La historia siguió así, las destrucción de los humedales continúa a la vista y complicidad de todos. Pero no le bastó al capitalismo más inmoral con atacar los humedales del bajo Delta sino que en el Paraná medio, quemaba los pajonales donde hacia donde esta rica biodiversidad se había refugiado. Lo hacían para que el pasto joven y tierno sirviera de alimento a las vacas de los terratenientes de la isla. Más aún, Paraná arriba talaron los bosques nativos ante la indiferencia de todos los políticos, salvo muy pocos casos aislados que alzaron su voz sin mayor suceso. Corridoa de todas parte, nuestros bichos volvieron por su fueros en las zonas más exclusivas como los barrios cerrados de la zona norte. Los chetos mojigatos se asombran, se asustan y se enojan en vez de disfrutar del encanto de una naturaleza que vuelve a darle vida a ”sus” lagos o mejor dicho a los espejos de agua públicos que usurpan.
Simultáneamente los “medios” arman su jugosos circo que abandonarán cuando otra hueca noticia tome actualidad y los político, bien gracias. No se le animaron al amo sojero, asisten indiferentes a la licitación dee miles de hectáreas de sufridos quebrachales mientras el bosque está en retirada perseguido por la motosierra expoliadora o el fuego inmoralmente intencional. En el fatalismo de la derrota, carpinchos, cuises, coipos, culebras, lobitos, y pájaros del humedal me hacen ilusionar y alentarlos, esta vea a ello, cómo cuando en la cancha de Argentinos Juniors saltábamos gritando ¡VAMOS LOS BICHOS QUE TENEMOS QUE GANAR!
Ramón Canalís, Tigre, 20 de agosto de 2021.
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