lunes, 18 de mayo de 2009

QUE DEJO EL PARO

Septiembre de 1996
La realidad nos marca que estamos viviendo en un sistema perverso en el cual no se contempla al trabajador ser humano y su relación con la familia.
Por las múltiples expresiones descalificadoras vertidas estos días por el Gobierno, empresarios, aliados políticos, representantes de capitales nacionales y extranjeros, parlamentarios, los medio pelo tradicionales, obsecuentes del poder y parásitos de este sistema injusto, se vislumbra que tienen una concepción sectaria y discriminatoria de los trabajadores por el simple hecho de haber nacidos pobres o no haber tenido las mismas oportunidades, estos señores nos consideran ciudadanos de inferior categoría, por lo tanto somos despreciados y tratados como ignorantes, solo se disfrazan de populares cuando tienen que bajar al llano por algún acto o para sacarnos los votos, en definitiva nos sacan más de lo que nos dan, haciéndonos pagar todos sus errores, vicios y malos manejos que tiene desde el poder o las empresas. Consideran que por ser pobres tenemos el deber de entregar nuestro sacrificio, renunciar a progresar y vivir dignamente, no quieren que el trabajador crezca, progrese, se eduque o alcance un nivel de conciencia y de vida que los pueda comprometer, les aterra la idea de que podamos compartir sus mismos lugares, en sus pensamientos más íntimos dejan entrever la idea de que los trabajadores son pobres como tal deben afrontar su destino y subordinar su vida a ellos, porque se consideran una clase superior e iluminada, como en la época de los reyes y príncipes. Parecería que para llamar la atención del Gobierno debieramos cerraran los campos de golf, los restaurant cinco estrellas, hacer una manifestación con autos importados ultimo modelo o que no se permita más las factuosas fiestas donde participa el "Jet Set".
Si no fuera así, no se concebiría la defensa y el apoyo a las medidas que tomaron y toman (que llevaron a una gran masa de trabajadores al descontento y a presionar para que se tomen medidas de protesta), tengan como única meta lo material y no se privilegie para nada al ser humano, la unión de la familia, la educación y la salud. En ellas se dispone de la vida del trabajador y de sus tiempos en forma arbitraria, pretendiendo subir o acortar las horas de trabajo u otorgarle los francos semanales según la necesidad de la empresa, sin contemplar la del trabajador, regulándole a voluntad del empleador el descanso diario o semanal y el contacto con la familia, agravando aun más los serios problemas familiares que ocasionan los bajos ingreso, con la desunión de la familia, chicos sin contención ni amor, violencia juvenil, droga y falta de buenos y sanos ejemplos, escasas oportunidades, etc. Otra aberración solicitada es otorgar vacaciones cuando los empresarios lo consideren oportuno según la producción, sin tener la menor consideración sobre su voluntad y si tiene familia, con la cual pueda convinarlas o si los hijos van a la escuela, en una palabra procuran destruir la unidad familiar con el solo objetivo de salvar lo material y económico, pero con ello destruyen, corrompen y dominan al hombre. También piden salarios móviles, siempre condicionado a la situación de la empresa (a la cual no se le permitirá al trabajador controlar sus manejos), por ello no podrá planificar el ingreso mensual y sufrirá una rebaja de salario al perder los adicionales conquistados. Así mismo piden negociar todas las condiciones de trabajo por empresa y que sean reconocidas como las únicas válidas, en una demostración total de autoritarismo. Con todo esto y otras imposiciones estamos solo a un paso de la esclavitud.

También existe un sector que muestra un incomprensible y asombroso desconocimiento de la realidad en que viven y trabajan muchos argentinos, ellos viven en otro mundo, solo saben que hay pobres y ricos, y que ellos forman parte de los últimos, sin importarle el destino de los primeros.

Luego están los otros que por no padecer los problemas acusiantes de los explotados o desocupados, procuran mantenerse indiferentes, solo se preocupan por su bienestar, sin ocuparse por lo que pasa a su alrededor, para ellos es suficiente con tener sus necesidades básicas satisfechas, viven en una burbuja, criticando y descreyendo a todos para no comprometerse ni jugarse por nada. No se dan cuenta que con actitudes como estas ayudan acrecentar la decadencia de la sociedad y que la miseria y la violencia los esta cercando, pero no reaccionan, piensan que aun se esta bien porque a su puerta no golpeo el hambre, la desesperación y la humillación. Son incapaces de tomar una posición comprometida con la sociedad o ser participes solidarios de los reclamos de los más necesitados.

Por último quedan aquellos que padecen este sistema o no toleran las injusticias, sin importar su condición social o ideología, quieren vivir en una sociedad mejor, más justa, con igual oportunidad para todos en el trabajo, la educación, la salud, etc., sin discriminación, donde lo primero que se valore es al ser humano, que sea el centro de todo objetivo, se lo dignifique y se estimule su crecimiento, donde la predica no quede solo en eso, que se transforme en compromiso y participación.

Hector Daniel Fernandez

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