miércoles, 2 de junio de 2010

BICENTENARIO

En estos festejos del Bicentenario, he podido vivir y percibir tanto en la Avenida 9 de Julio como desde mi casa, por medio de la transmisión de la televisión, una profunda emoción y un renacer del sentimiento patrio en esa inmensa congregación de personas que ahí se dio sita durante los días de festejos.
Una marea humana concurría de un sitio a otro espontáneamente disfrutando de los distintos eventos organizados por el Gobierno Nacional para celebrar el Bicentenario, todos juntos festejando, vivando y cantando junto a los artistas del pueblo, emocionadose cada vez que se entonaba el Himno Nacional, con el desfile de los soldados vestidos de época, con los ex combatientes de Malvinas, con las delegaciones de las distintas colectividades, con el desfile de las carrozas alegóricas a distintos hechos históricos: el éxodo jujeño, el cruce de los andes, cuando la banda de granaderos toco la marcha de San Lorenzo o cada vez que la gente gritaba al unísono de ARGENTINA - ARGENTINA, verdaderamente estremecía y hasta se escapaba un lagrimón. También fue conmovedor el ver el constante flamear de nuestra bandera Argentina y el fervor que se ponía en cada hecho o expresión con el que uno se sentía identificado. La multitud respondió a un hecho patriótico, de contenido popular, federal y latinoamericano.
El pueblo rompió con el individualismo y se junto – sin preconceptos o prejuicios - para festejar todo aquello que se le ofreció. Pude ver largas colas para visitar los puestos de las provincias, probar sus comidas típicas, escuchar su música y ver los bailes o simplemente caminar y caminar todos juntos en paz y armonía. El pueblo demostró estar necesitado de una oferta cultural tan rica y diversa, espero que tomen nota y se pueda repetir. Era un festejo particular, único, el cual la mayoría de los presentes no volveremos a vivir.
Realmente fue algo impensado, al no haber vivido el 17 de Octubre de 1945, puedo decir –dentro de un contexto distinto – que no veía a millones de personas movilizándose desde el regreso de Perón. El pueblo tomo las calles del centro y se apodero de la alegría, sin banderías políticas, sin agravios ni violencia, sin sectarismos ni egoísmos ni mezquindades.
Se podía ver compartiendo la fiesta a familias enteras con sus pequeños hijos, mucha juventud, personas mayores y extranjeros, pero también se vio compartiendo el mismo espacio y alegría a la clase media con familias pobres del conurbano, como debe ser. En definitiva el País nos contiene a todos, aunque – en ocasiones - algunos sectores son propensos a negar o discriminar a los pobres.
Fue un claro mensaje para nuestra clase política, lo que el pueblo quiere no es precisamente lo que ellos nos están ofreciendo, como tampoco es aquello que algunos medios nos quieren instalar, como el odio, la violencia o el enfrentamiento. También fue una derrota de aquellos agoreros que se la pasan hablando de una sociedad crispada, prediciendo el apocalipsis, el caos y la intolerancia. Es evidente que el pueblo vive una realidad que no viven los políticos ni reflejan algunos medios. No he visto entre la multitud a personas tristes, angustiadas o abatidas.
Así mismo sería un error garrafal si el oficialismo – por ser el organizados de los festejos - pensara que esa multitud estaba ahí solo por ellos.
Estos días de unidad y festejo no van a cambiar la realidad que a diario vivimos, ni olvidar la deuda social que estará ahí presente recordándonos que aún hay muchas cosas por hacer y por cambiar. Negar estas cosas es querer tapar el sol con la mano. Pero la ganas del pueblo de festejar y participar en cada evento que se les ofreció durante estos 5 días, demuestran que los políticos y los medios que expresan sólo sus intereses particulares, caminan por una senda y la gente por otro. Espero que esto sirva como experiencia, que los más inteligentes y aquellos que estén libres de ataduras e intereses sectoriales o personales sepan leer y escuchar el mensaje que desde la calle se les envió y comprendan lo que el pueblo aspira de ellos.
Desde los años 90 vengo criticando el comportamiento de nuestra sociedad, donde el individualismo y el egoísmo relego a la solidaridad y la participación. El objetivo fue denigrar la política para quebrar la participación ciudadana y el compromiso social para que nadie se interesara en la política. Sin participación y sin compromiso ciudadano se tuvo vía libre para ejecutar políticas neo liberales que perjudicaron al pueblo y beneficiaron a uno pocos. Pero lo ocurrido en este acontecimiento popular, me sorprendió, es como si en cierta forma se fuera revirtiendo esa tendencia e incluso pude ver y me llamó la atención un mayor compromiso ideológico en los jóvenes (un pequeño brote de aquellos años 70). Fue como que la gente salió a la calle a ver que pasaba y no espero cómodamente en su casa para que alguien se lo contara. Imitando en algo aquella gesta de 1810, el pueblo salió a la calle para “saber de que se trataba”. La reflexión que me deja, es que socialmente no todo está tan mal como yo creía, sólo espero que ese cambio - el de comprometerse - se sostenga en el tiempo.
Indudablemente fue la fiesta del pueblo más grande que he podido vivir.

Héctor Daniel Fernández
Mayo 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Daniel: lo que describís coincide con lo expresado por un festejo pensado y concretado pluralmente. Mérito del Gobierno (por la realización de lo así pensado) que merece una reflexión si esto no es una muestra que desmiente una intepretación/acusación de sectarismo que se hizo sentido común por el discurso mediatico y mediocre. También y por sobre todo mérito del pueblo (por el protagonismo) que suele sorprender a los que no lo conocen por prejuicio o por ignorancia supina.

Cualquier lectura no puede desconocer que la masividad y calidad solidaria del evento despeja cualquier duda sobre un pueblo enojado o alienado por conflictos que, sin duda, existen pero que no implican, al parecer, antagonismos profundos o insuperables.

Particularmente los seguí de lejos, por tv, atento mi convalescencia de alguna dolencia. Sí hice el esfuerzo de asistir el jueves a la llegada de los pueblos originarios. Apenas un par de horas. Para los que tenemos algunos años, había que saldar alguna deuda honda con aquél Malón de la Paz de los años iniciales del peronismo. Aquí el Bicentenario del Estado Nación argentino se queda corto ante naciones o culturas preexistentes que tienen varios bicentenarios encima y poco para festejar. No está saldada esa deuda, y esta vez si bien el acontecimiento fue importante y público, tampoco se acogió a estos hermanos en toda su importancia ni se entendieron o atendieron en profundidad sus reclamos. Falencias nacidas de la estructura cultural dominante (que aún los muestra como invasores o bárbaros), a pesar de los rasgos de resistencia emancipatoria que se asoman (ej. las apariciones en el desfile artístico, así como la de los siempre denostados anarquistas, a quienes tanto tributo deben los obreros ). Aún así, Buenos Aires, símbolo del Estado Nación argentino, sigue siendo ajeno y hostil para quienes habitaron antes, y debieron ceder tanto para que ese estado exista.

La recuperación simbólica de “la patria”, el “himno”, la “bandera” en fin, del patriotismo que había sido prácticamente “apropiados” (si, arrebatado sin consentimiento de la colectividad que los titulariza) por un cierto gauchaje ajeno al que abonó el crecimiento de la Libertad festejada, es un paso sorprendente pero no por eso menos necesario. También la exaltación de los hombres/héroes comprometidos con la causa Continental . Su aprovechamiento para cimentar un proceso independentista latinoamericano y nacional y pleno de justicia social en serio, que además comprenda a todos los protagonistas, aún los condenados o invisibilizados por la historia oficial y dependiente, será tal vez la piedra angular para la ansiada revolución que nos debemos.

Un abrazo más esperanzado.

Juan Carlos

SON MUY PELIGROSOS

    Mientras estos personajes fanfarrones, patéticos y cobardes se disfrazan para jugar a la guerra y a los soldaditos, creen que todo es co...