miércoles, 24 de junio de 2009

POLITICOS, EL ESPEJO EN QUE SE MIRA LA SOCIEDAD

Cada vez las elecciones son más extrañas, falta de contenido ideológico y autenticidad, por lo menos para aquellos que hemos tenido la suerte de haber podido participar del 1973 para aquí.
Todas han tenido su particularidad y se han hecho uso de todos los instrumentos a su alcance para tratar de convencer a los ciudadanos.
Pero desde hace – más o menos - 20 años atrás hay una cantidad de factores insólitos que se han ido introduciendo a las campañas que fueron variando la esencia de lo que es una elección, parecería que todo se trastoca, siendo lo más superficial lo más importante y la verdaderamente importante lo más superficial. Se produjo una pérdida valores que regía la vida del Hombre, como así también la pérdida de objetivos elevados y las organizaciones de hoy no responden a las necesidades, aspiraciones y voluntad de los ciudadanos, sino a sus propios intereses personales y sectoriales
De los noventa para aquí, es como que todo se enmaraño, la política se farandulizo y degrado, como si quisieran demostrar o imponer al pueblo el fin de las ideologías. Todo pasa por la comunicación y el marketing y no por lo político. No se discuten ideas ni propuestas, los partidos dirimen sus elecciones internas o diferencias directamente en las elecciones nacionales, convirtiéndose estas en una gran interna nacional de los partidos políticos.
Los políticos se pasean de un partido a otro según la oferta o puesto que le otorguen, como así también las posibilidades de alcanzarlo. No está en juego como antes la identidad ideológica o los sentimientos hacia el partido, se han despojado de ellos con tanta facilidad como algunos se mudan de ropa. Incluso cambian de partido una vez que son electos. Son escogidos por un partido para un cargo y al momento de asumir ya se pasaron a otro, traicionando a sus electores como si nada ocurriera.
Se postulan candidatos a cargos que ya poseen, aunque le falte un período para que venza su mandato. Renuncia o pide licencia para presentarse de nuevo para ese mismo cargo, en busca de prolongar su mandato más allá de lo que era originalmente.
Candidatos que renuncian a su cargo para el cual fueron elegidos para ocupar otro puesto en una lista. Candidatos que se sabe de ante mano que no van asumir a los cargos que están propuestos.
Candidatos que fingen mostrándose como no son. Actúan y se guían sólo por lo que le dicen sus asesores de campaña y de imagen y no por su personalidad o tendencia ideológica. Candidatos que se la pasan discutiendo de temas intrascendentes, acusándose entre ellos o haciendo vaticinios improbables en lugar de expresar sus ideas y propuestas. Candidatos que cambian a mitad de la campaña su posición o pensamiento porque las encuestas le dan mal. Candidatos que se prestan a la farandulización de su imagen y de la política. La mayoría padece del síndrome Menem, “si decía lo que iba hacer no me hubieran votado”, por lo tanto la generalidad de los candidatos no dicen nada, para no comprometerse o rendir cuentas ante los ciudadanos si son elegidos.
Encuestas totalmente dispares o tendenciosas, donde manipulean la realidad según quien las paga o encarga. Encuestas que son pagadas por los candidatos y que se hacen en barrios o zonas donde saben que le son más favorables. Pero luego cuando se efectúan las elecciones, queda demostrado que en general estaban muy lejos de la realidad. Periodistas que toman estas encuestas como si fueran el oráculo de la verdad y sobre ellas se explayan y realizan “serias” conjeturas. Si fueran tan acertadas como sostienen algunos, no se necesitaría hacer las elecciones.
Programas cómicos con imitadores de los candidatos que tienen mucha más repercusión y llegada que los programas periodismos “supuestamente” políticos y serios. Medios y periodistas que se dicen serios, independientes y objetivos pero que en definitiva no lo son, simplemente tratan ocultar detrás de esa seriedad o independencia sus preferencias o intereses corporativos hacia ciertos candidatos que les favorece y criticando permanentemente a los demás. Es la primera vez que un grupo empresario periodístico ocupa el principal rol de opositor, más importante que los mismos candidatos de la oposición.
Es realmente o por lo menos da toda la sensación que todo lo que acontece alrededor de las elecciones es ficticio, armado, preparado para engañar en algo al elector, por lo menos aquel que no está politizado (la gran mayoría). Es como si nos estuvieran “vendiendo” a un candidato, lo tratan como algo banal, superficial, como quien vende un electrodoméstico, zapatillas o perfumes. Cuando debería ser algo mucho más profundo y responsable porque esta en juego el destino del País. Incluso los mismos candidatos deberían asumir cierta responsabilidad, porque este tipo de comportamiento hace al descrédito que los ciudadanos tienen de la política, que en definitiva la política no tiene la culpa sino los políticos. Un candidato no puede ser elegido porque tiene una linda sonrisa, porque es simpático, sale bien en las fotos o si tiene aspecto de serio o inteligente. Tienen que mostrarse tal cual son, sin retoques, sin maquillaje, naturales, expresar sin tapujos sus pensamientos y gestión, no deben parecer lo que no son, porque es así como nos engañan.
Lo más grave de todo esto, es que muchos – pareciera – que se dejan engañar y en ocasiones les gusta que los engañen, comprando toda esa porquería. Sólo escuchan lo que quieren escuchar. No existe un espíritu critico, no se interesan en la política más allá de una elección, no se informan más allá de lo que los medios “les venden”, no les interesa averiguar que hay detrás de cada candidato, periodista o medio que lo apoya o le es complaciente. A cuantos le importa saber que intereses hay detrás de cada uno de ellos y que objetivos tienen. Es tanta la despolitización que una importante mayoría acepta que lo induzcan a quien votar y no ponerse a “perder tiempo” en pensar y razonar por si solos. Muchos son los que votan pensando solo en sus intereses personales o sectoriales y no en lo que es más conveniente para el País. El proceso de egoísmo e individualismo ha ido creciendo, dejándose de lado el bien o el interés común. Eso si, esos son los que después despotrican contra los políticos y hablan peste de la política, ahora comprometerse jamás, no destinan ni un minuto a participar en alguna organización social, aunque sea en el club del barrio.
Lo más grave de todo esto es que no hay castigo social a los candidatos nómadas, a los simuladores, a los que trastocan la realidad, a los que nos dicen una cosa y hacen otra. A los que hacen encuestas irreales, a los medios y periodistas que simulan ser justos e imparciales y terminan apoyando solapadamente a sus preferencias políticas o sectoriales.
Si como ciudadanos, no nos prestáramos a este juego perverso y exigiríamos permanentemente la verdad, fuere de la ideología que fuere, esto no ocurriría y no estaríamos como estamos. Si nos causa fastidio todo este comportamiento, si las campañas nos hartan por la falta de seriedad y propuestas, si por lo general el ciudadano no participa o no se compromete porque repudia todo eso, por qué lo soportamos y no nos revelamos ante tanta mediocridad y patetismo. Acaso no será que la sociedad tiene algo de todos eso que criticamos. Pero algo esencial para recordar, todos los candidatos son salidos del seno de esta sociedad, lo que quiere decir que la gran mayoría de la ciudadanía tiene algo de ellos. Nos guste o no, los políticos son el espejo donde se mira la sociedad.

Héctor Daniel Fernández
Junio 2009

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