jueves, 26 de enero de 2017

EL VALOR DE LA PALABRA

Sabemos que no es de ahora que las promesas de campaña no se cumplen, pero con este gobierno quedó más evidenciado que nunca. Mucho más después del debate que tuvo Macri con Daniel Scioli. Donde Macri lo trato de mentiroso, de hacer una campaña de miedo cuando esté adelantaba todas las medidas que Mauricio iba a tomar si ganaba.
Cumplió con el campo, le saco las retenciones como les prometió, también le saco las retenciones a las mineras, cosa que no prometió pero lo hizo igual, también eliminó el impuesto a las rentas presuntas y bienes personales, o sea cumplió con creces con los sectores más ricos del País, empresas extranjeras e especuladores financieros, como así también el pago compulsivo a los fondos buitres, con la esperanza de que vinieran los capitales. Con estas medidas profundizó el déficit fiscal, que se está cubriendo con un endeudamiento peligroso, como ya tenemos experiencia.
Prometieron bajar la inflación y la duplicaron. Del 17% que anuncio el Ministro de Hacienda a más del 40%. Prometió no devaluar y devaluaron. La salida del cepo no se iba a trasladar a los precios porque todos los empresarios facturaban al valor dólar que ellos lo iban a llevar, no ocurrió, todo se trasladó a los precios y más por las dudas. Eso se llama falta de confianza y especulación, algo muy conocido por los argentinos y habitual en el accionar de los industriales. Que no iban a ajustar y se vinieron los tarifazos luz, gas y agua.  Que las cosas iban a mejorar en el primer semestre, luego en el segundo semestre y después en 2017, y ahora para cambiar se necesita una generación, como se dice futbolísticamente, nos corren el arco todo el tiempo. Prácticamente eliminaron los precios cuidados y retenciones que contenían o regulaban en algo los precios, como el aceite, que ahora se cotiza a precio internacional al sacarle cierto tipo de ajustes. Así muchas otras cosas que se podrían enumerar.
Como así también dijeron cosas en campaña que no iba hacer y terminaron haciendo.

También prometieron dar el 82% móvil a los jubilados. Eliminar el impuesto a las ganancias de los salarios. Pobreza cero, mantener el poder adquisitivo del salario. Generar 2 millones de puestos de trabajo genuino y sólo hubo miles de despidos en todos lados, cierre de empresas y comercios. Prometió continuar con el avance de la Ciencia, recortó el presupuesto y restringió el ingreso de científicos y 60%. Algo mucho más superficial, pero promesa de campaña, mantener el Futbol para Todos hasta 2019.
Nada de lo que beneficiaria directamente a los trabajadores y jubilados se hizo, solo dan excusas. El justificativo es que las cuentas no les dan o que, como la pobreza cero, era una utopía. Entonces donde queda la responsabilidad de las palabras dichas. Pura especulación, falta de capacidad para analizar el País, o directamente este es el programa económico diseñado y que trata de maquillar con una poderosa campaña de marketing y con el apoyo de los medios de comunicación hegemónicos que forman parte del gobierno.
No hay que ser muy despierto para advertir que todo el ajuste y benéficos que le otorgó y otorga a los más ricos, lo está pagando el resto de la población.
Ahora, lo que se debe evaluar es el valor de la palabra, el valor de las promesas de campaña. Se toma con una liviandad total, es como que lo que se promete en campaña no tiene valor, pero lo tiene y mucho, porque muchos votan sintiéndose identificado con esas promesas. Algo similar ocurrió con Carlos Saúl Menem. De la Revolución productiva a una de la más alta desocupación de la historia y la creación de un cementerio de empresas.
En los últimos días del año pasado, hubo una gran actividad detrás del impuesto a las ganancia o impuesto al trabajo, si ese, que en campaña el Sr. Presiente prometió eliminar y seguramente muchos trabajadores que la pagaban, lo votaron, confiando en su palabra. Es una realidad que este impuesto al trabajo no afecta a la mayoría de los trabajadores, que la mayoría ni llega por casualidad y cada vez quedan más lejos con las paritarias negociadas por debajo de la inflación. El no haber hecho una verdadera corrección en este tema, fue una de los más graves errores del gobierno anterior y que durante años le fue quitando apoyo. En su momento el actual oficialismo y toda la oposición y parte de la CGT, reclamaban su eliminación, mientras el gobierno sostenía que lo pagaba sólo un 11% de los trabajadores y que servía para financiar otros planes. Un capricho y un cambio profundo que debía afrontar y no lo hizo. Como no tocar la especulación financiera, el juego, ni hacer una reforma impositiva.
El gobierno mando al Congreso para extraordinaria, un proyecto de ley para reformar este impuesto, donde en definitiva, como ocurrió con la modificación anterior, terminaran pagando más trabajadores y jubilados que antes. Lo que significa que los trabajadores seguirán cubriendo en algo el déficit fiscal que han aumentado con la transferencia que han hecho de recursos hacia los más ricos o sea, los que nos gobiernan. Por mal manejo o por excesiva confianza, como ha ocurrido con otros proyectos cuestionables (fondo buitres, blanqueo, reparación histórica) sus aliados y colaboracionistas del Congreso lo iban a apoyar y sino, le queda apretar a los Gobernadores. Práctica que cuestionaban del anterior gobierno, decían que gobernaban con el látigo y la chequera. Tras el disfraz del diálogo y con mucho marketing, aplican la misma política, demostrando que nada cambio. Se hace lo que ellos quieren, si no represalia.
Al parecer se confiaron demasiado, nos acércanos a un año electoral y los colaboracionistas necesitan de alguna forma diferenciarse en algo del gobierno si quieren tener alguna posibilidad electoral. Son de esos que quieren parecerse a los que ganaron, para ver si pueden atraer votantes. Resultó que toda la oposición armó un proyecto que beneficiaba a mayor cantidad de trabajadores y jubilados, cumpliendo en algo con las promesas de campaña y con lo que no había hecho y debía hacer el anterior gobierno. Este proyecto fue aprobado y tildado por el Gobierno como irresponsable, y comenzaron los aprietes a los Gobernadores, amenazándolos que si lo votaban en senadores si iban a quedar sin plata ni obras. Entre idas y vueltas, el Gobierno encauso la discusión, convocó a la CGT e hicieron un arreglo, que no satisface ni cumple con lo prometido, pero que mejoró en algo lo presentado por el gobierno. La Ley se aprobó, pero los trabajadores y jubilados seguirán pagando un impuesto más al salario. La promesa de campaña quedó enterrada.
Volvemos sobre el valor de la palabra. Como individuos nos ponemos muy mal cuando, algún otro, no nos cumplen con lo que nos prometen en cosas personales, ahora no actuamos de igual forma con las promesas electorales. Es como que asumimos desde el vamos que nos están mintiendo, cuando debemos exigir que sea un compromiso irrenunciable y si no lo cumplen, se pueda revocar su mandato. Es una cuestión de principio, de ética y de respeto, no puede ser que nos quieran engañar con discursos muy retóricos y deslindando responsabilidades. El que llega al gobierno de estar preparado para afrontar lo que recibe y cumplir con su propuesta programática.
Aquellos que están más cerca de la política pueden saber la tendencia de cada candidato, su ideología y postura política. Que políticas puede llevar adelante un gobierno u otro, y a que sectores beneficiar. Pero no todos están tan imbuidos como para comprender o ver qué intereses hay detrás de cada candidato y a que sectores beneficiará.
Es por ello que es necesario rescatar el valor de la palabra, el valor de las promesas y castigar, política y electoralmente, a aquellos que mienten tan descaradamente.

Héctor Daniel Fernández

Diciembre 2016 

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