miércoles, 20 de diciembre de 2023

EL SINDICALISMO ANTE UN NUEVO DESAFIÓ

 


Este Gobierno de Javier Milei que se inicia, nos advirtió de tiempos difíciles, sin embargo, recalcó una y otra vez, que en esta oportunidad el esfuerzo lo haría la política, a la que identificó como casta, por tratarse de una minoría que gozaba de condiciones más beneficiosas que el resto. Nada de esto se ha visto reflejado en las primeras medidas.

Ante el fracaso de las políticas del Gobierno de Alberto Fernández, por falta de claridad o información, muchos trabajadores votaron a Milei con la esperanza de un cambio, que no fueran siempre los trabajadores y los pobres los que pagaran el ajuste. Es más él dijo que el ajuste no recaería sobre el común de la gente. Poco a poco se van dando cuenta que no cobraran en dólares y que la única variable son ellos una vez más, que los poderosos, la verdadera “casta” empresarial, financiera, política y judicial no es tocada, es más está Gobernando. Los que se fueron en helicóptero dejando muertos, descomposición social y caos económico, volvieron!!!

El sindicalismo debe redefinir rápidamente su rol frente a un Gobierno que viene a aniquilar todas las conquistas laborales y sociales en el más corto plazo, aplicar un despiadado ajuste que implicará una fenomenal transferencia de ingresos de los trabajadores a las empresas, la liquidación del patrimonio nacional y todo esto aunado a una represión violenta y sin límites. Los tiempos de la dirigencia no es el tiempo de sus bases, necesitan que sus representantes salgan en su defensa sin demoras especulativas, si quieren volver a ser la columna vertebral del Movimiento Nacional y Popular.

Las consecuencias de la devaluación anunciada y las medidas que vienen son previsibles. A esto se sumarían: Fin del programa Precios Justos, Fin del Fideicomiso del Aceite, Fin del Fideicomiso del Trigo, Fin de la política de cupos para maíz, trigo y carne, Desregulación del precio de los combustibles, Desregulación de las tarifas de luz, gas y agua, Desregulación del precio de las telecomunicaciones, Derogación de la Ley de Alquileres, Devolución del IVA, que caduca el último día del año. Simplificando, esto significa mayores aumentos y pérdida del poder adquisitivo del salario y jubilaciones.

Es el momento de la unidad de acción y concepción, además de incorporar nuevas líneas de acción a los tradicionales métodos e ideales sindicales, produciendo cambios esenciales en las estrategias, para lograr la defensa de los derechos adquiridos y una más justa distribución de los ingresos, consumo y producción. Como así también hacer frente a las políticas de devaluación, apertura indiscriminada de las importaciones, endeudamiento, favorecer a los más poderosos para que estos derramen sobre los que menos tienen, cierre de pymes, recesión, abaratar el costo laboral con desocupación crónica, salarios y jubilaciones baratos, flexibilización laboral, desfinanciar empresas del Estado o Nacionales para generar ineficiencia y poder privatizarlas con bajo costo, desfinanciar el ANSES y PAMI para crear fondos privados y apropiarse del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, desfinanciar la salud y la educación pública para favorecer a entidades privadas, etc, etc,. A esto vinieron y esto es lo que han comenzado hacer.

Las poderosas fuerzas del capital han constituido un nuevo orden internacional, basado en la preservación de las desigualdades y la exclusión de los derechos sociales y laborales de los trabajadores. El "Mercado" es un nuevo poder político que rige, domina y supera a los Gobiernos, Parlamentos y Poderes de una Nación.  Como así tampoco respetan, es su afán de aumentar sus riquezas, destruir el medio ambiente de los países no industrializados derrochando energía y otros recursos naturales.

Hoy las fuerzas del capital mundial, tienen como estrategia aplicar una nueva hegemonía capitalista, para tal fin promueven la desunión de los trabajadores, aumenta la masa de desocupados y de trabajadores precarios, congelan los ingresos y disminuyen las condiciones de trabajo y bloquean la sindicalización. Con estas condiciones y las necesidades se crea un clima favorable para la aplicación de esa estrategia. Con la división de la fuerza del trabajo, se hace difícil unificar el accionar de los trabajadores y se debilita la fuerza solidaria dentro de una misma empresa, de un sindicato u organizaciones nacionales, enfrentándolos entre sí, creando un criterio individualista que permite la explotación del trabajador y el debilitamiento o destrucción de la función de los sindicatos. 

Lo serio y grave de todo esto es que no es una situación temporal o que se pueda revertir rápidamente, esto es una gran operación que abarca sectores económicos y políticos del país y las empresas multinacionales, con el claro objetivo de imponer un rápido proceso de ajuste estructural y sinceramiento liberal-conservador, exponiéndolo como la única alternativa. De ello se desprenden algunas medidas tomadas y otras que vienen anunciando, que perjudican al trabajador y su condición social, en favor de una pequeña clase social cada vez más rica y poderosa. Los ricos se encuentran estructurando su revolución, de la cual excluyen a los sectores medios, pobres e indigentes, dado que consideran que no son su problema; esta política de mercado ideada por ellos, pretende anular al ser humano, amenazando su seguridad. Es evidente que los bienes materiales se reparten cada vez más injustamente, demostrando que el crecimiento funciona gracias a la desigualdad.

El Gobierno, los políticos aliados y los medios de comunicación que los amparan, nos quieren hacer creer que la aplicación de esta política económica es la única salida, echándole la culpa a la pesada herencia. Esta aseveración ha sido aceptada en sectores populares, tratando de crear una cultura de resignación por lo que les toca vivir y haciéndoles creer que en un futuro, que no llegara, se estará mejor. La realidad es que la sociedad está pagando muy caro este cambio de modelo económico, dependiente exclusivamente del mercado, en lugar de subordinarla a un proyecto distributivo equitativo, humanista y social.

Es conveniente analizar quienes son los que proponen este sinceramiento, a quien beneficia este planteo. Acaso no pueden ejecutar un programa más justo y equitativo, porque aceptar un tipo de desarrollo que iguala a todos los trabajadores hacia abajo, creando una mayor brecha entre los dueños del capital y el trabajo, donde el trabajador y su oferta (la mano de obra) es lo que menos valor tiene y su vida como ser humano e integrante de la sociedad no cuenta, de qué sirve el avance de la tecnología si solo está al alcance de unos pocos. La única salida que le queda al trabajador es sindicalizase y participar, porque a nadie más le interesa revertir esta situación, dado que todos se benefician con la degradación del trabajo, tanto el Estado como las empresas.

Una vez más vienen por la “reforma del modelo vigente de relaciones laborales” o sea una nueva flexibilización laboral, reduciendo el ámbito y contenido de la negociación colectiva. El argumento que esgrimen es que el alto “costo laboral” impide el crecimiento de la empresa y frenan el ingreso de inversiones. Arguyen la necesidad de la libre contratación de personal con menos impuestos y cargas sociales, flexibilizar y facilitar la contratación, período de prueba, contratos de plazo fijo flexible, negociar productividad, eliminar el pago de indemnizaciones por despido, y acordar diferentes salarios y condiciones de trabajo por empresa y región. No existe posibilidad de un diálogo o negociación justa y racional con un desequilibrio de fuerzas.

Ante tantos ataques a la clase trabajadora y a los sectores más vulnerables de la sociedad, se hace necesario que los dirigentes gremiales estén a la altura de la circunstancias, poniéndose al frente de los reclamos y en defensa de los derechos adquiridos, deben terminar los cabildeos y los mezquinos intereses personales o sectoriales. El sindicalismo está en presencia de una nueva lucha, a la cual debe darle una respuesta inmediata, antes que sea tarde, porque las políticas que aplica el gobierno llevan a acrecentar los despidos, lo que significa el debilitamiento de los gremios. Aún los trabajadores pueden estar dispuestos a luchar por sus derechos y hay que hacerlo antes que la inseguridad y el miedo a perder el trabajo sea mayor a la voluntad de lucha. Ya en el seno de la sociedad ha comenzado a percibirse la falta de seguridad en el empleo, del ingreso, en la salud, la educación, estas inseguridades esclavizan al hombre y le hace perder su libertad.

La sociedad que está en contra de este modelo económico, que le ha quitado a los que menos tienen para darles a un reducido grupo de los que más tiene, puede volver a ver a la dirigencia sindical unida como el faro que los guié para combatir estas políticas y en la cual se sumaran las organizaciones sociales.

Héctor Daniel Fernández

Diciembre 2023


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