jueves, 10 de junio de 2010

RESPUESTA DE NORBERTO GALASSO A INFOSUR

Encontré en el Blog de “Un día peronista”, un carta del historiador Norberto Galasso en respuesta a una critica publicada en el Informativo de Proyecto Sur.
http://undiaperonista.blogspot.com/2010/02/la-diferencia-entre-querer-correr-y.html

Me pareció interesante ponerlo en mi blog, dado que defiende con argumentos sólidos e interesantes el porque de su posición ante este Gobierno y sobre le pago de la deuda externa. Por lógica todo es debatible y replicable, mucho más para aquel que no concuerde ideológicamente, pero en sus dichos encontré muchas cosas con las cual me identifico.

24/2/2010

RESPUESTA DE NORBERTO GALASSO A INFOSUR

El 19 de enero último, desde INFOSUR, página web de Proyecto Sur, me han lanzado un agravio que me veo obligado a responder.
Desde INFOSUR me califican de “gran historiador”, autor de “un libro fabuloso”, “una obra clásica sobre la Deuda Externa”, al igual que la “maravillosa biografía San Martín” y me tratan reiteradamente de “querido compañero”, para, después, lanzarme esta baja puñalada: “¿Qué hacemos ahora con esas cuatrocientos páginas (del libro sobre la Deuda Externa)...?”, como diciendo: “nos las vamos a meter en cierta parte” pues el autor sería un traidor, se habría quebrado, estaría al servicio del gran capital financiero internacional. Todo esto con motivo de que he sostenido que “ahora es difícil desentrañar la ilicitud de parte de la deuda” y que varios gobiernos le han dado “una especie de legalización” al renegociar sobre ella aunque igualmente “hay que investigar los ilícitos”, pero que lo más importante “es unir a América Latina en el no pago y patear el tablero” porque la cuestión no es tanto tener razón “sino tener fuerza”.
Curiosamente, la nota de Infosur prueba mi coherencia. Se inicia con una frase de mi libro: “La deuda ha operado como un instrumento de saqueo y sumisión semicolonial” (2002).Y concluye con otra declaración mía, actual: “Ahora hay que favorecer la unidad latinoamericana y proponer que todos los países denuncien que fueron estafados y que no se paga”. Mayor coherencia, imposible. En “Cash”, del 24/1/2010, sostuve lo mismo: “Hay que investigar y reforzar nuestro poder para decidir en conjunto. A las finanzas internacionales no les importa cuándo (ni cómo) se contrajo la deuda. Hay que finalizar este proceso de otra manera, a partir de la unidad latinoamericana, donde todos los países puedan expresar una opinión común frente a los acreedores internacionales”.
Es decir, hay que investigar y hay que poseer suficiente fuerza para no pagar. Hoy no contamos ni con una cosa, ni con la otra, pero el objetivo final es el no pago. Disentimos, eso sí, en la táctica, como también disentimos en la táctica general que desarrolla Proyecto Sur en política.
¿En qué disentimos? En primer término, en que no se trata de quién grita más fuerte ni quién se escandaliza moralmente contra los piratas internacionales, sino en tener la fuerza suficiente: un pueblo movilizado y consciente del problema, capaz -como lo han sido los cubanos- de aguantarse todas las represalias, inclusive un bloqueo. Por eso, es imprescindible una acción concertada de América Latina -que va camino a su unificación- para patear el tablero. En la discusión con los filibusteros, estábamos mucho mejor parados en 1983, como ha dicho la Presidenta, porque salíamos de una dictadura y habíamos allanado el estudio Klein Mairal y Olmos había presentado su acusación... pero también es cierto que no teníamos fuerza y Alfonsín tampoco tuvo audacia y concluyó claudicando en ésta, como en otras cuestiones. Después hubo canje de títulos que complican nuestra argumentación respecto al comprador de buena fe y sucesivos gobiernos pagaron y renegociaron y se negaron a analizar lo rescatado en el estudio Klein, así como la acusación de Olmos que el juez Ballesteros remitió al Congreso. En 1999, recuerdo que fuimos al Congreso con Olmos, Norberto Acerbi, Luis Donikian, Carlos Juliá y unos pocos más -no estaban muchos que ahora levantan su voz y celebro que ahora lo hagan-, pero, entre los diputados, sólo Alfredo Bravo y Luis Zamora –más allá de mi disidencia política con ellos- se preocuparon por escuchar el alegato de Olmos. Y no pasó nada.
Después vinieron otras negociaciones, entre ellas, la quita de la época kirchnerista. Nos guste o no, implícitamente también la quita significó lo que llamé “una especie de legalización” y que tanto ha irritado a Infosur. Pero de ninguna manera digo que no hay que investigar. Tampoco propongo no pagar mientras no tengamos fuerza para desconocerla. En fin, insisto, se trata de diferentes tácticas, porque las tácticas cambian según el momento histórico y no hay por qué injuriar ni descalificar cuando coincidimos en lo central: que fue una estafa y que, cuando podamos, debemos declarar que la deuda es cero. Ahora bien, como el “querido compañero” se preocupa y no sabe en qué lugar colocarse mis 400 páginas del libro De la Banca Baring al FMI, voy a tranquilizarlo con respecto a mi supuesta traición.
Entonces, empiezo para disipar dudas: con 50 libros publicados (discúlpeme pero hay tanto soberbio suelto que por una vez puedo violar mi modestia) nunca he sido invitado al programa de Mariano Grondona, ni he almorzado con Mirtha Legrand, ni me he abrazado con gorilas como Carrió, ni he coincidido con Pinedo (ni el abuelo, ni el nieto), ni he sido cómplice de la Sociedad Rural en ninguna votación. Tampoco me reportean ni “La Nación” ni “Clarín”, así que puede estar tranquilo. Esa gente sí tiene conciencia de clase, no la que supone Pitrola que deberían tener los trabajadores. Son clasistas en serio y hay que tener cuidado porque a veces son muy amables y si pueden, lo usan a uno.
Le sigo contando para que vea que no estoy “quebrado”. Vivo en Parque Chacabuco, un barrio de clase media, en una casa con pileta... de lavar la ropa. Una sola casa (herencia familiar) no dos, porque se sabe que alguna gente tiene dos: una para vivir y otra para albergar el ego. Tampoco tengo auto. Viajo en subte (vocación de minero, como decía Unamuno). Futbolísticamente soy de San Lorenzo que ya es demasiada carga para andar por la vida. Cobro la jubilación mínima y subsistimos con mi familia con algunos derechos de autor y un modesto alquiler de un local de esa vieja casa paterna... Usted, “querido compañero”, dirá seguramente: -Aquí te pillé, ¡eres rentista! (Carlos Marx seguramente no me lo reprocharía y sabría comprenderme ya que, salvando las distancias, no tengo ningún Federico Engels a mano). No soy revisionista a secas, como usted dice, confundiéndome (por ignorancia o por picardía) con Ibarguren o Irazusta. No soy rosista, soy de la línea: Moreno, Artigas, Dorrego, los caudillos federales (en especial El Chacho y Felipe Varela), el PAN en su época antimitrista, Yrigoyen y Perón. Esta reivindicación, hecha desde una Izquierda Nacional, que apoya todo movimiento antiimperialista tratando siempre de mantener su independencia ideológica, política y organizativa, es decir, “Frente Obrero” en el 45, representada luego, por bastante tiempo por Abelardo Ramos, salvo sus últimos años. Asimismo, me siento latinoamericano de Martí, Sandino, Fidel, El Che, Evo, Chávez, Correa y tantos otros. Me considero, sobre todo, un militante y por ello he sacrificado mi interés por la literatura y la cinematografía. En música, cero. Salvando también la distancia, digo, como Jauretche, que no distingo la marcha peronista de la marcha de la libertad. Desde esa perspectiva de Izquierda Nacional, estoy más a gusto en la CGT de Moyano o en la CMP de D’Elía, que viajando por Europa o asistiendo a fiestas de embajada. No soy kirchnerista pero apoyo a este gobierno. Lo considero lo mejor que hubo desde que murió Perón, más allá de limitaciones y carencias, que son propias de una sociedad fuertemente golpeada por la dictadura genocida, la frustración de Alfonsín, la traición de Menem, la estupidez de De la Rúa, el derechismo de Duhalde, etc. Me defino así porque creo conocer dónde está el enemigo principal, la correlación de fuerzas y el nivel de conciencia política de los trabajadores y de los sectores medios (algunos de éstos, me aterran). Por eso, jamás se me ocurriría hacerle juicio penal a Cristina por mal desempeño, porque no corresponde y porque la pondría al borde del juicio político, para solaz de Cobos y la “nueva unión democrática” y además porque entonces eso debiera habérselo hecho a todos los presidentes anteriores (incluso legisladores) y hacerlo ahora es demasiada complicidad con los destituyentes. Este gobierno avanza todo lo que puede y si llegase a caer, no deliremos que va a venir algo mejor, sino la derecha más reaccionaria.
Algo más: integro la Corriente Política Enrique Santos Discépolo, dirijo el mensuario “Señales Populares”, adscribo a Carta Abierta. En lo fundamental, tengo la certeza de que el futuro es nuestro, de los trabajadores, en el camino de la liberación nacional y la unidad latinoamericana, hacia el socialismo. Sólo ocurre que, “como lechuza largamente cascoteada”, sé distinguir los enemigos y los tiempos. Creo que Trotsky era el que decía que hay gente que confunde 1905 con 1917 ó, ahora en el bicentenario, 1810 con 1816. Y para terminar, me acuerdo de Cooke. Él le decía a Hernández Arregui: el intelectual se define sobre el trazo largo de la historia, pero el político tiene que definirse hoy y aquí, todos los días, teniendo presente aquellos objetivos finales, pero sin perder conciencia de en qué momento y en qué lugar está actuando. Creo que algo de esto es lo que nos aleja. Disculpen la extensión pero, en verdad, preferiría que no se ocupasen de mí y profundizasen la discusión sobre la naturaleza histórica del kirchnerismo y cuál es la mejor forma de ayudar a Argentina y al resto de América Latina en estas luchas que van hacia el 2011.
Con un saludo, Norberto Galasso

miércoles, 2 de junio de 2010

BICENTENARIO

En estos festejos del Bicentenario, he podido vivir y percibir tanto en la Avenida 9 de Julio como desde mi casa, por medio de la transmisión de la televisión, una profunda emoción y un renacer del sentimiento patrio en esa inmensa congregación de personas que ahí se dio sita durante los días de festejos.
Una marea humana concurría de un sitio a otro espontáneamente disfrutando de los distintos eventos organizados por el Gobierno Nacional para celebrar el Bicentenario, todos juntos festejando, vivando y cantando junto a los artistas del pueblo, emocionadose cada vez que se entonaba el Himno Nacional, con el desfile de los soldados vestidos de época, con los ex combatientes de Malvinas, con las delegaciones de las distintas colectividades, con el desfile de las carrozas alegóricas a distintos hechos históricos: el éxodo jujeño, el cruce de los andes, cuando la banda de granaderos toco la marcha de San Lorenzo o cada vez que la gente gritaba al unísono de ARGENTINA - ARGENTINA, verdaderamente estremecía y hasta se escapaba un lagrimón. También fue conmovedor el ver el constante flamear de nuestra bandera Argentina y el fervor que se ponía en cada hecho o expresión con el que uno se sentía identificado. La multitud respondió a un hecho patriótico, de contenido popular, federal y latinoamericano.
El pueblo rompió con el individualismo y se junto – sin preconceptos o prejuicios - para festejar todo aquello que se le ofreció. Pude ver largas colas para visitar los puestos de las provincias, probar sus comidas típicas, escuchar su música y ver los bailes o simplemente caminar y caminar todos juntos en paz y armonía. El pueblo demostró estar necesitado de una oferta cultural tan rica y diversa, espero que tomen nota y se pueda repetir. Era un festejo particular, único, el cual la mayoría de los presentes no volveremos a vivir.
Realmente fue algo impensado, al no haber vivido el 17 de Octubre de 1945, puedo decir –dentro de un contexto distinto – que no veía a millones de personas movilizándose desde el regreso de Perón. El pueblo tomo las calles del centro y se apodero de la alegría, sin banderías políticas, sin agravios ni violencia, sin sectarismos ni egoísmos ni mezquindades.
Se podía ver compartiendo la fiesta a familias enteras con sus pequeños hijos, mucha juventud, personas mayores y extranjeros, pero también se vio compartiendo el mismo espacio y alegría a la clase media con familias pobres del conurbano, como debe ser. En definitiva el País nos contiene a todos, aunque – en ocasiones - algunos sectores son propensos a negar o discriminar a los pobres.
Fue un claro mensaje para nuestra clase política, lo que el pueblo quiere no es precisamente lo que ellos nos están ofreciendo, como tampoco es aquello que algunos medios nos quieren instalar, como el odio, la violencia o el enfrentamiento. También fue una derrota de aquellos agoreros que se la pasan hablando de una sociedad crispada, prediciendo el apocalipsis, el caos y la intolerancia. Es evidente que el pueblo vive una realidad que no viven los políticos ni reflejan algunos medios. No he visto entre la multitud a personas tristes, angustiadas o abatidas.
Así mismo sería un error garrafal si el oficialismo – por ser el organizados de los festejos - pensara que esa multitud estaba ahí solo por ellos.
Estos días de unidad y festejo no van a cambiar la realidad que a diario vivimos, ni olvidar la deuda social que estará ahí presente recordándonos que aún hay muchas cosas por hacer y por cambiar. Negar estas cosas es querer tapar el sol con la mano. Pero la ganas del pueblo de festejar y participar en cada evento que se les ofreció durante estos 5 días, demuestran que los políticos y los medios que expresan sólo sus intereses particulares, caminan por una senda y la gente por otro. Espero que esto sirva como experiencia, que los más inteligentes y aquellos que estén libres de ataduras e intereses sectoriales o personales sepan leer y escuchar el mensaje que desde la calle se les envió y comprendan lo que el pueblo aspira de ellos.
Desde los años 90 vengo criticando el comportamiento de nuestra sociedad, donde el individualismo y el egoísmo relego a la solidaridad y la participación. El objetivo fue denigrar la política para quebrar la participación ciudadana y el compromiso social para que nadie se interesara en la política. Sin participación y sin compromiso ciudadano se tuvo vía libre para ejecutar políticas neo liberales que perjudicaron al pueblo y beneficiaron a uno pocos. Pero lo ocurrido en este acontecimiento popular, me sorprendió, es como si en cierta forma se fuera revirtiendo esa tendencia e incluso pude ver y me llamó la atención un mayor compromiso ideológico en los jóvenes (un pequeño brote de aquellos años 70). Fue como que la gente salió a la calle a ver que pasaba y no espero cómodamente en su casa para que alguien se lo contara. Imitando en algo aquella gesta de 1810, el pueblo salió a la calle para “saber de que se trataba”. La reflexión que me deja, es que socialmente no todo está tan mal como yo creía, sólo espero que ese cambio - el de comprometerse - se sostenga en el tiempo.
Indudablemente fue la fiesta del pueblo más grande que he podido vivir.

Héctor Daniel Fernández
Mayo 2010

Milei y “la solución final al problema de los jubilados”

Los jerarcas nazis Reinhard Heydrich y Otto Adolf Eichmann, entre otros, llevaron a cabo la "solución final al problema judío”, con act...