A los compañeros trabajadores, delegados congresales y
dirigentes
Ante un nuevo Congreso Ordinario, quiero
hacerles llegar mis deseos de éxito en las
deliberaciones y que el resultado de las mismas (políticas) refleje claramente las necesidades
de los trabajadores y del pueblo en general.
Después de casi 27 años en la Federación y de haber compartido tantos Congresos
y momentos juntos y al no poder estar presente en este importante momento de la
historia Sindical en general, quería hacerles llegar estas modestas reflexiones sobre la actual situación, que no difiere mucho a las de los últimos años.
Mi saludo fraterno y un fuerte abrazo
para aquellos que compartimos tantos años y que quizás guarden
un buen recuerdo mío.
LOS TRABAJADORES COMO VARIABLE DEL AJUSTE
"Si se observa
el panorama de la República se ven perfectamente divididos los dos bandos, que,
naturalmente, surgen de nuestra lucha por la consecución de un futuro mejor
para los trabajadores. De un lado está claramente determinada la oligarquía que
se había entronizado en el país durante tantos años, esa oligarquía que había
conseguido explotar en el país todo lo explotable, y había llegado en sus
extremos de explotación hasta explotar la miseria, la ignorancia y la desgracia
de nuestra clase trabajadora. Esos hombres que jamás tuvieron escrúpulos ni
frente a la desgracia, ni frente al dolor, ni frente al sacrificio de nuestras
masas, se sienten hoy humanizados por un sentido de democracia que nunca
sintieron sino para provecho. Así como antes la oligarquía explotó esa
democracia en su provecho con la secuela de fraudes, coimas y negociados de que
está llena nuestra historia política; así como explotó a la democracia en su
provecho y en perjuicio de la clase trabajadora, hoy pretende levantar la
bandera de la democracia que no siente, para servir a sus futuros intereses
políticos, que han de transformarse, como siempre, en pesos y más pesos
succionados a los pobres trabajadores, que son los que menos tienen, pero son
los más capacitados para trabajar, para sufrir y para producir. Juan Domingo
Perón"
Es indudable que como dirigentes les toca
vivir un momento histórico y
trascendente, donde el destino, no sólo de la institución gremial
que los agrupa, sino de las Instituciones de la Republica están en peligro, como quizás nunca antes. El actual gobierno no ha
detenido su acción contra
los trabajadores y sus organizaciones, por todos los medios están tratando de debilitarlos y doblegarlos.
La responsabilidad es mucha y deberán estar a la altura de los acontecimientos sociales, políticos y económicos que la hora les demanda.
Estamos viviendo en un contexto internacional desfavorable para la
clase trabajadora, tanto en Europa como en América y mucho más ante el triunfo
de la extrema derecha en Brasil, donde Bolsonaro pondrá en marcha un nacionalismo
al estilo Trump, poniendo en riesgo la viabilidad del Mercosur e incidirá
directamente en nuestro País. El capitalismo comandado por la derecha –
nacional se ha apoderado de gran parte del mundo y está mostrando su lado más cruel,
suprimiendo derechos, aumentando las desigualdades y los niveles de
concentración de la riqueza.
En nuestro país el Gobierno
ha producido un pronunciado deterioro de las condiciones económicas y sociales de los trabajadores y el
pueblo en general. Aquí no hay
errores, equivocaciones o negligencia, a esto vinieron y lo están llevando a cabo sin miramientos. El Gobierno ha elegido a los trabajadores y
jubilados como una de las principales variables del ajuste. Uno de sus objetivos
es pulverizar los derechos adquiridos de los trabajadores. Desde diciembre de 2015 hasta la fecha las
condiciones laborales en Argentina se han deteriorado y continuarían
haciéndolo. El salario real profundizará su caída de acuerdo a los resultados
de las negociaciones salariales y las proyecciones de inflación. La composición
del empleo seguirá deteriorándose en la medida que las políticas económicas no
apoyen a los sectores con trabajo de mayor calidad. La informalidad continuará
aumentando. De hecho, probablemente, con la reforma laboral se legalicen formas
de contratación precarias.
Está visto que las organizaciones gremiales – exceptuando
aquellas que siempre han sido oficialistas - son el principal escollo que tiene
el Gobierno para aplicar sus políticas. Para ello están empeñados en
desmantelar toda forma de resistencia de las clases populares, y entre esas
formas muy especialmente la resistencia de los sindicatos. En el marco de la
agresión del capitalismo neoliberal contra “la resistencia”, se ha instaurado la
mala imagen de los sindicatos en la sociedad. Hay que estar ciego para no ver
que, más allá de hechos o conductas reprobables de algunos de sus miembros; más
allá de errores o carencias, tal campaña guarda relación directa con el hecho
de que los sindicatos constituyen el principal obstáculo frente al desarrollo
de las políticas en curso, cuyo fondo, es desmantelar el modelo social y
gremial construido por Juan Domingo Perón. También en este contexto se sitúa la
represión policial y judicial contra los sindicalistas y oposición por parte
del Gobierno, que ha recurrido sin dudarlo a métodos que difícilmente se
compadecen con el sistema democrático. Se ha producido un sistemático ataque
contra los sindicatos, con participación de funcionarios, jueces, fiscales y
poderosos medios de comunicación. Condena mediática.
Ante tantos ataques a la clase trabajadora y
a los sectores más vulnerables de la sociedad, se hace necesario que los
dirigentes gremiales estén a la altura de la circunstancias, poniéndose al
frente de los reclamos y en defensa de los derechos adquiridos, deben terminar
los cabildeos y los mezquinos intereses personales o sectoriales. El recambio
de dirigentes ha comenzado y es necesario profundizarlo para crear confianza en
todos los trabajadores y en la sociedad en general, como así también definir
claramente qué modelo de País se quiere. Hoy las bases se están moviendo y
reclamando, si los dirigentes no se ponen a la cabeza de esos reclamos, estas
los pasaran por encima. Si no cumplen con las demandas otros ocuparan su lugar.
Se han comenzado nuevamente desde los medios
de comunicación y asociaciones empresarias (conclave de Idea), para reinstaurar
en agenda y fogoneada por el gobierno, la “reforma del modelo vigente de
relaciones laborales” o sea la flexibilización laboral, reduciendo el ámbito y
contenido de la negociación colectiva. El argumento que esgrimen es que el alto
“costo laboral” impide el crecimiento de la empresa y frenan el ingreso de
inversiones. Arguyen la necesidad de la libre contratación de personal con
menos impuestos y cargas sociales, flexibilizar y facilitar la contratación,
período de prueba, contratos de plazo fijo flexible, negociar productividad, y
acordar diferentes salarios y condiciones de trabajo por empresa y región. Lo
extraño que los empresarios no hablaron de los
aumentos desmedidos en los servicios, las tasas de interés exorbitantes o las
importaciones. El problema siempre son los trabajadores.
Ante esta nueva arremetida, se hace
imprescindible defender las negociaciones colectivas como único instrumento
para unir demandas y expectativas laborales comunes. No se debe perder ni
negociar los derechos adquiridos. Se debe revalorizar al trabajador como ser
humano y no como simple herramienta de trabajo.
El sindicalismo no podrá superar la actual
situación si actúa en forma defensiva, sino ofensivamente, no debe ser el
furgón de cola de ningún gobierno, políticos o empresarios ni dejarles la
iniciativa, continuamente se debe generar y aportar alternativas e ideas, que
ellos llenen su tiempo pensando o resolviendo nuestras propuestas y no nosotros
las de ellos.
En cada etapa el sindicalismo tuvo dos
caras que se vuelven a expresar en esta hora de la Patria. Este es el momento
crucial para decidir con cuál de esas
caras se va a estar. Recordemos la historia más reciente de la Federación del Papel integrando
el MTA y haciendo frente a la
aplicación de políticas neoliberales, como ahora, pero con
Menem. Hoy la realidad los pone ante una nueva disyuntiva para decidir de qué lado estar.
En estas ocasiones la unidad debe estar por encima
de las diferencias ideológicas y defender los intereses globales de los “trabajadores
en general”. Es necesaria la unidad del Movimiento Obrero
(columna vertebral del Movimiento), y detrás de ellos se sumaran las
organizaciones sociales, los marginados, jubilados, empresarios nacionales,
científicos o sea todo el campo nacional y popular, porque la clase política -
hasta ahora y exceptuando honrosas excepciones - no está a la altura de las
circunstancias que está viviendo el pueblo.
La sociedad que está en contra de este
modelo económico, que le ha quitado a los que menos tienen para darles a un
reducido grupo de los que más tiene, cree que la dirigencia sindical unida
puede ser el faro que los guie para combatir estas políticas.
Con el afecto de siempre y el recuerdo permanente.
Daniel Fernández
Noviembre 2018
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