miércoles, 4 de agosto de 2021

LA GUERRA FRÍA - EL PERONISMO Y LA DERECHA

 Con la llegada de Mijaíl Gorbachov, surge el nuevo pensamiento soviético en materia de relaciones internacionales y política exterior, es la conversión de la Unión Soviética de un Estado defensor y promotor a escala local, regional y global de la lucha de clases en un estado defensor y promotor de la sociedad de las naciones y valores humanos a igual escala. Implico la adopción de un cuerpo de ideas desde luego indiscutiblemente loables pero que contrastaban con el enfoque o pensamiento sostenido por Estados Unidos. Washington se proponía arruinar a la Unión Soviética en todos los campos a fin de lograr decisión en la pugna iniciada en 1945 

El historiador y especialista en Rusia – Rafael Poch-de –Feliu 

“Además, si en el análisis más neutro y discreto, la Guerra Fría fue una responsabilidad doble, compartida por igual entre las dos superpotencias, en la mentalidad de los “occidentalistas cosmopolitas rusos”, que fueron la corriente ideológica dominante en la primera fase de la transición, la responsabilidad soviética era superior. Eso significaba que, por un lado, había que vincular y coordinar el desarme con la otra superpotencia con la que se veía un futuro de intereses comunes, y que, por otro, se sintiera una necesidad de dar seguridades y de lanzar gestos de honestidad para borrar la huella de los propios pecados del pasado que, en el fondo, se consideraban los principales responsables de la Guerra Fría.”

Esa mentalidad no existía en los círculos oficiales de Washington. Allí la Guerra Fría se había explicado en términos convincentes para el espíritu nacional y ninguna “facción cosmopolita” había llegado a dominar la cúpula de poder. Los conceptos de “seguridad nacional” e “intereses nacionales” continuaron dominado las prioridades de la defensa y la política exterior, tanto en sus aspectos globales como regionales, y determinado las actitudes negociadoras. Los responsables y negociadores norteamericanos no tenían nada que demostrar, ninguna disculpa que presentar. Tampoco creían que había que vincularse con la “civilización mundial”. Si tenían alguna idea al respecto, era la clásica idea imperial de que ellos eran la civilización a la que los demás debían someterse bajo las habituales relaciones económicas y políticas subalternas. El nuevo orden internacional desmilitarizado y democratizado con el que se soñaba en Moscú no era una utopía actual den Washington.” 

Desde la desaparición de la Unión Soviética y el triunfo absoluto del liberalismo las desigualdades crecieron en casi todas las regiones del mundo. Las viejas estructuras institucionales y políticas han sido rebasadas por la nueva realidad y en esta nueva etapa global los Estados Unidos parecen tener un poder de decisión y acción inconmensurables. La Guerra Fría mantenía los conflictos en el plano de lo ideológico, cuando hoy es tan solo por el mercado. No es casual que todos los importantes partidos de la izquierda o la Social Democracia europea hayan desaparecido o se hayan moderado que se confunden con los partidos neoliberales. Lo que si se ve es el avance de las ultra derechas neofascista-neoliberal que han perdido toda inhibición y no tiene ninguna relación con la ética y la verdad, no es que están en contra de un proyecto político determinado, es la democracia misma la que tratan de ir erosionando. Su discurso se repite en distintos líderes pertenecientes a diferentes lugares del mundo, jaquea y condiciona a las democracias con sesgos progresistas.

Ustedes se preguntarán que tiene todo este detalle de la Guerra Fría con el Peronismo y la derecha en nuestro país, quizás sea un poco forzada mi comparación, pero creo que el Peronismo tiene algo de parecido a esa Unión Soviética de transición. Mientras los peronistas siempre tenemos que hacernos cargo de nuestros posibles errores, la derecha se desentiende con suma facilidad de sus errores. No pagan nunca el desastre que han generado. Así mismo se le exige permanentemente hacer gestos de apego a la democracia, republicanismo y defensa de las instituciones, cuando siempre fue víctima. El peronismo pago y con creces sus culpas.

Mientras la derecha se asemeja a Estados Unidos; esos que siempre fomentaron, apoyaron y aportaron sus dirigentes a los sangrientos golpes militares, no se hicieron cargo de nada, nunca pidieron disculpas por sus atrocidades, por el contrario, se muestran como democráticos y republicanos, cuando en realidad son autoritarios y antidemocráticos. Estos que se dicen demócratas y republicanos, “los dueños de la Argentina” y sus voceros cipayos, desde su inicio pretendieron extirpar del Movimiento Peronista su rebeldía y su espíritu indómito contra las injusticias que aún perdura en el corazón del pueblo, que abandone la defensa de los trabajadores y los más humildes. Pretendieron de mil formas domesticarlo, convertirlo en un partido liberal que se adapte a sus reglas de convivencia y buenas costumbres que ellos no cumplen. El fin es extinguirlo, como ocurrió con varios otros partidos, entre ellos la UCR de Alem. Como explica el historiador Rafael Poch-de–Feliu era la clásica idea imperial de que ellos eran la civilización a la que los demás debían someterse bajo las habituales relaciones económicas y políticas subalternas. 

El Peronismo no tiene nada de que arrepentirse y mucho de que enorgullecerse. 

Desde mi punto de vista, seguramente estrecho y de escasa inteligencia – nací en cuna peronista en 1949, milite desde 1970, viví distintos “peronismos” y puede que me haya quedado en el pasado – he visto que algunos dirigentes del peronismo que “sienten una necesidad de dar seguridades y de lanzar gestos de honestidad”, como pensaban los “occidentalistas cosmopolitas rusos”, buscan tener un “comportamiento” más cercano a sus opositores, se esfuerzan en cumplir con las “reglas” que ellos impusieron, pero no cumplen. Se sienten con la obligación de dar explicaciones por cada acción. Evitan nombrar a Perón o Evita o hablar de sus logros. Nadie les pide tanto, el pueblo tiene otras necesidades y prioridades, cada vez que se enarbolaron con convicción nuestras tres banderas de justicia social, independencia económica y soberanía política siempre se ha triunfado. Cada vez que no fuimos auténticos nos fue mal. Entiendo la necesidad de captar otro electorado, de la confluencia de distintas corrientes en el Movimiento, también de lo que decía Perón de cómo hacer los ladrillos, lo que no se puede perder es nuestra identidad. La batalla es cultural, que por ahora la derecha va imponiendo sus condiciones.

Los peronistas debemos sostener ideológicamente los cambios transformadores del peronismo y llevarlos adelante sin titubeos ni pidiendo permiso, como lo hace y lo ha hecho la derecha.  Somos lo que somos, somos una forma de vida, el pueblo peronista respeta sus valores y principios, tampoco necesitamos ningún código de ética o decálogo de convivencia, porque somos auténticos, decimos lo que pensamos, somos honestos intelectualmente e ideológicamente, con errores y aciertos. Tener el convencimiento de Néstor Kirchner: “No voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Los peronistas somos muy distintos. De ellos todos pueden ver lo que parecen, pero pocos saben lo que son.

Daniel Fernández

Agosto 2021

 


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu descripción geopolítica es impecable, eso ocurrió y ocurre en el mundo y en Latinoamérica.

Lo que me parece que es una discusión clave en este momento, es saber si lo que llamamos genéricamente peronismo es tan homogéneo como vos decís, y sólo se trata de “algunos dirigentes del peronismo” los que “– con cierto sentido de culpa - buscan tener un comportamiento´ más cercano a sus opositores---“. La duda es si las bases potenciales, todo el conglomerado peronista, o panperonismo diría, no comprometidas en el manejo, cargos o militancia política, sienten y actúan igual, ya sea tengan ese sentimiento “de culpa” o por el contrario tengan una visión opuesta y, sobre todo, si existe una visión homogénea. Lo creo en ciertos dirigentes, como bien lo decís, pero en el colectivo que ha votado por el peronismo, me parece, confluyen otras visiones.

Dicho de otro modo: una parte del peronismo es como vos lo describís con exactitud y pasión. Es nuestro peronismo. Pero hay otro componente en los que han votado por ejemplo a Kirchner (luego de la experiencia del riojano). Y mucho más a Cristina. Esperanzados, pero sin las mismas convicciones y experiencias de lucha; si no fuera así, ¿cómo se explica haber perdido con Macri, nada menos?. Y duró sólo 4 años. Hubo peronistas (o votantes peronistas) que desertaron, en esa derrota, si se me permite, pero transitoriamente. Voy a lo grueso: lo mejor para ofrecer lo tenía el peronismo, pero la exigencia de un proceso sin retroceso en la reconquista del camino de recuperación y crecimiento de las conquistas sociales requiere de varias generaciones comprometidas y gobernando. Sabiendo que algunos perderíamos para que otros ganen lo necesario; resignando y festejando, y con una fe muy grande en que estar mal en algunas cosas o hacer otras que no nos gustan no cambian el objetivo final. Yo no festejo lo que suelo llamar entre amigos “intervalos lúcidos” de AF, porque sé que necesitamos más, pero no lo abandonaría (¿te acordás de lo de “tragarse algunos sapos”?). Pero me reservo el derecho a juzgarlo para adentro. Sigue...

Anónimo dijo...

Porque nosotros tenemos el temible designio, el castigo bíblico de distinguir entre compañeros y enemigos, entre duros y blandos, entre solidarios y egoístas, entre patriotas y vendepatrias, entre dialoguistas y linea dura, etc., elegí la categoría, porque nosotros nos sentimos y estamos plenos de peronismo. Por eso tu afirmación “Somos lo que somos, somos una forma de vida, el pueblo peronista respeta sus valores y principios, tampoco necesitamos ningún código de ética o decálogo de convivencia, porque somos auténticos, decimos lo que pensamos, somos honestos intelectualmente e ideológicamente, con errores y aciertos. Los peronistas somos muy distintos, de ellos todos pueden ver lo que parecen, pero pocos saben lo que son “, que suscribo con emoción, pienso que refleja lo que algunos llamarían el núcleo duro del peronismo, pero es mucho más difícil, creo, confiar en ganar elecciones (única forma democrática de hacer una revolución) con ese peronismo esencial, histórico, veterano de batallas tremendas aún guiando a sus sucesores directos encarnados en una juventud militante. Y esto con la dificultad de saber en qué organismos políticos están todos los que son, ¿en el Partido, en los Sindicatos, en las organizaciones populares?.

El peronismo es una etapa en una lucha de siglos. Vos sabés como pienso sobre el origen de nuestros males, pero el peronismo también es el resumen de todas esas luchas de resistencia. Pero si bien para algunos eso encuadra en el concepto de “pueblo”, no todos los que viven en esta tierra así lo entienden. Se asumen pueblo y sin embargo se disparan en el pié, van contra sus intereses. Fluctúan según les vaya. La revolución cultural peronista está inconclusa. SIgue

Anónimo dijo...

Creo que nuestra revolución no ha triunfado, por esa cuestión de identidad y por los poderosos enemigos que tenemos. Causa o efecto al fin, lo que nos ocurre es porque no hemos profundizado la concepción movimientista y estamos prisioneros (necesariamente) del partido político o las alianzas políticas, o de esta u otra CGT.
Eso me hace pensar en que, mal que nos pese, los dirigentes que surjan o se animen, van a ser representativos de esa situación de “estar siendo” revolucionarios sin terminar de serlo, todavía.

En el fondo, la vieja dicotomía que expresaba Perón cuando decía “Nosotros no somos un partido político sino un gran Movimiento Nacional y, como tal, hay en el hombres de distinta extracción….”(24/5/74). El Jefe lo mostraba como fuerza, y atribuía a los adversarios la pretensión de transformarnos en partido político. Pero también definía cómo han de ser los hombres de esa nueva etapa: hombres progresistas y revolucionarios.

Con esa historia y esas lecciones presente, creo que se puede entender un poco más una actualidad a veces poco convincente, y avanzar en la construcción permanente de ese Movimiento y que aún estas imperfecciones pueden ser un paso más, necesario para concretar los fines. La convicción y la unanimidad en los objetivos finales pude aliviar esta angustia o decepción que nos producen las decisiones de los funcionarios, intermediarios al fin entre nuestro peronismo y la necesidad de gobernar una realidad contradictoria.

Un abrazo.
Juan Carlos.

Anónimo dijo...


Totalmente cierto!
No se puede ser condescendiente con aquellos que tienen marcado en su actuar, en sus procedimientos y, más aún, en sus pensamientos el signo de la irrespetuosidad a los valores democráticos, pretendiendo avasallar al otro con el poder material.
No se puede ser conciliador cuando el contrario te miente y miente a la sociedad.
No se necesita ser violento para imponer la idea que uno tiene pero se tiene que tener la responsabilidad de la representación otorgada y actuar en consecuencia.
Raúl

Anónimo dijo...

En pocas líneas puedo decirte que el texto está muy bien, quizás la crítica sea que a veces traes ejemplos muy complejos y discusiones históricas de fondo que simplificas demasiado en función de sostener su hipótesis, como sea el aporte es valioso y resalto tu necesidad y tu ímpetu por el pensar y el comunicar. Edgardo

SON MUY PELIGROSOS

    Mientras estos personajes fanfarrones, patéticos y cobardes se disfrazan para jugar a la guerra y a los soldaditos, creen que todo es co...