lunes, 6 de julio de 2015

CAMBIO O CONTINUIDAD


Estamos próximos a una nueva elección presidencial, oportunidad para aquellos que nos interesa la política y procuramos ser críticos de aquellos que los medios de comunicación nos dicen o nos quieren hacer pensar, tratemos de hacer nuestras propias evaluaciones, en mi caso por las experiencias vividas y mi conformación ideológica, esto no quieren decir que sean acertadas, pero seguramente no serán influenciadas por intereses de terceros.
Además como lo vengo haciendo hace años, dejo escrito lo que pienso, cosa de no poder acomodar en el tiempo mi opinión según mi conveniencia o situación meramente personal, como ocurre muy seguido con muchas personas. Si cambio es porque la realidad me mostro otra cosa o me contradijo.
Estas elecciones se dan en un marco mundial y en particular latinoamericano bastante complejo y que ira variando para peor. En Europa hay países que no pueden salir de la recesión. Países que son “apretados” por el Fondo Monetario y la Unión Europea a aplicar recetas recesivas como ocurrió en Argentina durante los años 90 y principio del 2.000, pero detrás de estas concebidas políticas recesivas esta Alemania, quien domina parte de Europa con su dinero. El caso más relevante por hoy día es Grecia, con un nuevo gobierno que trata de resistirse a la troika, que le reclama aplicar más ajustes a los que ya se han aplicado y que repercuten seriamente en la economía popular, se calcula más de un 25% de desocupados. La comunidad Europea no está dispuesta a ceder, porque puede ser motivo de contagio para otros Países en su misma situación, caso España donde sectores de izquierda no tradicionales, que nacieron de las protestas del 15 M – Indignados y que ahora vienen ganando elecciones comunales, cuestionan seriamente las medidas tomadas por el gobierno de derecha del PP, que produjo millones de desocupados. Caso similar están Portugal, Irlanda entre otros Países.
En Estado Unidos, después de la crisis internacional que estallo en el 2008, aún no ha podido recomponerse. La crisis iniciada en 2008 ha sido señalada por muchos especialistas internacionales como la «crisis de los países desarrollados», ya que sus consecuencias se observan fundamentalmente en los países más ricos del mundo. América Latina ha tratado de sobrellevar esta crisis con medidas anti cíclicas, alentando el consumo interno para que no caiga el trabajo y el desendeudamiento en algunos casos, pero también por tener esencialmente materias primas o commodities. Después de mucho machacar por parte de la derecha neo liberar aliada a los grandes monopolios económicos y de comunicación, además de cierto deterioro económico, se están debilitando los gobiernos populares caso Venezuela, Brasil, Ecuador, Chile, entre otros. Algo parecido ocurrió en los años 60 - 70 con los gobiernos populares, nada más que terminaron con dictaduras sangrientas con miles de muertos, Chile, Perú, Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay, Panamá, por enunciar algunos, como si todo tuviera un ciclo. El poder real permite un tiempo de libertad a los pueblos para elegir sus conductores y luego ellos imponer por largo tiempo sus políticas a cargo de gerentes. El desarrollo de esta crisis, tanto en Estados Unidos y Europa seguramente como ha sido siempre, afectara a los países en desarrollo como los nuestros. Caída del precio de los commodities, falta de inversión, reducción de personal de las empresas, entre otras cosas.

A raíz de todo esto, hace tiempo que vengo sosteniendo y expresando que en Argentina se avecina un cambio hacia la derecha. Pareciera que la única salida para superar estas crisis que ocurren en otros países o continentes, y que no originan los trabajadores o personas comunes, sino los grandes capitales, es aplicando políticas o medidas de “austeridad”, cayendo el mayor sacrificio sobre los que menos tienen, trabajadores, jubilados, empleados públicos, nunca sobre el capital especulativo, bancos o financieras. Seguramente no volverá la derecha de antes, porque aprendieron la lección que causo la repulsa de una gran parte de la gente. Procuraran tener el cuidado de no cometer los mismos errores de los 90, pero al final será lo mismo. No solo hay nuevas derechas recreadas en oposición a los gobiernos “populares”, sino que hay nuevas derechas en los países donde las políticas neoconservadoras se han mantenido con regularidad (Paraguay, Colombia, Honduras, entre otros). La idea es que se van mimetizando según las épocas para captar a los ciudadanos descuidados.
En los fines de los 80 principio de los 90, ante un contexto de disolución social y una nueva corriente, los partidos tradicionales redefinieron su apoyo al neoliberalismo, desestructurando las fronteras ideológicas que antes los separaban. El neoliberalismo era presentado como un nuevo momento de progreso. Se proclamó el fin de las ideologías. El capitalismo y los deseos de los ciudadanos “parecían” reconciliados, hasta que se rompió esa reconciliación, producto de la pobreza, la desigualdad, la desindustrialización, desocupación  y marginación. La derecha lo volvió hacer, engatusó a la ciudadanía con sus cantos de sirena, hasta que los destruyo. Hoy sucede algo parecido, muchos de los que se beneficiaron y salieron a flote con este proceso, ahora lo aborrecen y reclaman a gritos cambios drásticos, creyendo nuevamente que el mercado les concederá los beneficios que ellos pretenden, aunque para ello comprometan el futuro del País. La economía será manejada por los organismos financieros internacionales y generara daños en amplios sectores que les costarán, sangre, sudor, lágrimas y años recuperarse.
Debemos recordar que estas políticas produjeron serios enfrentamientos sociales y un agotamiento que posibilitaron el advenimiento de nuevos gobiernos que colocaron al Estado en el centro de la escena articulando las demandas sociales y las exigencias del mercado. Las políticas de estos nuevos gobiernos generaron una fórmula de distribución de la riqueza y de la incorporación al mercado de amplias capas que habían quedado marginados, lo que generó bienestar para los ciudadanos y rentabilidad para los grupos empresarios. Estos gobiernos volvieron a instalar los discursos ideológicos y la incorporación de la juventud a la política.
En principio la derecha y su discurso perdieron terreno ante estas políticas y comenzaron a ensayar nuevas oposiciones para recuperar espacio, como rechazar el carácter confrontativo de los planteos ideológicos y mostrarse como dirigentes “buena onda”, con buenos modales, dialoguistas, republicanos y reclamaron consensuar las políticas. Incluso públicamente se muestran ahora de acuerdo con algunas políticas inclusivas, con la promesa de seguirlas, aunque en realidad en el Congreso se opusieron o no las votaron.
El primer cambio de la derecha, se da en Venezuela ante los reiterados intentos, sin éxito, de derrotar al gobierno de Hugo Chávez y luego a Maduro. La oposición acérrima encarada por Capriles cambio en las elecciones de 2012, aplicó una nueva táctica, planteando que no era la “oposición” sino la “solución” y que mantendría una serie de políticas de probada popularidad o “mantener lo bueno y cambiar lo malo”. Se presentan como candidatos “atemperados” frente a presidentes que éstos consideran como “crispados” y conflictivos. Esta estrategia, si uno sigue los distintos procesos en la región, la ve cómo se replica calcada. Pero esta derecha no está sola, está estrechamente acompañada con aquellos grupos económicos que crecieron con los gobiernos progresistas, pero que se vieron regulados en sus rentabilidades o acotadas sus influencias.  

Igualmente en las próximas elecciones se confrontaran dos modelos, dentro de una misma tendencia, que se hace llamar “moderada”.
 
Uno será el Neoconservadurismo, que representara a los grandes capitales concentrados, grupos multinacionales, Bancos Privados, UIA, medios de comunicación hegemónicos y la Sociedad Rural (G6 + o = Círculo Rojo), a cargo de su gerente el Ing. Mauricio Macri, quien administrara el poder de otros, en este caso el poder económico, como alguna vez lo fue el Ing. Alsogaray, Martínez de Hoz y que luego se presentó trasvertido en el Peronismo con Carlos S. Menem, primero con un ministro de economía puesto por Bunge y Born y luego Domingo Cavallo y su equipo, con muchos economistas que hoy diagraman las futuras políticas del Ing. Marcri de llegar a la presidencia. La famosa teoría del derrame, que terminó derramando desocupación y pobreza. El criterio dominante o eje de esta política es de un estado pequeño, donde el mercado es el gran regulador.
El establishment, ligado a Macri, viene proponiendo achicar el gasto público, devaluar, cobrar menos impuestos, eliminar retenciones y subsidios, acordar con los buitres, endeudarse, acabar con las paritarias, flexibilización laboral y terminar con el populismo industrial. Por otro lado el Ing. Macri se esfuerza en tratar de prometer que va a mantener el futbol para todos, no reprivatizar YPF ni Aerolíneas, ni plantear la vuelta de las AFJP o hacer que su partido vote a favor de la nacionalización de los ferrocarriles, nadie le cree. Porque sus economistas siguen sosteniendo que los social es un gasto, que todo hay que evaluarlo si da ganancias o pérdidas y no la función social que cumple. Recordemos para cerrar todo esto la famosa frese de Carlos Menem “Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie",
Digamos aquí que menciono al Ing. Macri, a pesar que en las PASO se enfrenta al radical Ernesto Sanz y a la Eliza Carrio. Para no hacerlo muy largo, está todo preparado para que gane Macri, la derecha del radicalismo representada por Ernesto Sanz le presta el aparato a Macri en todo el País que este no tiene y además se aseguran la candidatura de algunos gobernadores, intendentes y legisladores. Los demás radicales, que no aceptan la candidatura de Macri, se dispersan entre Margarita Stolbizer, Massa y el Frente para la Victoria. Lo de Eliza Carrio es meramente testimonial, pretende mostrarse como el reaseguro moral de la Nación, aunque dista mucho de serlo.    
Es indudable que el “Círculo Rojo” está haciendo todo lo posible para que se una todo el arco opositor contra el candidato oficial e intentará cualquier artilugio (operación económica, mediática o política), ante alguna posibilidad de que este gane en primera vuelta. Principalmente cuando se supo el alto porcentaje de imagen positiva que tiene Cristina Kirchner  y el 30% de votantes con el que contaría el Frente para la Victoria de piso. Ellos pensaban que a esta altura el gobierno se iba a deshilachar, proclamaban el fin de ciclo, estallido económico - financiero, un dólar a $ 20, que muchos iban a abandonar el barco para pasarse a las huestes opositoras (Massa), pero nada de lo planeado ocurrió, por la indudable capacidad de manejo político de la Presidenta, la relativa estabilidad política y económica actual que se expresa en múltiples aspectos. Hoy es el Gobierno Nacional (Cristina), a pocos meses de finalizar su mandato, el único que marca la agenda política, cosa impensada en la democracia Argentina. Esta estrategia por derrotar al kirchnerismo a cualquier costo, hace cometer errores a los dirigentes o estrategas de la oposición y subestimar a la sociedad.

El otro modelo, estaría representado por Scioli – Zannini, será mucho más contemplativo que el de CFK, sin ser este un gobierno “revolucionario” o “extremo”. De llegar al gobierno Scioli, por ser Argentina un modelo hiperpresidencialista, tiene las facultades amplias de aplicar las políticas deseadas, nombrar colaboradores y ministros, pero se le dificultara si pretende retroceder en las conquistas alcanzadas en esta década (YPF, AA, AUH, Convenciones Colectivas permanentes, Ley de Medios, pagar a los Buitres lo que quieren, PROCREAR o quitar conquistas sociales, entre otras cosas, o volver a las privatizaciones, a las relaciones carnales, sobre endeudar el país con organismos internacionales o echar para atrás los juicios por delitos de lesa humanidad, o sea “ir para atrás”). Sostendrá la participación directa del estado en la regulación del mercado. Quizás no avanzara, pero no quitara beneficios a los que menos tienen, como ocurrió a los fines de los 90 – 2.000. Deberá ser lo suficiente sagaz para aprovechar el campo de acción del que dispondrá, como así también deberá introducir los cambios necesarios en la política económica de modo gradual, “ni ajuste ni shock”. Reivindicará lo hecho y dirá que irá por lo que falta (la famosa sintonía fina) desde adentro y sin sacar los pies del plato.
Desde la visión latinoamericana y los cambios políticos-económicos que se vislumbran en el horizonte, se podría sostener la presunción de que se instaló fuertemente en la ciudadanía menos politizada un consenso sobre el nuevo perfil de los postulantes, esto sería la “caprilización” o “moderación” de los candidatos. Ante esta alternativa, el oficialismo optó que surja uno del universo oficialista antes que instalar uno que sólo responda al núcleo duro de kirchnerismo, para no cederle ese electorado a la oposición, o sea que se privilegió un mix de cambio y continuidad, además de ser creíble al electorado, es aquí donde Daniel Scioli salió triunfante. El que entiende algo de política sabe que nadie hace lo que quiere, sino lo que más le conviene para sostener un proceso. Perón decía “Algunos creen que gobernar o conducir es hacer siempre lo que uno quiere. Grave error. En el gobierno, para que uno pueda hacer el cincuenta por ciento de lo que uno quiere, ha de permitir que los demás hagan el otro cincuenta por ciento de lo que ellos quieren. Hay que tener la habilidad para que el cincuenta por ciento que le toque a uno sea lo fundamental”.
La elección de Scioli – Zannini, como única fórmula oficial, produjo sorpresa e infinidad de análisis. La designación de la formula, se hizo como fue históricamente en el Peronismo y no dista mucho, si uno repasa las nominaciones, de lo hecho por los demás partidos. La realidad que el kirchnerismo tenía serios problemas, porque no supo, no quiso o no pudo, urgir un candidato o fórmula presidencia que lo representase cabalmente. La alternativa de Scioli fue resistida a pesar de su constante fidelidad. La opción de Randazo (no un kirchnerista puro) no dio resultado, Scioli ganaría con cierta amplitud en todo el país, siendo apoyado por la mayoría de gobernadores e intendentes peronistas, como así también de dirigentes gremiales. El presentar dos listas podría ocasionar un desgaste y roces entre los candidatos que perjudicaría en las elecciones definitivas. Además el triunfo de Scioli, traería aparejado un triunfo personal, el cual le daría más poder y la conformación de una lista, al menos diferente. Ante esta alternativa, la “jefa” respondiendo a la tradición peronista, jugo fortísimo situando de vice a su funcionario de mayor confianza y el armando de la lista de diputados y senadores, que le dará cierta garantía de que la continuidad del modelo no sufra grandes cambios.
De esta forma Scioli se garantizó haber logrado captar el voto de sectores que lo resistían dentro del kirchnerismo y el kirchnerismo el voto del electorado más “moderado”. Esta actitud dejo desubicada y perpleja a la oposición, como si hubieran esperado una postura más mesurada por parte de aquellos que la acusan de ser autoritaria. Esto es el peronismo y en consecuencia el poder.

Sergio Massa, se presentó como el otro “Crapriles”, proponiendo transitar la amplia vía del medio, de apuntalar las cosas buenas y cambiar aquellas que estaban mal. Con este discurso gana las elecciones legislativas de 2013. Impulsado por ese triunfo se lanza a la candidatura a Presidente y comienza a producir un cambio en su discurso, sostiene que el modelo está agotado y que la sociedad pide un cambio y no la continuidad. Sus posicionamientos políticos, internacionales y sociales de los últimos meses lo alejan de esa perspectiva intermedia y lo llevan a los brazos de la derecha local y regional. Esta nueva postura se asemeja mucho a la de Macri, por lo tanto los “capitales o circulo rojo” y la gente se queda con el verdadero y no con el que lo imita, por lo tanto comienza a perder adeptos y crece su soledad política. Tal como ocurrió con Francisco de Narvaes en el 2009. Hay que tener en cuenta que el electorado suele ser más conservador a la hora de elegir los ejecutivos. Cuando todos creían que el gobierno se caía, estimaron que los gobernadores, intendentes y legisladores iban a pegar el gran salto, cosa que no ocurrió, sino todo lo contrario, muchos de los que se pasaron al Frente Renovador en las elecciones del 2013, volvieron al Frente para la Victoria. Lo que demuestra el poder que aún mantiene el gobierno, que no existe el famoso “fin de ciclo” y la habilidad política de Cristina Kirchner.
El renombrado “Círculo Rojo” (Techint, UIA y Clarín sobre todo) aconsejaba que la derecha se uniera y que Massa fuera como candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Cosa que Macri no acepto, dado que quería sólo candidatos “puros” del PRO.
Ante la gran sangría que sufrió el Frente Renovador, Massa dudo en seguir su carrera presidencial, pero grupos empresarios le aseguraron la financiación, porque si se bajaba, el grueso de sus votantes podría ser recapturado por Daniel Scioli. En suma, Massa no se bajó y así le dio una mano a Macri.   
Ahora el marketing electoral nos vende a Macri como un cambio para vivir mejor, en un país más republicano, sin embrago todos los argentinos hemos visto como maltrato a un potencial aliado como Massa. No ha querido abrirle ni un poco el juego, intimándolo a una rendición incondicional. Esto demuestra que si gana tampoco gobernara con consenso.

Igualmente, sea el que fuera elegido presidente, le resultará bastante difícil dar marcha atrás con la pequeñas, medianas e importantes conquistas de estos doce años, pero todo es posible.

A pesar de la gran politización ciudadana que se recreó durante estos años y la participación juvenil, la proporción de población que vota con determinado marco ideológico-partidario no alcanza a superar a los que votan básicamente por sentimientos o emociones. Mucha de la gente no vota porque cree en una propuesta o plataforma política, ni por su posicionamiento ideológico o porque piense que el candidato es de derecha o izquierda. El voto es mucho menos racional de lo que pensamos. Por lo tanto el resultado de las elecciones, generalmente se basa más en el clima socioemocional del momento en que se produce el sufragio, es decir, la “sensación” que la gente tiene acerca de la situación socio-política del país o aquel que cree que más se le parece.

 
Por lo tanto “El cambio se vislumbra como más peligroso que la continuidad”.

 

Héctor Daniel Fernández

Julio 2015

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Compañero, como siempre nuestra sintonías están afinadas en iguales direcciones. Coincido en todo lo principal. Tal vez mis preocupaciones o miradas se posen en aspectos menores. A mi en estos tiempo de avanzar, retroceder, cambiar o continuar, se me han pasado algunos pensamientos que tienen que ver con las posibilidades históricas de que exista cambio o continuidad, términos que como vimos cualquiera cita en su favor, aunque ya sabemos que quiere decir cambio según quien lo diga.
Y he pensado que llegado el momento de enfocar estos momentos que vivimos y la situación de cambio de gobierno (en eso no hay duda que hay cambio) vale la pena reflexionar brevemente sobre qué bases ocurre y cómo puede influir el pasado inmediato.

Me parece claro que hay distintas circunstancias históricas respecto de los más importantes relevos desde el restablecimiento de la democracia.

Los últimos años de Alfonsín fueron un terreno fértil para lo que venía. La defección que experimentó el saludable impulso político y económico respecto a ciertas medidas de su primer gabinete y el intento respecto al poder militar y los juicios a las juntas, se fue desvaneciendo (con desmayos pronunciados) hasta llegar al pacto de Olivos donde se perfiló el estado de decadencia del radicalismo frente al renaciente poder de la reacción a través de la cooptación del peronismo formal. Unos por defección y otros por traición, los dos partidos mayoritarios se vieron enfrentados a una gran derrota de sus principios, instrumentada con la entrega de sus banderas a la nueva historia que no podían haber contado los reaccionarios si hubieran esperado a tener votos propios.

Anónimo dijo...


Tal vez no haya sido la primera vez que se producía en la historia ese continuismo acordado sobre la resignación de principios, pero no parece que ese momento vuelva a repetirse con las condiciones históricas actuales. Tanto el radicalismo como el peronismo tardaron más de una década en reaccionar (y el radicalismo no ha podido aún reunirse alrededor de su ideología histórica). En cuanto al peronismo, su estructura no pudo dar cuerpo a la reacción interior que se experimentó en los movimientos sociales y organizaciones sindicales, y la escuálida y esmerilada organización de cuadros juveniles políticos. No fue de menor importancia un clima social de abandono del conflicto político por parte de las otrora movilizadas capas medias, que asumieron el rol principal, a la hora de votar, en alianza social con los factores económicos dominantes y sus valores e intereses que fue lo que sostuvo al menemismo en el poder. Es que la restauración de las formas democráticas no tuvo la fuerza suficiente de trasladarse a la democracia esencial a través de una agenda de reconquista de la igualdad y la justicia. El pasado, casi sin solución de continuidad iniciado en 1955, horadó la estructura social y pulverizó la superestructura normativa protectoria de derechos destinados a la valorización humana de esa sociedad. Así el final de ese ciclo se pareció al principio: la muerte en las calles, el abandono y marginación de los más necesitados y la destrucción del Estado.

Anónimo dijo...

La actualidad aparece como la contracara de lo que fueron 1983, 1999 y 2003. La propia ratificación estadística de la base social partidaria y su extensión en un universo de acuerdos (aún sin adhesión política total) con los rumbos generales que encarnaron el proyecto K, fija conductas colectivas que difícilmente puedan ser atacadas por el desánimo, el abandono, el desinterés o la resignación. Mucho menos será posible que un gran colectivo ciudadano abandone la politización con que hoy enfrenta casi naturalmente su futuro. Tal vez en esos puntos lejanos con aquél pasado esté el mayor logro del proyecto cuya continuidad se dice que será ratificada con el triunfo electoral. Digo se dice, ya que siempre cabe la posibilidad de que no se trate de la continuidad esperada o deseada: en ese punto entra el valor de lo ya obtenido no sólo en lo material sino en esas inmaterialidades que mencionaba más arriba. Tal vez aquí, debamos disentir con el Gran Jefe en las proporciones en que se deban repartir los deseos y las realizaciones (aquello del 50 y 50). Tengamos en cuenta el pasado del que venía Perón en cada oportunidad en que hablaba de política, sobre todo no estando en el gobierno. Aunque como idea fuerza para impulsarnos al sostenimiento de lo conquistado sea buena la motivación de comenzar pensando que vamos perdiendo la mitad de lo que falta y no podemos ceder nada más. Quién sabe si el viejo zorro no quería hacernos sentir eso.

Anónimo dijo...

Concluyo: desde mi punto de vista no creo que haya Scioli que cambie sustancialmente el rumbo sin una importante conmoción social positiva, es decir, que lo haga o intente sin generar resistencia ostensible y con aptitud correctiva del desvío. Puede haber un intercambio de avance y retroceso con alguna pérdida y leve corrimiento del eje del conflicto. Pero también es cierto que el conflicto que planteó hasta aquí el proyecto K no es precisamente el principal. Esto ya es una cuestión distinta. Sin entrar en ella, creo que mientras el Kirchnerismo sostenga que su mejor esfuerzo es el impulso de objetivos compatibles con un desarrollismo nacional no habrá mayor lugar para que Scioli se diferencie demasiado en lo que pueda ser su ámbito de autonomía. No así si el proyecto evolutivo K pasara por insinuar o plantear alternativas al desarrollismo/capitalismo con cara humana, etc., ya no dentro del mismo. Pero creo que de eso estamos aún lejos. Lo importante sedrá no perder el rumbo.

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