jueves, 2 de junio de 2016

POBREZA

Con mucha tristeza se observa como distintos sectores políticos discuten con total liviandad cuantos desocupados hay y si los hay, si aumento la cantidad de pobres e indigentes a consecuencia de las políticas económicas “correctivas” recientemente aplicadas, cuando el simple hecho de que haya gente que no pueda tener un trabajo digno y remunerado decentemente como para poder vivir y mantener su familia es grave, y mucho más aquellos que por razón de no poseer un trabajo caen a la pobreza o a la indigencia. Los planes sociales o AUH, son meros paliativos, la única forma de crear dignidad es con trabajo genuino. Para muchos esos seres humanos son simples números, les debe cerrar las cuentas, achicar el déficit y no importa el costo social del mismo. Un método de un pragmatismo irracional e inhumano, que solo lo pueden aplicar aquellos que jamás vivieron o compartieron las necesidades de una importante fracción de seres humanos que habitan esta nación.
Es evidente que por motivo de la anunciada devaluación, el aumento de precios antes, durante y después de dicha devaluación, la quita de retenciones a los cereales, aumento a los servicios, transporte y combustibles causo un profundo efecto en los salarios de los trabajadores formales y mucho más en los informales, que por más esfuerzo que se haga en las paritarias, está sabido que no podrán recuperar las pérdidas operadas. Pero más revelador son los índices que han publicado distintos organizaciones sociales insospechadas de cualquier sentido partidista.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA, dice “Pero tal como mostramos en este informe, el mayor riesgo de subocupación y empobrecimiento no lo están experimentando en realidad los segmentos formales de la economía sino los sectores informales; no sólo el 30% de los hogares que para subsistir además de realizar trabajos de indigencia reciben algún tipo de ayuda social, sino también miles y miles de microempresas informales y emprendimientos familiares; y con ellos una amplia capa de trabajadores asalariados precarios, trabajadores independientes no profesionales, pequeños comerciantes y trabajadores eventuales (no menos de 3 millones de trabajadores); los cuales, además de carecer de visibilidad y de representación política, o debido a ello, no han sido objeto de una especial protección social frente a la situación crítica generada por la caída del consumo, el aumento de los precios y el mayor riesgo de despido o caída de la actividad. Un segmento al cual no llegan los aumentos por paritarias, ni las tasas de interés favorables, ni las tarifas sociales, ni el salario familiar, ni los aumento en los programas sociales, etc. Justamente, es esta masa de segmentos vulnerables de clase media baja o sectores populares los que constituyen los “nuevos pobres” que emergen de medidas “normalizadoras” adoptadas por el actual gobierno.
En el informe antes citado de hace unos meses del Observatorio de la Deuda Social Argentina se buscó llamar la atención sobre esta situación, expresada en principio un aumento estimado en la tasa de pobreza de entre 24% y 27% o entre 29% y 33% (según la fuente de datos que se utilice) durante el primer trimestre del presente año. La estrategia adoptada para normalizar en parte las variables macroeconómicas habría generado más de un millón de nuevos pobres, fundamentalmente segmentos provenientes del sector informal y de las clases medias bajas. Este dato, aunque “impactante”, no deja de ser una estimación conservadora, más aún si consideramos la dinámica socioeconómica subsiguiente.”
Por otro lado el ISEPC (Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana) dice: “En los sectores medios, los cambios implican bajar a las segundas marcas, ir por los cortes de carne más económicos o de segunda calidad, menos carne bovina, más pollo, consumir sólo frutas y verduras de estación, recorrer los supermercados aprovechando las ofertas de cada día y con algunas tarjetas, etc.
Sin embargo entre los sectores más vulnerables de los barrios populares las realidades, posibilidades y consecuencias son diferentes. No hay tarjetas, ni oportunidad de recorrer demasiado para buscar las ofertas de la semana. Desde hace mucho tiempo las segundas y terceras marcas (o sin marcas) son las únicas que llegan al hogar, al igual que los cortes de carnes más económicos, mientras se incrementa la frecuencia que se alternan con los menudos y las alitas de pollo. Vienen siendo parte de la vida cotidiana, que en los últimos meses se ha visto alterada más negativamente aun.
Las caídas generales en las ventas de carne bovina, que según la industria frigorífica en abril se calculan entre un 5 y 6%, respecto al mismo mes del año pasado, en las carnicerías de los barrios están en un promedio de -15%, y el pollo, cuyas ventas descendieron algo menos están -11%. Esto se corresponde en sentido inverso con los aumentos de precios de la Canasta Básica de Alimentos, en los últimos seis meses el rubro carnes subió por encima del promedio general: un +32,44%. Por otro lado las ventas de pastas secas (fideos) en el primer cuatrimestre permanecieron estables respecto a los meses anteriores, cuando habitualmente bajan en verano. Esto indica un reemplazo de unos productos por otros en la alimentación de las familias, que produce un deterioro en la calidad de las dietas, que ya eran de baja calidad.
Las consecuencias no se hacen esperar. En un relevamiento de talla y peso en niños y jóvenes realizado en los últimos días en varios distritos del conurbano bonaerense aparecen significativos porcentajes de niños con malnutrición. Lo más preocupante es que se vienen dando casos de sobrepeso entre los lactantes -0 a 2 años- casos (16% de los relevados); 1ª infancia -2 a 6 años- (40% de los relevados); 2ª infancia -6 a 12 años- (29% de los relevados) y en adolescentes -12 a 19 años- 20% de los relevados.
Realmente en un País productor de alimentos como el nuestro, es inconcebible que pasen estas cosas, es más, no tiene justificativos desde ningún punto de vista. En nuestro país se suele tirar cosechas de hortalizas, papas y frutas, por exceso de producción e incluso la leche, con el fin de no bajar el precio del mercado, de mientras nuestros niños, el futuro del País mueren o tendrán deficiencias permanentes.
Pero este tema no se radica solamente en la desnutrición, sino en las condiciones que se desarrollan estos chicos, la mayoría vive en condiciones indignas para cualquier ser humano, sin acceso a la salud, sin agua potable, sin red cloacal, o en la calle o asentamientos paupérrimos y hacinados.
El problema no pasa por lo que nos parece o nos quieren mostrar, el problema pasa por lo que nosotros somos capaces de pensar, razonar, entender y creer de esta realidad, que está ahí, que convive con nosotros todos los días, que para muchos ya es un paisaje normal y que no es normal. Porque no puede sernos normal ver a niños, mujeres y hombres, seres humanos comiendo desperdicios. No es normal que haya chicos desnutridos o mueran por razones evitables. Nada de los que nos está pasando es normal, pero nada ha sido casualidad. La gravedad no es solo que existan estos hechos aberrantes, lo grave es la hipocresía y impudicia con que se toma y se lo suele ocultar, la falta de compromiso para exigir un cambio, este tema debería ser prioritario.
La realidad de nuestra sociedad es muy cruda y cruel, muchos mientras la ven por televisión o en los diarios les parece que es algo muy lejano o de otro país, pero no se dan cuenta de la verdadera dimensión de los que estamos viviendo. Cada número, cada porcentaje que se dan, son compatriotas nuestros, seres humanos que no han tenido la mínima posibilidad, que han sido privados de toda condición digna de vida e ignorados sus derechos constitucionales. Esta es la sociedad que hemos construido, donde todos, quien más quien menos tenemos algo que ver. 
Ahora muchos pretenden cambiarnos el enfoque de la cosa y hacernos creer que los marginados, piqueteros, cartoneros, niños de la calle, sin techo, etc., etc., están en esta situación porque ellos quieren o como que se han generado por generación espontánea, pero han sido generados por deficientes o mal intencionadas políticas de Estado.
Simplemente podemos decir que este flagelo es un problema político, es una verdadera inmoralidad y demuestra el desentendimiento de los distintos gobernantes.
Tristemente debemos pensar en el futuro que le espera a nuestro País, con la cantidad de niños con distintas deficiencias irreversibles, con secuelas que no podrán revertirse, ellos formaran una inmensa legión de adultos con todo tipo de problemas, que seguramente muchos políticos aprovecharan para usar en provecho propio.

Es hora de que ya se produzca un cambio, basta de palabras, HECHOS .....
MEJOR QUE DECIR ES HACER, MEJOR QUE PROMETER REALIZAR


Héctor Daniel Fernández

Mayo 2016 

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