miércoles, 30 de abril de 2025

1 DE MAYO – NADA PARA FESTEJAR - MUCHO PARA LUCHAR!!!


Con motivo de celebrase el 1° de mayo, les hago llegar mi saludo cordial y caluroso a cada uno de ustedes, que desde sus puestos de trabajo aportan con su esfuerzo diario a la construcción de un País mejor y a su vez redunde en frutos concretos que nos permita crecer más como personas.

Recordemos aquellos trabajadores que se comprometieron, lucharon y dieron su vida para el logro de las conquistas laborales que aún hoy nos quedan.

En estos momentos tan críticos para los trabajadores y para el pueblo en general, quiero hacerles llegar parte del documento de la CGT de los Argentinos: «Mensaje a los trabajadores y el pueblo», el cual conserva una vigencia increíble, como si el tiempo no hubiera pasado. https://sonambula.com.ar/cgt-de-los-argentinos-mensaje-a-los-trabajadores-y-el-pueblo/

Conocido como el Programa de la CGT de los Argentinos o Programa del Primero de Mayo de 1968, este texto elaborado por Rodolfo Walsh fue publicado en el primer número del periódico de la nueva central sindical, nacido del encuentro entre el escritor y el dirigente de los gráficos y nuevo secretario General Raimundo Ongaro. La nueva CGT planteaba una perspectiva explícitamente revolucionaria, en un enfrentamiento decidido con el viejo gremialismo colaboracionista. Esta rebelde Central obrera también organizó actos públicos por el 1º de Mayo, pese a las prohibiciones de la dictadura del General Juan Carlos Onganía. Un documento histórico que hoy cumple 50 años.

“Grandes países que salieron devastados de la guerra, pequeños países que aún hoy soportan invasiones e implacables bombardeos, han reclamado de sus hijos penurias mayores que las nuestras. Si un destino de grandeza nacional, si la defensa de la patria, si la definitiva liquidación de las estructuras explotadoras fuesen la recompensa inmediata o lejana de nuestros males, ¿qué duda cabe de que los aceptaríamos en silencio?

Pero no es así. El aplastamiento de la clase obrera va acompañado de la liquidación de la industria nacional, la entrega de todos los recursos, la sumisión a los organismos financieros internacionales. Asistimos avergonzados a la culminación, tal vez el epílogo de un nuevo período de desgracias.

Durante el año 1967 se ha completado prácticamente la entrega del patrimonio económico del país a los grandes monopolios norteamericanos y europeos. En 1958 el cincuenta y nueve por ciento de lo facturado por las cincuenta empresas más grandes del país correspondía a capitales extranjeros; en 1965 esa cifra ascendía al sesenta y cinco por ciento; hoy se puede afirmar que tres cuartas partes del gran capital invertido pertenece a los monopolios.

La empresa que en 1965 alcanzó la cifra más alta de ventas en el país, en 1968 ha dejado de ser argentina. La industria automotriz está descoyuntada, dividida en fragmentos que han ido a parar uno por uno a los grupos monopolistas. Viejas actividades nacionales como la manufactura de cigarrillos pasaron en bloque a intereses extranjeros. El monopolio norteamericano del acero está a punto de hacer su entrada triunfal. La industria textil y la de la alimentación están claramente penetradas y amenazadas.

El método que permitió este escandaloso despojo no puede ser más simple. El gobierno que surgió con el apoyo de las fuerzas armadas, elegido por nadie, rebajó los aranceles de importación, los monopolios aplicaron la ley de la selva —el dumping—, los fabricantes nacionales, hundiéronse. Esos mismos monopolios, sirviéndose de bancos extranjeros ejecutaron luego a los deudores, llenaron de créditos a sus mandantes que con dinero argentino compraron a precio de bancarrota las empresas que el capital y el trabajo nacional habían levantado en años de esfuerzo y sacrificio.

Este es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega, filosofía oficial del régimen por encima de ilusorias divisiones entre “nacionalistas” y “liberales”, incapaces de ocultar la realidad de fondo que son los monopolios en el poder.

Este poder de los monopolios que con una mano aniquila a la empresa privada nacional, con la otra amenaza a las empresas del Estado donde la racionalización no es más que el prólogo de la entrega, y anuda los últimos lazos de la dependencia financiera. Es el Fondo Monetario Internacional el que fija el presupuesto del país y decide si nuestra moneda se cotiza o no en los mercados internacionales. Es el Banco Mundial el que planifica nuestras industrias claves. Es el Banco Interamericano de Desarrollo el que indica en qué países podemos comprar. Son las compañías petroleras las que cuadriculan el territorio nacional y de sus mares aledaños con el mapa de sus inicuas concesiones. El proceso de concentración monopolista desatado por el gobierno no perdonará un solo renglón de la actividad nacional. Poco más y sólo faltará desnacionalizar la tradición argentina y los museos.

La participación que se nos pide es, además de la ruina de la clase obrera, el consentimiento de la entrega. Y eso no estamos dispuestos a darlo los trabajadores argentinos.”

Nos queda entonces la obligación de reflexionar –aunque más no sea brevemente- sobre lo que representa este 1° de Mayo para los trabajadores argentinos: Habitando una tierra que muestra un notorio crecimiento económico, pero se niegan a distribuir esa renta entre sus habitantes de manera justa; que sigue pariendo pequeñas elites de privilegiados mientras que para ello deja en la más absoluta exclusión del campo laboral a millones de compatriotas. Estamos hablando de una Argentina que cada día abre más la brecha que separa a los ricos de los pobres; hablamos de un país que pareciera no tener tiempo ni siquiera para mirar de reojo a los pobres e indigentes; estamos diciendo en definitiva, que habitamos un país rico, pero totalmente injusto.

NADA PARA FESTEJAR - MUCHO PARA LUCHAR!!!

Daniel Fernández

1 de mayo 2025

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