En América
Latina, se está viviendo un proceso de degradación del actual sistema institucional
y democrático. Avasallaron y terminaron con los valores republicanos para
ponerlos al servicio de poderosas minorías ricas. Nadie puede desconocer que se
trata de una estrategia orquestada y coordinada para toda la región, como lo fue
en su momento el
Plan Cóndor (antes y ahora dirigida por Departamento de Estado de los EE.UU). Antes
usaron a los militares para saquear y reprimir al pueblo. Ahora se valen de sistemas más modernos y sutiles de penetración
cultural, con el fin de hacerles creer a distintos sectores sociales de lo negativo
de los procesos populares, con la complicidad de medios de comunicación hegemónicos,
periodistas, jueces y fiscales militantes, quienes se ocupan de desprestigiar,
condenar públicamente y “apretar” a jueces independientes y líderes de la
oposición. Se busca quitarle a una parte de la sociedad las herramientas de análisis, reflexión y
pensamiento crítico, conducirla por el camino de odio visceral por las políticas
y valores de igualdad social y inclusión de los humildes. Buscan una sociedad
sumisa y resignada a su suerte.
El proceso y detención de Lula no es un hecho que
afecta únicamente a Brasil, sino a toda América del Sur. Por la envergadura del
Brasil y trascendencia de Lula presidente, su política volvería a incidir en
los demás países de la región. Este es eje del conflicto entre el poder real y
el poder popular.
Lula es un líder de alcance mundial y reconocido estadista.
Además de amplio respaldo de su pueblo por los logros en sus dos presidencias.
La condena y el intento de proscripción de Lula se
enmarca por lo que hizo: sacar a millones de brasileños de la pobreza y
concederle derechos. Como ha dicho el en su discurso:“Cometí el crimen de poner
pobres en la universidad, negros en la universidad, pobres comiendo carne,
viajando en avión. Por ese crimen me acusan”. “Nunca pensé que poner un plato
de comida en la mesa de un pobre generaría tanto odio de una elite que se harta
de tirar comida a la basura todos los días.” El odio y la venganza de clase es
muy fuerte. No toleran el ascenso social, que los pobres convivan en las
universidades, en las playas, en la escuela, que compartan un barrio, que
tengan trabajo digno, luz, agua, una casa, y sobre todo que piensen y tengan
pensamiento crítico e independiente. Durante la presidencia de Lula, entre 2003 y 2010, alrededor de 30
millones de brasileños se elevaron por encima del umbral de la pobreza y se
sumaron a la economía de mercado. Ese es un logro reconocido tanto por los
partidarios como por los detractores de Lula, algo que aumentó su apoyo en el
país. Además, la mejora se hizo sentir en todo Brasil y llegó a rincones que antes
quedaban al margen de esos beneficios, mediante programas
sociales que eran elogiados internacionalmente. Durante
el mandato de Lula también hubo una mejora del sistema educativo y se crearon
becas para asegurar que los estudiantes más pobres tuvieran acceso a la
educación superior. Cuando Lula concluyó su mandato, había una economía
en auge, una tasa de desempleo inferior a la de Estados Unidos o Alemania y un
optimismo sobre el futuro de Brasil inédito en décadas. Esta es la idea que no quieren que se expanda.
Una muestra del odio de clase que existe también en
nuestro País, fue expresado por Javier González Fraga: "Le hiciste creer a
un empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas,
autos, motos e irse al exterior. Eso era una ilusión. Eso no era normal". O
por la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, se unió a las nefastas
declaraciones González Fraga: expresó “que la gente estaba presa de "una
mentira" de una "fantasía" y que no se podía vivir así” Para
ellos el pobre debe seguir pobre e inculto, cuanto más bruto mejor, así se
puede explotar mas y no reclamara ampliación de derechos.
La reciente intervención del partido Justicialista –en
nuestro País, por medio de la Justicia y
por decisión política, y sobre todo el nombramiento del “pro peronista” Luis
Barrionuevo como interventor es una muestra más de la acción que se lleva en
toda América, por parte del “partido de las corporaciones”, formado por la
oligarquía, grupos poder económicos multinacionales, medios hegemónicos de
comunicación, jueces, fiscales y el gobierno de los Estados Unidos (y eventualmente
la
intervención golpista y fascista de militares, como en Brasil, que amenazaron
con “restablecer el orden” en caso de que Lula no fuera preso).
Nada es casualidad, este Gobierno de Ceos “interventor”, está en sintonía con
lo que pasa en Brasil y en muchos otros países de la región. La voluntad
política de designar a Barrionuevo como interventor es dividir lo más posible al
peronismo y así posibilitar el triunfo electoral del Gobierno en 2019. Esta
intervención se producen en el momento que se estaba trabajando para la unidad con
distintas corrientes, otros partidos políticos y movimientos sociales, lo que
conformaba una amenaza a la continuidad del actual gobierno, más por el
creciente descredito por las medidas de trasferencia de recursos del pueblo a
los ricos y hechos de corrupción, que por la acción de la oposición. Esta
designación está de acuerdo con la posición de algunos dirigentes “pro - peronistas”
que han manifestado – recientemente en Gualeguaychu - que su límite es el
Kirchnerismo y no Macri que está entregando el País. Además de aglutinar a otros
“colaboracionistas”. (Colaboracionista- término atribuido a todo aquello que
tiende a auxiliar o cooperar con el enemigo). Quizás con el kirchnerismo no se
pueda ganar, pero sin él no se gana.
Cuando EE. UU., estuvo ocupado en otros conflictos
internacionales y descuido algo su patio trasero, América del Sur, el Brasil de
Lula creció y tuvo una importante influencia para todos los países de la
región. Aparecieron líderes populares que orientaron sus políticas a una mayor
y mejor distribución de la riqueza. La Venezuela de Cháves, el Ecuador de
Correa, el Paraguay de Lugo, la Honduras de Zelaya, la Bolivia de Evo, el
Uruguay de Mugica , la Argentina de Nestor e incluso el Chile de Bachelet. Fue
un gran cambio y una política regional que propiciaba la independencia política
y económica de los grandes centros de poder y del FMI.
Cuando Estados Unidos se dio cuenta de la pretensión
de independencia de su patio trasero y junto a los intereses económicos
internacionales que se sentían desplazados, comenzaron a limpiarlo. Como
siempre tuvieron la ayuda de las clases privilegiadas de cada país que se
sentían afectadas por la conquista de derechos de los trabajadores y los más
humildes, junto a ellas los estuvieron los políticos entreguistas, jueces y
grandes medios periodísticos, que responden a esa clase y reportan a la
Embajada del País del Norte.
Así comenzaron con los llamados golpes blandos, que no
fueron otra cosa que golpes de estado del poder económico junto a sus aliados el partido judicial y
periodístico. Honduras, Paraguay, Brasil, son el ejemplo más claro de ello.
El juez Moro, quien condeno a Lula por convicción y no
por pruebas. Tal como ocurriera en el caso de
Dilma Rousseff no existen pruebas irrefutables que Lula hubiera recibido el
famoso triplex en Guarujá a cambio de favores concedidos a ciertas empresas
examinadas en el marco del proceso legal conocido como Lava Jato. Pero la
certeza incontrovertible de la existencia del delito, fundamento del debido
proceso, no es ya necesaria en Brasil, como en Argentina, para condenar a un
enemigo político. El juez Moro, asistió al programa para instrucción de
abogados ofrecido por la Harvard Law School y también en un workshop sobre
lavado de dinero organizado por el Departamento de Estado, pese a que en
Estados Unidos hay cuatro estados –Delaware, Nevada, Wyoming y Dakota del Sur–
en donde se lava dinero de forma abierta y descarada. Todo este proceso
coincidió con la llegada a Brasilia de la ex embajadora de EEUU en Brasil,
Liliana Ayalde y reemplazada en enero de este año por otro diplomático, también
de carrera, Michael McKinley (se desempeñó en como embajador en Afganistán,
Perú y Colombia). A principios de 2017, Ayalde fue designada Directora Civil
Adjunta para Asuntos de Política Exterior del Comando Sur del Ejército
estadounidense. Sus antecedentes como diplomática generan intriga y cierta
sospecha en sectores de la izquierda latinoamericana: mientras estuvo al frente
de las embajadas estadounidenses en Paraguay y Brasil se produjeron los
derrocamientos, a través de la vía parlamentaria, de Fernando Lugo y la propia
Rousseff.
Hoy Lula es el candidato con mayor intención de voto,
y posible ganador de las elecciones en primera vuelta, buscan por cualquier
medio impedirlo.
Ocurre que ellos creían que con la destitución de
Dilma, moría el PT. Que con la propaganda de desprestigio hacia Lula y el PT,
por parte de la cadena O Globo y sus jueces aliados bastaba. Consideraban que
con la condena mediática o la condena sin prueba era suficiente para que la
sociedad lo creyera como palabra sagrada y para una parte de la sociedad así
fue. La suma de muchas mentiras hace una verdad. Algo similar ocurrió aquí en
el 55 con Perón. Pero el pueblo no olvida de quien le cambio la vida para bien
y a pesar de acusaciones, proscripciones y campañas sucias la gente lo apoyaba
y lo seguía.
Este accionar se ve en todos los países de América
Latina. Cataratas de acusaciones mediáticas sin pruebas fehacientes, que a la
larga caen. Jueces militantes que dictan prisión desconociendo la presunción de
inocencia. Ahora cuando la denuncia o el hecho de corrupción son del poder,
desconocen pruebas, absuelven sin investigar o cajonean las causas y si algún
fiscal o juez quiere profundizar, es desplazado, destituido o “apretado”. Ver
Correo Gate en Argentina. Arribas – Odebrecht. Panamá Papers. Cuentas Offshore.
Lula es condenado por lo que representa, por lo que
hizo en favor de los pobres. Lula, de ganar las elecciones, puede ser una
amenaza para las políticas neoliberales y las oligarquías de la región. Están
actuando estratégicamente en forma mancomunada, algo semejante a lo que ocurrió
con el triste plan cóndor. La Operación
Cóndor o el Plan Cóndor fue un plan de inteligencia diseñado y coordinado por
los servicios de seguridad de las dictaduras militares de Brasil, Argentina,
Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay, en colaboración con la CIA de Estados
Unidos, para aniquilar a la izquierda opositora durante la década de los 70.
Estoy
convencido que si no nos movilizamos y no generamos conciencia entre la
población será imposible impedir que se afiancen y ejecuten este brutal atropello
a la democracia. Ya hemos vivido momentos semejantes y los hemos superado, no
miremos tanto a los dirigentes y comencemos a unirnos desde abajo, que lo otro
llegara. Mantengamos la convicción de luchar por nuestros ideales e ilusiones de
un patria libre, justa y soberana y no permitamos perder la batalla cultural y
por vayamos por una democracia más directa y revocatoria.
Daniel
Fernández
Abril
2018
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