Con mucha tristeza se observa como distintos
sectores políticos discuten con total liviandad cuantos desocupados hay y si
los hay, si aumento la cantidad de pobres e indigentes a consecuencia de las
políticas económicas “correctivas” recientemente aplicadas, cuando el simple
hecho de que haya gente que no pueda tener un trabajo digno y remunerado
decentemente como para poder vivir y mantener su familia es grave, y mucho más
aquellos que por razón de no poseer un trabajo caen a la pobreza o a la
indigencia. Los planes sociales o AUH, son meros paliativos, la única forma de
crear dignidad es con trabajo genuino. Para muchos esos seres humanos son
simples números, les debe cerrar las cuentas, achicar el déficit y no importa
el costo social del mismo. Un método de un pragmatismo irracional e inhumano,
que solo lo pueden aplicar aquellos que jamás vivieron o compartieron las
necesidades de una importante fracción de seres humanos que habitan esta
nación.
Es evidente que por motivo de la anunciada
devaluación, el aumento de precios antes, durante y después de dicha
devaluación, la quita de retenciones a los cereales, aumento a los servicios,
transporte y combustibles causo un profundo efecto en los salarios de los
trabajadores formales y mucho más en los informales, que por más esfuerzo que
se haga en las paritarias, está sabido que no podrán recuperar las pérdidas
operadas. Pero más revelador son los índices que han publicado distintos
organizaciones sociales insospechadas de cualquier sentido partidista.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA,
dice “Pero tal como mostramos en este informe, el mayor riesgo de subocupación
y empobrecimiento no lo están experimentando en realidad los segmentos formales
de la economía sino los sectores informales; no sólo el 30% de los hogares que
para subsistir además de realizar trabajos de indigencia reciben algún tipo de
ayuda social, sino también miles y miles de microempresas informales y
emprendimientos familiares; y con ellos una amplia capa de trabajadores
asalariados precarios, trabajadores independientes no profesionales, pequeños
comerciantes y trabajadores eventuales (no menos de 3 millones de
trabajadores); los cuales, además de carecer de visibilidad y de representación
política, o debido a ello, no han sido objeto de una especial protección social
frente a la situación crítica generada por la caída del consumo, el aumento de
los precios y el mayor riesgo de despido o caída de la actividad. Un segmento
al cual no llegan los aumentos por paritarias, ni las tasas de interés
favorables, ni las tarifas sociales, ni el salario familiar, ni los aumento en
los programas sociales, etc. Justamente, es esta masa de segmentos vulnerables
de clase media baja o sectores populares los que constituyen los “nuevos
pobres” que emergen de medidas “normalizadoras” adoptadas por el actual
gobierno.
En el informe antes citado de hace unos meses
del Observatorio de la Deuda Social Argentina se buscó llamar la atención sobre
esta situación, expresada en principio un aumento estimado en la tasa de
pobreza de entre 24% y 27% o entre 29% y 33% (según la fuente de datos que se
utilice) durante el primer trimestre del presente año. La estrategia adoptada
para normalizar en parte las variables macroeconómicas habría generado más de
un millón de nuevos pobres, fundamentalmente segmentos provenientes del sector
informal y de las clases medias bajas. Este dato, aunque “impactante”, no deja
de ser una estimación conservadora, más aún si consideramos la dinámica
socioeconómica subsiguiente.”
Por otro lado el ISEPC (Instituto de
Investigación Social, Económica y Política Ciudadana) dice: “En los sectores
medios, los cambios implican bajar a las segundas marcas, ir por los cortes de
carne más económicos o de segunda calidad, menos carne bovina, más pollo,
consumir sólo frutas y verduras de estación, recorrer los supermercados
aprovechando las ofertas de cada día y con algunas tarjetas, etc.
Sin embargo entre los sectores más vulnerables
de los barrios populares las realidades, posibilidades y consecuencias son
diferentes. No hay tarjetas, ni oportunidad de recorrer demasiado para buscar
las ofertas de la semana. Desde hace mucho tiempo las segundas y terceras
marcas (o sin marcas) son las únicas que llegan al hogar, al igual que los cortes
de carnes más económicos, mientras se incrementa la frecuencia que se alternan
con los menudos y las alitas de pollo. Vienen siendo parte de la vida
cotidiana, que en los últimos meses se ha visto alterada más negativamente aun.
Las caídas generales en las ventas de carne
bovina, que según la industria frigorífica en abril se calculan entre un 5 y
6%, respecto al mismo mes del año pasado, en las carnicerías de los barrios
están en un promedio de -15%, y el pollo, cuyas ventas descendieron algo menos
están -11%. Esto se corresponde en sentido inverso con los aumentos de precios
de la Canasta Básica de Alimentos, en los últimos seis meses el rubro carnes
subió por encima del promedio general: un +32,44%. Por otro lado las ventas de
pastas secas (fideos) en el primer cuatrimestre permanecieron estables respecto
a los meses anteriores, cuando habitualmente bajan en verano. Esto indica un
reemplazo de unos productos por otros en la alimentación de las familias, que
produce un deterioro en la calidad de las dietas, que ya eran de baja calidad.
Las consecuencias no se hacen esperar. En un
relevamiento de talla y peso en niños y jóvenes realizado en los últimos días
en varios distritos del conurbano bonaerense aparecen significativos
porcentajes de niños con malnutrición. Lo más preocupante es que se vienen
dando casos de sobrepeso entre los lactantes -0 a 2 años- casos (16% de los
relevados); 1ª infancia -2 a 6 años- (40% de los relevados); 2ª infancia -6 a
12 años- (29% de los relevados) y en adolescentes -12 a 19 años- 20% de los
relevados.
Realmente en un País productor
de alimentos como el nuestro, es inconcebible que pasen estas cosas, es más, no
tiene justificativos desde ningún punto de vista. En nuestro país se suele
tirar cosechas de hortalizas, papas y frutas, por exceso de producción e
incluso la leche, con el fin de no bajar el precio del mercado, de mientras
nuestros niños, el futuro del País mueren o tendrán deficiencias permanentes.
Pero este tema no se radica
solamente en la desnutrición, sino en las condiciones que se desarrollan estos
chicos, la mayoría vive en condiciones indignas para cualquier ser humano, sin
acceso a la salud, sin agua potable, sin red cloacal, o en la calle o asentamientos
paupérrimos y hacinados.
El problema no
pasa por lo que nos parece o nos quieren mostrar, el problema pasa por lo que
nosotros somos capaces de pensar, razonar, entender y creer de esta realidad,
que está ahí, que convive con nosotros todos los días, que para muchos ya es un
paisaje normal y que no es normal. Porque no puede sernos normal ver a niños,
mujeres y hombres, seres humanos comiendo desperdicios. No es normal que haya
chicos desnutridos o mueran por razones evitables. Nada de los que nos está
pasando es normal, pero nada ha sido casualidad. La gravedad no es solo que existan
estos hechos aberrantes, lo grave es la hipocresía y impudicia con que se toma
y se lo suele ocultar, la falta de compromiso para exigir un cambio, este tema
debería ser prioritario.
La realidad de
nuestra sociedad es muy cruda y cruel, muchos mientras la ven por televisión o
en los diarios les parece que es algo muy lejano o de otro país, pero no se dan
cuenta de la verdadera dimensión de los que estamos viviendo. Cada número, cada
porcentaje que se dan, son compatriotas nuestros, seres humanos que no han
tenido la mínima posibilidad, que han sido privados de toda condición digna de
vida e ignorados sus derechos constitucionales. Esta es la sociedad que hemos construido,
donde todos, quien más quien menos tenemos algo que ver.
Ahora muchos pretenden cambiarnos el enfoque de la
cosa y hacernos creer que los marginados, piqueteros, cartoneros, niños de la
calle, sin techo, etc., etc., están en esta situación porque ellos quieren o
como que se han generado por generación espontánea, pero han sido generados por
deficientes o mal intencionadas políticas de Estado.
Simplemente podemos decir que
este flagelo es un problema político, es una verdadera inmoralidad y demuestra
el desentendimiento de los distintos gobernantes.
Tristemente debemos pensar en el
futuro que le espera a nuestro País, con la cantidad de niños con distintas
deficiencias irreversibles, con secuelas que no podrán revertirse, ellos
formaran una inmensa legión de adultos con todo tipo de problemas, que
seguramente muchos políticos aprovecharan para usar en provecho propio.
Es hora de que ya se produzca un
cambio, basta de palabras, HECHOS .....
MEJOR QUE DECIR ES HACER, MEJOR
QUE PROMETER REALIZAR
Héctor Daniel Fernández
Mayo 2016
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