La
derecha y el poder económico nacional, conducido por el poder económico y
político internacional, principalmente de EE.UU (Departamento de Estado), con
sus socios de los medios de comunicación monopólicos y con la participación
indispensable de las fuerzas armadas y la justicia cómplice, se sirven de la
democracia. Si les favorece la usan y si no buscan cualquier artilugio para
violarla e imponer sus condiciones. Como han sido los golpe de estado en toda
Sudamérica y ahora en Bolivia, los llamados golpes blandos, las persecuciones
judiciales (lawfare) a opositores (Lula), con condenas por “presunción o
suposiciones y no por pruebas concretas”. Ahora surgen los autoproclamados. Los
golpes de Estado o “golpes blandos” siempre fueron en contra gobiernos
progresistas o populares y nunca el pueblo estuvo mejor, por el contrario se
perdieron derechos y se beneficiaron los sectores más concentrados que apoyaron
o generaron el golpe.
A
los gobiernos progresistas o populares se les exige respeto a la democracia, a
las instituciones, a la república, ahora cuando ellos llegan al poder manipulan
la democracia, las instituciones y la república a su antojo y beneficio.
En
Ecuador, Haití, Perú, Chile y ahora Colombia, los pueblos colmaron su paciencia
y salieron a la calle, protestan contra la desigualdad en la redistribución de
la riqueza y empobrecedor ajuste, siguiendo las recetas del FMI. Son reprimidos
violentamente. Hay muertos, heridos y violaciones. Las políticas neoliberales
no cierran sin represión. “Los militares – comando sur” retoman un temible
protagonismo. La reaparición de las FFAA como actores políticos en toda la
región es uno de los aspectos más desgraciados de la situación. El neofascismo
pelea un lugar.
No
cabe duda que de haber ganado las elecciones M. Macri, y “al hacer lo mismo
pero más rápido” ajuste, la represión hubiera ganado las calles. La Ministra de
Seguridad equipo a las fuerzas de seguridad para ello.
El
golpe de Estado en Bolivia marca la intolerancia del neoliberalismo, mezclado
con el racismo y facciones fascistas, muy arraigadas en América Latina, buscan
el aniquilamiento de la oposición. El éxito de Evo Morales en lo económico y
social, es intolerable para los sectores neoliberales y para EE.UU, temen que los
pueblos exijan a sus gobernantes seguir el mismo camino. El pueblo siempre
quiere volver a tiempos felices y esos tiempos felices fueron con gobierno
populares.
Viendo
lo que ocurre en la región y sobre todo en Bolivia. Un posible hostigamiento desde
el gobierno de Brasil y un factible triunfo de la derecha en Uruguay. El interés
de EE.UU en erradicar a China y Rusia de la región y cierto contexto regional similar
a 1973, lo que se viene después del 10 de Diciembre será muy complicado. El
nuevo gobierno será corrido por derecha y por izquierda. Debemos ser cautos,
estar atentos y vigilantes. Como decía Perón “ni apresurados ni retardatarios”.
“La casta argentina del poder económico tiene
medios de comunicación potentes, constitutivos del poder a secas y con ánimo de
revancha tras la derrota electoral que disfrazaron de victoria digna o “empate
técnico”.
No darán respiro. La deuda monstruosa que deja Macri no posee
contrapartida de circunstancias internacionales favorables. Se le debe a
acreedores privados pero también a la sede financiera de Washington. Las
corporaciones locales y extranjeras no demorarán en reaccionar ante la primera
de cambio que les meta mano en el bolsillo para financiar, por lo menos, la
emergencia. Si no es a corto será a mediano plazo, pero será.
La única respuesta será movilización popular sustentada en
liderazgo, mientras ancle en aquello de la batalla cultural, comunicativa, que
especifique y muy bien la causa y el destino de tomar tales y cuáles medidas.
No durará demasiado y lo que no se va, lo que Macri representó y
representa, tirará con todo lo que tiene ante el primer traspié o convicción
tibiamente trasmitida.
Esa sí que es una certeza principal.” Eduardo Aliberti – Página 12.
Daniel Fernández
Noviembre 2019
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