martes, 13 de abril de 2021

SEGUNDA OLA EN UNA SOCIEDAD DECADENTE

 


Cuando una sociedad está en decadencia sus miembros exhiben comportamientos que reflejan la perdida de los valores, la falta de ética y la falta de respeto por la vida humana. 

El año pasado me atreví escribir varias notas sobre el comportamiento de individuos y sociedad ante la pandemia mundial del Corona Virus. Desgraciadamente cuando muchos vaticinaban que íbamos a salir mejores, modestamente lo puse en duda, por entonces decía: “Muchos profetizan que luego de la pandemia nada será igual, que la sociedad mejorara. Para mí, el rico volverá a su riqueza, el pobre a su pobreza, el miserable a su miserabilidad, el especulador a especular y la mayoría honesta y solidaria seguirá luchando por un mundo mejor. Triunfara una vez más el individualismo y el egoísmo sobre la vida y la condición humana”.

Cuando nos propusieron RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL, no creí en la responsabilidad individual. Por entonces opinaba: “Acepto que ya se hace muy difícil soportar tanto tiempo de encierro (lo padezco), además de los problemas económicos de la mayoría de la población. Pero permítanme NO CREER EN LA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL. Porque a pesar que muchos se esfuerzan en ser solidarios y ayudar a muchas personas vulnerables, han convertido una sociedad individualista, egoísta e indiferente que solo piensa en ellos y no les importa el otro. Se venera lo superficial demostrando la decadencia del alma. Existe una pobreza espiritual de una sociedad que minimiza la muerte de sus ancianos, motorizada por algunos medios que comunicación y políticos. “

Luego de un largo año y de una pandemia que viene haciendo estragos mundialmente, ahora – a nosotros – nos toca vivir la llamada “segunda ola” que hemos visto y aún están padeciendo otros continentes con países muchos más ricos y con sistemas de salud más eficientes que el nuestro. No existe remedio que nos cure de este virus. Hay escases de vacunas y vemos una despiadada lucha por apoderase de las insuficientes vacunas, los países poderosos acaparan más de sus necesidades, privando a los países más pobres de la posibilidad de la vacuna y salvar vidas. Nuestro continente y principalmente los países vecinos, son un mar de infectados y muertos.

Es evidente que hay una sociedad decadente, egoísta e individualista. Se ha llegado a la triste realidad de que se naturaliza la muerte. Se llega a decir que “se muera el que se tiene que morir”. Incluso he escuchado por radio en un reportaje a una persona decir: “la muerte tiene mala prensa”. Hay muchas personas en nuestra sociedad y principalmente en las grandes ciudades que no les importa nada más que ellos, no padecen por los enfermos propios ni ajenos, no sufren por los muertos propios ni ajenos. No existe empatía con los médicos exhaustos por salvar vidas ni son escuchados en sus reclamos de cuidados a la ciudadanía. Todo les es indiferente. El dinero es su motor y su único objetivo, y no estoy hablando de aquel que se ve forzado a salir a conseguir un mango para un plato de comida porque la está pasando muy mal, sino aquel está en una mejor posición y especula con los precios, que quiere ganar más y más, aquel que tiene un negocio y no cumple con los protocolos, si pueden entrar solo 10 personas al negocio mete 30. De los que tienen pago un viaje al exterior y reniega porque le ponen trabas. Se habla de la irresponsabilidad de los adolescentes y jóvenes, pero eso también es un grave problema cultural, como van a ser solidarios si en la casa o en el medio que se mueven no lo son. Hay una rebeldía estúpida y criminal. Estos rebeldes sin causa, por lo general no ponen en juego su pellejo sino que están poniendo en riesgo la vida de los otros, de los mayores, de los ancianos.

Es evidente que existe mucho egoísmo y falta de solidaridad en un sector social, sólo piensa en sus intereses y beneficio. Se impone el individualismo sobre el bien común. La mayoría se cuida, pero esa minoría intensa está haciendo mucho daño.

Para colmo hay una parte de la oposición, algunos comunicadores y “opinologos” que estimulan la desobediencia, el incumplimiento de las medidas de prevención, como en su momento atacaron las vacunas e inventaron efectos irreales. Lo que buscan es generar un caos sanitario para usarlo políticamente, con total desprecio a la vida. Luego criticaran las medidas sanitarias, la saturación del sistema de salud y los muertos. La oposición sabe mucho de usar a los muertos, llegaron a la ciudad con Cromañon y a la Nación con Nisman, y ahora usarán los muertos por esta pandemia.

Además hay personas que en lugar de escuchar a los expertos en la materia de infectologia, les cree a periodistas, opinologos y médicos de escasa reputación que buscan notoriedad.

Nada cambia si no cambia el hombre y nuestro trabajo es cambiar al hombre. Un hombre que abandone el individualismo, el odio, el rencor, la violencia, la discriminación, el racismo, el materialismo, la ambición desmedida, la explotación y estimular valores como la solidaridad, el bien común, el respeto por el otro, la libertad, el amor al hombre, a la humanidad, combatir la miseria y la injusticia. Cuidar nuestro medio ambiente, cuidar nuestra casa, la tierra.

Daniel Fernández

Abril 2021

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