jueves, 4 de agosto de 2016

EL SINDICALISMO ANTE UN NUEVO DESAFIÓ

Estamos viviendo una etapa de grandes cambios, donde el sindicalismo debe redefinir rápidamente su rol frente a las diferentes modalidades del mercado y a las necesidades de su base. Se trata de incorporar nuevas líneas de acción a los tradicionales métodos e ideales sindicales, produciendo cambios esenciales en las estrategias, para lograr la defensa de los derechos adquiridos y una más justa distribución de los ingresos, consumo y producción. Como así también hacer frente a las políticas neo liberales – conservadoras de devaluación, apertura indiscriminada de las importaciones, endeudamiento, favorecer a los más poderosos para que estos derramen sobre los que menos tienen, desindustrialización, recesión, abaratar el costo laboral con desocupación crónica, salarios y jubilaciones baratos, flexibilización laboral, desfinanciar empresas del Estado o Nacionales para generar ineficiencia y poder privatizarlas con bajo costo, desfinanciar el ANSES y PAMI para crear fondos privados, desfinanciar la salud y la educación pública para favorecer a entidades privadas, etc, etc,. A esto vinieron y esto es lo que están haciendo.
La crisis por la que atraviesa el sindicalismo es porque no supo o no quiso advertir, ni prevenir la naturaleza de los cambios que traía el modelo neoliberal aplicado y el cambio de paradigma de la economía (de un Estado regulador a dejar todo en manos del mercado) y sus relaciones políticas sobre el mundo del trabajo.
Las poderosas fuerzas del capital han constituido un nuevo orden internacional, basado en la preservación de las desigualdades y la exclusión de los derechos sociales y laborales de los trabajadores. El "Mercado" es un nuevo poder político que rige, domina y supera a los Gobiernos, Parlamentos y Poderes de una Nación.  Como así tampoco respetan, es su afán de aumentar sus riquezas, destruir el medio ambiente de los países no industrializados derrochando energía y otros recursos naturales.
Hoy las fuerzas del capital mundial, tienen como estrategia aplicar una nueva hegemonía capitalista, para tal fin promueven la desunión de los trabajadores, aumenta la masa de desocupados y de trabajadores precarios, congelan los ingresos y disminuyen las condiciones de trabajo y bloquean la sindicalización. Con estas condiciones y las necesidades se crea un clima favorable para la aplicación de esa estrategia. Con la división de la fuerza del trabajo, se hace difícil unificar el accionar de los trabajadores y se debilita la fuerza solidaria dentro de una misma empresa, de un sindicato u organizaciones nacionales, enfrentándolos entre sí, creando un criterio individualista que permite la explotación del trabajador y el debilitamiento o destrucción de la función de los sindicatos. 
Lo serio y grave de todo esto es que no es una situación temporal o que se pueda revertir rápidamente, esto es una gran operación que abarca sectores económicos y políticos del país y las empresas multinacionales, con el claro objetivo de imponer un rápido proceso de ajuste estructural y sinceramiento liberal-conservador, exponiéndolo como la única alternativa. De ello se desprenden algunas leyes aprobadas y otras que vienen anunciando, que perjudican al trabajador y su condición social, en favor de una pequeña clase social cada vez más rica y poderosa. Los ricos se encuentran estructurando su revolución, de la cual excluyen a los sectores medios, pobres e indigentes, dado que consideran que no son su problema; esta política de mercado ideada por ellos, pretende anular al ser humano, amenazando su seguridad. Es evidente que los bienes materiales se reparten cada vez más injustamente, demostrando que el crecimiento funciona gracias a la desigualdad.
Esta orientación se ha hecho evidente con las declaraciones dichas recientemente por el Economista Radical González Fraga y aliado del Gobierno Nacional: “Donde le hiciste creer a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior" y luego reafirmado por la Sra. Vice Presidenta Gabriela Michetti: “Les hicieron creer que podían vivir de esa manera eternamente” y la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires: “Nos hicieron creer que podíamos tener calefacción, electricidad y servicios”, luego siguieron comentarios en esta dirección de distintos funcionario y aliados del gobierno, tratándonos de convencer de que los trabajadores no tenemos derecho al acceso a una vida mejor, que el peronismo reivindico y otorgó, con la excepción de Menem.
Este es un gobierno, como nunca antes, que está integrado directamente por CEOs de las grandes corporaciones y medios de comunicación hegemónicos; en lugar de poner políticos que cumplieran sus mandatos, es por ello que toman medidas sin el menor tacto o sensibilidad, porque creen que manejar un país es cómo manejar una empresa. Incluso con la complicidad de algunos gobernadores y políticos de la “oposición” han puesto jueces de la corte suprema que representan a importantes estudios jurídicos que tienen como clientes a empresas monopólicas.  
El Gobierno, los políticos aliados y los medios de comunicación que los amparan, nos quieren hacer creer que la aplicación de esta política económica es la única salida, echándole la culpa a la pesada herencia, que no es tal. Esta aseveración ha sido aceptada en sectores populares, tratando de crear una cultura de resignación por lo que les toca vivir y haciéndoles creer que en un futuro, que no llegara, se estará mejor. La realidad es que la sociedad está pagando muy caro este cambio de modelo económico, dependiente exclusivamente del mercado, en lugar de subordinarla a un proyecto distributivo equitativo, humanista y social.
Es conveniente analizar quienes son los que proponen este sinceramiento, a quien beneficia este planteo. Acaso no pueden ejecutar un programa más justo y equitativo, porque aceptar un tipo de desarrollo que iguala a todos los trabajadores hacia abajo, creando una mayor brecha entre los dueños del capital y el trabajo, donde el trabajador y su oferta (la mano de obra) es lo que menos valor tiene y su vida como ser humano e integrante de la sociedad no cuenta, de qué sirve el avance de la tecnología si solo está al alcance de unos pocos. La única salida que le queda al trabajador es sindicalizase y participar, porque a nadie más le interesa revertir esta situación, dado que todos se benefician con la degradación del trabajo, tanto el Estado como las empresas.
Actualmente, han comenzado desde los medios de comunicación y asociaciones empresarias, para poner en agenda y para ser tomado por el gobierno, la “reforma del modelo vigente de relaciones laborales” o sea una nueva flexibilización laboral, reduciendo el ámbito y contenido de la negociación colectiva. El argumento que esgrimen es que el alto “costo laboral” impide el crecimiento de la empresa y frenan el ingreso de inversiones. Arguyen la necesidad de la libre contratación de personal con menos impuestos y cargas sociales (empleo joven), flexibilizar y facilitar la contratación, período de prueba, contratos de plazo fijo flexible, negociar productividad, y acordar diferentes salarios y condiciones de trabajo por empresa y región. No existe posibilidad de un diálogo o negociación justa y racional en los actuales niveles de desequilibrio de fuerzas.
Tanto se está avanzando contra los trabajadores, sin que se haya hecho tronar el escarmiento, que el mismo Sr. Presidente de la Nación Maurico Macri dijo que hace falta “una justicia laboral más equitativa, no tan volcada a encontrarle siempre la razón a una parte” los trabajadores. Es evidente que el Sr. Presidente piensa, se expresa y actúa como empresario y no como representante de todos los argentinos.
Ante tantos ataques a la clase trabajadora y a los sectores más vulnerables de la sociedad, se hace necesario que los dirigentes gremiales estén a la altura de la circunstancias, poniéndose al frente de los reclamos y en defensa de los derechos adquiridos, deben terminar los cabildeos y los mezquinos intereses personales o sectoriales. El recambio de dirigentes ha comenzado y es necesario profundizarlo para crear confianza en la sociedad, como así también definir claramente qué modelo de País se quiere. Hoy las bases se están moviendo y reclamando, si los dirigentes no se ponen a la cabeza de esos reclamos, estas los pasaran por encima. Si no cumplen con las demandas otros ocuparan su lugar.
Defender las negociaciones colectivas como único instrumento para unir demandas y expectativas laborales comunes. Quizás se pueda perder algún punto de aumento ante la inflación, lo que no se puede perder ni negociar son los derechos adquiridos.
El principio básico es que el sindicalismo no deberá aceptar los argumentos de reducir la negociación colectiva, ni aceptará cambios en materia sobre estabilidad laboral para aumentar los beneficios empresariales a costa de la superexplotación de los trabajadores y el debilitamiento de la organización sindical. Intentaran debilitar a los sindicatos de actividad y sustituirlos por sindicatos de empresas fácilmente dominables.
El sindicalismo está en presencia de una nueva lucha, a la cual debe darle una respuesta inmediata, antes que sea tarde, porque las políticas que aplica el gobierno llevan a acrecentar los despidos, lo que significa el debilitamiento de los gremios. Los trabajadores están dispuestos a luchar por sus derechos y hay que hacerlo antes que la inseguridad y el miedo a perder el trabajo sea mayor a la voluntad de lucha. Ya en el seno de la sociedad ha comenzado a percibirse la falta de seguridad en el empleo, del ingreso, en la salud, la educación, estas inseguridades esclavizan al hombre y le hace perder su libertad.
Es necesario concebir ideas comunes, crear una plataforma sindical con las demandas y a partir de ellas desarrollar políticas y tácticas conjuntas para captar y movilizar a los diferentes grupos de trabajadores con reivindicaciones específicas. Es necesario impedir que los trabajadores se dividan entre los incluidos y los excluidos del modelo de ajuste, el sindicalismo debe cubrir las demandas de todos los trabajadores, trabajadores desempleados, auto gestionados, subempleados o precarios, para ello es necesario elaborar políticas puntuales para cada situación concreta, buscando mejorar los salarios, las condiciones de trabajo y empleo. El sindicato no podrá superar la actual situación si actúa en forma defensiva, sino ofensivamente, no debe ser el furgón de cola de ningún gobierno, políticos o empresarios ni dejarles la iniciativa, continuamente se debe generar y aportar alternativas e ideas, que ellos llenen su tiempo pensando o resolviendo nuestras propuestas y no nosotros las de ellos.
En estas ocasiones la unidad debe estar por encima de las diferencias ideológicas y entre las muchas estrategias que se pueden aplicar es buscar de unificar las distintas expectativas laborales, defender la estabilidad laboral y los intereses globales de los trabajadores en general.
El sindicato debe acentuar su participación en las fábricas junto a los trabajadores, interactuar con otros gremios hermanos de la zona, conformar cuadros para debatir situaciones diarias, insertarse en el barrio junto a organizaciones sociales para hacer frente a las necesidades en común.
Debemos revalorizar al trabajador como ser humano y no como simple herramienta de trabajo.
La formación sindical es la llave para la consolidación gremial y salida a la actual situación, es necesario estar preparado para poder resolver los inconvenientes que se presenten en la aplicación de cada estrategia sobre las distintas políticas económicas y laborales.
La sociedad que está en contra de este modelo económico, que le ha quitado a los que menos tienen para darles a un reducido grupo de los que más tiene, cree que la dirigencia sindical unida puede ser el faro que los guie para combatir estas políticas y en la cual se sumaran las organizaciones sociales.

Héctor Daniel Fernández

               Julio 2016

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