martes, 14 de septiembre de 2010

OBSCENO, PORNOGRÁFICO Y PROSTITUTO

OBSCENO, PORNOGRÁFICO Y PROSTITUTO
Por Edgardo Chini

“Que la chupen, que la sigan mamando” dijo el Dios de la Nº 5. Y el mundo mediático estalló, dando rienda suelta a su histérica concepción de la moral. La condena se basó en el uso inapropiado de palabras que grafican semejante acción sexual en una metáfora con poética pornográfica, elegida por el DT de la selección argentina de fútbol, para referirse principalmente, a la corporación periodística deportiva.
Y a partir de allí, todo pareció convertirse en otra cosa.
Los comentaristas futboleros especialistas en hablar con los resultados puestos y el diario de lunes bajo el brazo, se ofendieron en lo profundo de su ser ante el uso de semejante “imagen de obscenidad”.
Todo inmerso en la creciente similitud actual, entre las coberturas deportivas y las de espectáculos, donde el uso del chimento y la difamación personal son herramientas usadas como principal recurso informativo. Mientras poco y nada se habla de la recurrente puesta de espalda, a la que aceptan ser sometidos los profesionales de la opinión de saliva barata. Hombres y mujeres que ofrecen su semanal panquequeada de pensamientos, mientras exhiben su accionar veleta, siempre acorde a un rápido acomodamiento de sus trastes hacia donde el sol mejor los calienta. Mientras con aires de representatividad ciudadana, se arrogan aquello de ‘hacerse eco de lo que la gente piensa’.
Nada de todo esto habilita sin embargo, la liviana utilización de palabras que al salirse de lo específicamente sexual, siendo pronunciadas en el contexto inadecuado; se convierten en lascivas. Expresiones, que por cierto, formaron parte de una hábil gambeta, esta vez fuera del campo de juego, con la que el ex número 10, evito cargar las tintas, sobre el tema hacia el que esencialmente debería enfocar sus apreciaciones: el funcionamiento futbolístico del equipo que dirige técnica y sobre todo tácticamente. Actividad donde en verdad radica su actual falencia, ya que ha sido notoria la larga lista de pifiadas que ha producido en la realización del trabajo para el cual se le paga.
Al mismo tiempo, la desfachatez crece hasta límites insospechados, cuando la FIFA (entidad que perdió la vergüenza y la dignidad hace ya demasiado tiempo), evalúa sancionar al mayor hacedor de alegrías populares de estas pampas, mientras nuestra querida AFA planifica la defensa, circunscribiendo todo a ‘exabruptos inmersos en una emoción violenta’.
Sin embargo, toda esta situación podría ayudarnos a entender cuanto de hipócritas, egoístas, mezquinos y miserables, nos habita en muchas de las acciones diarias que producimos socialmente.
Porque, ¿no estamos exigiendo que nos la sigan mamando los sectores de menos recursos, cuando no pagamos nuestros impuestos? Principalmente cuando se trata de objetos de lujo, como piscinas, yates o propiedades sin declarar que no utilizamos como vivienda.
¿No nos estamos cagando en el prójimo, cuando aceleramos nuestros autos en las esquinas donde niños esperan hacer uso de su paso peatonal, o cuando nunca nos detenemos en las puertas de las escuelas, sabiendo de lo caótico que es a veces, la entrada y salida de alumnos?
¿No estamos mandando a que nos la chupen todos nuestros vecinos, cuando sacamos nuestra basura a la calle fuera de los horarios estipulados y hasta en días de tormenta, con el peligro cierto de aumentar las posibilidades de provocar la eclosión de nuestros de por sí ineficientes sistemas de desagüe?
Y sigue la lista.
¿Qué nos sorprende entonces, cuando algunos de nuestros dirigentes (que no son marcianos, ni fueron paridos por un repollo), malversan fondos públicos destinados a cubrir necesidades sociales o de desarrollo para el país en su conjunto, haciendo que ese dinero vaya finalmente a engordar bolsillos particulares?
Pero tampoco vale aquí, aquello de ‘esto solo pasa en la Argentina’. El mundo esta lleno de imbéciles, corruptos e irresponsables.
Así que también es hora que abandonemos esa especie de narcisismo negativo con el cual solemos regodearnos.

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