Dejalos envejecer con el mismo amor que ellos te dejaron crecer, déjalos hablar y contar repetidas veces historias con la misma paciencia e interés que ellos escucharon las tuyas cuando eras niño (a), déjalos tener la razón, como tantas veces ellos te dejaron ganar, déjalos disfrutar de sus amigos, de las charlas con sus nietos, déjalos gozar viviendo entre los objetos que lo han acompañado por mucho tiempo, pues sufren sintiendo que le arrancas pedazos de su vida, déjalos equivocarse, como tantas veces te has equivocado tú, DÉJALOS VIVIR y procura hacerlos felices el último tramo del camino que les falta por recorrer, del mismo modo que ellos te dieron su mano cuando iniciabas el tuyo, porque cuando partan al cielo, te será de consuelo recordar que los trataste con paciencia.
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Entré en la casa de mi padre después de una larga jornada de trabajo. Siempre me decía que lo visitara más a menudo, pero el tiempo parecía escurrirse entre mis dedos. —Hola, papá, ¿cómo estás? —le dije mientras dejaba mis cosas en la entrada. —Hijo, qué alegría verte —respondió él con una sonrisa cálida—. Estaba leyendo algunos de tus viejos cuentos. —Lo siento, papá, pero no puedo quedarme mucho. Tengo una reunión temprano mañana y necesito preparar algunas cosas. —Entiendo, hijo. Solo quería pasar un rato contigo. Hace tanto que no hablamos. —Lo sé, papá, pero el trabajo es muy exigente. Prometo que la próxima vez me quedaré más tiempo. —Claro, hijo. Tómate tu tiempo. Lo dejé allí, con su libro en las manos y su mirada esperanzada. No sabía que esa sería la última vez que lo vería. La mañana siguiente, recibí una llamada de mi hermana. Papá había fallecido durante la noche. Regresé a la casa y encontré su cuarto lleno de recuerdos. Fotos de nuestra infancia, cartas que nunca llegué a leer. Sentí un peso inmenso de culpa y tristeza. Había perdido la oportunidad de estar con él en sus últimos momentos, de mostrarle el amor y la gratitud que merecía. Reflexión: El tiempo que pasamos con nuestros seres queridos es invaluable. No permitas que las ocupaciones y las excusas te alejen de ellos. Las promesas no cumplidas y las visitas pospuestas pueden convertirse en arrepentimientos que cargaremos para siempre. Valora cada momento, cada abrazo, cada conversación. Porque cuando se van, lo único que queda son los recuerdos y el dolor de lo que pudo haber sido.
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EL SILENCIO DE TU PADRE...
¿Te has preguntado cómo se siente tu padre...?
Aunque no lo creas, tu padre carga con una montaña de preocupaciones en su mente, y aun así sigue adelante cada día, sin mostrar signos de debilidad.
Si tu padre te dice que está bien, no lo juzgues ni pienses que quiere evadir la realidad. Lleva un peso en su corazón que no puede expresar, porque tiene que ser el pilar fuerte para la familia, solucionando problemas y preocupándose por el bienestar de todos, mientras sus propias necesidades quedan en el olvido.
Papá también se cansa...
También se siente solo...
También necesita un abrazo...y pocas veces le preguntas, ¿Cómo estás hoy, papá?
Él es el protector, el proveedor, el consejero silencioso, el reparador de todo, el que siempre tiene que tener la respuesta...
Pero lo más importante es y siempre será tu apoyo...
Si tienes problemas, él te ayudará y te dirá que todo estará bien. Si el dinero escasea, encontrará la manera de cubrir los gastos, pero nunca te dejará caer.
Y aunque lo veas serio, pensativo, siempre dirá que no tiene nada, aunque por dentro, lo tenga todo...
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