jueves, 4 de agosto de 2016

DOBLE VARA

Estamos atravesando una etapa de nuestra sociedad donde pareciera que no existe una realidad, sino varias, ellas varían según quien las mira o del lado que las mire.
Aunque nos resistamos en reconocerlo, más veces de las que pensamos juzgamos a personas y acontecimientos más por prejuicios y presiones mediáticas y sociales que por lo que los hechos realmente dicen. Así, descartamos aquellos hechos que no son de nuestro agrado e incrementamos la importancia de los que encajan con nuestra visión e intereses y aplicamos un patrón diferente para medir hechos similares, y de este modo creamos una imagen distorsionada y parcial de los sucesos y hechos reales.
Para saber la realidad de hoy se hace necesario leer varios diarios, escuchar varias voces y a la vez ser críticos de todo lo que nos “informan”, dado que cada uno maneja esa información según sus intereses personales o sectoriales. Los medios monopólicos de información tienen fuerte intereses económicos y sectoriales, y representan a poderosas corporaciones trasnacionales, que a la vez son sus anunciantes, están lejos de ser objetivos en la información y defender los intereses los trabajadores. Es más factible encontrar mayor diversidad en medios independientes que en los monopólicos o representativos de sectores económicos o sociales, aunque cada uno tiene su tendencia ideológica. Seguramente es más placentero escuchar a quien piensa como uno, le creemos como si fuera la verdad revelada aquel que dice aquello que queremos escuchar, pero eso no es informarse sino autosatisfacer nuestra convicción. El desafío está en buscar la verdad, no la que nos quieren vender algún interés en particular. Hoy existen más condenas sociales y mediáticas que judiciales, aunque la justicia también está severamente cuestionada, se puede destruir una persona con la insistencia de una noticia en los medios o por medio de las redes sociales, sin probar la veracidad de los hechos. Las redes sociales suelen ser una cloaca, donde se dice de todo sin la menor información o veracidad, se expresa lo que se les ocurre o se hacen campañas sucias por medios de ejércitos de “trolls” para difamar y agredir, sin el menor reparo y casi nadie del ciberespacio se toma el trabajo de verificar lo que se dice es verdad o no, sólo se propaga como si fuera verdad, lo lamentable que en muchos queda instalado como si fuera real.     
Lo que está mal está mal no importa de quien o donde venga. Ni su acción a quien perjudique o beneficie. Por lo general buscamos culpables y pecadores para descargar nuestra bronca y el castigo sobre ellos para sentirnos mejores. Es buscar un chivo expiatorio, uno se siente mejor cuando echó la culpa de todos los males a alguien que después será castigado. “Este dicho proviene de una práctica ritual de los antiguos judíos. El Gran Sacerdote, purificado y vestido de blanco para la celebración del Día de la Expiación (purificación de las culpas por medio de un sacrificio) elegía dos machos cabríos, echaba a suerte el sacrificio de uno en nombre del pueblo de Israel y ponía las manos sobre la cabeza del animal elegido (llamado el Azazel) al que se le imputaban todos los pecados del pueblo hebreo. Luego de esta ceremonia, el macho sobreviviente era devuelto al campo por un acólito y abandonado a su suerte, en el valle de Tofet, donde la gente lo perseguía entre gritos, insultos y pedradas. De esta forma puede considerarse que el sacrificio elimina, borra y limpia el pecado.”
Es muy peligroso acostumbrarnos a esta fuga de la realidad, la historia nos cuenta de muchos asesinatos de brujas, de bandidos, de ladrones como salvación del pueblo y que al rato, necesitaban de otra cabeza rodada para sentirse seguros.
No veamos a los hechos y a sus actores, bajo el calor y la presión de cada momento. No dejemos que quienes controlan la economía y el poder político impongan su visión en función de sus intereses. Pues eso es lo que esta ocurrido, estamos analizando los acontecimientos acorde a esos intereses y no acorde a los hechos. Los adversarios del poder actual, por ejemplo, son difamados y vilipendiados, y aquellos que han contribuido a que este poder haya llegado donde está ahora, son ensalzados y protegidos, aunque sus delitos sean iguales o mayores incluso que aquellos que son presentados como lo peor que ha existido.

Héctor Daniel Fernández

Agosto 2016 

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