Cuando una sociedad está en
decadencia sus miembros exhiben comportamientos que reflejan la perdida de los
valores, la falta de ética y la falta de respeto por la vida humana.
El año pasado me atreví escribir varias
notas sobre el comportamiento de individuos y sociedad ante la pandemia mundial
del Corona Virus. Desgraciadamente cuando muchos vaticinaban que íbamos a salir
mejores, modestamente lo puse en duda, por entonces decía: “Muchos profetizan que luego de la pandemia
nada será igual, que la sociedad mejorara. Para mí, el rico volverá a su
riqueza, el pobre a su pobreza, el miserable a su miserabilidad, el especulador
a especular y la mayoría honesta y solidaria seguirá luchando por un mundo
mejor. Triunfara una vez más el individualismo y el egoísmo sobre la vida y la
condición humana”.
Cuando nos propusieron RESPONSABILIDAD
INDIVIDUAL, no creí en la responsabilidad individual. Por entonces opinaba: “Acepto que ya se hace muy difícil soportar
tanto tiempo de encierro (lo padezco), además de los problemas económicos de la
mayoría de la población. Pero permítanme NO CREER EN LA RESPONSABILIDAD
INDIVIDUAL. Porque a pesar que muchos se esfuerzan en ser solidarios y ayudar a
muchas personas vulnerables, han convertido una sociedad individualista,
egoísta e indiferente que solo piensa en ellos y no les importa el otro. Se
venera lo superficial demostrando la decadencia del alma. Existe una pobreza
espiritual de una sociedad que minimiza la muerte de sus ancianos, motorizada
por algunos medios que comunicación y políticos. “
Luego de un largo año y de una
pandemia que viene haciendo estragos mundialmente, ahora – a nosotros – nos
toca vivir la llamada “segunda ola” que hemos visto y aún están padeciendo otros
continentes con países muchos más ricos y con sistemas de salud más eficientes
que el nuestro. No existe remedio que nos cure de este virus. Hay escases de
vacunas y vemos una despiadada lucha por apoderase de las insuficientes
vacunas, los países poderosos acaparan más de sus necesidades, privando a los países
más pobres de la posibilidad de la vacuna y salvar vidas. Nuestro continente y
principalmente los países vecinos, son un mar de infectados y muertos.
Es evidente que hay una sociedad
decadente, egoísta e individualista. Se ha llegado a la triste realidad de que
se naturaliza la muerte. Se llega a decir que “se muera el que se tiene que
morir”. Incluso he escuchado por radio en un reportaje a una persona decir: “la
muerte tiene mala prensa”. Hay muchas personas en nuestra sociedad y
principalmente en las grandes ciudades que no les importa nada más que ellos, no
padecen por los enfermos propios ni ajenos, no sufren por los muertos propios
ni ajenos. No existe empatía con los médicos exhaustos por salvar vidas ni son
escuchados en sus reclamos de cuidados a la ciudadanía. Todo les es indiferente.
El dinero es su motor y su único objetivo, y no estoy hablando de aquel que se
ve forzado a salir a conseguir un mango para un plato de comida porque la está
pasando muy mal, sino aquel está en una mejor posición y especula con los
precios, que quiere ganar más y más, aquel que tiene un negocio y no cumple con
los protocolos, si pueden entrar solo 10 personas al negocio mete 30. De los que
tienen pago un viaje al exterior y reniega porque le ponen trabas. Se habla de
la irresponsabilidad de los adolescentes y jóvenes, pero eso también es un
grave problema cultural, como van a ser solidarios si en la casa o en el medio
que se mueven no lo son. Hay una rebeldía estúpida y criminal. Estos rebeldes
sin causa, por lo general no ponen en juego su pellejo sino que están poniendo en
riesgo la vida de los otros, de los mayores, de los ancianos.
Es evidente que existe mucho
egoísmo y falta de solidaridad en un sector social, sólo piensa en sus
intereses y beneficio. Se impone el individualismo sobre el bien común. La
mayoría se cuida, pero esa minoría intensa está haciendo mucho daño.
Para colmo hay una parte de la oposición, algunos
comunicadores y “opinologos” que estimulan la desobediencia, el incumplimiento
de las medidas de prevención, como en su momento atacaron las vacunas e
inventaron efectos irreales. Lo que buscan es generar un caos sanitario para
usarlo políticamente, con total desprecio a la vida. Luego criticaran las
medidas sanitarias, la saturación del sistema de salud y los muertos. La
oposición sabe mucho de usar a los muertos, llegaron a la ciudad con Cromañon y
a la Nación con Nisman, y ahora usarán los muertos por esta pandemia.
Además hay personas que en lugar
de escuchar a los expertos en la materia de infectologia, les cree a
periodistas, opinologos y médicos de escasa reputación que buscan notoriedad.
Nada
cambia si no cambia el hombre y nuestro trabajo es cambiar al hombre. Un hombre
que abandone el individualismo, el odio, el rencor, la violencia, la
discriminación, el racismo, el materialismo, la ambición desmedida, la
explotación y estimular valores como la solidaridad, el bien común, el respeto
por el otro, la libertad, el amor al hombre, a la humanidad, combatir la
miseria y la injusticia. Cuidar nuestro medio ambiente, cuidar nuestra casa, la
tierra.
Daniel Fernández
Abril 2021
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