jueves, 31 de mayo de 2012

Juventudes comparadas

Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
Edición Nro 155 - Mayo de 2012
Editorial
Juventudes comparadas
Por José Natanson
Encandilados los más kirchneristas por kirchneristas, por tanta apelación a los 70 y revisionismo histórico a lo Pacho O’ Donnell, y enceguecidos los opositores, mareados en ese antiperonismo que no desaparece, los paralelismos entre el actual momento político y el alfonsinismo suelen quedar en las sombras. Y es una lástima, pues la comparación permite iluminar un aspecto del kirchnerismo que a menudo permanece velado: su cara no populista, su conexión con la tradición liberal, que aunque tenue y problemática existe y resulta crucial para comprender mejor un ciclo político más complejo de lo que suele admitirse.
Tanto el alfonsinismo como el kirchnerismo surgieron en contextos de emergencia, en un clima de cambio de época tras el terremoto producido por crisis severísimas (la del fin de la dictadura y la deuda en el primer caso, la del fin del neoliberalimo y la convertibilidad en el segundo). Surgidos en el seno de los dos grandes partidos tradicionales, ambos rompieron con años de hegemonía interna conservadora –balbinista y menemista– a partir de un amplio programa de reforma progresista y de espíritu refundacional. Si se mira bien, es fácil descubrir la huella del alfonsinismo en muchas decisiones actuales, desde las más obvias (el juicio a las juntas como antecedente de la actual política de derechos humanos) hasta las menos evidentes, como los esfuerzos por reforzar el control civil sobre las fuerzas armadas o las revolucionarias modificaciones en las normas de regulación de las costumbres y la vida privada sancionadas por ambos gobiernos (la ley de divorcio y de patria potestad compartida en los 80, la ley de matrimonio igualitario y el ambicioso proyecto de reforma del Código Civil en la actualidad). Todo esto produjo un fuerte sacudón en la vida intelectual que se tradujo en la formación de núcleos más o menos orgánicos, más o menos interesantes de apoyo (el Grupo Esmeralda y Carta Abierta), con sus respectivos referentes (Juan Carlos Portantiero y Horacio González).
Miradas las cosas desde esta óptica, y sin entrar en una lista comparativa de avances y claudicaciones, que cada uno podrá hacer a su gusto, digamos que ambos movimientos, caracterizados por un liderazgo enérgico, una reescritura en clave progresista de la historia y una fuerte voluntad de cambio, asumieron un sesgo anticorporativo –respecto de la Iglesia, los militares e incluso el sindicalismo– que conmocionó las estructuras del poder establecido y los tiñó de un tono épico que atrajo a amplios segmentos de la sociedad.
Entre ellos, claro, los jóvenes. Desde un comienzo, desde antes incluso de su llegada a la Presidencia en 1983, el alfonsinismo se apoyó en la Coordinadora, un agrupamiento de jóvenes surgido a fines de los 60, en pleno gobierno de Onganía y en el inicio del ciclo de peronización del progresismo y las clases medias que llegaría a su punto máximo con el triunfo en 1973 de Héctor Cámpora, con el objetivo de renovar al radicalismo a partir de una propuesta que incluía la defensa de la democracia y el rechazo a la en ese entonces muy de moda vía armada. Una vez en el poder, los integrantes de la Coordinadora –jóvenes brillantes provenientes la mayoría de ellos de la política universitaria– operaron como el núcleo más dinámico del gobierno, donde llegarían a ocupar lugares destacadísimos: Enrique “Coti” Nosiglia, ministro del Interior; Facundo Suárez Lastra, intendente de Buenos Aires; Jesús Rodríguez, ministro de Economía.
Parecían tenerlo todo, y sin embargo fracasaron, unánimemente y sin matices. Sucedió que, hacia la mitad de su mandato, Alfonsín, acechado por la crisis inflacionaria y presionado por los militares (ese sí que era un clima destituyente), decidió imprimirle un giro a su política económica y de derechos humanos, con el reemplazo de Bernardo Grinspun por Juan Sourrouille y la sanción de las leyes de obediencia debida y punto final. En este contexto delicadísimo, los jóvenes coordinadores quedaron atrapados entre la intención de defender sus posiciones históricas y la necesidad de acompañar a un gobierno, y a un líder, que les había dado todo, weberianamente tensionados entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad.
Incapaces de salir por arriba del laberinto, respaldaron los planes de estabilización lanzados desde el 85 y apoyaron las leyes de impunidad (todos los diputados de la Coordinadora salvo tres votaron a favor de la obediencia debida). Probablemente angustiados, optaron por no traicionar al padre, aunque la lealtad a la larga les haya costado la carrera. Y es que luego, ya en el llano y con una nueva hegemonía, la menemista, sin escrúpulos para emprender las reformas que el alfonsinismo apenas había insinuado, la Coordinadora se fue apagando, desangrándose poco a poco. Sus integrantes –algunos dedicados a los negocios, otros al lobby y unos cuantos al ostracismo de una vida parlamentaria sin sobresaltos– no lograron rearticular el espacio común. Al final, el pos alfonsinismo quedó en manos de De la Rúa.
Ahora
Aunque los análisis más comunes suelen recurrir a la comparación con Montoneros, y aunque a veces ellos mismos confundan con sus cantitos extemporáneos (“La vida por Cristina”, por ejemplo), lo cierto es que los jóvenes kirchneristas tienen poco que ver con el militarismo, el desprecio a la democracia liberal y la ultraverticalidad de los 70. Lejos de este contexto, tienen la oportunidad de establecer con ese pasado trágico un diálogo más franco, desprovisto de la sobrecarga ideológica que distorsiona la mirada de muchos de quienes vivieron los años de fuego. Y es que la realidad de los jóvenes camporistas tiene más que ver con el pluralismo, la gimnasia electoral y el lenguaje de derechos incorporados a la política en los 80, resultado en buena medida del éxito del alfonsinismo y sus jóvenes guardianes. Por eso, así como revisar la experiencia alfonsinista es crucial para entender el kirchnerismo, analizar el derrotero de la Coordinadora es clave para, en un ejercicio de juventudes comparadas, vislumbrar el futuro de La Cámpora (1).
Y en este sentido, dos enseñanzas. La primera es clara: los integrantes de La Cámpora, que hoy ostentan cargos de responsabilidad equivalentes a los de los jóvenes coordinadores, corren el mismo riesgo de que el poder –por vía del amodorramiento institucional y la pulsión disciplinadora inherente a toda burocracia– termine sofocando su capacidad de innovación y sus energías creativas, que deberían ser, al menos en teoría, parte importante de la contribución de la juventud kirchnerista al kirchnerismo.
Hasta el momento, La Cámpora ha dado muestras de su voluntad de fortalecer una organización militante en el territorio tanto como de su capacidad para aportar funcionarios técnicamente formados a cargos de alta responsabilidad pública. Pero su aporte no puede limitarse al armado territorial, ámbito en el cual jamás podrán superar a la antiquísima y muy aceitada red de gobernadores, intendentes y punteros del peronismo tradicional, ni a la disponibilidad de buenos gestores, que abundan también en la academia, la sociedad civil y los estados provinciales. Su mayor desafío es contribuir al ya de por sí transformador ciclo kirchnerista aportando algo nuevo. ¿Cuál es, en este sentido, el “diferencial” de La Cámpora? ¿Cuál es su ventaja respecto de otras organizaciones que forman parte del heterogéneo conglomerado oficial? ¿Cuál es su agenda? Dicho un poco brutalmente: ¿en que se diferencia su propuesta legislativa de la de Agustín Rossi?
En lo que quizá sea la diferencia más de fondo, más decisiva respecto del alfonsinismo, el kirchnerismo ha dado muestras de que no retrocede ante situaciones de crisis sino que reacciona en clave de retruco-vale cuatro: juicio a la Corte Suprema menemista frente a las presiones de la mayoría automática, nacionalización de las AFJP tras el estallido de la crisis económica, reestatización de YPF ante el colapso de la política energética. En este contexto, el riesgo de La Campora no es una derechización del kirchnerismo, que no ha sucedido ni, todo así lo indica, va a suceder, sino la adopción irreflexiva de algunos de sus tics políticos menos virtuosos: la escasa propensión a someter a la deliberación pública sus iniciativas (contracara de la sobrevalorada “sorpresa” kirchnerista), la concentración de poder en la figura del líder máximo y la verticalidad como método para la toma de decisiones.
No hace falta ser Jorge Lanata para admitir que este tipo de conductas difícilmente contribuyan a generar una juventud desafiante y vibrante, que en el ejercicio de su libertad se anime a avanzar en temas e ideas novedosos. Una juventud que además, y aunque siempre conviene tener cuidado con la psicoanalización del análisis político, enfrenta el dilema de todo aquel que quiere pasar a la adultez: quienes alguna vez escuchamos The Doors (Father? / Yes son? / I wan’t to kill you) o cualquiera que acumule media docena de horas de vuelo en el diván sabe perfectamente que para crecer hay que estar dispuesto a matar simbólicamente al padre, del mismo modo que una organización política debe destronar al líder que la creó si algún día quiere trascenderlo.
Por comodidad, cálculo equivocado o cariño filial (que aunque el lector no lo crea en política también juega un rol), ninguno de los jóvenes de la Coordinadora logró trascender la poderosa figura de Alfonsín. ¿Podrán hacerlo los integrantes de La Cámpora en un futuro ya no tan lejano? Como en su momento los coordinadores, ellos hoy lo tienen todo: juventud, la confianza del líder y una serie de espacios de poder estratégicos, el último de los cuales es la gestión cotidiana de YPF a cargo de Axel Kicillof. Pero enfrentan también un reto mayúsculo, que les demandará algo más que energía militante y capacidad de gestión. Privados de “correr por izquierda” a un gobierno que se mueve siempre hacia ese lado, y obligados a evitar la experiencia de acompañamiento sin fisuras de los 80, todavía deben demostrar qué es lo nuevo, lo verdaderamente original que tienen para decir.

1. No parece casual que ambas organizaciones despertaran el interés de los lectores. Publicado en 1987, el libro Los herederos de Alfonsín (Sudamericana/Planeta), de Alfredo Leuco y José Antonio Díaz, fue un éxito de ventas. Escrito siguiendo la pauta del “nuevo periodismo”, que en ese momento estaba llegando a Argentina, fue reeditado en varias oportunidades. La Cámpora (Sudamericana), de Laura Di Marco, lleva varias semanas en los rankings de best sellers, con un subtítulo “Historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner”, que parafrasea a su antecesor.

martes, 22 de mayo de 2012

Una opinión sobre los periodistas independientes

Parte de la Editorial de Eduardo Aliberti

Marca de Radio del 19.05.12 www.marcaderadio.com.ar

...Si no se creyera en eso, debería concluirse en que terminarán ganando los periodistas corporativos que tienen ganas de preguntar lo que después no preguntan nunca. Y los que nos desayunan con que el país se viene inevitablemente abajo. Y los que aceptan hacerse los graciosos rifando su prestigio, a cambio de parecer críticos independientes. Y los gurús que supieron pronosticar al dólar a diez pesos, y los tarados que se lo creyeron. Y los que juegan a investigadores. Y los que ubican en el centro del universo las sospechas de corrupción que nunca hacen recaer en los empresarios que les pagan. Y los comentaristas radiofónicos de los diarios. Y el tipo que dice que no le corresponde administrar al subte cuando no hay más subtes que los que pasan por el ejido que administra. Y los tilingos que atacan con que a los propagandistas oficiales los pagamos todos los ciudadanos, como si no fuéramos igualmente todos los que pagamos los sobres, en blanco o en negro, que cobran los moralistas impolutos. Esa gente, la que cobra y la que les hace el coro desde la pretensión de “independencia” dirigencial-periodística, ¿tiene claro que el precio de cada producto que compramos y consumimos los “ciudadanos”, cada yogur que nos aligera el intestino, cada auto, cada champú, cada banco privado que nos promete a crédito el reino de los cielos, cada paquete de yerba, cada panacea de siembra directa, cada lubricante peneano o vaginal, cada maquinaria agrícola que producirá rindes estratosféricos, tienen cargado el costo de publicidad con que después los medios le pagan a los periodistas independientes que nos dicen que son vírgenes?...

MARK WEISBROT DESTACÓ EL MODELO ECONÓMICO ARGENTINO.

Mark Weisbrot publicó en estos días una nota en el diario británico The Guardian, en la cual asegura que el notable crecimiento de la Argentina entre 2004 y 2010, de 7,7% promedio, no ha sido consecuencia del denominado “boom exportador de materias primas”, y mucho menos de la soja como ciertos analistas y medios pretende instalar desde hace nueve años.
Weisbrot, quien es codirector del Centro de Investigación en Economía y Política en Washington, y presidente de Just Foreign Policy, destacó que el crecimiento de la Argentina durante ese periodo “más que duplicó el de Chile, país frecuentemente citado como un modelo para las políticas económicas”.
En su artículo, publicado el 4 de mayo último bajo el título “Argentina y la soja mágica: el ‘boom de los commodities’” que nunca fue”, Weisbrot también subraya que las exportaciones de materias primas explicaron apenas un “12 por ciento” del crecimiento del país. Asimismo señala que la teoría del “boom de la soja” es una excusa de los “detractores de la Argentina” para hacer caso omiso de un crecimiento liderado por "el consumo interno y la inversión doméstica".

La siguiente es la traducción del artículo de The Guardian:
“Uno de los grandes mitos sobre la economía argentina que se repite casi todos los días es que el crecimiento rápido de la economía durante la década pasada se debe a un "boom de las exportaciones de commodities".
Por ejemplo, el New York Times publicó la semana pasada: “Gozando de un boom de las exportaciones de commodities como la soja, la economía de Argentina creció a una tasa promedio del 7,7 por ciento entre 2004 y 2010, casi el doble del crecimiento promedio anualizado del 4,3 por ciento en Chile, un país frecuentemente citado como un modelo para las políticas económicas, durante el mismo período”.
Michael Shifter, el Presidente del Diálogo Interamericano y probablemente la fuente más citada sobre América Latina en la prensa de Estados Unidos, escribió en un artículo despectivo sobre Argentina esta semana que: “si las ventas y el precio de la soja, el producto principal de exportación de Argentina (principalmente a China), siguen altos, el país quizás pueda ser capaz de seguir su camino de crecimiento económico”.
No he visto a ningún economista afirmar que el crecimiento económico extraordinario de Argentina en los últimos nueve años - que lo ha llevado a niveles récord de empleo y a una reducción de dos tercios en la pobreza - ha sido impulsado por la soja o de un boom de las exportaciones de commodities.
Tal vez sea porque no es verdad.
Sé lo que está pensando: "¿A quién le importa?" Bueno, trate de seguir leyendo, porque este tema sí tiene implicaciones más allá de los campos extensivos de soja en la provincia argentina de Córdoba. ¿Qué significa tener un "boom de los commodities" o el crecimiento impulsado por la exportación de commodities? Una posibilidad se basaría en la cantidad: la producción y la exportación de estos productos crece tan rápidamente que constituyen una gran parte del crecimiento real de producción en el país. Por lo tanto, como un asunto de contabilidad, podríamos considerar el crecimiento del PIB real para 2002-2010 y preguntar, ¿cuánto de este crecimiento real (ajustado por inflación) se debe a las exportaciones de commodities?
Resulta que sólo el 12 por ciento del crecimiento real del PBI durante este período se debió a algún tipo de exportaciones en lo absoluto. Y sólo una fracción de este 12 por ciento se debió a las exportaciones de commodities, incluyendo a la soja. Por lo tanto, el crecimiento económico de Argentina de 2002-2010 no fue una experiencia de crecimiento impulsado por las exportaciones, bajo ningún concepto, y todavía menos un "boom de los commodities".
La otra posibilidad se basa en los precios: los precios de la soja y las exportaciones de otras materias primas también subieron durante una parte de este período. Esto puede impulsar la economía de varias maneras, incluso si la cantidad física de exportaciones no aumenta tan rápidamente como la economía. Si esto estuviera impulsando el crecimiento de la economía Argentina, esperaríamos ver un crecimiento del valor en dólares de esas exportaciones más rápido que en el crecimiento del resto de la economía. Pero esto tampoco ocurrió. El valor de las exportaciones agrícolas (incluido lo de la soja por supuesto), como porcentaje del PIB de Argentina no subió durante la expansión. Estaba a aproximadamente un 5 por ciento del PIB cuando la economía comenzó a crecer en 2002 y a un 3,7 por ciento del PIB en 2010. En otras palabras, no existe ninguna historia plausible que alguien pueda extraer de los datos para apoyar la idea de que el crecimiento de Argentina durante los últimos nueve años fue impulsado por un “boom de los commodities”. ¿Por qué es importante esto? Bueno, como el economista Paul Krugman notó ayer, "comentarios sobre la Argentina tienen un tono más que negativo: la Argentina es irresponsable, está renacionalizando sus industrias, tiene un discurso populista, así que les deber ir muy mal, sin importar lo que los estudios indiquen". Lo cual, él señala, "no habla bien del estado del periodismo sobre la economía". Y lo seguro es que no.
El uso del mito del "boom de los commodities" es una manera en que los detractores de Argentina hacen caso omiso del crecimiento económico de Argentina como pura casualidad. Pero la realidad es que la expansión económica ha sido liderada por el consumo interno y la inversión doméstica. Y sucedió porque el gobierno argentino cambió sus políticas macroeconómicas más importantes: monetarias, fiscales y cambiarias. Eso es lo que sacó a Argentina de su depresión de 1998 a 2002 y la convirtió en la economía de crecimiento más rápido en las Américas.
Ahora, la importancia a nivel mundial de cómo realmente ocurrió la recuperación de Argentina: como yo y muchos otros economistas hemos escrito, las políticas que actualmente se están imponiendo en las economías de la eurozona, especialmente las más débiles - son similares a las que Argentina sufrió durante la depresión que la llevó a su impago de las deudas y la devaluación. Estas políticas fueron procíclicas, es decir que amplificaron el impacto de la recesión. Junto con una tasa fija, y un tipo de cambio sobrevaluado, hicieron que la economía empeorara. Debido al impago de su deuda y a la devaluación de su moneda, Argentina quedó libre para cambiar sus políticas macroeconómicas más importantes.
Si las autoridades europeas (la Comisión Europea, el Banco Central y FMI) siguen bloqueando la recuperación económica de la eurozona con medidas de austeridad sin sentido, cada país querrá considerar alternativas más racionales con el fin de restablecer el pleno empleo. Se les dice a los habitantes de Grecia, España, Portugal, Irlanda y otros países todos los días que se tienen que tragar esta medicina amarga, y que no hay alternativa al sufrimiento prolongado ni al alto desempleo que están experimentando. Sin embargo, la experiencia argentina - en realidad, más que en las representaciones míticas - indica que esto no es verdad. Sin duda hay alternativas mejores - y no tienen nada que ver con la soja ni los booms de exportaciones de los commodities”.

viernes, 4 de mayo de 2012

YPF

PERON Y LOS RECURSOS NATURALES
Decía Juan Domingo Perón al respecto:

Sin independencia económica no hay independencia política ni soberanía. De ella depende, además, la política social que la revolución habrá de realizar integralmente, pues la independencia económica significa que la riqueza que creen los trabajadores argentinos habrá de quedar en el país para ser distribuida su renta entre todos los sectores que contribuyen a forjarla. La independencia económica ha sido lograda mediante la recuperación de los instrumentos fundamentales de la economía y las finanzas, que se encontraban alejadas de las manos argentinas y fuera del control del Estado.

Como existe un patrimonio físico, un patrimonio histórico, un patrimonio social y político, existe también un patrimonio económico, que vemos desde que hemos declarado la independencia económica de la Nación y reside en la responsabilidad de cada argentino. Si somos capaces de hacernos matar para echar a quienes osara poner un pie dentro de nuestro patrimonio físico, que es el territorio, debemos del mismo modo hacer conciencia para estar dispuestos a sacrificarnos si alguien pretende avasallar nuestro patrimonio económico.

"La política petrolera argentina ha de basarse en los mismos principios en que descansa toda la política económica: conservación absoluta de la soberanía argentina sobre las riquezas de nuestro subsuelo y explotación racional y científica por parte del Estado: advirtiendo que cuando el Estado rescata la dirección inmediata y directa de los bienes que la Nación posee, no debe ya despojarse del privilegio de seguir administrándolos, sin compartir funciones con otros intereses que no sean los que corresponden a todos los argentinos". Juan D. Perón Sep. 12 de 1947, en el Día del Petróleo

CONSTITUCIÓN DE 1949 Art. 40 – La organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social. El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales asegurados en esta Constitución. Salvo la importación y exportación, que estarán a cargo del Estado, de acuerdo con las limitaciones y el régimen que se determine por ley, toda actividad económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada, siempre que no tenga por fin ostensible o encubierto dominar los mercados nacionales, eliminar la competencia o aumentar usurariamente los beneficios.

La política petrolera adoptada durante la primera y segunda presidencias de Juan Domingo Perón (1946-1955), constituye un temprano ejemplo de nacionalismo desarrollista. Asimismo, confirma el componente realista y pragmático que orientó a dicha política. En otras palabras, Perón compartía con los sectores nacionalistas ortodoxos su interés por la explotación de un recurso estratégico y potencialmente disponible en el territorio y en el mar argentino. Pero mientras para estos sectores el monopolio estatal del petróleo era un dogma incuestionable, Perón se preguntaba si el Estado argentino estaba realmente capacitado para su explotación en forma eficiente. No era un nacionalista de medios, sino de fines. Estaba convencido de que Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), no tenía suficiente capacidad organizativa, técnica y financiera para un esfuerzo de esa naturaleza, tal como reconoció en su libro La fuerza es el derecho de las bestias, publicado en 1958, durante su exilio. Al aumentar la industrialización por la sustitución de importaciones y a su vez el transporte por crecimiento del empleo, comienza a sentirse la carencia de combustible. Dada esta debilidad de YPF, Perón buscó – previo a su derrocamiento - la ayuda del capital extranjero como medio para lograr el autoabastecimiento petrolero, un fin incuestionablemente nacionalista y a la vez práctico.

Ante el anuncio de expropiación del 51% de las acciones de Repsol – YPF, algunos sectores de derecha más concentrados, ligados a las políticas neoliberales y algunos medios de comunicación militantes antioficialistas cuestionan la medida y vaticinan graves riesgos para el País, ante las amenazas del Gobierno Español y de la Empresa Repsol. Convengamos que es “lógica” la reacción del gobierno Español, pero es indudable que es más ruido que nueces, dado los intereses que ese País tiene en el nuestro. Al respecto transcribo un escrito publicado en el sitio público.es (de España) por David Bollero: Por qué España agachará la cabeza con YPF : La expropiación de YPF se ha consumado. Ahora, prueba de fuego para las duras palabras del Gobierno español, para unos amenazas, para otros advertencias. ¿En qué quedarán esas “medidas claras y contudentes” que los ministros Soria y Margallo han repetido hasta la saciedad? ¿Cómo serán esas medidas que, según nuestra vicepresidenta, “no se anuncian, sino que se adoptan”? España por si sola no podrá hacer nada. No tiene el peso internacional para ello; estamos hartos de comprobarlo y esta cuestión no será distinta. Por eso el Gobierno busca desesperadamente apoyos externos, habiendo encontrado únicamente el de Méjico. El resto son ambigüedades, puesto que la misma Unión Europea ya habla de conflicto bilateral y la Comisión Europea ha reconocido que “la UE no tiene actualmente ningún instrumento legal que invocar a este respecto frente a Argentina”. Tan sólo podría ejercer presión pero al borde del colapso del euro, ¿le conviene? o, sencillamente, ¿se atreverá? Tras Brasil, Europa es el segundo mercado para Argentina y la UE el segundo inversor en el país austral con más de 44.000 millones de euros. Mucho dinero implicado que también, lógicamente, beneficia a las empresas Europas, escleróticas de números negros y que cada vez más han de mirar fuera del Viejo Continente para contentar con dividendos a sus accionistas -mientras despiden exprés a los trabajadores. Lo mismo sucede con España, cuyas exportaciones a Argentina son de unos 1.000 millones de euros al año y las importaciones del doble. ¿Se va a arriesgar el Gobierno español a perjudicar los intereses de grandes empresas en Argentina como BBVA, Telefónica, Endesa, Gas Natural, OHL, ACS, NH Hoteles o Inditex? Diría que no. Y diría que Cristina Fernández lo sabe… como sabe que además del ya declarado apoyo de Venezuela, cuenta con el de la práctica totalidad del mercado latinoamericano. Por todo ello y tras la actitud de gallito peleón, España terminará por agachar la cabeza en el asunto de YPF. Y, siendo honestos, es lo que toca. Queríamos capitalismo y nos han dado dos tazas. Nadie es rico si no es a costa de otro. Es una máxima que igual sirve para el ámbito doméstico como empresarial o de relaciones internacionales. Y cuando las tornas se dan la vuelta, escuece, pero hay que apechugar porque ese el estadio original que nos corresponde. Todo lo demás, artificio.
También el mismo David Bollero escribió en el mencionado sitio Lo que no se dice de Repsol YPF”, lo siguiente: ...En realidad, en el tema de YPF todo apesta (perdón por ser tan directo). A muchos, diarios incluidos, se les llena la boca hablando del poderío empresarial español, de la joya de Repsol y de cómo la posible nacionalización, total o parcial -podría ser sólo el 51%- espantará la inversión extranjera en Argentina. No entraré en valoraciones sobre si es correcta o no la nacionalización, pero mirando a la que se marca como modelo, la de Petrobras en Brasil en 2006, tan sólo decir que entre 2006 y 2010 Brasil lideró la atracción de inversión extranjera en Latinoamérica con más de 170.00 millones de dólares. Siguiendo con YPF, ¿ha sido correcta su gestión? Se subraya que supone el 60% de la producción de Repsol pero ¿y la letra pequeña? Si uno echa un ojo a los informes presentados en la Bolsa de Nueva York podrá comprobar con estupor que a fecha 31 de diciembre de 2011 y tomando 2008 como punto de partida, los activos de YPF crecieron un 45%, mientras que su pasivo -lo que adeuda, vaya-, un 204%. ¿Cómo es posible? En 2008 entró en YPF Ernesto Eskenazi, que acapara el 25,46%, aunque no pagó un solo dólar por ello. Entró a través de créditos bancarios que serían devueltos con dividendos. Quizás por eso, con el beneplacito de los gestores españoles, se llegó al inaudito acuerdo de repartir en dividendos el 90% de las ganancias netas durante una década (de media, una petrolera reparte un máximo del 30% de las ganancias), por lo que si era necesario afrontar nuevas inversiones se recurriría a nueva deuda. Así, en 2008, YPF repartió el 250% de sus ganancias: por cada dólar que ganó, repartió 2,5 dólares en concepto de dividendo. Como consecuencia, YPF debe tanto como vale: su valor es de unos 8.300 millones de dólares (21 dólares por acción) y su deuda también...

Corresponde aclarar que Repsol, no es técnicamente, ni una empresa española ni mucho menos del Estado español. El 42% pertenece a BP (british petroleum) cuando en el 2000 termina de comprar la Amoco, originaria fundadora de Repsol, el 9,5% es de la estatal mejicana Pemex. Repsol declara en España solo el 25% de sus beneficios, y solamente es ésta, la participación que puede llamarse estrictamente española. En segundo lugar, el gobierno argentino expropia el 51% del cual el 49% pasa a manos de las diez provincias argentinas que poseen petróleo y solo el 51% restante queda en manos del Estado nacional.
Sobre las repesarías que podrían tomar España y la Comunidad Europea, está claramente aclarado en los artículos de David Bollero que se transcriben más arriba. España es hoy el primer inversor extranjero en nuestro país y la Unión Europea es el segundo inversor en Argentina. Las exportaciones españolas a Argentina están alrededor de mil millones de euros, pero las importaciones desde aquí son por el doble. Según el Ibex 35, índice de la Bolsa de Madrid, las compañías españolas radicadas en Argentina ( Telefónica, Santander Río, BBVA, Banco Francés, Mapfre, DHL, Edesa, Cirsa, Santillana y una lista que se completa con más de 400 empresas) se llevan más de 26 mil millones de dólares por ingresos.
También se habla sobre la seguridad jurídica y los perjuicios que esto traería para las inversiones extranjeras en nuestro País. Si fuera así, las empresas convocadas recientemente para la explotación de distintas áreas petroleras, como ser Conoco Phillips, Chevron, Exxon, Medanito y la canadiense Talisman, entre otras, no hubieran aceptado la invitación de negociar e instalarse en el País. El capital no es solidario, no tiene banderas y lo único que le interesa es el negocio, por lo tanto si pueden ganar dinero van a invertir.
Sobre las amenazas de España y Repsol, tanto EE.UU y FMI estimaron que este es un problema bilateral, con lo que le da la espalda a los reclamos. También se menciona el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) dependiente del Banco Mundial. Si Repsol decidiera concurrir al CIADI y dado los antecedentes comprobados, se calcula que, entre el tiempo que llevará pasar por los tribunales argentinos y las apelaciones españolas, andaríamos más o menos por el 2020. Como referencia digamos que en el CIADI no están Brasil, Bolivia, Ecuador y Venezuela. El sentido del CIADI y para lo que fue creado por BM, es proteger a los grandes emporios radicados en las naciones en vías de desarrollo.

Está claro que desde mi formación política y mi pleno convencimiento ideológico, estoy a favor de la expropiación de una empresa emblemática como es YPF. Se puede hacer un análisis critico sobre el comportamiento o posturas en el pasado de los que hoy llevan a cabo esta medida, como así también si debió ser antes o no, pero eso no es lo más trascendente, lo más importante que se hizo y el futuro que se abre. Se sobre entiende que se debe conformar una conducción profesional y eficiente para los intereses del País y que supere las deficiencias que hoy existen y se logre los objetivos propuestos, entre ellos el autoabastecimiento, evitando así el enorme gasto de importar energía, que nos perjudica a todos. Con expropiar YPF no es suficiente, sino que se hace necesario explotarla correctamente. Es indudable que un País en desarrollo y que pretende seguir creciendo e industrializándose necesita cada vez más energía. Para un País modelado en 1976 y plenamente ejecutado en los 90, con un modelo de desindustrialización, desocupación y exclusión social, con una escasa producción bastaba.
Algunas dudas o criticas que se pueden deslizar desde el campo popular y nacional, en nada altera lo positivo de la medida en si, la cual implica un cambio cultural al desplazar las políticas neoliberales dominante durante décadas, las cuales quito de la orbita del Estado el control de los recursos naturales, los cuales deben estar indefectiblemente en manos del Estado. Sobre aquello que hacen sus objeciones porque no se hizo antes, quizás habría que evaluar la coyuntura, las prioridades que se debían atender, como así también el entorno y contorno.
Convengamos que nada será fácil, se parte de un punto muy bajo, porque los doce años de gestión de Repsol dejaron una YPF de singular atraso tecnológico, además la excavación para la extracción en las nuevas reservas localizadas es más costosa y complicada, dado que los pozos más económicos de explotar ya están siendo utilizados, por lo tanto será necesario una mayor inversión, pero así y todo, es positivo.
En los 90 – también por principios ideológicos - estuve totalmente en contra de la privatización de nuestras riquezas, por lo tanto, cada paso que se de en la recuperación de ellas – desde mi ínfimo lugar – estaré apoyando esas medidas. No debemos olvidar que la compra de YPF por parte de Repsol se realizó mediante presiones de la diplomacia española sobre Menem, para que vendiera YPF a un precio por debajo de su valor real. Así, se subestimaron las reservas y se saneó la empresa con dinero público antes de venderla. Esta venta significó la pérdida de miles de puestos de trabajo y la renta petrolera que era de gran importancia para el Tesoro Público argentino.
Es indudable que los hidrocarburos son un recuso necesario para el crecimiento económico del País y estos deben estar en manos del Estado.

Héctor Daniel Fernández

A TODOS LOS TRABAJADORES

Con motivo de celebrase el 1° de mayo, les hago llegar mi saludo cordial y caluroso a cada uno de ustedes, que desde sus puestos de trabajo aportan con su esfuerzo diario a la construcción de un País mejor y a su vez redunde en frutos concretos que nos permita crecer más como personas. Recordemos aquellos trabajadores que se comprometieron, lucharon y dieron su vida para el logro de las conquistas laborales que hoy tenemos. “En este jubiloso primero de mayo, saludos a todos los hombre y mujeres que con su trabajo honrado están construyendo la felicidad y grandeza de esta patria.” J.D.P.1951

jueves, 3 de mayo de 2012

YPF - Entrevista a Aldo Ferrer

21 abril, 2012 -
El Tribuno – Salta –

ALDO FERRER: “Lo anormal fue la venta de YPF a Repsol, no la expropiación”

El embajador de Francia asegura que el Estado argentino actuó de manera soberana al nacionalizar YPF pero que de nada servirá controlar la compañía si no se la utiliza bien. Fue ministro de Economía de Roberto Levingston y Alejandro Lanusse y presidió la Comisión Nacional de Energía Atómica con Raúl Alfonsín. Está alineado con el kirchnerismo desde el principio de su gestión, en la que ocupó lugares de relevancia. Tuvo la responsabilidad de ser el primer titular de Enarsa, fuertemente cuestionada por su falta de efectividad, y actualmente representa a la Argentina en Francia.

“Si logramos reducir o eliminar la salida de capitales, nos sobra la plata para hacer todo lo que sea necesario con YPF”, aseguró el economista. En una entrevista con El Tribuno, el diplomático aseguró que la responsabilidad del Gobierno nacional en la crisis energética “es un tema a debatir”, y que “no puede haber un planteo formal contra un Estado soberano en ejercicio de sus atribuciones”. “No alcanza con tener YPF, hay que usarla bien”, concluyó.

¿Qué opinión le merece la expropiación del 51 por ciento de YPF?

Argentina había sido el único país que había extranjerizado su empresa petrolera, de tal manera que esta decisión restablece la normalidad. Es absolutamente lógico que un país en desarrollo como Argentina, que necesita tener el control de su sistema energético, cuente con una empresa pública en el sector petrolero. El anuncio de la Presidenta revierte el gravísimo error que se cometió cuando se vendió YPF. Todavía se desconoce de donde saldrán los fondos para la indemnización y las inversiones en la petrolera,

¿cómo se financiará eso?

El monto de la indemnización surgirá del análisis correspondiente. Respecto de las inversiones, existen muchas fuentes de fondeo. Si nosotros logramos reducir o eliminar la salida de capitales, nos sobra la plata para hacer todo lo que sea necesario con YPF. El problema argentino no es un problema financiero, es un problema de consolidar el desarrollo, la confianza y de usar bien los recursos propios. Además, en este tipo de operaciones hay infinidad de contratos posibles con financiamiento de mediano y largo plazo de empresas operadoras que se encargan de explotar, de producir y de cobrar lo que les corresponde por el trabajo que han hecho. Esto, sin que la empresa titular de los recursos los enajene. El problema financiero es secundario, depende del contexto en el que se mueva la operación de YPF.

¿Ve probable la entrada de Bulgheroni y de los capitales chinos?

En el sector petrolero hay una infinidad de recursos alternativos, uno de ellos es la entrada de capitales privados. El que se eligió para vender la empresa fue muy malo y termina con este epílogo. Una empresa que fue vaciada incluso en su aspecto tecnológico. Al tiempo de la privatización, YPF tenía una tecnología muy importante, incluso más grande que la que tenía Petrobras. Eso se rifó con la venta. Esto hay que recuperarlo, y para eso hay que tener una empresa nacional.

La Presidenta admitió una crítica situación en materia energética, ¿cuál fue la responsabilidad del Estado en toda esa situación?

Qué pasó durante la administración de este Gobierno desde que se hizo cargo hasta ahora es un tema a debatir. ¿Se podría haber tomado esta medida antes? ¿Se podría haber hecho otra cosa? Eso es parte de la historia y ciertamente hay que revisarla para tener una opinión sobre eso. Pero ahora, con la decisión tomada, el problema es qué hacemos hacia adelante para que la YPF argentina sea un instrumento efectivo del desarrollo del país.

Usted fue director de Enarsa, ¿está conforme la gestión de la empresa?

Cuando se creó Enarsa, existió la posibilidad de que podamos asumir el papel que YPF tuvo en su momento. No fue así y quedó la empresa limitada a un conjunto de operaciones que fueron útiles, pero ciertamente nunca llegó a constituirse en una verdadera petrolera de gran alcance. En el campo de las obligaciones que se le dieron, la empresa cumplió bien. No estaba en su responsabilidad el aspecto de la producción en gran escala de hidrocarburos.

¿No teme que con YPF pase lo mismo que con Enarsa, en la que se generaron muchas expectativas y no cambió nada?

Enarsa cumplió bien con los objetivos que le dieron. Se le pudieron haber dado otros objetivos, como por ejemplo hacerse cargo de YPF; pero esa no fue la decisión inicial del Gobierno en su momento. Le dieron otras funciones que cumplió bien. Ahora llegó este momento en el que se expropió YPF que, para mí, es un paso al futuro para contar con una empresa clave para el sector hidrocarburos.

Tras la expropiación llegaron críticas muy fuertes de varios países, ¿cómo queda Argentina ante el mundo?

Yo creo que esto forma parte del debate sobre la concepción del país. El debate es mucho más fuerte dentro del país que afuera. Lo anormal en el caso de YPF no fue el hecho de la compra, lo anormal fue la venta: era un hecho absolutamente insólito, nadie lo hizo. Los que tienen la visión de que Argentina es apenas un apéndice del mercado mundial, que tiene que seguir la corriente financiera, las expectativas de los mercados… a ellos esto les parece una insensatez. Pero es todo lo contrario. Es recuperar capacidad de decisión y ampliar las políticas públicas para movilizar el ahorro interno, la tecnología y el petróleo. Atrás del debate de YPF que se observa en los diarios, hay un debate sobre qué tipo de país es Argentina y que país queremos que sea Argentina. La defensa a ultranza de la situación anterior corresponde a un país periférico y subordinado, que fue la que imperó cuando se vendió YPF. Y no solo YPF, se vendieron los teléfonos y muchas cosas más. Nos endeudamos en esa euforia del endeudamiento y la globalización hasta llegar a una situación de insolvencia, y en el camino nos llenamos de pobres con una crisis como la de 2001. Esa visión de país dio los resultados que ya conocemos, lo que tenemos que hacer es totalmente lo contrario. No alcanza con tener YPF, ahora hay que usarla como corresponde.

Francia, país en el que usted es embajador, también puso sus reparos en la expropiación de YPF…

No creo que haya una queja porque este es un hecho de un Estado soberano. En el marco de su ordenamiento legal, Argentina tomó una decisión respecto de un recurso que en definitiva le corresponde al país. Desde luego hay consecuencias que se van a dirimir: cuánto es lo que hay que pagar y todo lo que venga después. No puede haber un planteo formal contra un Estado soberano en ejercicio de sus atribuciones. Esto sin perjuicio de los que comparten esta visión de mercado, que es lo que está pasando en Europa con esta subordinación a la especulación financiera con las consecuencias que estamos viendo todos los días, como la ola de suicidios y la gente desempleada. Todo este escenario del mundo neoliberal, desregulado y de especulación, no funciona aquí ni en ningún lado.

Teniendo en cuenta que Julio De Vido estuvo los últimos nueve años a cargo de la política energética, ¿cómo tomó su designación como interventor de YPF?

 Yo espero que se hagan las cosas bien, espero que YPF se administre bien. La evaluación de lo actuado hasta aquí es un tema para debatir, pero hay que pensar que es lo que se hace de ahora en adelante.

¿Cree que deberían venir nuevas expropiaciones?

Este fue un hecho puntual frente a una realidad que estaba entrando en un déficit energético muy grave que se corrige con estas medidas. No creo que haya contempladas otras cosas en esta materia.

http://www.diegoschurman.com.ar/aldo-ferrer-enarsa-queria-tomar-el-papel-de-ypf-pero-no-pudo/

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