lunes, 12 de enero de 2015

DEGRADACION SOCIAL


Por años la humanidad tuvo como consigna que el futuro era símbolo de progreso, vivió construyendo teorías que dieran sentido al mundo y una razón para existir. Las distintas teorías ponían en el centro al ser humano y la solidaridad. Se luchaba por ideales que dieran lógica a la vida, había esperanza y fe, había valores inclaudicables y porque luchar, y se creía en un futuro mejor para todos.
Hoy nuestra sociedad ha sufrido profundos cambios, el comportamiento social ha sufrido una degradación que nos debe preocupar. Nos hemos convertido en una sociedad individualista, intolerante, hipócrita y agresiva, la única verdad es la nuestra, el único reclamo valedero es el nuestro. Se ha perdido el respeto por el otro, por las leyes y normas, por el espacio público y el bien común. Sólo impera la ley del más fuerte y el sálvese quien pueda. La ética y el valor de la palabra son cosas del pasado. 
Transformaron la cultura, nos llevaron de la cultura de la solidaridad a la del individualismo, somos nosotros sobre todos los demás, todo se mide con la vara de lo que nos beneficia o perjudica personalmente sin evaluar el conjunto, dejamos de lado los ideales para aferrarnos a la cultura del materialismo.
Debemos aclarar que esta degradación y violencia no es patrimonio exclusivo de un sector social, sino que abarca a todos los niveles por igual, con distintas características, pero con el mismo fin.
Pareciera que estamos ante una sociedad que ensalza a los charlatanes, la vulgaridad o lo mediocre. Se los aplaude, se los pontifica y se los premia. Nadie se salva de querer ser algún otro, con gloria, poder o dinero; es difícil encontrar quien se conforma en ser como se es y tal cual es. Valoramos a las personas por lo que tienen, por sus bienes materiales o el poder que ostentan, sin importar como los adquirieron. Al “pillo” o “vivo” que actúa al margen de la ley o disposiciones, se lo  celebra, y aquel que vive cumpliendo con todo, es calificado como un “tonto”.
En la década de los noventa se alcanza el cenit de los cambios sociales y culturales que hacía años se venían gestando, está época estuvo marcada por el fundamentalismo de mercado que trajo aparejado una caída profunda en los valores que eran el basamento de la sociedad. Se instaló en casi todo el mundo el neo-liberalismo o capitalismo salvaje, perdiendo la economía la ética y la equidad, se destruyó el estado de bienestar. A consecuencia de ello surgieron factores como el cierre masivo de empresas, la desocupación, recicladores de basura, trabajos informales, etc., que hicieron que cambiara el comportamiento general. Pero uno de los hechos más grave fue la perdida de la cultura del trabajo, debilitando las bases sociales y poniendo en riesgo las instituciones, comenzando con la familia, forjadora de valores éticos y morales.
La degradación social que estamos viviendo es el reflejo de la degradación de la familia. Los valores morales surgen primordialmente en el individuo por influencia y en el seno de la familia y son valores como el respeto la tolerancia, la honestidad, la lealtad, el trabajo, la responsabilidad, solidaridad, etc., que se les trasmitía de padres a hijos, que con el tiempo se fueron perdiendo, como así también se produjo un relajamiento de la autoridad, pérdida de disciplina y de respeto, lo cual se refleja en el comportamiento en el colegio y ante la sociedad.
La falta de respeto se puede experimentar a diario, tanto en los transportes públicos, en el tránsito como en la calle, cada uno piensa en su comodidad o beneficio sin importarle si está perjudicando a los demás. Muchos usuarios de los transporte públicos se sientan en el suelo, obstruyendo puertas y pasos, viajan con mochilas en sus espaldas o pecho que ocupan el lugar de otra persona sin importarles las molestias que ocasionan, no se le cede el asiento a ancianos, embarazadas o criaturas, en los trenes los que suben atropellan a los que pretenden descender por conseguir un asiento, aunque viajen apenas unos minutos. Otros se sientan y apoyan las zapatillas en los asientos. Si comen algo los restos los arrojan al piso del transporte o en la calle como si fuera todo un gran basurero. El trato es despectivo y prepotente y si alguien, recrimina algún comportamiento incorrecto, recibe una contestación violenta y airada, sin reconocer la falta. En el tránsito a diario se ve la prepotencia del más grande y fuerte, los camiones y colectivos sobre la automóviles y los automovilistas sobre los peatones. Se viola a cualquier hora y lugar la luz roja, ponen las balizas y se estacionan en doble fila como si tal cosa, circulan por la banquina de rutas, etc. Así mismo hay que destacar el irresponsable andar de los motociclistas. Pareciera que a diario es una competencia para ver quien viola más disposiciones. El peatón cruza la calle por cualquier lado, caminando te atropellan y nadie pide disculpas o pide permiso para pasar, te empujan y listo. Vecinos que ponen la música fuerte que molesta a los demás, arrojan la basura en las esquinas o en la puerta de algún otro vecino, aquellos que pasean su perro y no recogen la suciedad. Como estos casos a cientos que se viven a diario y que ha hecho que no nos respetemos unos a otros para hacer una convivencia más armónica, todo parecería que es una jungla, donde sobrevive el más fuerte o violento. Seguramente en esto, cada uno puede sumar historias similares que le causan indignación e impotencia.
Lo que lamentablemente nos está ocurriendo es que las conductas negativas han eclipsado los principios éticos y morales de tal manera que han logrado confundirse y ya hay mucha gente que titubea o no sabe en realidad lo que es bueno o malo, porque muchos que de cualquier forma adquieren notoriedad sin ceñirse a los patrones de conducta que deberían servir de modelo, incluso se convierten en figuras exitosas a las que no solo se les concede impunidad, sino que les otorgan incluso privilegios. Desgraciadamente la sociedad no ha creado antídotos necesarios que los proteja de esas malas influencias y de estas personas que logran escalar a base de conductas no deseadas. Tampoco existe un castigo legal y social, para aquellos que se compartan en forma indebida.
Es necesario que quien cumple con los preceptos legales, reciba el premio justo y el amparo del Estado y que quien infringe la ley, debe recibir la sanción que la mismo impone, por igual a todos nuestros semejantes. También es necesario contar con una justicia ecuánime, igual para todos, sin privilegios.
Cuando una sociedad está en decadencia sus miembros exhiben comportamientos que reflejan la corrupción de los valores, la falta de ética y la falta de respeto por la vida humana, pero ninguna de estas cuestiones deben contaminar la honestidad si todos hacemos nuestra parte y empezamos a darnos una dura mirada ante el espejo y analizamos con frialdad y sin pretextos los defectos personales inherentes y los abordamos para mejorar quienes somos. Si mejoramos nosotros mejoramos al sociedad.  
Héctor Daniel Fernández
Enero 2015

 



 

No hay comentarios:

SON MUY PELIGROSOS

    Mientras estos personajes fanfarrones, patéticos y cobardes se disfrazan para jugar a la guerra y a los soldaditos, creen que todo es co...