Estamos atravesando
una etapa de nuestra sociedad donde pareciera que no existe una realidad, sino
varias, ellas varían según quien las mira o del lado que las mire.
Aunque nos resistamos
en reconocerlo, más veces de las que pensamos juzgamos a personas y
acontecimientos más por prejuicios y presiones mediáticas y sociales que por lo
que los hechos realmente dicen. Así, descartamos aquellos hechos que no son de
nuestro agrado e incrementamos la importancia de los que encajan con nuestra
visión e intereses y aplicamos un patrón diferente para medir hechos similares,
y de este modo creamos una imagen distorsionada y parcial de los sucesos y
hechos reales.
Para saber la realidad
de hoy se hace necesario leer varios diarios, escuchar varias voces y a la vez
ser críticos de todo lo que nos “informan”, dado que cada uno maneja esa
información según sus intereses personales o sectoriales. Los medios
monopólicos de información tienen fuerte intereses económicos y sectoriales, y
representan a poderosas corporaciones trasnacionales, que a la vez son sus
anunciantes, están lejos de ser objetivos en la información y defender los
intereses los trabajadores. Es más factible encontrar mayor diversidad en
medios independientes que en los monopólicos o representativos de sectores
económicos o sociales, aunque cada uno tiene su tendencia ideológica. Seguramente
es más placentero escuchar a quien piensa como uno, le creemos como si fuera la
verdad revelada aquel que dice aquello que queremos escuchar, pero eso no es
informarse sino autosatisfacer nuestra convicción. El desafío está en buscar la
verdad, no la que nos quieren vender algún interés en particular. Hoy existen
más condenas sociales y mediáticas que judiciales, aunque la justicia también
está severamente cuestionada, se puede destruir una persona con la insistencia
de una noticia en los medios o por medio de las redes sociales, sin probar la
veracidad de los hechos. Las redes sociales suelen ser una cloaca, donde se
dice de todo sin la menor información o veracidad, se expresa lo que se les
ocurre o se hacen campañas sucias por medios de ejércitos de “trolls” para
difamar y agredir, sin el menor reparo y casi nadie del ciberespacio se toma el
trabajo de verificar lo que se dice es verdad o no, sólo se propaga como si
fuera verdad, lo lamentable que en muchos queda instalado como si fuera real.
Lo que está mal está
mal no importa de quien o donde venga. Ni su acción a quien perjudique o
beneficie. Por lo general buscamos culpables y pecadores para descargar nuestra
bronca y el castigo sobre ellos para sentirnos mejores. Es buscar un chivo
expiatorio, uno se siente mejor cuando echó la culpa de todos los males a
alguien que después será castigado. “Este dicho proviene de una práctica ritual de los antiguos
judíos. El Gran Sacerdote, purificado y vestido de blanco para la celebración
del Día de la Expiación (purificación de las culpas por medio de un sacrificio)
elegía dos machos cabríos, echaba a suerte el sacrificio de uno en nombre del
pueblo de Israel y ponía las manos sobre la cabeza del animal elegido (llamado
el Azazel) al que se le imputaban todos los pecados del pueblo hebreo. Luego de
esta ceremonia, el macho sobreviviente era devuelto al campo por un acólito y
abandonado a su suerte, en el valle de Tofet, donde la gente lo perseguía entre
gritos, insultos y pedradas. De esta forma puede considerarse que el sacrificio
elimina, borra y limpia el pecado.”
Es muy peligroso
acostumbrarnos a esta fuga de la realidad, la historia nos cuenta de muchos
asesinatos de brujas, de bandidos, de ladrones como salvación del pueblo y que
al rato, necesitaban de otra cabeza rodada para sentirse seguros.
No veamos a
los hechos y a sus actores, bajo el calor y la presión de cada momento. No
dejemos que quienes controlan la economía y el poder político impongan su
visión en función de sus intereses. Pues eso es lo que esta ocurrido, estamos
analizando los acontecimientos acorde a esos intereses y no acorde a los
hechos. Los adversarios del poder actual, por ejemplo, son difamados y
vilipendiados, y aquellos que han contribuido a que este poder haya llegado
donde está ahora, son ensalzados y protegidos, aunque sus delitos sean iguales
o mayores incluso que aquellos que son presentados como lo peor que ha existido.
Héctor Daniel
Fernández
Agosto 2016
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