Siento que mi mente ha entrado, cada vez
más, en disonancia con mi cuerpo. Pensar que cuando era “algo más joven”,
estaban bastante en armonía, uno respondía a los estímulos del otro y ahora mi
mente ordena y mi cuerpo se resiste a cumplir ciertas órdenes.
Ahora debo buscar la forma de entender
las distintas etapas por la que atraviesan mi mente y mi cuerpo, ponerlas en
armonía para poder convivir con cierta normalidad. Aunque aún me siento vital y
fuerte, por momentos me doy cuenta que no tengo las fuerzas y la voluntad para
afrontar nuevos desafíos, y en ocasiones noto que me ha abandonado ese espíritu
de osadía y aventura que supe tener alguna vez. Lidiar con algunos
problemas de salud que suelen aparecer, cuesta, porque mi mente supone que aún
soy aquel inmortal que uno cree cuando se es joven y hacerla entrar en la
realidad da trabajo. Note también que mis prioridades han cambiado, hoy la
salud y no solo la mía, sino la de mi familia y de todos aquellos que quiero y
aprecio es lo más importante. Mi nieto es un motivo de felicidad e incentivo
para seguir peleándola, y aspiro dejarles, a él, a mis hijos y a las personas que quiero, me quieren y me respetan, tan sólo un buen recuerdo.
También trato de discernir lo importante de lo que no lo es, para no dispersar
esfuerzos y no cargar mi estado de ánimo con cosas negativas.
Tenía un compañero y amigo de Federación,
el cual muy generosamente me brido su amistad en momentos difíciles, con el
cual solía encontrarme antes de la pandemia, para charlar y más que nada
escuchar, dado que era Dr. En Ciencias políticas y sociólogo, también escribió
varios libros. Aunque no siempre estábamos de acuerdo, sus charlas eran muy
enriquecedoras. Por la pandemia dejamos de vernos, pero nos hablábamos por
teléfono cada tanto. Cuando bajaron los casos de contagio, quedamos en vernos,
y por un motivo u otro, iba postergando ese café. Cuando lo llamo para
arreglar, la señora me dice que estaba internado con un ACV en muy mal estado.
A los pocos días falleció. Este hecho me hizo reflexionar mucho, fue como un
cachetazo que me trajo a la realidad, ya no tenemos el tiempo de antes, no se
puede dejar para mañana algunas cosas que nos dan placer o satisfacción, no es
bueno, porque a nuestra edad, no sabemos si hay mañana. Ya pasaron aquellos
años que nos sentíamos que nada podía con nosotros, lo que nos sobraba era
tiempo.
Hace unos años atrás, se me
dieron una serie de eventos desgraciados, mi madre se quiebra la cadera,
internación, operación y deterioro, en medio de este complicado tránsito, me
veo imprevistamente forzado a dejar de trabajar, no por mi voluntad, lo que
suma preocupaciones económicas, a los meses fallecimiento de mi madre, el
stress anímico da lugar a la aparición de un problema de salud que me golpea
psicológicamente y al tiempo cayo la pandemia, por lo tanto estos últimos años
transite una realidad que no había vivido antes y muy difícil de superar
anímicamente. Ante estos hechos, es cuando te replanteas muchas cosas y te
aparecen ciertos conflictos, que antes, con la mente ocupada en otras obligaciones,
ni tenías en cuenta. Es como de golpe todo ese mundo que tenías se derrumba y
no sabes cómo salir, comienzas haciendo foco y preocupándote por problemas que
antes no tenías y ver pequeñeces cotidianas que antes eran irrelevantes. Ocurre
que antes estaba más de 12 horas fuera de mi casa y de un día para el otro me
encontré las 24 horas en casa, sin saber qué hacer y para colmo, detrás vino la
pandemia, que nos encerró y nos quitó ciertas libertades en pos del cuidado, no
sólo de uno sino también de los afectos. Lo grave que aún no he podido
encontrarme ni encontrar algo que me atraiga o me genere satisfacción para
hacer y ocupar ese tiempo libre, que por más que lo ocupe haciendo cosas de la
casa, leyendo, escribiendo o con alguna actividad física, por momentos te
sentís como un inútil o un estorbo dando vueltas por la casa, preguntándote,
que carajo hago acá, me siento como un okupa y seguramente los demás me
sentirán como intruso molesto. Cuando era joven, no veía la hora de dejar de
trabajar, abandonar las obligaciones y presiones, pero luego, como ahora, las
extrañas, seguramente porque hacia algo que me gustaba y me sentía reconfortado.
Lo que si note con esta maldita pandemia, que me he vuelto más ermitaño y
encapsulado interiormente, además de aumentar mi reconocida irritabilidad o
poca paciencia. Lo que hoy me entusiasma, mañana me aburre. Generalmente aquello
que me genera cierto placer, lo voy postergando con escusas superficiales y no sé por
qué. He notado que me cuesta mucho salir de mi zona de confort.
Por ello ahora uno busca refugio
en los afectos, en la familia, los amigos íntimos (hermanos de la vida), amigos o
conocidos, además de seguir buscando ese incentivo en que ocupar la mente y el
tiempo para liberarme. Uno no sabe cuántos días, meses o años nos pueden quedar, así
que debo tratar, en la medida que se pueda, de llevarlo lo mejor posible. Por
ello busco el acercamiento con las personas y cosas que me hacen feliz o me dan
placer, y alejarte de aquellos individuos o cosas que me incomodan o me hacen
sentir mal. Estoy aprendiendo a expresar más lo que siento, aunque cueste hacer
relucir los sentimientos, quizás seamos una de las ultimas generación criadas para
reprimir las emociones, además de estar cargadas de prejuicios y tabúes.
Hoy, tan solo pretendo vivir con
sencillez, simplemente y con tranquilidad, no tengo grandes ambiciones, nunca
privilegie lo material por sobre lo espiritual, así que sólo buscar algo de paz
y felicidad, interior y exterior. Los valores y principios que mis padres me dieron, los reafirme, transmite el camino de la vida aplicándolos, y los compartí. No me replanteo el pasado porque no hay
vuelta atrás, y proyectar el futuro a cierto plazo, es algo ambicioso, creo más
que nada que el futuro es hoy. En definitiva, hasta aquí, esta es la vida que elegí,
con aciertos y errores. Tampoco quiero cambiar al mundo, como cuando era joven, a pesar de mis convicciones, acciones y buena voluntad (y e muchos otros) no logre que el mundo fuera un sitio mejor, por eso solo brego porque sea algo más justo, no niego que me irritan las injusticias y
pretendo, por momentos, participar y activar como lo hacía antes, pero no tengo
las mismas ganas y me cargue de muchas desilusiones, además las cosas cambiaron
mucho, todos juegan al don pirulero o sea cada cual atiende su juego, por ello
trato de que mi estado de ánimo no lo maneje una noticia, un comentario o las
redes.
No es una queja tan solo una reflexión
a los 73 años, sé que la vida ha sido muy generosa con migo.
23 de Febrero
No hay comentarios:
Publicar un comentario