lunes, 18 de mayo de 2009

INDIFERENCIA

Abril de 1998
En la política de hoy en día todo se puede, no queda lugar a la sorpresa. Lo inverosímil, lo irreal se transforma en algo posible. Esta más cerca de la ciencia ficción que del realismo en que vive el ser humano.
No menos sorprendente, fue el Gral. Bussi, ex gobernador de Tucumán, cuando declaro sobre su omisión de la cuenta que tenía en Suiza, “Mentí como político”. Para justificar su inconducta, dijo algo que la mayoría del pueblo lo sostiene, que los políticos mienten. Hasta el propio ex Presidente de la Nación (Carlos Menem) se atrevió a confesar, que si él, en la campaña exponía el plan que lleva a cabo, nadie lo hubiera votado.
Quien puede olvidar la “Carta a los Argentinos” las promesas de la Alianza en las últimas elecciones presidenciales, no sólo no las cumplieron, sino que integraron al Gobierno al neoliberal Domingo Cavallo (funcionario de los militares y Menem) como Ministro de Economía, cuando su propuesta político-económica fue votada por un escaso 10% de la población.
Es evidente que la clase política no tiene un marco de acción, como lo tenía antes, para ofrecerle a sus votantes. Esto quiere decir que para los políticos esta habilitado mentir o engañar al pueblo con el fin de alcanzar sus objetivos, sin importarles si se contradice con lo prometido en las campañas o no cumplen directamente y para colmo nadie se lo demanda.
No sólo mienten, sino que también viven tratando de justificar sus actitudes, con palabras llenas de retóricas y divagantes, el fin es no llegar a ningún lado, no aclarar ni explicar nada, sino por el contrario, crear mayor confusión. Con el agravante de que en ocasiones hasta nos tratan como estúpidos, diciéndonos que las dificultades o los problemas que vivimos en carne propia, son ficticios, que va todo bien, que en poco tiempo vamos a ver los frutos. Lógicamente que ellos viven al margen de esos problemas y padecimientos, son simples espectadores, como los romanos lo eran en el Coliseo. Pasa el tiempo y los frutos no se ven, por el contrario, las condiciones empeoran y desgraciadamente comprobamos que la desocupación, la marginación, la pobreza, o sea las desigualdades no son ficticias, sino que son muy reales y golpean a diario nuestra puerta.
Otra de las cosas que uno nota como una constante de la política de hoy es la indiferencia e insensibilidad de políticos y empresarios ante los reclamos justos. Vemos a los jubilados, a los maestros, a los obreros, los médicos de los hospitales, los mineros y trabajadores en general de distintas fábricas y rubros, y hasta los pobladores que han cortado las rutas en solicitud de trabajo digno, no son tenidos en cuenta o se les acerca un paliativo transitorio y después, cuando todo se calma y dejan de ser noticia en los medios de difusión, son olvidados a la indigencia. No se encaran soluciones de fondo, estructurales y para siempre.
Si uno se detiene a ver la cantidad de manifestaciones y reclamos que existen en todo el país, se asombraría. Obreros, empleados, profesionales, desocupados, pueblos, vecinos, etc. salen a la calle para solicitar soluciones a sus acusiantes problemas. Recibiendo como única respuesta, tan solo indiferencia o represión. Principalmente éstos casos se dan, cuando el perjudicado es el pueblo y a los que se protege con esta actitud son las empresas o sus presupuestos. O sea, que preocupa más salvaguardar los intereses de las empresas, bancos, financieras, que la de los pueblos. La solución no esta contemplada en el presupuesto, por lo tanto no hay solución. Se crean impuestos para cubrir necesidades, entonces hay que pagar los viejos y los nuevos impuestos, pero luego, vaya a saber por que raro pase de magia, no se recibe nada a cambio, ni siquiera la satisfacción de ser escuchados o atendidos. Las tarifas públicas, de una u otra forma sufren continuos aumentos, disimulados, pero aumentos al fin, a su vez tienen recargos creados para distintos objetivos, que no se ven. Estas empresas de servicios ganan fortunas, tienen la protección de leyes que perjudican a los usuarios, tenga o no razón. Además de todo ello, cuando tienen que hacer una obra de infraestructura, el que la deben financiar es el usuario por medio de aumentos. Las empresas, en este país, no hacen inversión de riesgo, a pesar de ser monopólicas y tener a los usuarios cautivos. Esto es lo mismo que un almacenero de un barrio, les pida a sus clientes un aporte para agrandar su almacén. Rara coincidencia, las empresas que más ganan son casi todas las privatizadas, lo que demuestra que desde la época de Martínez de Hoz hasta hoy, el plan se cumplió perfectamente. Primero fue imponer en sus directorios o presidencia testaferros o súbditos de empresas extranjeras que las llevaron a la ruina, al desprestigio, al despilfarro. Luego una vez destruidas, sembrado el desprestigio que trajo las privatizaciones (liquidación) y por último, hoy manejan (por su poder) gran parte de la política.
Es real también que la indiferencia esta instalada en muchos casos en nuestros pares, obreros, empleados, profesionales, etc., no existe una comunión de clase, es más, generalmente el que reclama por su derechos es criticado por otros de nuestra misma clase, sin darse cuenta que quienes nos tienen que dar la respuesta son los indiferentes y a quienes no le importamos nada. Ellos son los que tendrían que evitar las protestas, ellos tendrían que ser los que deberían buscar respuestas inmediatas, para que nadie se perjudique. Pero no, dejan y estimulan nuestro enfrentamiento, para beneficiar la comunión empresario - político, porque entre ellos existe entendimiento y solidaridad, se deben favores mutuos, en una palabra, hoy son solo uno.
Esta política parece ser un común denominador para todos, Presidente, Empresarios, Gobernadores, Intendentes, Legisladores, Funcionarios, etc., juegan con el cansancio de la gente, con la saturación, con el descontento y la desesperanza. Reclamamos nuestros derechos y nadie da la cara, nadie asume seriamente nuestra defensa, a nadie le importa escucharnos, ellos tienen un camino delineado y nada ni nadie los aparta, ese camino es el económico, que esta sobre el valor humano. De esta forma, logran que la gente agote sus energías inútilmente, sin alcanzar ningún objetivo, el desencanto y el desaliento los invade y renuncian asqueados a la lucha justa. Algunos sólo les queda como única alternativa, rezar y esperar que la bondad divina desparrame un poco de ella sobre ellos. Usan como estrategia debilitar cualquier acción social o popular, con el fin de imponer su pensamiento único e individualista, desechando toda alternativa solidaria.
Ese desaliento, fomentado desde el poder político - empresario, lleva a pensar al ciudadano, que todo es un engaño, que los políticos no representan a sus votantes, sino que son testaferros del capital privado, a quienes les deben cuidar los aportes de la campaña. Como así también, que la política es un negocio sólo para los que la ejercen y que son incapaces de sobrevivir con los lujos y privilegios que cuentan, fuera de ella. La imagen general es que la mayoría son corruptos, deshonestos, faltos de ética y moral. Con esos pensamientos, se deja todo en manos de los políticos para no ensuciarse como ellos. Esto es precisamente lo que los políticos quieren, que la gente abandone su interés por la política, que no participe, que no se interiorice de nada; para poder de esa forma, perdurar en sus cargos y seguir haciendo sus negocios. Cuanto más es el desinterés del ciudadano, mayor son las posibilidades de los mediocres, inoperantes y corruptos de gozar de una vida que trabajando honestamente no serían capaz de alcanzar. Para esta sociedad político - empresario, lo más importante es el poder, las necesidades del pueblo para ellos son secundarias
Además está probado que con una buena campaña política mediática, distribuyendo algo de mercadería como limosna, dando algunos puestos y haciendo acuerdos extraños pueden comprar voluntades y seguir atornillados a sus puestos.
Hoy por hoy esta corrompido el hombre, ha perdido los valores morales y éticas, no tiene aspiraciones de superación o crecimiento digno o espiritual. Algunos solo le interesa crecer económicamente, acomodando sus ideas a su conveniencia, sin importarle los métodos a utilizar para alcanzar su objetivo. Otros, inmersos en su falta de cultura, aspiran que los políticos de turno les regale alimentos, medicamentos, ropas, etc, para cubrir sus necesidades mínimas, sin exigir un trabajo digno para que con él proveerse de todo lo que él necesita. Especulan con esta pobre gente, que jamás a tenido nada de nada, procuran mantenerla en la ignorancia, para ellos lo poco es mucho. Además se perdió la cultura del trabajo, el trabajar para vivir con dignidad. Mezclada entre la gente que apoya el sistema porque se beneficia, sin importarle la solidaridad o condiciones humanitarias y los marginados y excluidos, desprovistos de las posibilidades de cultura, hay unas personas utópicas.
En este mundo globalizado, en el que se apoya todo este sistema creado por los ricos para ser más ricos, tiene una perversión y maldad digna de Satanás, los poderosos y ricos, han hecho su revolución, que no es otra que la globalización, con el fin de concentrar en una ínfima minoría todo el poder y riquezas materiales del mundo, con su poder financiero y sus empresas dominan gobiernos y subordinan pueblos. Premian al más apto y abandonan al más débil.
La única forma de cambiar todo esto es producir un revolución espiritual y cultural y destruir todos los conceptos económicos de consumo que nos esclavizan. En este mundo que de apoco y sutilmente nos metieron, ya no podemos detenernos a pensar en el presente y tememos al futuro. Por más que nos muestren el bosque, no podemos dejar de mirar el árbol.
Ni la economía, ni la política, ni nadie puede estar por encima de los seres humanos, sobre esto no hay escusas.

Hector Daniel Fernández

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