posibilitada por el individualismo capitalista que basa su filosofía en el afán de lucro y en el egoísmo. La organización de la riqueza y su explotación tiene por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social.

Los puntos básicos que tomamos eran los más - diremos - los más "groseros", los más elementales, como la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Esas fueron nuestras tres banderas.
Tres banderas que aún hoy sostenemos, y que representan el trípode de toda solución para la República Argentina, en el presente y en futuro.

La revolución quiere llevar al ámbito de los trabajadores argentinos el orgullo de pertenecer a una patria fuerte y generosa, donde la justicia y la ecuanimidad reinen soberanas, y donde el temor a las influencias espurias no pueda desnaturalizar la alegría de vivir y de crear.

El Presidente de la Nación Argentina (Juan Domingo Perón), haciéndose intérprete de los anhelos de justicia social que alientan los pueblos y teniendo en cuenta que los derechos derivados del trabajo, al igual que las libertades individuales, constituyen atributos naturales, inalienables e imprescriptibles de la personalidad humana, cuyo desconocimiento o agravio es causa de antagonismos, luchas y malestares sociales, considera necesario y oportuno enunciarlos mediante un declaración expresa, a fin de que, en el presente y en el futuro, sirva de norma para orientar la acción de los individuos y de los poderes públicos dirigida a elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital, como la mejor forma de establecer el equilibrio entre las fuerzas concurrentes de la economía y de afianzar, en un nuevo ordenamiento jurídico, los principios que inspiran la legislación social.

Queremos un partido idealista, con profundo sentido humanista.

Es necesario también tender a la riqueza espiritual, hacia eso que constituyen los únicos valores eternos y que son los que unirán, si es necesario, a los millones de argentinos, en la defensa de la patria, a costa de cualquier sacrificio.

EVA PERON DIJO:
"Soy peronista, entonces, por conciencia nacional, por procedencia popular, por convicción personal y por apasionada solidaridad y gratitud a mi pueblo, vivificando y actuante otra vez por el renacimiento de sus valores espirituales y la capacidad realizadora de su Jefe, el General Perón. Mi dignidad de argentina y mi conciencia de ciudadana se sublevó ante una Patria vendida, vilipendiada, mendicante ante los mercaderes del templo de las soberanías y entrega, año tras año, gobierno tras gobierno, a los apetitos foráneos del capitalismo sin patria y sin bandera."

La doctrina peronista es una creación viva, que puede evolucionar a base de hechos y de realizaciones, pero que no puede ser alterada ni renovada por hombres distanciados de la realidad y mucho menos por hombres rutinarios, egoístas, inhumanos.

DE LA DOCTRINA PERONISTA - DEL GENERAL PERON
En "La Comunidad Organizada" toma la ideología; en "La Doctrina Peronista" toma la forma de ejecución de esa ideología; y la forma de conducción de ambas cosas las toma en "La Conducción Política". Son los tres libros fundamentales del peronismo.
De eso, no tengo yo nada que modificar.

Derecho de trabajar: El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general; de ahí que el derecho de trabajar debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la
dignidad que merece y proveyendo ocupación a quien la necesite.

Derecho a una retribución justa: Siendo la riqueza, la renta y el interés del capital frutos exclusivos del trabajo humano, la comunidad debe organizar y reactivar las fuentes de producción en forma de posibilitar y garantizar al trabajador una retribución moral y material que satisfaga sus necesidades vitales y sea compensatoria del rendimiento obtenido y del esfuerzo realizado.

Hay que poner el capital al servicio de la economía, y la economía al servicio del bienestar social.

Derecho a condiciones dignas de trabajo: La consideración debida al ser humano, la importancia que el trabajo reviste como función social y el respeto recíproco entre los factores concurrentes de la producción, consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones dignas y justas para el desarrollo de su actividad y la obligación de la sociedad de velar por la estricta observancia de los preceptos que las instituyen y reglamentan.

Derecho al bienestar: El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuada, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de su familia en forma que les permita trabajar con satisfacción, descansar libres de preocupaciones y gozar mensualmente de expansiones espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo con los recursos directos e indirectos que permita el desenvolvimiento económico.

Es muy triste el mundo de la injusticia para obligar a los hombres a vivir en él.

Un deber nacional de primer orden, que hoy es ya un postulado universal, exige que la organización económica se transforme en un organismo al servicio del pueblo. Esta será la verdadera función social de la democracia. Si la industria no admite ser puesta en condiciones de pagar remuneraciones que permitan al trabajador comprar y utilizar los artículos producidos con su trabajo, experimentará una regresión considerable y volveremos a las antiguas crisis del subconsumo. Si la industria no se aviene voluntariamente a que los trabajadores salgan del estado de necesidad y se oponen rotundamente a la acción conciliadora que incumbe irrenunciablemente al Estado, se enfrentará con una de las más aciagas contingencias que pueda imaginar. Y no será ciertamente, el Estado argentino el que no habrá hecho todo lo posible para evitarlo.

El salario es la base y el punto de partida de todo el ordenamiento económico social, porque la salud y el estómago no admiten economías. Nadie debe, en estos tiempos, pretender competir en precios a base de salarios de hambre. La competencia ha de buscarse, en el orden interno y en el internacional, por la perfección orgánica, la mejor mano de obra, la maquinaria moderna y la nobleza de la calidad.

Para la Secretaría de Trabajo y Previsión es sagrado conservar el material humano de trabajo. El obrero debe gozar de descanso suficiente para reponer sus energías consumidas por la fatiga. Ya están limitados los espacios de trabajo. Nosotros vigilaremos los espacios del descanso sean diarios o hebdomadarios, semestrales o anuales. Y pensamos que hay que tomar medidas para asegurar el disfrute del descanso, para lo cual estamos empeñados en crear centros de esparcimiento para los trabajadores, lugares de alojamiento y turismo.
Derecho a la protección de su familia: La protección de la familia responde a un natural designio del individuo desde que en ella generan sus más elevados sentimientos afectivos y todo empeño tendiente a su bienestar debe ser estimulado y favorecido por la comunidad, como el medio más indicado de propender al mejoramiento del género humano y a la consolidación de principios espirituales y morales que constituyen la esencia de la convivencia social.

El Estado no puede ser testigo silencioso e inoperante en la angustia que conmueve primero al hombre, luego a su hogar y, finalmente, destruye la comunidad. Debe intervenir rápida, eficaz y enérgicamente, si quiere ser decisivo. Debe compenetrarse del dolor humano y buscar remedios apropiados para los males de la sociedad, cuyo destino rige. Ha de realizar una política de seguridad social y encauzarla por vías que vayan directamente a las necesidades propias de la actividad que la previsión ampara.

Nuestra Revolución tendría poca razón de ser si no pudiésemos cumplir lo que nos propusimos al ponerla en marcha. Uno de los postulados sobresale por su importancia de todos los demás: la justicia social. Consideramos que los mandatarios que en esta hora no realizaran una acción de justicia social y se dedicaran a la simple obra administrativa de gobierno, pasarían a la historia como algo intranscendente e indigno de ser recordado. Las revoluciones deben ser profundamente innovadoras en sus finalidades; y en el caso nuestro, la innovación fundamental radica en llevar a las masas trabajadoras a un bienestar superior al que actualmente gozan; y en unir por ese medio a todos los argentinos en forma de plasmar la nacionalidad, de modo que no pueda romperse ante ningún embate.

Sobre el dolor y la miseria nada se construye. El ideal, forjado en los siglos de la historia, se nutre con el noble afán de ensanchar el cauce fecundo de la solidaridad social.

Nosotros queremos que las futuras generaciones argentinas sepan sonreír desde la infancia... Bajo los gloriosos pliegues de nuestra bandera, no puede ni debe haber niños argentinos que no puedan ir a la escuela, o que tengan que ir a ella mal alimentados. Tampoco los debe haber que vivan desnutridos, en hogares sin luz y sin calor. Luchamos, los hombres de este gobierno, por que vosotros, los niños, podáis vivir despreocupados del presente, entregados a vuestros juegos y a vuestros estudios, amparados en una familia cristianamente constituida, seguros del porvenir. De ese porvenir sin sombra que se os habrá de entregar en custodia mañana: y del que tendréis que responder ante vuestros hijos, como nosotros respondemos ahora.

Antes de fijar las bases, que, a nuestro juicio, deberán orientar la tarea legislativa y la acción del gobierno en materia social, es conveniente efectuar un análisis sucinto de los métodos legales empleados con anterioridad para proteger a la clase trabajadora. Las realizaciones en esta materia, acusan tal interdependencia con la evolución industrial y con las posibilidades económicas de los pueblos que, sin duda, ellas no pueden ser obra exclusiva de un gobierno o de una generación, sino la resultante de una coincidencia de elementos vinculados con la producción de riqueza, con el progreso de la ciencia y con la evolución de las ideas. Por eso no debe sorprender que el mundo, en este orden de cosas, haya progresado en las últimas décadas en concordancia con un paralelo avance en lo científico y técnico. El encuentro de las ideas viejas con las ideas nuevas, la resistencia que opone nuevamente la tendencia conservadora frente a los impulsos renovadores, provocó y provoca aún, el antagonismo de los que luchan por un bienestar social que se les niega y los que se aferran en conservar sus antiguos privilegios. De allí que el proceso legislativo haya sido retardatario con respecto al proceso social y económico, y la norma jurídica, más que una consecuencia de principios doctrinarios, sea producto de exigencias sostenidas por la actividad gremial, después de muchos años de injusticia e iniquidad.

No estamos en contra del capital, sino queremos que desaparezca de nuestro país la explotación del hombre por el hombre, y que cuando ese problema desaparezca, igualemos un poco las clases sociales, para que no haya, es este país, hombres demasiados pobres ni demasiados ricos.

Si se observa el panorama de la República se ven perfectamente divididos los dos bandos, que, naturalmente, surgen de nuestra lucha por la consecución de un futuro mejor para los trabajadores. De un lado está claramente determinada la oligarquía que se había entronizado en el país durante tantos años, esa oligarquía que había conseguido explotar en el país todo lo explotable, y había llegado en sus extremos de explotación hasta explotar la miseria, la ignorancia y la desgracia de nuestra clase trabajadora. Esos hombres que jamás tuvieron escrúpulos ni frente a la desgracia, ni frente al dolor, ni frente al sacrificio de nuestras masas, se sienten hoy humanizados por un sentido de democracia que nunca sintieron sino para provecho. Así como antes la oligarquía explotó esa democracia en su provecho con la secuela de fraudes, coimas y negociados de que está llena nuestra historia política; así como explotó a la democracia en su provecho y en perjuicio de la clase trabajadora, hoy pretende levantar la bandera de la democracia que no siente, para servir a sus futuros intereses políticos, que han de transformarse, como siempre, en pesos y más pesos succionados a los pobres trabajadores, que son los que menos tienen, pero son los más capacitados para trabajar, para sufrir y para producir.

Nuestra política social... tiende, ante todo, a cambiar la concepción materialista de la vida en una exaltación de los valores espirituales. Por eso aspiramos a elevar la cultura social. El Estado argentino no debe regatear esfuerzos ni sacrificios de ninguna clase para extender a todos los ámbitos de la Nación las enseñanzas adecuadas para elevar la cultura de sus habitantes.

La organización obrera es para nosotros la base de nuestros procedimientos; pues no podemos ir a preguntar a cada uno de los obreros cuáles son sus necesidades y cuál la obra que nosotros debemos realizar. Para ello necesitamos la organización obrera. Y que estas organizaciones estén representadas por auténticos trabajadores.
La oligarquía se opuso siempre a la formación de sindicatos y los combatió abiertamente; los hizo funcionar al margen de la ley; a la oligarquía no le convenía el sindicato, porque era su enemigo nato. ¿ Qué hemos hecho nosotros ? Hemos ayudado, hemos propugnado y defendemos la formación de asociaciones profesionales; estamos con la necesidad imprescindible de formar sindicatos, de protegerlos, de darles un régimen de seguridad absoluta y de llevarlos adelante.

Dividimos al país en dos categorías; una, la de los hombres que trabajan, y la otra, la que vive de los hombres que trabajan. Ante esta situación, nos hemos colocado abiertamente del lado de los hombres que trabajan.

Los pueblos pueden labrar su riqueza; el patrimonio privado agrandarse con el trabajo y la protección del Estado; pero es necesario comprender también que ha llegado la hora de humanizar el capital. Pensamos que el capital se humaniza de una sola manera; haciendo que se transforme en un factor de colaboración para la felicidad de los semejantes; y ya no es posible en esta hora que vivimos lo que dijera el Divino Maestro: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos".
Aspiramos a que en nuestra tierra no tenga razón de ser aquella sentencia evangélica; y que los capitales, en lugar de ser elementos de tortura que conspiran contra la felicidad de los pueblos, sean factores que coadyuven al bienestar de lo que, necesitándolo todo, nada tienen. Queremos que el capital y el trabajo en estrecho abrazo labren la grandeza de la patria, mientras el estado vela por el bien de unos y otros, asegurando la justicia para el rico y para el pobre, para el poderoso y para el débil; para el que manda y par el que obedece.

La Libertad hay que asegurarla a fuerza de trabajo, dando primero al hombre la libertad económica, que es fundamental. Nosotros no somos partidarios de la libertad unilateral que se tienen desde hace tiempo, dentro de la cual el rico tiene libertad para hacer todo lo quiera y el pobre una sola libertad: la de morirse de hambre.

La libertad debe arrancar desde el punto en que haya sido afianzado definitivamente la seguridad social, la familia y la defensa nacional. Una libertad sin seguridad de vida, de trabajo, de educación y vivienda digna, es una falsa libertad. Poseer la libertad para morirse de hambre es un sofisma que constituye materia de engaño, para quienes trafiquen, haciendo cortinas de humo para ocultar intenciones. Recién, después de obtener par los hombres de esta tierra la fe en los destinos individuales y colectivos, una porción efectiva de bienestar material y una parte real de justicia, se puede alcanzar la libertad. La Revolución no ha venido a cercenar libertades populares, sino a ordenar valores, armonizar los derechos del individuo y los derechos de la Nación.

El principio de libertad económica que he proclamado no puede, pues, evitar que el Estado realice esta acción tutelar para coordinar las actividades privadas hacia una finalidad colectiva nacional, condicionadas, consiguientemente, a ciertos preceptos que le son consubstanciales. Si una Nación quiere ser económicamente libre, y políticamente soberana, ha de respetar y exigir que le sean a ella respetados los principios básicos que rigen la vida de los hombres y de los pueblos: el derecho y la moral. Y si una Nación no quiere ser o no se esfuerza en mantenerse económicamente libre y políticamente soberana, merecerá el escarnio y la befa de los contemporáneos y la condenación de la historia.

Desde los venturosos días de Mayo en ningún momento la República ha necesitado tanto de ciudadanos libres y honorables que sepan jugar su vida por el futuro de la Nación, como en nuestros días. Es indiscutible que hay fuerzas antagónicas que luchan por otros ideales que no son los nuestros y sabemos también que el problema de nuestra Nación puede resolverse rápidamente si nos decidimos a vender lo que se puede vender de este país. Pero no creo que estas generaciones de argentinos puedan desertar ante la historia y no se levanten, siquiera sea, por respeto a los que murieron por darnos libertad y autonomía, para oponerse firmemente a toda posible claudicación frente a propios y extraños que no sientan la tierra de su Patria como propia.

Hector Daniel Fernández

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