Es imposible no hacer un breve
comentario sobre lo ocurrido en Brasil, por la importancia y la incidencia que
tiene en nuestro País y en toda Sudamérica. Hay que seguir los acontecimientos
muy de cerca. El escenario que se revela hoy en
Brasil no puede ser visto de forma aislada, sino como parte de un cuadro
internacional más amplio. Después de un periodo de predominancia de
gobiernos progresistas de diversos matices en Latinoamérica, responsables de
avances sociales, vivimos una contra-ofensiva conservadora en toda la región,
que amenaza las conquistas obtenidas a lo largo de este período. No se puede
desconocer la importancia de los errores y aciertos del gobierno del Partido de
los Trabajadores, pero hoy se pone de manifiesto la intolerancia de las élites
tradicionales de Brasil que veían menguada o amenazada su hegemonía. Partamos
de la base en este punto de la convulsión que, Michel Temer el presidente
interino, no dudó en confesar su inocultable ambición de suceder a la
presidenta, aún salpicado por el escándalo del Petrolao que afecta a media clase
política de Brasil. Pero lo más sorprendente fue la figura del ex -
presidente de la Cámara que impulso y presidió la sesión para avalar el 'impeachment'
contra Dilma, el ex – diputado (posteriormente separado del
cargo) Eduardo Cunha, quién ha sido procesado por lavado de dinero y corrupción
por el Tribunal Supremo. Según los datos aportados por le
ONG Transparencia Brasil, al menos 303 de los 513 diputados que componen la
Cámara de los Diputados estarían siendo investigados por algún tipo de delito,
desde fraude hasta homicidio, mientras que en el Senado 49 de sus 81 miembros
estarían actualmente bajo sospecha. Desde el comienzo de la segunda presidencia de Dilma Rousseff con el nuevo congreso votado en 2014, en
base a una ley que permite el financiamiento empresarial de campaña electoral,
el poder pasó a manos de un legislativo rehén de los parlamentarios que
comercian sus votos, que son mayoría aplastante y sin ninguna diferencia en las
dos instituciones del congreso.
Mientras la
presidenta Rousseff no tiene ni un solo caso abierto en ningún tribunal y la
acusación que se le hace es por el uso de fondos de bancos
públicos para cubrir programas de responsabilidad del gobierno. Es evidente que es un
“golpe” disfrazado de juicio político. Es indudable que en todos estos movimientos llamados “Golpes Blandos”,
que por lo general se dan forzando las constituciones y con una fuerte
injerencia de la Justicia, no dejan de ser de dudosa legitimidad por su
procedencia y viene fuertemente sustentados desde poderosos grupos económicos,
los grandes medios y sectores de derecha con representación parlamentaria. Bajo
la excusa de combatir la corrupción, las fuerzas de la derecha se han abocado a
la ruptura del orden democrático en contra de la voluntad popular que reeligió
a la Presidenta Dilma Rousseff para el período 2015-2019. La manipulación y
doble moral de los promotores del impeachment contra Dilma, son legisladores
con tres, cuatro y hasta cinco causas pendientes con la Justicia por
corrupción, cuyo oportunismo político se exhibe sin pudor. La agenda golpista no
sólo incluye la interrupción de este período de gobierno, sino el bloqueo de
una futura reelección del ex Presidente y líder histórico Lula Da Silva,
afectado también en esta trama. Por el discurso del Presidente Interino, tienen
la profunda intención de cumplir con el mandato de Dilma Rousseff más que de un
gobierno transitorio, algo parecido a las aspiraciones de Adolfo Rodríguez Saa
en aquel incierto diciembre del 2001. Además prometió saneamiento de la
economía, anunciando privatizaciones, achique del estado y ajustes. A nivel
internacional se pretende quebrar los BRICS y el Mercosur a los efectos de
hacer una alianza con los EE.UU., simplemente como dato, el nuevo presidente
interino de Brasil Michel Temer, según Wikileaks era informante de la embajada de
EE.UU. en Brasil, además la actual embajadora en Brasil es la misma que estuvo
como embajadora en Paraguay cuando destituyeron al Presidente Fernando Lugo,
simple coincidencia?. Por último para afianzar la tendencia ideológica de este interinato,
el actual Ministro de Exterior y ex Candidato a Presidente, José Serra, había
prometido a la petrolera Chevron de llegar al gobierno, de acabar con el
dominio de la petrolera estatal Petrobras. Con el avanzar de los días veremos
similar discurso y medidas de Michel Temer al de Mauricio Macri, tanto
sobre cargar las tintas al pasado como el rumbo de la economía.
Héctor Daniel Fernández
Mayo 2016
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