jueves, 26 de enero de 2017

UN PAÍS CADA VEZ MÁS DESIGUAL

Es indudable que estamos viviendo momentos complicados, donde la inflación del año pasado estará por encima del 40%, la más alta desde 1991, por supuesto esto afecta a los sectores más vulnerables. Aumentó la pobreza y la marginalidad. Aumentaron los despidos y el cierre de empresas. Aumentan las tarifas de los servicios y la recesión se agudiza. Se agudiza la falta de confianza, la lluvia de inversiones no llega y la remisión de ganancias al exterior y de dividendos de las multinacionales a las casas matrices es una de las más altas por años. El blanqueo de capitales que el gobierno anunció como un éxito, una ínfima parte del capital declarado ingreso al País, el grueso del dinero quedo en el exterior.  El gobierno nacional llega a un nivel de endeudamiento cercano al 50% del PBI. ¿Cuál fue la marca en los meses previos a la debacle del 2001? 54% del PBI. 
Las promesas iniciales de shock de confianza y lluvia de inversiones, seguidas por las múltiples promesas de bienestar y las expectativas de baja en la inflación y un próspero segundo semestre, una a una se fueron cayendo hasta terminar el año con casi todos los sectores económicos en franca caída. Hasta el propio FMI admitió que los resultados decepcionantes, “Hay una menor expectativa de recuperación a corto plazo en Argentina y Brasil”.
Es indudable que todo esto es producto de la política económica del gobierno, que sigue haciendo una fenomenal transferencia de recursos de los más pobres a los más ricos. Los sectores ligados a los granos y oleaginosas, minerales y de extracción de gas fueron los grandes beneficiarios de la política de precios e impuestos de la actual gestión, pero ninguno de estos sectores genera importantes fuentes de trabajo, por el contrario con el ingreso de mayor y mejor tecnología expulsa trabajadores.
Producto de esta política neoliberal que aplica el gobierno nacional, ha aumentado exponencialmente los reclamos callejeros, piquetes, tomas de empresas en defensa de la fuente de trabajo y manifestaciones sociales. Es que los trabajadores y organizaciones sociales se ven avasalladas y no quieren perder los derechos adquiridos. Se cierne sobre ellos un horizonte preocupante y amenazador, los sectores pertenecientes al poder se sienten omnipotente y piensan que tienen vía libre para avasallar los derechos hasta de los pueblos, como ocurrió en el Bolsón. También modernizan términos para renombrar viejas recetas de flexibilización laboral y de precarización del trabajo. Lo más grave es que cada reclamo legítimo está siendo contenido con represión y en caso con excesiva violencia por medio de las distintas fuerzas de seguridad.     
Recientemente hubo una serie de hechos que relejan la violencia e inseguridad que estamos viviendo, que no para de crecer y por más policía que se ponga no se puede controlar. La única realidad es la verdad y si no se repara en la desigualdad social, aquí no hay ninguna solución, ni estabilidad, ni seguridad.
Este gobierno está echando nafta al fuego. De aquella promesa de campaña, pobreza cero a esta cruda realidad. Profundiza la grita social y cada día margina a más gente poniéndola en una encrucijada con final abierto y que la represión no la solucionará, sino la agravara.
EL último informe sobre la desigualdad social en Argentina dice que los argentinos más ricos son más ricos y los más pobres son más pobres. El promedio de ingresos de la población más rica en nuestro país es 25,5 veces más alto que el del segmento más pobre, según el Indec. Los hogares más ricos ganaron 20 veces más que los más pobres. El 20% más rico ganó el 49,0 % de la riqueza y el 20% más pobre, apenas el 4,1%. La mitad de los argentinos ganan menos de $ 8.000 mensuales, mientras se calcula que la canasta básica alimentaria esta en los $ 12.500.- Igualmente Argentina no escapa a la generalidad del mundo, donde los ocho hombres más ricos del mundo tienen tanto como media humanidad.
Este es el verdadero problema, si no se entiende esto, solo iremos retrocediendo y generando una masa incalculable de lumpen, que pondrán en jaque a toda la estructura social del País. Muchos de los marginados han perdido toda la fe en el sistema, que no les da oportunidad y los colma de injusticias, y sienten que su vida no tiene valor, por ende, menos valor tiene la vida de los demás. Otros pretenden conseguir con prepotencia aquello que sienten que merecen y el sistema les niega sistemáticamente.
Ese 20% más ricos y que hoy nos gobiernan, deben entender que encerrados en sus country, estancias, puerto madero y otros lugares aislados del país profundo, jamás podrán vivir tranquilos, como así tampoco el resto de la sociedad con esta profunda desigualdad que se va agrandando.
Bajo estas circunstancias el gobierno nacional y parte de la sociedad siempre busca un atajo, más fuerzas de seguridad, endurecer las penas, bajar la imputabilidad de los menores, represión, tolerancia cero, libertad de circulación, etc., cuando saben que la única salida real y verdadera es la solidaridad, la justicia social, mejorar la distribución de la riqueza, trabajo, educación y salud pública de calidad y al alcance de todos, si se quiere vivir en un país digno y en paz, es algo que debemos entender todos.   

Héctor Daniel Fernández
Enero 2017




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