viernes, 13 de abril de 2018

LULA - AMÉRICA LATINA Y LA DEGRADACIÓN DEL SISTEMA INSTITUCIONAL Y DEMOCRATICO


En América Latina, se está viviendo un proceso de degradación del actual sistema institucional y democrático. Avasallaron y terminaron con los valores republicanos para ponerlos al servicio de poderosas minorías ricas. Nadie puede desconocer que se trata de una estrategia orquestada y coordinada para toda la región, como lo fue en su momento el Plan Cóndor (antes y ahora dirigida por Departamento de Estado de los EE.UU). Antes usaron a los militares para saquear y reprimir al pueblo. Ahora se valen de  sistemas más modernos y sutiles de penetración cultural, con el fin de hacerles creer a distintos sectores sociales de lo negativo de los procesos populares, con la complicidad de medios de comunicación hegemónicos, periodistas, jueces y fiscales militantes, quienes se ocupan de desprestigiar, condenar públicamente y “apretar” a jueces independientes y líderes de la oposición. Se busca quitarle a una parte de la sociedad  las herramientas de análisis, reflexión y pensamiento crítico, conducirla por el camino de odio visceral por las políticas y valores de igualdad social y inclusión de los humildes. Buscan una sociedad sumisa y resignada a su suerte.

El proceso y detención de Lula no es un hecho que afecta únicamente a Brasil, sino a toda América del Sur. Por la envergadura del Brasil y trascendencia de Lula presidente, su política volvería a incidir en los demás países de la región. Este es eje del conflicto entre el poder real y el poder popular.
Lula es un líder de alcance mundial y reconocido estadista. Además de amplio respaldo de su pueblo por los logros en sus dos presidencias.
La condena y el intento de proscripción de Lula se enmarca por lo que hizo: sacar a millones de brasileños de la pobreza y concederle derechos. Como ha dicho el en su discurso:“Cometí el crimen de poner pobres en la universidad, negros en la universidad, pobres comiendo carne, viajando en avión. Por ese crimen me acusan”. “Nunca pensé que poner un plato de comida en la mesa de un pobre generaría tanto odio de una elite que se harta de tirar comida a la basura todos los días.” El odio y la venganza de clase es muy fuerte. No toleran el ascenso social, que los pobres convivan en las universidades, en las playas, en la escuela, que compartan un barrio, que tengan trabajo digno, luz, agua, una casa, y sobre todo que piensen y tengan pensamiento crítico e independiente. Durante la presidencia de Lula, entre 2003 y 2010, alrededor de 30 millones de brasileños se elevaron por encima del umbral de la pobreza y se sumaron a la economía de mercado. Ese es un logro reconocido tanto por los partidarios como por los detractores de Lula, algo que aumentó su apoyo en el país. Además, la mejora se hizo sentir en todo Brasil y llegó a rincones que antes quedaban al margen de esos beneficios, mediante programas sociales que eran elogiados internacionalmente. Durante el mandato de Lula también hubo una mejora del sistema educativo y se crearon becas para asegurar que los estudiantes más pobres tuvieran acceso a la educación superior. Cuando Lula concluyó su mandato, había una economía en auge, una tasa de desempleo inferior a la de Estados Unidos o Alemania y un optimismo sobre el futuro de Brasil inédito en décadas.  Esta es la idea que no quieren que se expanda.
Una muestra del odio de clase que existe también en nuestro País, fue expresado por Javier González Fraga: "Le hiciste creer a un empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior. Eso era una ilusión. Eso no era normal". O por la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, se unió a las nefastas declaraciones González Fraga: expresó “que la gente estaba presa de "una mentira" de una "fantasía" y que no se podía vivir así” Para ellos el pobre debe seguir pobre e inculto, cuanto más bruto mejor, así se puede explotar mas y no reclamara ampliación de derechos.

La reciente intervención del partido Justicialista –en nuestro País,  por medio de la Justicia y por decisión política, y sobre todo el nombramiento del “pro peronista” Luis Barrionuevo como interventor es una muestra más de la acción que se lleva en toda América, por parte del “partido de las corporaciones”, formado por la oligarquía, grupos poder económicos multinacionales, medios hegemónicos de comunicación, jueces, fiscales y el gobierno de los Estados Unidos (y eventualmente la intervención golpista y fascista de militares, como en Brasil, que amenazaron con “restablecer el orden” en caso de que Lula no fuera preso). Nada es casualidad, este Gobierno de Ceos “interventor”, está en sintonía con lo que pasa en Brasil y en muchos otros países de la región. La voluntad política de designar a Barrionuevo como interventor es dividir lo más posible al peronismo y así posibilitar el triunfo electoral del Gobierno en 2019. Esta intervención se producen en el momento que se estaba trabajando para la unidad con distintas corrientes, otros partidos políticos y movimientos sociales, lo que conformaba una amenaza a la continuidad del actual gobierno, más por el creciente descredito por las medidas de trasferencia de recursos del pueblo a los ricos y hechos de corrupción, que por la acción de la oposición. Esta designación está de acuerdo con la posición de algunos dirigentes “pro - peronistas” que han manifestado – recientemente en Gualeguaychu - que su límite es el Kirchnerismo y no Macri que está entregando el País. Además de aglutinar a otros “colaboracionistas”. (Colaboracionista- término atribuido a todo aquello que tiende a auxiliar o cooperar con el enemigo). Quizás con el kirchnerismo no se pueda ganar, pero sin él no se gana.   

Cuando EE. UU., estuvo ocupado en otros conflictos internacionales y descuido algo su patio trasero, América del Sur, el Brasil de Lula creció y tuvo una importante influencia para todos los países de la región. Aparecieron líderes populares que orientaron sus políticas a una mayor y mejor distribución de la riqueza. La Venezuela de Cháves, el Ecuador de Correa, el Paraguay de Lugo, la Honduras de Zelaya, la Bolivia de Evo, el Uruguay de Mugica , la Argentina de Nestor e incluso el Chile de Bachelet. Fue un gran cambio y una política regional que propiciaba la independencia política y económica de los grandes centros de poder y del FMI.
Cuando Estados Unidos se dio cuenta de la pretensión de independencia de su patio trasero y junto a los intereses económicos internacionales que se sentían desplazados, comenzaron a limpiarlo. Como siempre tuvieron la ayuda de las clases privilegiadas de cada país que se sentían afectadas por la conquista de derechos de los trabajadores y los más humildes, junto a ellas los estuvieron los políticos entreguistas, jueces y grandes medios periodísticos, que responden a esa clase y reportan a la Embajada del País del Norte.
Así comenzaron con los llamados golpes blandos, que no fueron otra cosa que golpes de estado del poder económico  junto a sus aliados el partido judicial y periodístico. Honduras, Paraguay, Brasil, son el ejemplo más claro de ello.
El juez Moro, quien condeno a Lula por convicción y no por pruebas. Tal como ocurriera en el caso de Dilma Rousseff no existen pruebas irrefutables que Lula hubiera recibido el famoso triplex en Guarujá a cambio de favores concedidos a ciertas empresas examinadas en el marco del proceso legal conocido como Lava Jato. Pero la certeza incontrovertible de la existencia del delito, fundamento del debido proceso, no es ya necesaria en Brasil, como en Argentina, para condenar a un enemigo político. El juez Moro, asistió al programa para instrucción de abogados ofrecido por la Harvard Law School y también en un workshop sobre lavado de dinero organizado por el Departamento de Estado, pese a que en Estados Unidos hay cuatro estados –Delaware, Nevada, Wyoming y Dakota del Sur– en donde se lava dinero de forma abierta y descarada. Todo este proceso coincidió con la llegada a Brasilia de la ex embajadora de EEUU en Brasil, Liliana Ayalde y reemplazada en enero de este año por otro diplomático, también de carrera, Michael McKinley (se desempeñó en como embajador en Afganistán, Perú y Colombia). A principios de 2017, Ayalde fue designada Directora Civil Adjunta para Asuntos de Política Exterior del Comando Sur del Ejército estadounidense. Sus antecedentes como diplomática generan intriga y cierta sospecha en sectores de la izquierda latinoamericana: mientras estuvo al frente de las embajadas estadounidenses en Paraguay y Brasil se produjeron los derrocamientos, a través de la vía parlamentaria, de Fernando Lugo y la propia Rousseff.
Hoy Lula es el candidato con mayor intención de voto, y posible ganador de las elecciones en primera vuelta, buscan por cualquier medio impedirlo.
Ocurre que ellos creían que con la destitución de Dilma, moría el PT. Que con la propaganda de desprestigio hacia Lula y el PT, por parte de la cadena O Globo y sus jueces aliados bastaba. Consideraban que con la condena mediática o la condena sin prueba era suficiente para que la sociedad lo creyera como palabra sagrada y para una parte de la sociedad así fue. La suma de muchas mentiras hace una verdad. Algo similar ocurrió aquí en el 55 con Perón. Pero el pueblo no olvida de quien le cambio la vida para bien y a pesar de acusaciones, proscripciones y campañas sucias la gente lo apoyaba y lo seguía.
Este accionar se ve en todos los países de América Latina. Cataratas de acusaciones mediáticas sin pruebas fehacientes, que a la larga caen. Jueces militantes que dictan prisión desconociendo la presunción de inocencia. Ahora cuando la denuncia o el hecho de corrupción son del poder, desconocen pruebas, absuelven sin investigar o cajonean las causas y si algún fiscal o juez quiere profundizar, es desplazado, destituido o “apretado”. Ver Correo Gate en Argentina. Arribas – Odebrecht. Panamá Papers. Cuentas Offshore.
Lula es condenado por lo que representa, por lo que hizo en favor de los pobres. Lula, de ganar las elecciones, puede ser una amenaza para las políticas neoliberales y las oligarquías de la región. Están actuando estratégicamente en forma mancomunada, algo semejante a lo que ocurrió con el triste plan cóndor.  La Operación Cóndor o el Plan Cóndor fue un plan de inteligencia diseñado y coordinado por los servicios de seguridad de las dictaduras militares de Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay, en colaboración con la CIA de Estados Unidos, para aniquilar a la izquierda opositora durante la década de los 70.

Estoy convencido que si no nos movilizamos y no generamos conciencia entre la población será imposible impedir que se afiancen y ejecuten este brutal atropello a la democracia. Ya hemos vivido momentos semejantes y los hemos superado, no miremos tanto a los dirigentes y comencemos a unirnos desde abajo, que lo otro llegara. Mantengamos la convicción de luchar por nuestros ideales e ilusiones de un patria libre, justa y soberana y no permitamos perder la batalla cultural y por vayamos por una democracia más directa y revocatoria.

Daniel Fernández
Abril 2018

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