Hablando con algunas personas,
me fui dando cuenta porque mucha gente de la clase media y no tan media (más
vale baja), se siente identificada con Macri y su gobierno, porque los
representa en sus pensamientos y sentimientos. Algunas porque “odian” al peronismo o a lo que sea
popular, como así también a lo diferente. Pero casi todos por la esencia e
idiosincrasia de su comportamiento, no admiten errores y buscan siempre un chivos
expiatorios para cargar sus equivocaciones. Los únicos buenos e infalibles son
ellos.
Echar la culpa a los demás es muy fácil. Y muchas veces no es más que
una forma de no reconocer los propios errores, de no ejercer la
responsabilidad. Es apreciable ver a través del tiempo, como este sector social
cae una y otra vez en un típico error: buscar culpables fuera de sí mismo, para
cualquier problema. Si acertamos, es nuestra virtud, pero si erramos,
seguramente será responsabilidad del otro. Antes de decir “me equivoqué”, es
probable que digan que fue por la mala suerte, el clima, los de afuera, pasaron
cosas, el zodíaco o la alineación de los planetas. No importa, cualquier excusa
es buena para evitar afrontar la realidad y asumir los errores. (Macri:
"Veníamos bien, pero pasaron cosas", “La tormenta”. Pichetto:
"La oposición y algunos sectores de la Iglesia inventaron el hambre"
En muchos casos, estas personas abrazan el victimismo crónico y terminan
alimentando sentimientos muy negativos, como el odio y rencor, que desembocan
en un victimismo agresivo. Es el típico caso de quienes creen que todo lo que
les pasa es por culpa de otros, entonces ataca y acusa a los demás, mostrándose
intolerante. En realidad, el problema es que tienen una visión deformada de la
realidad, creen que tanto las cosas positivas como las negativas que ocurren son
por circunstancias externas. Han dicho hasta el cansancio “la pesada herencia”
y ahora “es por culpa de la gente que voto a Fernández – Fernández”, “la
inflación es por la falta de confianza de Fernández – Fernández”. O sea – para
ellos - antes fue la pesada herencia y ahora es lo que vienen. Nunca es su
culpa. Todas la variables económicas y sociales las empeoraron, inflación por
las nubes, endeudamiento sideral, recesión, tasas de intereses exorbitantes,
caída de la producción industrial, caída del consumo, desocupación, mayor pobreza
e indigencia, caída del salario y las jubilaciones, tarifas dolarizadas
(impagables), un dólar solo controlado por el súper cepo (el dólar pasó de
$9,84 a los actuales 65, un incremento de más del 560%, bastante más que la
propia inflación), pero afirman dejar todo bien. https://www.ambito.com/la-pesada-herencia-que-alberto-fernandez-recibe-macri-n5062122
Estas personas creen que son víctimas de los demás y de las
circunstancias, por lo que no se sienten culpable ni responsables de nada de lo
que les sucede. Son personas que asumen el papel de víctimas eternas,
desarrollan una actitud recelosa, suelen creer que los demás siempre actúan de
mala fe, solo para perjudicarlos. Por eso, suelen tener un afán casi morboso
por descubrir agravios, sentirse discriminados o maltratados, solo para
reafirmar su papel de víctimas. Los fanáticos son los otros, los que odian son
los otros, los rencorosos son los otros. Proyectan sus propios defectos y
sentimientos sobre los otros.
Es recurrente que culparan; primero fue civilización o barbarie: El
“barbaro” es el que está afuera y su verdadera peligrosidad reside en el deseo
de “entrar” (1). Con el advenimiento del Peronismo y el otorgamiento de
derechos a los más marginados nace el antiperonismo y con él la repulsa y el
odio al diferente, culpando de todos los males a los cabecistas negra o al
aluvión zoológico, esas personas del interior de argentina que eran explotadas
en las estancias ahora se les aparecía en la ciudad en busca de un mejor
destino. Luego pasaron a ser el grasa, el pobre, el negro o el groncho y ahora
el piquetero, villero, pordiosero, cartonero o chicos de la calle, planeros o
choriplaneros. Tampoco quedan exentos los extranjeros (países limítrofes) que
vienen a sacarnos el trabajo u ocupar los hospitales y las universidades.
Aseguran que los planes sociales son el mal del país en lugar de los que evaden
fortunas en la “timba” financiera. También suelen decir que estamos así por
culpa de los argentinos, que somos vagos, pero hablan como si ellos fueran extranjeros,
no fueran argentinos, se excluyen y no se hacen cargo de nada. Traducido al presente, a nuestra historicidad
de hoy, a la oligarquía de los cuarenta le pasó lo que quieren evitar los
porteños de hoy: que la chusma se les venga encima.(1)
Estas personas están convencidas de que no tienen la culpa de nada,
por lo que no hay nada que criticar en sus comportamientos. Como la
responsabilidad es de los demás, no aceptan la crítica constructiva y, mucho
menos, realizan un examen de conciencia a fondo que les lleve a cambiar su
actitud. "Mi única autocrítica es que soy muy optimista" (Macri)
Para estas personas, los errores y defectos de los demás son intolerables,
mientras que los propios son una simple sutileza. Los otros eran corruptos,
ellos solo tienen conflicto de intereses. Lo que en los gobiernos peronistas
era escandaloso es natural en el gobierno de Macri. Después de todo, las
víctimas son ellos. Para que una persona pueda asumir el papel de víctima,
tiene que haber un culpable. Por tanto, debe desarrollar una serie de
estrategias que le permitan lograr que la otra persona asuma la culpabilidad en
el asunto. Básicamente, la retórica de esta persona se dirige a descalificar
los argumentos de su adversario. Sin embargo, en realidad no refuta sus
afirmaciones con otros argumentos que sean más válidos, sino que se encarga de
que la otra persona asuma, sin darse cuenta, el papel de atacante. ¿Cómo lo
hace? Simplemente asume el rol de víctima en la discusión, de forma que la otra
persona quede como alguien autoritario, poco empático o hasta agresivo. Es lo
que se conoce en el ámbito de la argumentación como “retórica centrista” ya que
la persona se encarga de mostrar a su adversario como un extremista, en lugar
de preocuparse por refutar sus afirmaciones “¿En qué te han transformado, Daniel? Pareces un panelista de 678” (Macri). De esta manera, cualquier
argumento que esgrima su adversario, será solo una demostración de su mala fe. Por
ejemplo, si una persona se atreve a contrastar una afirmación con un hecho
irrefutable o con estadísticas provenientes de fuentes fiables, la víctima no
le responderá con hechos sino que dirá algo así como: “Siempre me estás
atacando, sos un fanático, sos agresivo, sos un talibán” o “Estás intentando
imponer tu punto de vista, haz el favor de disculparte”.
Ante este actual nivel de
división, rencor y odio que han exacerbado en la sociedad con el fin electoral
y copiando expresiones en otros Países (Bolsonaro – Brasil, Abascal – España,
Salvini – Italia, Orbán – Hungría, Gauland y Weidel, Alemania, Marine Le Pen –
Francia, Jussi Halla-aho Finlandia) no puede seguir si queremos tener un País
con futuro. Todos tenemos que aportar a la reconciliación y al amor, dejar de
agredirnos y respetarnos. Cada uno exprese su ideología, pero con respeto y
tolerancia. Debemos realizar una profunda y radical transformación cultural de
los hombres, de su conciencia, costumbres, valores, hábitos y de sus relaciones
sociales. Como sociedad no debemos criticar o hacer apreciaciones desde nuestra
comodidad o desde nuestros intereses individuales, sino que se debe hacer desde
los valores "humanos y cristianos" que es la eliminación de las
injusticias del hombre e igualdad de oportunidades para todos. Debemos proponer
el justo reparto de los bienes y en igualdad y buscar activamente y no
declamativamente, una sociedad más justa y equitativa.
Daniel Fernández
Noviembre 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario