viernes, 26 de abril de 2019

TENEMOS EL GOBIERNO Y LA OPOSICIÓN QUE NOS MERECEMOS…


Joseph de Maistre sostuvo “que cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”, y André Malraux, la modificó y dijo que no es que “…los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”.
Compañeros: Miles de salvadores llegan siempre hasta los gobernantes. Todos proponen medidas para salvar a la patria; pero, señores, ese es un síntoma de ignorancia y de ineptitud. A la patria la salva una sola entidad: el pueblo. Las patrias se salvan o se hunden por la acción de sus pueblos. Los hombres que tenemos la responsabilidad del Gobierno, sin el pueblo somos ineficaces, inoperantes e intrascendentes. Juan Domingo Perón
Tras los años nuestra sociedad se ha ido degradando y en estos últimos años, este proceso, se ha acelerado. Lamentablemente se han ido perdiendo los valores éticos y morales, además de justicia, transparencia, trabajo, respeto y amor al prójimo y principios como la solidaridad y tolerancia. Se ha exacerbado la violencia, la intransigencia, el odio y el rencor. Se hace uso y abuso de la mentira, de la manipulación y de la burla de normas y leyes para obtener fines propios sin ningún freno ético, y sin sentir remordimiento, culpa o pena. Se naturaliza la violencia, la mentira, la impunidad, la pobreza y el hambre. Pero lo más grave es, que desde el gobierno y sus aliados, utilizan y exasperan esas fuerzas negativas – sin ningún tipo de escrúpulos – con el sólo fin de alcanzar sus objetivos políticos y económicos y dividir al pueblo, cuando eran ellos quienes iban a unir al pueblo. Cuando la prensa, cómplice y parte del poder, alimenta todo lo negativo de esa sociedad con falsas noticias y difamación, en busca de la condena mediática de sus opositores, que luego no llega a convalidarse en la justicia. Igualmente el daño ya está hecho. Cuando cierto sector del poder judicial actúa políticamente, acusando y encarcelando por “presunción” y no con pruebas, burlándose así el estado de derecho. Cuando jueces y fiscales encarcelan a sospechosos para presionar y amedrentar a los efectos de forzar una confesión que convalide su “presunción” y no la realidad. Es por ello el profundo descrédito y desprestigio que está sumergido el poder judicial. Cuando los servicios de inteligencia son utilizados, junto al poder judicial y mediático, para extorsionar y chantajear empresarios, similar como se hacía en la dictadura militar. Cuando el poder judicial, poder ejecutivo y la prensa, “arman” causas para perseguir y condenar – a sus enemigos políticos - que ellos sospechan que cometieron ilícitos, pero sin tener pruebas concretas, la República queda prisionera por estos inescrupulosos. Es necesario que jueces y fiscales dejen de hacer política y actúen profesionalmente e independientemente, y el que cometió un delito lo pague como corresponde, sea rico, poderoso o pobre.  
Formamos parte de un todo y el efecto de nuestros actos y comportamiento como sociedad, traen como resultado la gente que nos gobierna. Ellos representan toda esa serie de valores por los que nosotros votamos. Ellos son un reflejo de nosotros nos guste o no, queramos ver la realidad o no. Y también nosotros somos responsables de que ellos estén ahí.
Cada vez escucho más a la gente quejarse contra este gobierno y principalmente contra las medidas económicas que ha venido tomando, que afecta seriamente nuestra calidad de vida, la cual se va degradando a diario y compromete seriamente el futuro. Muchos son los que no los han votado y ahora ven como todo lo que se dijo que iba a pasar, se está cumpliendo inexorablemente. Otros son desilusionados, que lo votaron creyendo ilusoriamente en sus promesas. Otros que han sido captados e influenciados por ese  discurso destructivo e inhumano del odio y el rencor, que como seguidores ciegos de una secta auto destructiva, aceptan la hecatombe con tal que no vuelva alguien del anterior gobierno. Vota a su verdugo.  
Ahora los que no votaron al gobierno de Macri, la mayoría se queja y despotrica en la oscuridad, están sumergidos en una profunda depresión y no reaccionan, se aíslan y no se juntan con otros que están igual de afectados. Cuando hay alguna manifestación masiva buscan alguna excusa para no asistir. Cada sector afectado hace su reclamo por separado, no son capaces de asociarse o unir sus fuerzas en pos de sus necesidades. En mucha dirigencia política, prevalece el ego y las diferencias personales y en un sector de dirigencia gremial la indiferencia, pudiendo más que la necesidad del conjunto del pueblo. Esto también se refleja en las personas comunes y militantes: que fulanito esta con aquel o con aquel otro, que zutano trabaja para el otro que alguna vez estuvo con mengano. Nos dividimos y nos peleamos entre aquellos que debemos estar en el mismo frente. No reaccionamos y no hacemos nada para organizarnos, esperamos que los “dirigentes” nos salven y ellos están en la suya. A la población en general y principalmente aquellos que están en contra de este gobierno, el pesimismo, la resignación y angustia les ha colonizado el espíritu, los ha dejado sin reacción y sin fuerzas, un gran logro de las fuerzas dominantes y su manejo psicológico. Con el voto solo ya no alcanza, es necesaria la participación activa. Siempre se puede estar peor. Aquellos que se encuentran abatidos y sin saber cómo salir de esta situación, vean la voluntad y lucha de las abuelas y madres de Plaza de Mayo. Todo un símbolo de lucha y tenacidad.   
En general los políticos se han transformados en burócratas, se han profesionalizados. Cada uno atiende su juego y especula como puede llegar más alto. Hay menos militancia desinteresada o vocacional, muchos encuentran en la política una salida laboral, que les asegura un buen pasar y poco sacrificio. 
Hoy muchos llegan a la política sin hacerse desde abajo, sin caminar la calle, observan la realidad por arriba y como se la cuentan, sin ser parte de ella. Antiguamente un dirigente se hacía en una fábrica, en un barrio, en la facultad, conocía en carne propia las necesidades de su sector, de sus compañeros o vecinos, porque eran sus propias necesidades. Entonces podían reflejar esa realidad en las políticas. Hoy muchos nacen apadrinados por un dirigente, se van posicionando  y ocupando lugares por relaciones, en lugar de que los compañeros con los cuales comparte militancia los elijan por su capacidad, entrega y posicionamiento ideológico.
Si vemos en la oposición, todos quieren ser candidatos hay más caciques que indios y para ganar una elección se necesitan muchos más indios que caciques. La mayoría son soberbios, no saben escuchar el reclamo del pueblo, juntan unos pesos, alguien que los avale y se largan a la conquista de la gente. Pretenden que el pueblo los siga, ellos le dicen lo que están necesitando, que están padeciendo y cuáles son las soluciones, en lugar de que sea el pueblo el que los elija desde sus entrañas, para que escuche sus propuestas, pensamientos y como llevar adelante las políticas. http://lzrsocialypopular.blogspot.com/2018/12/la-arrogancia-y-la-soberbia-de-algunos.html
Hemos sido colonizados culturalmente, nos han impuesto un modelo de hacer política “correcta” y todos hacen y dicen lo que es “políticamente correcto”. Ahora quien es el que impone las condiciones y dice lo que es correcto o no, quien te habla de sentido común, cuando el sentido común esta colonizado y manipulado por el poder. Por qué el que se sale del libreto es marginado?. No hay rebeldía, no hay pensamiento crítico, les imponen una agenda y la siguen sin chistar.
Los que han hecho grande este País o pretendieron hacerlo, salieron del seno de la gente, no estuvieron atados a las órdenes de nadie, hicieron lo que su pueblo quería y necesitaba. Ni a muchos patriotas, ni a los caudillos, ni a Perón les impusieron agenda desde afuera.
Hay que reconstruir la Nación y la República, hay que reconstruir el tejido social, hay que reconstruir al ser humano, y producir una profunda revolución cultural. Hay que parir una nueva democracia, más cercana a la gente, más asamblearia, más directa y mucho más participativa.
Se debe dejar la resistencia y pasar a la ofensiva, proponer nuevos proyectos, nuevas ideas y propuestas que contengan las necesidades y aspiraciones de la mayoría del pueblo, que nos represente y nos haga sentir parte, y sobre todas las cosas, nos proponga como salir de este caos, endeudamiento, empobrecimiento y dependencia en la que este gobierno nos metió adrede.
Vencer al neoliberalismo, el poder real y sus aliados, será una tarea muy difícil y compleja y hará falta una amplia y fuerte unidad y coalición, pero será mucho más difícil defender, sostener y contener un gobierno que surja de un proyecto nacional y popular.  
Daniel Fernández
Abril 2019


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que es exacto el diagnóstico de la propia tropa: el desánimo, la colonización de la subjetividad de los propios - porque la de los ajenos pesa pero no nos sentimos tan culpables - la atomización dirigencial por el vedetismo de unos y la ceguera de otros, y si querés agregar la edad que nos pesa a los pibes del 55 que estamos todavía en este páramo de exilio interno, y todos los etc. peronistas que se te ocurran. Pero también coincido en que al lado de esta banda dispersa que a veces parecemos está otra banda que por más que sufra en el bolsillo o el estómago tiene su credencial del partido del odio en la frente y, porqué no, en el corazón. Con ese panorama la salida no es visible o mejor diría no parece posible. Seguramente habrá que salir por el camino que aquellos que trabajan en política o, a su modo, militan aunque no nos gusten, acuerden. Porque, sin importan mucho el tiempo que dure, lo único que pueden hacer estos que hoy actúan en política es acordar. Pueden hacerlo porque lo buscan porque es la posibilidad de su subsistencia. No denigro la política sino que observo, coincidiendo con tu diagnóstico reitero, que por debajo de los que realmente mandan - que creo no están “en la política” sino fuera de ella - los que ejecutan esos mandatos tienden a encontrar las coincidencias para poder seguir. Y así van a seguir las cosas, mientras no ocurra eso que hoy parece un milagro. Que el sujeto colectivo convencido de que su destino es posible si sigue los llamados que desde el pasado sobreviven en la historia de masas, ese sujeto que podemos llamar Pueblo, vuelva a unirse. Pero además pueda imponer (si eso es poner en acto) la reconstrucción o la construcción remozada de una forma de vida y de gobierno que sea entendida y respetada por todos, aún cuando no sea compartida totalmente. A la luz de la historia reciente (hablo sólo de los últimos 200 años, porque olvidar que nuestra historia tiene muchas centurias es otra de las zonceras que nos metieron en el bocho) hubo pocos momentos de concordia aún en la disidencia. Hoy queda claro que cada vez que los poderosos de siempre, o los renovados pero poderosos al fin, tomaron el poder, la república, la forma democrática de gobierno, la función de cada poder público, entre otra herramientas del gobierno comunitario, solo fueron instrumentos a conquistar para ejecutar planes que niegan la existencia de la nación como comunidad; y hasta de la sociedad como humanidad. El individuo y su capacidad de éxito, conseguido con el poder que da la acumulación de riquezas, por cualquier medio, riqueza que originalmente fuera de los muchos, dieron por el suelo con culturas milenarias, con formas de vida comunitarias, con rebeldías sociales y políticas de independencia, con formas más justas de distribución de los bienes materiales e inmateriales, de la tierra y de la educación, de la salud y el trabajo, y finalmente minaron la solidaridad continental para que divididos sigamos dominados. Todo esto es una construcción que no pudo desmontarse en poco más de un par décadas de gobiernos peronistas. Ni aún si sumáramos otros intentos populares el tiempo ha sido exiguo para lograr salir del cerco que construyeron las constituciones heredadas de Rivadavia, impuestas para siempre en Pavón, y amañadas y consolidadas hasta mediante el genocidio por las guerras de Mitre, Sarmiento y Roca, y los demás partidos militares que sirvieron a los intereses agropecuarios, bancarios, petroleros o simplemente de clase “patricia” o imitadora. Sólo la Constitución del 49 en el siglo pasado fue una fugaz luz. Cuántos cayeron después y cuántos abandonaron ese camino. Y, tristemente me pregunto, ¿cuántos piensan hoy en que es necesario empezar por eso?. Es evidente que el empobrecimiento del país no es hijo sólo de esa ausencia y que no puede haber ley ni gobierno que merezca ser respetado sino encara primero lo más esencial. Pero en el camino de lo humanitario está también crear las herramientas que hoy no tenemos y cuya ausencia justamente nos hace frágiles.

Anónimo dijo...

Una idea fuerza que nos reúna aún hechos mierda como estamos, y que nos convenza de que lo colectivo es superior a cada uno de nosotros, es el milagro que podemos esforzarnos en construir, pero que nunca haremos realidad sin un liderazgo. Porque el comienzo de la reconquista del poder para los muchos, no parece cercano sin un líder. Que, como bien señalas vos y como enseñaba el General al hablar de la esencia del Conductor, no mande sino que haga lo que el Pueblo le pide. Tal vez no sea la esencia de la liberación popular, pero en esta instancia no veo salida sin un liderazgo que reúna. Tampoco me parece posible un país de todos los que hoy están involucrados en esta triste historia; no se hoy cuál es la nacionalidad compartida. América es nuestro desino, pienso, pero está partida y sangrando como nosotros. Un Bolivar o un San Martín, creo que es lo que hace falta para empezar de nuevo. JCP

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